El juez Robert Wakefield (Michael Douglas) es nombrado por el Presidente de los Estados Unidos supervisor de los grupos de lucha contra la droga y de su coordinación con las autoridades mexicanas. Sin embargo, su satisfacción inicial por su prestigioso cargo se esfumará cuando descubra que su hija Caroline (Erika Christensen), de 16 años, se ha convertido en una drogadicta. Mientras tanto, al sur de la frontera, el agente mexicano Javier Rodríguez (Benicio Del Toro) intenta librar su propia batalla contra la droga, cuestionándose cada vez más, los verdaderos motivos que impulsan a su jefe, el general Arturo Salazar (Tomas Milian).
Adaptación cinematográfica de la miniserie Traffik, escrita por el guionista británico Simon Moore y estrenada en 1989 en televisión.
Consiguió cuatro Oscar de los cinco a que estaba nominada, incluídos el de Mejor Director y Mejor Secundario para Benicio del Toro.
Hasta tres historias que se entrelazan en algún momento y que permiten al realizador Steven Soderbergh abarcar el problema de las drogas desde varios aspectos: El de los consumidores, el narcotráfico a gran escala, la pequeña distribución, la labor policial, los problemas que ocasiona en las familias y la vertiente política de la situación.
Bien estructurada y con un excelente montaje, algo clave en este tipo de películas que mezclan historias, el film cuenta con un buen ritmo narrativo y consigue concitar la atención del espectador para seguir cada uno de los relatos, aunque es cierto que alguno de ellos resulta menos interesante.
Una de las críticas más reiteradas es la complacencia a la hora de resolver los asuntos, aunque yo pienso que a quienes les gusten esos finales que abren una ventana a la esperanza, les resultará agradable la manera en que Soderbergh concluye el film.