La historia de tres amigos de la infancia que viven en un peligroso barrio de Los Ángeles. Los medio hermanos Doughboy (Ice Cube) y Ricky Baker (Morris Chestnut) presentan enfoques muy diferentes ante las duras vidas que enfrentan. Ricky es atleta "All-American" (los considerados mejores en su deporte a nivel universitario), aspira a una beca de fútbol americano para la USC (el programa de fútbol americano de la Universidad del Sur de California) y busca la salvación en el deporte, mientras que Doughboy sucumbe a la violencia, el alcohol y la delincuencia que lo rodea, pero mantiene un fuerte sentido del orgullo y un código de honor. Entre ellos dos se encuentra su amigo Tre Styles (Cuba Gooding, Jr.), quien tiene la suerte de tener un padre, Furious Styles (Laurence Fishburne), que le muestra la fuerza de carácter para hacer lo correcto y asumir siempre la responsabilidad de sus actos.
John Singleton, realizador y guionista del film, debutó en la gran pantalla con esta, en su momento, aclamada película, por la que fue doblemente nominado a los Oscar (Mejor Director y Mejor guion) cuando tan solo contaba 24 años.
Parece una historia mil veces contada, en otras películas la hemos visto referida a hampones y mafiosos: amigos de la infancia que siguen caminos diferentes. En este caso está referida exclusivamente a la comunidad negra.
Seguramente la gran virtud del film está en la sutileza con la que cuenta lo que cuenta, casi siempre a través de actos cotidianos o de diálogos que ilustran los entresijos de la historia, de manera que el mensaje del film va penetrando en el espectador de forma que casi no somos conscientes, con escenas como aquella en que hablan entre los amigos, apenas unos niños, que el padre de Tre disparó la noche anterior contra alguien que pretendía entrar en su casa y lo hacen sin darle mayor importancia, como si fuera algo natural; o en esa otra en la que van a ver un cadáver que yace en un descampado desde hace varios días y lo único que les sugiere es que huele mal y que es raro que tarden tanto en retirarlo de allí.
A pesar de que es cierto que el escenario es el de un barrio conflictivo, y de que no encontramos blancos a los que culpar, pero sí chicos que viven prácticamente todo el día en la calle con sus amigotes, bebiendo y trapicheando de manera que sin trabajar llevan una vida que les permite tener unos dólares en el bolsillo y a nada que se les de bien, su propio automóvil, el film también deja caer de cuando en cuando que parte de los males les vienen de fuera, comentarios como que ellos (los negros), no tienen barcos ni aviones en los que transportar la droga, pero alguien se encarga de que les llegue para que la consuman y puedan traficar con ella; o que no son lo que fabrican las armas, pero en cada esquina, junto a las licorerías, que también proliferan, hay una tienda de armas porque alguien quiere que se maten entre ellos.
La narración transcurre sin exageraciones, como si estuviera haciendo un retrato de la vida cotidiana del barrio y sus gentes (que es lo que hace), pero no deja de ser una especie de toque de atención para que quien tenga que cambiar algo lo haga ya y se deje de victimismos asumiendo sus propias responsabilidades, porque nadie de fuera va a venir a cambiar la vida de unos negros que, en realidad, a nadie importan mientras se mantengan en sus barrios y no molesten ni atemoricen a los respetables ciudadanos de otros lugares.
Al principio del film se ofrecen unos fríos números que retratan una triste y dramática realidad: En EE.UU., uno de cada 21 negros morirá asesinado, la mayoría a manos de otro negro.
Son cifras referidas a los años noventa que no se si estarán vigentes ahora, pero en todo caso, bastante reveladoras.