viernes, 30 de agosto de 2019

KLUTE

Seis meses después de la desaparición en Tuscarora del empresario de Pensilvania Tom Gruneman (Robert Milli), su jefe, Peter Cable (Charles Cioffi), y su esposa, Holly Gruneman (Betty Murray), contratan al amigo de Tom, el detective privado John Klute (Donald Sutherland), para averiguar qué le sucedió a Tom, ya que la policía no ha podido hacerlo, a pesar de que John no tiene experiencia en casos de personas desaparecidas.
La única pista es una carta obscena mecanografiada que Tom supuestamente escribió a una aspirante a actriz y modelo que ejerce como prostituta en Manhattan, llamada Bree Daniel (Jane Fonda), quien admite haber recibido esas cartas de alguien, y que también recibió varias llamadas telefónicas misteriosas. La sospecha generalizada es que Tom fue uno de los últimos acompañantes de Bree, aunque ella dice no recordarlo cuando le muestran su fotografía. La actitud de Bree es la de ir contando verdades a medias, en parte como una necesidad financiera. En sus primeros encuentros, John y Bree hacen todo lo posible para ejercer su dominio psicológico sobre el otro, especialmente porque Bree inicialmente se negó a hablar con él. A pesar de su comienzo poco amistoso, se embarcan en una relación personal basada en la necesidad emocional, pero es una relación que Bree intenta sabotear debido a esos mismos problemas que la hacen recurrir a trucos. Mientras Klute sigue los pasos de Bree a través del mundo de la prostitución, sabe que se está acercando a encontrar la verdad cuando alguien continúa amenazando a la joven. Cree que la clave de la desaparición de Tom es un tipo violento que le propinó una paliza a la chica hace un par de años, antes de que Tom desapareciera, pero a quien ella no recuerda. Ambos se preguntan si serán capaces de descubrir su identidad y detenerlo antes de que intente matar a Bree, y si hay un futuro para ellos juntos.


Klute es un investigador que se aleja de los estereotipos del género, no hay acciones espectaculares, ni se ve sometido a peligros desmesurados, ni se dedica a alternar con chicas glamourosas. Es más bien un retrato de lo monótona que puede resultar esta profesión, siempre más cerca de la realidad que de la emoción y el misterio con que nos es presentada en otros films.
Bree es una mujer de su tiempo que, obviando la profesión que ejerce, intenta encontrar su propio camino, amante de su independencia, desconfiada con los hombres, en el fondo es un ser frágil con apariencia de fortaleza que cuando se relaciona con sus clientes, intenta llevar el control para evitar situaciones indeseadas.


Al final, la investigación se convierte casi en una excusa y la verdadera fuerza de la película se halla en el retrato de los personajes, en la introspección sobre sus psicologías y en un retrato de la ciudad de Nueva York en un momento de cambios políticos y sociales.
Es una película atípica dentro del género, hábilmente dirigida por Alan J. Pakula que se toma su tiempo en las descripciones y diálogos llegando, en algunos momentos a rozar el minimalismo.
Los amantes del género encontrarán un producto distinto a lo que se nos ofrece normalmente y ese es uno de los atractivos. Otro es ver la sensacional interpretación de Jane Fonda, que se llevó el primero de sus dos Oscar, con una réplica convincente y adecuada por parte de Donald Sutherland.




jueves, 29 de agosto de 2019

ÁNGELES CON CARAS SUCIAS

Rocky Sullivan (James Cagney) y Jerry Connolly (Pat O'Brien) son amigos de la infancia, crecieron juntos en unos de los barrios más desfavorecidos y conflictivos de Nueva York, el Hell's Kitchen en Manhattan.
Desde entonces, sus vidas han seguido sendas bien diferentes, desde que Rocky, tras haber cometido un robo, acabó en el reformatorio juvenil, donde en lugar de reformarse, aprendió a ser un tipo duro hasta convertirse en un criminal de primera clase. Sin embargo, Jerry, que también había participado en aquel robó, pero consiguió huír, logra enderezar su vida y se convierte en sacerdote, ejerciendo su ministerio en el mismo barrio en que crecieron él y Rocky, trabajando con niños y jóvenes que, como les sucedió a ellos, podrían vivir en el lado equivocado.
Cuando Rocky sale libre de la penitenciaría en que ha pasado tres años, regresa al barrio en busca de un lugar seguro en que esperar el momento oportuno para regresar a su antigua organización criminal y a su vida de delincuencia, al tiempo que despierta la admiración de una parte de los muchachos del barrio, algo que preocupa hondamente a Jerry por el peligro que supone que sigan su camino hacia el mundo del crimen, mientras él trabaja duramente para evitarlo.
Cuando Rocky es detenido por haber asesinado a sus antiguos socios que se negaban a entregarle parte del botín de su último golpe. Juzgado, condenado y sentenciado a la silla eléctrica, Jerry, invocando su antigua amistad, le pedirá un postrer favor.


