El 21 de marzo de 1945, la Royal Air Force británica se embarcó en una misión para bombardear la sede de la Gestapo en Copenhague. El ataque tuvo fatales consecuencias, ya que algunos de los bombarderos atacaron accidentalmente una escuela y más de 120 personas murieron, 86 de las cuales eran niños.
En los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial en Europa, la Royal Air Force lanza la Operación Cartago, un bombardeo contra un único objetivo, que utiliza bombarderos De Havilland Mosquito F.B.VI para atacar la Shellhus (edificio Shell), antigua sede de la famosa petrolera, requisada y convertida en sede de la Gestapo en el centro de Copenhague, capital de la Dinamarca ocupada por los nazis. El bombardeo logró destruir el archivo principal de la Gestapo y había sido una reiterada petición de la resistencia danesa que la RAF se había resistido a llevar a cabo porque el último piso del edificio albergaba a prisioneros daneses utilizados a modo de escudos humanos y porque era necesario volar a muy baja altura y gran velocidad, en una zona céntrica de la ciudad. Pero en las cercanías de Frederiksber, un avión de la primera de las tres oleadas de ataque que volaba a baja altura, golpeó un poste de la luz dañando su ala y se estrelló contra la escuela católica femenina Jeanne d'Arc, a un kilómetro y medio aproximadamente del objetivo. Los aviones de la segunda y tercera oleada de bombarderos confundieron el humo de los restos del Mosquito en la escuela con el objetivo correcto. Como resultado, una docena de aviones lanzaron sus bombas explosivas e incendiarias sobre la escuela llena de niños y monjas.
La película, sobre todo lo demás, pretende mostrar la locura y el sinsentido de las guerras y cómo afecta a la población civil en general y a los más vulnerables en particular, en este caso, los niños y, de rebote, a sus familias, pero sobre todo a esos seres inocentes cuyas vidas, hasta ese instante, trancurren todo lo ajenas que les dejan a las barbaridades de los mayores (eso que ahora denominamos eufemísticamente como daños colaterales).
Hay un personaje, el del niño al que llevan a Copenhague a vivir con sus tíos y su prima tras haberse quedado sin habla al presenciar el ametrallamiento desde el aire de un automóvil (también por error) en el que viajaban tres inocentes muchachas y el anciano conductor, que representa a todos los niños sobrevivientes del posterior bombardeo a la escuela, pero a los sobrevivientes reales, muchos de los cuales sufrieron secuelas que no fueron bien tratadas, seguramente porque la psicología estaba en mantillas aún. Al parecer, los médicos aconsejaron a las familias que no se hablara del tema, sino únicamente de cosas felices, cuando la psicología moderna lo que recomienda es que se aborden los traumas hablando de los problemas que los han provocado.
También hay otra historia paralela, la de la monja y el danés colaboracionista que ha sido criticada porque no aporta nada al film. Bueno, es una forma de verlo, pero yo pienso que, aparte de que el realizador haya sabido transmitirla o no, la relación que plantea entre ambos y, sobre todo, la actitud de la monja, tienen gran simbolismo y un profundo significado, pues aborda la cuestión de la Fé en momentos complicados y cómo hay gente que, en medio de la barbarie, sigue teniendo confianza en las personas y en que estas entren en razón y abandonen el camino equivocado si se dialoga con ellas y se sigue insistiendo en que reconozcan el mal que están causando.
El film tiene un buen trabajo de fotografía, destacando la ambientación y los ataques aéreos a la capital danesa, que están muy conseguidos, ofreciendo gran realismo en su recreación y, de cualquier manera, su mensaje antibelicista llega perfectamente, provocando el desasosiego, la rabia y la congoja por la injusticia y dejando en el aire la pregunta que aún se hacen algunos: Después de que la RAF se negara reiteradamente al ataque por el peligro que implicaba, ¿era necesario, cuando la guerra ya estaba a punto de acabar?