viernes, 12 de marzo de 2021

UNA JOVEN PROMETEDORA

 


Cassandra "Cassie" Thomas (Carey Mulligan) tenía un brillante futuro por delante hasta que un desagradable incidente truncó su carrera. Ahora nada en su vida es lo que parece: es inteligente, audaz y vive una doble vida de noche. Cassie tiene la oportunidad de enmendar todo lo que no salió bien en su pasado... vengándose de los culpables.


Cassie es, como el propio nombre de la película indica, una mujer muy prometedora. Inicia sus estudios de Medicina en una prestigiosa universidad tras escuchar durante años lo bien preparada que está, hasta que un suceso traumático la obliga a abandonarlos. Su mejor amiga sufre una agresión sexual en el campus, un hecho que desencadena una serie de consecuencias que hacen a la protagonista cambiar radicalmente su vida y la forma de afrontarla. Una denuncia que no lleva a ninguna parte, impulsa a Cassie a tomarse la justicia por sus propias manos: termina visitando bares todos los fines de semana para encontrar depredadores sexuales a quienes pueda desenmascarar, y aprovecha cada oportunidad que se le presente para rectificar los errores de su pasado y darle una lección a unos cuantos hombres en el camino. 
El largometraje se presenta como una de las primeras historias post #MeToo que llegan al cine después de que en 2017 varias actrices de Hollywood empezaran a hablar acerca de la violencia machista que sufrían dentro de la propia industria e iniciaran este movimiento.


Emerald Fennell, realizadora y guionista del film, no es ninguna recién llegada a la pantalla y, aunque este es su debut como directora, ha actuado en unas cuantas películas y series de televisión y es la guionista de la segunda temporada de Killing Eve
La propuesta de la británica es arriesgada, pero se nota que sabe el terreno que pisa. Una película militante en la que no se calla lo que lleva dentro y reparte estopa a diestro y siniestro y no únicamente a los hombres, que también hay para ellas cuando son cómplices por acción u omisión. El argumento principal de la película es el de los abusos contra mujeres aprovechando que han ingerido más alcohol de la cuenta. Eso y la cantidad de justificaciones y disculpas que ofrecen los culpables y quienes les amparan. La película revive situaciones que todos hemos presenciado u oído contar a gente cercana, desde el típico "es que va provocando", hasta el descarado "lo estaba pidiendo a gritos" con los que hombres y mujeres culpabilizan a las víctimas de este tipo de agresiones. 
Y es que los hombres que vemos en la película, son gente normal, no se trata de violadores, ni de psicópatas, incluso son gente culta, pero que llegado el momento, si ven a una mujer que, por descuido o porque le sale de las narices, separa las piernas y se le ven las bragas, están seguros de que se les está insinuando. ¿Hasta cuándo una mujer tiene que estar adivinando qué es lo que sugieren al hombre que tiene al lado sus gestos naturales? Es muy duro tener que pensárselo dos veces antes de aceptar una invitación a tomar una copa en casa de un conocido, tener un gesto de cariño puro y simple con un hombre o dejarse consolar por el hombro de un amigo y que cuando menos lo esperas, éste lo interprete como que quieres hacer algo que ni se te ha pasado por la cabeza. 
Fennell ni siquiera necesita ser más explícita de la cuenta, ¿para qué?, si todos sabemos de qué va este juego macabro y no llegamos a saber exactamente qué les hace a los hombres que caen en la trampa y pretenden aprovecharse de ella, no sabemos si les tortura o simplemente les afea su actitud. Es cierto que hay un largo tramo de la película en el que se hace difícil de seguir y no porque no se entienda lo que cuenta, sino por la forma narrativa elegida, un tanto desconcertante, pero los últimos 40 o 45 minutos, aunque se antojan un tanto peliculeros, encierran un giro de acción y narrativo que hace coger vuelo a la película. Sin duda se llevará unas cuantas críticas de quienes se sitúan en el frente opuesto, pero creo que es una película valiente (teniendo en cuenta que viene de un país anglosajón) y necesaria, sin medias tintas y restregándonos por el hocico toda la porquería que muchas chicas aún tienen que soportar. Hay conductas que pueden ser moralmente reprobables, me refiero concretamente al consumo de alcohol y drogas, pero en ningún caso deben se una patente de corso para aprovecharnos de quienes están en condiciones físicas de indefensión, eso es de cobardes y pensar otra cosa es poner paños calientes a la peor humillación que puede sufrir una mujer.




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