La película comienza con un llamativo plano circular con el que el espectador tiene ante sí un verdadero retrato de lo que es el barrio en que se desarrolla la acción, el plano acaba centrándose en los dos protagonistas, aún adolescentes que se apremian a intervenir en la que será la desafortunada acción delictiva que marcará la vida de Rocky.
La película tiene un claro mensaje moralizante tras este peculiar retrato del mundo del hampa en los EE.UU. de los años 30.
Magníficamente interpretada, Michael Curtiz desarrolla con mano experta un sólido guión para ofrecernos uno de los mejores trabajos de su prolífica carrera.


La película tiene una maravillosa banda sonora y un buen trabajo de fotografía en blanco y negro, además de excelentes diálogos y algunas secuencias de gran nivel, hasta llegar al duro final en el que el personaje de Cagney se enfrenta a una de las situaciones más sobrecogedoras a que puede verse empujado un ser humano, cual es la de perder el orgullo y la dignidad de manera voluntaria en pro de ideales más altos que nadie sabrá reconocer ni valorar.
Crítica social y retrato de la corrupción y del mundo del hampa, que acaba con un mensaje de esperanza y redención.




miércoles, 28 de agosto de 2019

EL DIABLO SOBRE RUEDAS

David Mann (Dennis Weaver), un común hombre de negocios y de familia de clase media, viaja desde Los Ángeles con su coche, un Plymouth Valiant rojo de 1970, por una zona desértica y aislada al sur de los Estados Unidos, cerca de la frontera con México. Su camino le lleva de las grandes autopistas pobladas de vehículos a una carretera interestatal de doble sentido, que cruza el desierto de California. En ella, adelanta a un viejo y oxidado camión cisterna que va dejando tras de si un rastro de humo negro. Al adelantar al camión, el conductor de éste parece molestarse, aumenta la velocidad y rugiendo, le adelanta a su vez, obligándole a girar bruscamente para evitar una colisión, regresando después a su velocidad lenta, dificultando que pueda rebasarlo, y cuando el conductor del camión le hace señas para que le adelante, casi provoca un accidente con un vehículo que circula en dirección contraria.
Mann intenta aumentar la distancia entre el camión y su vehículo y cuando casi lo logra, se estrella contra la cerca de un campo, frente a un Café, donde los presentes en el lugar creen que Mann no está en sus cabales. Mann se dirige al baño y cuando se dispone a comer algo, se da cuenta de que el camión está fuera, sin su conductor, entonces empieza a sospechar de cada uno de los hombres que están presentes. Confunde a uno de ellos con el conductor, y cuando lo increpa provoca una reyerta donde él sale perdiendo; finalmente se da cuenta del error cometido.
Cuando cree haber perdido de vista al camión, lo ve de nuevo esperándole al final de un túnel.


El guión, de Richard Matheson, se basa en un relato breve de él mismo, al parecer, sobre algo que le ocurrió en realidad. La película se rodó para la televisión, siendo emitida por la cadena ABC el 13 de noviembre 1971, pero dado su enorme éxito, un año después, pasó a la pantalla grande con un metraje que se alargó de los 74 a los 90 minutos.


A pocos les está reservado un debut como el protagonizado por Steven Spielberg con esta primera incursión en la pantalla grande.
Presupuesto bajo, premura de tiempo para acabar el trabajo y una historia que si no se sabe enfocar, apenas da de sí.
Sin embargo, el director nacido en Cincinnati, poco más que un imberbe en aquel entonces, pide con este film, un lugar entre los grandes. Una historia sencilla que, como su título en inglés (Duel), indica, es un duelo entre un automóvil y y un camión oxidado, esta es toda la historia. Spielberg la adereza, o descarga su monotonía, con las imágenes del principio, que incluyen una curiosa llamada telefónica al programa de radio que escucha el protagonista y con algún pequeño interludio en cafeterías y gasolineras del recorrido. El resto es pasaje desértico bellamente fotografiado, asfalto y los dos vehículos.
Se podrá discutir si las producciones posteriores de Spielberg están mediatizadas por el dinero, si hay más de comercial que de artístico en ellas y tantas otras razones que esgrimen sus detractores, lo que queda claro tras ver una película como esta, con todas las connotaciones que tiene, es que estamos ante la llegada de un genio.
Un buen montaje, recursos exprimidos al máximo, dominio exquisito de la técnica y mucho arte en esta tarjeta de presentación de quien es ahora uno de los grandes de la historia del cine.




martes, 27 de agosto de 2019

GRANDES PRINCIPIOS DE NOVELA (1984)

Era un día luminoso y frío de abril y los relojes daban las trece...

Así comienza la odisea del ciudadano Smith en un Londres dominado por el Gran Hermano, que se puede identificar como una crítica de todas las dictaduras, aunque las analogías con el comunismo estalinista, resultan más que evidentes.
El personaje principal de la novela es Winston Smith, un peón de este engranaje perverso, su cometido es reescribir la historia para adaptarla a lo que el Partido considera la versión oficial de los hechos... hasta que decide replantearse la verdad del sistema que los gobierna y somete.
Para escribirla, George Orwell alquiló una casa en un remoto lugar de la isla escocesa de Jura, sin teléfono ni electricidad. Destrozado por la muerte de su esposa y padeciendo tuberculosis, tenía que finalizar la novela antes de morir. En una modesta habitación, con una mesa, una máquina de escribir y un cigarrillo permanentemente en los labios, puso punto final a su novela en 1948 y la tituló 1984, invirtiendo las dos últimas cifras del año. Sería publicada un año más tarde.



lunes, 26 de agosto de 2019

EL TREN

El Coronel Franz Von Waldheim (Paul Scofield) se encuentra destacado en París con una misión muy concreta: hacerse con las modernas pinturas francesas, las mismas calificadas de "degeneradas" por los nazis, y cargarlas en un tren con destino a Alemania para el Tercer Reich, para ello ha tenido que convencer a las autoridades alemanas para que le proporcionen el transporte adecuado. Eso sí, ha de tener mucho cuidado de no dañar la carga y, además, tiene de tiempo límite lo que tarden los aliados en reconquistar la ciudad, es decir, poco margen ya que cada vez están más cerca. Sin embargo, la resistencia francesa quiere evitar que roben sus tesoros nacionales, pero han recibido órdenes de Londres de que no deben ser destruidos.
La administradora del museo en que están depositadas las piezas, Mlle. Villard (Suzanne Flon) pide a Paul Labiche (Burt Lancaster), un empleado de la estación de la que partirá el convoy, que detenga ese tren, aunque él no está dispuesto a arriesgar la vida de su gente por el arte. Sin embargo, cuando su amigo Boule (Michel Simon) es asesinado por los alemanes acusado de sabotear un motor, cambia de parecer y se aviene a colaborar, comenzando a trabajar contra los intereses de las fuerzas de ocupación.
Tiene asignada la difícil tarea de programar el viaje y hacer que todo suceda sin problemas, pero también es parte de un grupo cada vez menor de luchadores de la Resistencia encargados de prevenir el robo. Él y otros organizan una artimaña elaborada para evitar que el tren salga del territorio francés.


En la vida real, las pinturas que los nazis habían ido almacenando en el Museo de la Jeu de Paume, fueron embarcadas en un tren para su traslado a Alemania, pero el elaborado plan de engaño que vemos en la película, no fue necesario, simplemente el tren fue obligado a dar vueltas alrededor de París hasta la llegada de los aliados.
El personaje de Mademoiselle Villard, se inspira en Rose Vallant, una historiadora francesa miembro de la Resistencia, una de las mujeres más condecoradas en la historia del país galo. Como supervisora ​​del Museo Jeu de Paume en París durante la ocupación alemana, comenzó a tomar notas de más de 20.000 obras de arte que habían llegado hasta allí. Aprendió alemán y durante cuatro años realizó un seguimiento de dónde y a quién eran enviadas aquellas obras expoliadas. También proporcionó información de los transportes en que eran enviadas estas obras, comunicándoselo a la Resistencia para que no hicieran explotar los vehículos. Unas semanas antes de la liberación de París, el 1 de agosto de 1944, se enteró de que los alemanes estaban planeando enviar los últimos vagones llenos de obras de arte, incluidas muchas de las pinturas modernas que hasta ahora habían dejado allí por considerarlo un arte degenerado. Lo notificó a sus contactos en la Resistencia, quienes impidieron que el tren saliera de París.
El guión se inspira libremente en su libro "Le front de l'art: défense des collections françaises, 1939-1945", publicado en 1961.


Rodada en blanco y negro, la acción no deja tregua y John Frankenheimer sabe mantener la intriga y el interés durante las más de dos horas que dura la película.
Muy bien planificada, vivimos el riesgo a que se ven sometidos sus protagonistas, al tiempo que la narración sirve para hacer una reflexión sobre la dicotomía entre arte y vidas humanas, un dilema al que se ve enfrentado Labiche que, en principio, se opone a que muera gente por salvar unos lienzos que para él no significan nada, pero que para otros son la representación del orgullo nacional.
Buen trabajo de los actores, con algunas escenas realmente brillantes para obtener como resultado un film de gran nivel y todo un homenaje a tantos héroes anónimos que nunca aparecen en los libros de historia. Francamente brillante.




viernes, 23 de agosto de 2019

AGENTE 007 CONTRA EL DR. NO

El agente del MI6 John Strangways (Tim Moxon) es asesinado en Jamaica por tres asesinos conocidos como "los tres ratones ciegos", después es asesinada su secretaria. Los asesinos roban dos carpetas con documentos.
En Londres, en el cuartel general del MI6 se esperaba la transmisión de costumbre de Strangways pero al no contestar éste, M (Bernard Lee) ordena alertar a su mejor agente: James Bond (Sean Connery), que, tras llegar al despacho de M, será puesto al corriente de la situación y de algunos detalles de la misión que se le encomienda.
Al día siguiente, llegará a Kingston, la capital de Jamaica, donde contacta de una manera un tanto peculiar con Félix Leiter (Jack Lord), agente de la C.I.A., ya que los americanos han solicitado ayuda de las autoridades británicas porque sospechan que alguien está tratando de desviar sus satélites dirigidos. Leiter trabajaba con Strangways y sospecha que su muerte está relacionada con este asunto.
Mientras, Bond, comienza a investigar a quienes estuvieron en las últimas horas con su compatriota desaparecido. Contacta con Quarrel (John Kitzmiller), un pescador de la zona amigo de Strangways que desconoce los motivos de su desaparición y con el profesor Dent (Anthony Dawson), un geólogo también conocido de Strangways, para preguntarle sobre las muestras de roca que Strangways sacó junto con Quarrel, pero Dent argumenta que solo son rocas comunes y corrientes y que no tienen valor alguno. Sin embargo, Bond descubre rastros radiactivos en la barca en que se transportaron las muestras y sabe que Dent oculta algo.
Todos los indicios le conducen a la cercana isla de Crab key, propiedad de un chino multimillonario, el  Dr. Julius No (Joseph Wiseman).


Supongo que pocos podían imaginar en aquel lejano 1962, que estábamos ante el nacimiento de una de las sagas más exitosas y longevas de la historia del cine, únicamente comparable a las franquicias de Star Wards o Harry Potter, por ejemplo.
La película, basada en la novela Ian Fleming "Dr. No", publicada en 1958, es quizá la más fiel al espíritu del personaje creado por el autor británico, en ella la solución de los problemas y situaciones peligrosas en que se ve inmerso el protagonista, halla solución más en su inteligencia, astucia y capacidades físicas que en el empleo de artilugios como ocurre en las siguientes.
El film ya tiene todos los ingredientes que caracterizan al agente con licencia para matar y que son parte de su éxito: Persecuciones en automóvil, peligros aparentemente imposibles de esquivar, un villano malvado e inteligente, entornos glamourosos, chicas bellas y sofisticadas, sexo sin amor, un toque de humor, muertes, alguna frase brillante que caracteriza al personaje (mi nombre es Bond, James Bond; Martini seco, mezclado, no agitado...) y, sobre todo, mucha acción.


La película se apoya en una buena banda sonora, con fragmentos de calypso, rock y composiciones melódicas e incluye el conocido y reconocible tema que cualquiera identifica al escucharlo con James Bond. Títulos de crédito muy pop art, obra de Maurice Binger que, en mi opinión no ha superado ninguna de las posteriores entregas, incluyendo el inmortal encuadre a través del cañón de la pistola.
Una película que creó escuela, de cuyo personaje se continúan haciendo producciones en la actualidad y que supuso un camino a seguir dentro del género.




jueves, 22 de agosto de 2019

LA DIOSA (SHEN NU)

Una joven viuda con un hijo a su cargo, que durante el día dedica su tiempo a atender con amor y devoción las necesidades del muchacho, por la noche vende su cuerpo en las calles de Shangai, esperando a que los clientes compren sus servicios, para procurarse el sustento propio y el de su pequeño.
Una noche en que la policía está llevando a cabo una redada, la muchacha trata de escabullirse entre el tumulto de personas que corren huyendo de los agentes de la ley. Uno de los policías se fija en ella y la persigue hasta que queda acorralada en un lugar de salida imposible. Entonces toma una decisión que poco imagina las graves repercusiones que va a tener en su vida: Empuja una puerta y entra en la casa de un tipo que malvive en aquella descuidada y sucia habitación, es un jugador que se hace llamar El Jefe, que la esconde y le dice al policía que allí no entró nadie. Pero cuando el agente ha marchado, le exige a la muchacha, en pago a su ayuda, que se quede allí esa noche.
Al día siguiente se presentará en su casa con dos de sus secuaces y le comunica que a partir de ese momento, ella trabajará para él. La chica huye e intenta ganarse la vida con una profesión honesta, sin embargo, El Jefe la busca y la encuentra, obligándola a volver a la prostitución bajo amenazas y coacciones, pues en principio, la hace creer que ha vendido al niño por 200 dólares, aunque en realidad lo tiene uno de sus compinches. Se lo devuelve a la mujer, pero esta ya sabe lo que le espera si no sigue las instrucciones de su nuevo proxeneta.
Cuando el niño crece, su madre lo envía al colegio, donde, al igual que le ocurre en el barrio, los niños de su edad le rehuyen debido a la profesión de su madre y, no solo eso, los otros padres, piden que sea expulsado del colegio por considerarlo una mala influencia para sus hijos. El director del colegio intenta convencer al resto del claustro para que no tomen tan drástica medida, pero no consigue convencerlos y el crío será expulsado.
La vida de la madre, ya dura de por sí, entra en una espiral descendente atrapada entre las garras de su despiadado "protector" que se queda con la mayor parte del dinero que ella consigue y el desprecio de la sociedad que la rodea.


La vida de una mujer, atrapada por la vida y la sociedad que la proscribe y le niega el derecho a darle una educación a su hijo para que pueda salir de este pozo negro, haciéndole así culpable, en su inocencia, de los posibles pecados de su madre.
Toda una crítica a la hipocresía social de la China de aquel momento, un país, por una parte sumido en la pobreza, algo que posibilitó, entre otras razones, que el comunismo campase a sus anchas, que contrasta con el lujo y la modernidad de algunos barrios de Shanghai, ya en aquel entonces poblados de neones y anuncios que invitaban al consumo.
La pantalla se llena con la presencia de la protagonista del film, Lingyu Ruan, una belleza oriental de rostro hermoso y apacible, que interpreta a la perfección a la desgraciada mujer. Murió joven, cuando estaba a punto de cumplir 25 años, víctima ella misma de maledicencia social y de los posibles malos tratos de su pareja del momento, que la empujaron al suicidio.
Ruan, que ya era una estrella en aquel momento y quién sabe dónde podría haber llegado, hace una interpretación magistral lejos de las actuaciones melodramáticas, tan típicas del cine mudo y sus estados de ánimo son representados con absoluta naturalidad y realismo.


Estamos ante una película fuera de época, algo trasnochada, pues se trata de un film mudo estrenado en 1934, cuando ya después de 1927, el cine silente había ido perdiendo terreno y en la década de 1930, el cine sonoro era un fenómeno global.
Sin embargo, en otros aspectos, la película resulta muy moderna para el momento, con encuadres originales y una historia que se presenta sin reiteraciones, yendo directamente al grano de lo que se nos quiere contar.
En cualquier caso, es un film muy interesante, que se ve con agrado y además de ser una historia atractiva, resulta muy instructivo para quien quiera seguir el rastro de la evolución del cine.




miércoles, 21 de agosto de 2019

EL MENSAJERO DEL MIEDO

El sargento Raymond Shaw (Laurence Harvey) es solo uno de los setenta y siete militares estadounidenses que regresaron de la Guerra de Corea y recibieron la Medalla de Honor del Congreso. La madre ambiciosa y controladora de Raymond, Eleanor Iselinm (Angela Lansbury), quiere capitalizar el nombre de Raymond en la oferta de reelección de su esposo y padrastro de Raymond, el senador republicano Johnny Iselin (James Gregory), que no se siente bien con Raymond y que desprecia a ambos. A pesar de que Johnny es visto en gran parte como un bufón, ha obtenido un mínimo de éxito político en buena medida debido a su retórica anticomunista. La Medalla de Honor fue el resultado de que Raymond salvó a nueve miembros de su batallón del ejército, incluido su comandante, el mayor Bennett Marco (Frank Sinatra), que fue quien le propuso para la distinción, a pesar de que su opinión sobre Shaw no es nada buena, pero es como si una fuerza interior le obligara a hablar bien de él en público.
Ben Marco ocupa ahora un puesto en Washington y tiene una pesadilla recurrente en la que aparecen los nueve hombres y dos más que nunca regresaron. Lo que Ben desconoce es que al menos uno de los otros ocho sobrevivientes, con quienes no ha mantenido contacto después de regresar a los Estados Unidos, tiene una versión similar de la misma pesadilla. Ben finalmente decide que la persona que mejor puede ayudarlo a descubrir la fuente de la pesadilla es el propio Raymond. Después de presenciar un comportamiento inusual en Raymond, Ben Marco sabe que algo no está bien y descubre una conspiración sin precedentes contra los Estados Unidos.


El guión se basa en la novela The Manchurian candidate (título que se respeta en la versión original), de Richard Condon, un nombre que quizá les diga poco o nada, pero voy a contarles alguna cosilla de su biografía para que vean que no es precisamente un don nadie. Una de sus novelas, The oldest confession, sobre el robo de obras de arte, le fue inspirada en Madrid, donde conoció a los grandes maestros de la pintura mientras localizaba para su estudio exteriores en El Escorial para rodar la película Orgullo y pasión. La novela de Condon fue un éxito, pero cuando se llevó a la pantalla (en España se llamó Último chantaje) fue un fracaso, a pesar de estar protagonizada por Rex Harrison y Rita Hayworth.
Pero quizá, lo que sí les pueda sonar más es una de sus novelas más conocidas, El honor de los Prizzi, convertida en película por John Huston y protagonizada por Jack Nicholson, Kathleen Tumer y Anjelica Huston.
El cambio más importante que se introduce en la adaptación de la novela para el cine, es que desaparece la explícita relación incestuosa entre el sargento Shaw y su madre, que aquí queda ligeramente sugerida.


La teoría de la conspiración encuentra acomodo en esta trama bastante increíble, aunque hay que decir que, a veces, la realidad nos sorprende y lo que parecía que no podía ser sino fruto de una mente calenturienta, toma visos de realidad.
De cualquier modo, a lo largo del film presenciamos algunas cosas que, como mínimo, resultan poco creíbles, como que a una persona de quien se tienen fundadas sospechas de que trabaja para el enemigo merced al lavado de cerebro que ha sufrido, se le deje poco menos que campar a sus anchas.
La película cuenta con el aliciente de la actuación de Sinatra y con un montaje que tenía su complicación y que está bastante conseguido, ya que mezcla escenas en tiempo presente y recuerdos de la estancia del grupo en Corea, sobre todo aquellas en que les vemos en lo que ellos creen es una reunión de rancias señoras amantes de la horticultura, cuando en realidad están rodeados de agentes y militares rusos, chinos y coreanos. Todas estas imágenes se van intercalando, pero el espectador siempre sabe lo que está ocurriendo.
Ángela Lansbury, la actriz que alcanzó la fama con la interpretación, años más tarde, del personaje protagonista de la serie televisiva "Se ha escrito un crimen", estuvo nominada al Oscar como mejor secundaria.




martes, 20 de agosto de 2019

GRANDES PRINCIPIOS DE NOVELA (CONVERSACIONES EN LA CATEDRAL)

Es la tercera novela del autor peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de literatura 2010, reconocida como una de sus grandes obras y publicada en 1969.

Desde la puerta de La Crónica Santiago mira la avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú?...

Es precisamente esa pregunta atemporal, la que se hace Santiago Zabala (Zabalita), la que para mí, hace grande este arranque de la novela de Vargas Llosa. Una pregunta que, cambiando el país, seguro que se hacen muchos ciudadanos del mundo sobre el suyo. Una pregunta que da pie a todo un tratado filosófico, empezando por el hecho de que si se jodió, eso implica que el país está jodido y que en algún tiempo no lo estuvo, algo que tampoco está tan claro.
En fin, en el mismo Perú ha dado lugar a controversias a través del tiempo y a que cada cual de su explicación, desde el patrioterismo populista que señala el momento en el que “los miserables españoles nos conquistaron” (esto es un clásico en ciertos sectores), hasta la respuesta que el propio Vargas Llosa dio a la famosa pregunta, declarando que no hubo un momento exacto, sino varios momentos, todos ellos vinculados al autoritarismo y corrupción histórica.
Cada cual que opine lo que guste, lo que está claro es que estamos ante un inicio genial ya de por sí, pero si queda alguna duda, todas estas discusiones vienen a ratificarlo porque le dotan de entidad propia aparte de la novela en sí misma.



lunes, 19 de agosto de 2019

EL CABO DEL TERROR

Sam Bowden (Gregory Peck), es un respetable abogado que ejerce su oficio en una pequeña ciudad. Su vida tranquila se verá altera cuando llega a la misma Max Cady (Robert Mitchum), un ex-convicto que ha pasado ocho años en prisión y que culpa a Bowden de que lo enviara a la penitenciaría.
Cady comienza a acechar a Bowden, a su esposa y a su hija adolescente, por lo que el abogado se pone en contacto con el jefe de policía, Dutton (Martin Balsam), explicándole su situación y pidiéndole ayuda, ya que su familia puede estar en riesgo. Dutton envía a sus agentes para que detengan a Cady por vagancia. Max coopera, es evidente que conoce las leyes y hace valer sus derechos, por lo que acaba siendo puesto en libertad.
Al día siguiente, Sam encuentra a su perro envenenado. Sospecha de Max, pero no puede probar nada, mientras su esposa Peggy (Polly Bergen) y su hija Nancy (Lori Martin) están angustiadas. Sam les cuenta lo que sabe de Max y les pone en antecedentes del peligro que pueden correr.
Max ha contratado a un abogado, Dave Grafton (Jack Kruschen), que acusa a la policía de estar acosando a su cliente y el Jefe Dutton le dice a Sam que nada puede hacer contra Max hasta que este no cometa algún delito, sugiriéndole que contrate al detective privado Charles Sievers (Telly Savalas), que comienza a seguir a Max y llama a la policía para que le detengan por conducta lasciva, pero cuando la policía llega, este se ha ido, y la mujer con la que estaba, que ha sido golpeada, se niega a colaborar con ellos y a presentar denuncia, por miedo a la venganza de Cady.
La vida de la familia Bowden se convertirá en un auténtico calvario.


El guión se basa en la novela The Executioners, de John D. MacDonald, en la que Cady, es un soldado sometido a consejo de guerra por la brutal violación de una niña de 14 años, que resulta condenado por el testimonio del teniente Bowden. Los censores intervinieron prohibiendo el uso de la palabra violación y manifestando que presentar a Cady como un soldado suponía una representación negativa del personal militar estadounidense.
Hay un remake de 1991, titulado El cabo del miedo, protagonizado por Robert de Niro y Nick Nolte. En esa película, tienen pequeños papeles tanto Peck como Mitchum, así como Martin Balsam, tres de los intérpretes de este film del que hoy hablamos.
Además, en el remake, también se emplea la misma partitura, obra del gran Bernard Herrmann.


Reflexión sobre lo que podríamos llamar justicia preventiva, un debate que no pierde actualidad en nuestros sistemas judiciales garantistas, en los que todo el mundo es inocente hasta que no se demuestre lo contrario. De cuando en cuando saltan a los titulares casos semejantes, en los que estos tipos de los que todo el mundo espera que de un momento a otro vayan a cometer una felonía, por fin, lo hacen y es entonces cuando la sociedad se estremece preguntándose qué estamos haciendo mal y por qué gente de esta calaña no es encerrada o sometida a vigilancia permanente.
J. Lee Thompson, su realizador, sabe mantener bastante bien la tensión, al menos durante gran parte del film. Una película que, por otra parte, casi nadie puede sustraerse a comparar con la versión de Scorsese: Que si esta es mejor que la otra; que la otra es mejor que esta... Yo creo que cada una merece la pena, aunque ésta tiene el sabor añejo del buen cine y de ese magnífico plantel de actores que siempre es un placer ver, con un Robert Mitchum que, como ya sucediera en La noche del cazador, sabe dar muy bien el tipo de este personaje obsesivo, malvado y amoral que dibuja a la perfección, en esta ocasión con ese andar chulesco y desafiante y ese sempiterno puro entre los labios.
La película obtuvo malos resultados en taquilla, hasta el punto de que supuso la desaparición de la productora de Gregory Peck y si algún favor le hizo Scorsese con su nueva versión, es que mucha gente, descubrió que había una película anterior sobre el mismo asunto y encontraron, no sin sorpresa, que estaba tan bien o mejor que la nueva.




viernes, 16 de agosto de 2019

EL FOTÓGRAFO DEL PÁNICO

Mark Lewis (Carl Boehm), trabaja como técnico en un estudio de cine británico. En sus horas libres, abastece a una tienda de porno local con fotos varias y también se dedica a la cinematografía. Es un hombre solitario, hostil y reprimido sexualmente. Mark está obsesionado con los efectos del miedo y cómo se registran en la cara y el comportamiento de los asustados. Esta obsesión data de su infancia, cuando su padre, un científico obsesionado por estudiar las reacciones infantiles ante el miedo, destrozó su psique y lo convirtió en un adulto acomplejado y afectado por una demencia demoníaca.
Ya adulto, Mark se convierte en un asesino compulsivo que mata a mujeres y graba sus rasgos retorcidos y sus jadeos moribundos en la película. Su proyecto en curso es un documental sobre el miedo. Con una cámara de 16 mm en la mano, acompaña a una prostituta a su habitación y la apuñala con una cuchilla oculta en su trípode, mientras fotografía su rostro contorsionado en medio del terror y la muerte. Solo en su habitación, se rodea de imágenes y sonidos de terror: gritos grabados y "películas caseras" en blanco y negro de caras convulsionadas. En su casa, conoce a Helen Stephens (Anna Massey), una joven que vive con su madre ciega en el piso de abajo. Ella visita su apartamento en el que le muestra sus películas en blanco y negro que le fueron tomadas cuando era un niño. Helen se horroriza al ver que su padre lo usó como conejillo de indias en varios experimentos, tomando películas de sus reacciones de miedo.


Muchos han visto en la película, como ocurre con Psicosis, un antecedente del llamado slasher (un subgénero del cine de terror, cuya principal característica es la presencia de un psicópata que asesina brutalmente a adolescentes y jóvenes que se encuentran fuera de la supervisión de algún adulto), tan en boga en los años 70, aunque lo cierto es que hay películas anteriores que ya exploraron este camino.
El título original, Peeping Tom, se toma del personaje de la leyenda de Lady Godiva, Tom el Mirón, que no pudo resistir la tentación de mirar a su señora a través de un agujero, mientras cabalgaba desnuda en un caballo por el pueblo, a pesar de que a todos se les advirtió que se volvieran de espaldas para no verla.
La película sufrió varios cortes antes del lanzamiento y, en consecuencia, muchas escenas dan la sensación de irregulares tras el montaje. Algunos asesinatos se atenuaron, se eliminaron fotogramas de desnudos (incluidas fotos de chicas desnudas en el álbum que ve un cliente en la librería), y se acortaron algunas escenas de las que no hablamos para no revelar aspectos importantes de la película. También se cortó algo de diálogo. Aunque algunos recortes se restauraron en versiones posteriores de vídeo y DVD, gran parte del material editado ahora se considera perdido para siempre.


En la primera escena conocemos al asesino y, poco más adelante, le muestra a su vecina las películas en las que se ven las mortificaciones a las que era sometido por su padre, origen de sus perturbaciones actuales.
¿Qué tiene pues esta película para que el espectador se vea atrapado por su narración?
Michael Powell, el realizador que se vio condenado al ostracismo por la negativa acogida de crítica y público a este film, nos convierte en espectadores privilegiados, casi en partícipes, de la enfermiza obsesión del protagonista.


Junto al estudio de esa mente enferma, vemos una reflexión sobre lo que el cine tiene de voyeurismo, tanto para el espectador, como para aquellos que hacen el trabajo creativo.
Una actuación correcta y convincente de su protagonista, acompañado de Anna Massey, a la que recuerdo de su participación, como una de las víctimas en Frenesí, de Hitchcock, para un film que, como hemos dicho, en su momento fue rechazado casi de forma unánime y a quien el paso del tiempo ha puesto en el lugar que se merece como una de las cintas de referencia del género.
Una curiosidad, en la versión original, Milly (Pamela Green), la mujer que posa para sus fotografías pornográficas, da la bienvenida a Mark, diciendo: "Mira quien está aquí: ¡Cecil Beaton!". Sir Cecil Beaton (1904-1980) fue un fotógrafo y modista británico, actividades que compaginó con la dirección artística de producciones cinematográficas y teatrales, recompensada con tres premios Óscar y con cuatro premios Tony. Pues bien, en la versión doblada, como quiera que el nombre de Beaton dice poco a los espectadores españoles, su nombre fue cambiado por el más conocido del director cinematográfico Cecil B. de Mille, de manera que Milly dice: "Mira quien está aquí: Cecil B. de Mille".




jueves, 15 de agosto de 2019

IF...

Mick Travis (Malcolm McDowell) es uno de los alumnos que regresan al internado del colegio donde se desarrolla la acción de la película, para iniciar el nuevo curso.
Los novatos, por mor de las rancias tradiciones británicas que aún perduran en muchos de estos establecimientos privados, deben acatar las órdenes de los veteranos del colegio y algunos de ellos son asignados como una especie de sirvientes sin sueldo de los llamados supervisores, para los que tienen que hacer encargos y recados del tipo de servir el te o calentarles la taza del váter.
El director es una persona lejana a los alumnos, mientras el nuevo rector parece ser una persona más tolerante y cercana, pero los supervisores no están de acuerdo con sus métodos y convencen al director para puentearlo y castigar a algunos alumnos que consideran como una mala influencia para el resto.
También se nos muestra que muchos de los profesores, educadores y otros miembros del personal, sufren diversas perversiones.
Un día, después de escabullirse del campus y visitar la cercana ciudad (un acto estrictamente prohibido por las reglas de la casa), Mick roba una moto del concesionario donde se halla expuesta y conoce a una camarera local. Mientras tanto, Wallace (Richard Warwick) tiene un romance adolescente con Bobby Philips (Rupert Webster), un niño menor, a quien lleva a la cama. Se entregan a pruebas algunas veces peligrosas, como ver cuánto tiempo pueden sostener una bolsa de plástico sobre sus caras.
Mick odia todas estas situaciones, los abusos de veteranos y educadores, las ridículas pruebas y juegos en las que se ven obligados a participar, las tradiciones anticuadas... Junto a sus amigos, planea la rebelión contra este sistema.


Basada el cortometraje de Jean Vigo, Cero en conducta (1933), en el que el cineasta francés retrata sus recuerdos infantiles a través de la historia de cuatro jóvenes estudiantes que, sujetos a un estricto régimen escolar, deciden rebelarse contra la institución.
If..., obtuvo la Palma de Oro en la edición de 1969 del Festival de Cannes.


Aunque la película no tiene nada que ver con los sucesos de Mayo del 68, pues se rodó un año antes, es evidente que sigue los signos de los tiempos convulsos que corrían.
El film da la vuelta al poema de Kipling, toda una evocación del estoicismo victoriano, para llamar a la rebelión contra los valores tradicionales que incluyen unas cuantas tradiciones rancias. El discurso del general, previo a los acontecimientos que cierran la película, es toda una declaración de los principios contra los que se levantan los jóvenes contestatarios encabezados por Travis. El general habla de que los privilegios no son malos, sino que hay que saber usarlos y llama a los jóvenes colegiales a la obediencia y la sumisión.
Las secuencias en blanco y negro que se incrustan a lo largo de la película y que han dado lugar a interpretaciones de todo tipo sobre su significado, al parecer fueron incluídas de manera aleatoria.
Interesante película, por lo que tiene de testimonio de una época, lo que ocurre en el colegio es toda una metáfora sobre la sociedad del momento y los cambios que en ella se están produciendo.




miércoles, 14 de agosto de 2019

EL BESO MORTAL

Una mujer asustada corre en plena noche descalza por una carretera, tratando desesperadamente de detener un automóvil. Tras varios intentos infructuosos en que los autos pasan de largo, la mujer, para asegurarse de que el siguiente coche se detenga y exponiéndose a ser atropellada, se planta en medio de la carretera frente al vehículo que se aproxima.
El investigador privado Mike Hammer (Ralph Meeker) es quien está al volante y, tras casi golpear a la mujer, la invita a que suba. El nombre de la mujer es Christina Bailey (Cloris Leachman). Obviamente está huyendo, pues, además de descalza, no lleva nada más que una gabardina y el olor del miedo para cubrir su desnudez. Al pasar un control de carretera, Hammer se entera de que esta mujer ha escapado de una institución mental, donde, según ella, fue internada a la fuerza, y quienquiera que la persiga finalmente los alcanza. Christina tiene la información que desean, pero muere mientras la interrogan y torturan. Los asesinos fingen un accidente empujando el auto de Hammer fuera de la carretera, pero él sobrevive y se despierta en el hospital dos semanas después. Cuando Mike comienza a investigar la muerte de Christina, la policía le dice que se mantenga al margen, pero el investigador privado de cabeza dura continúa de todos modos. Recurrirá a su cariñosa secretaria Velda (Maxine Cooper) y a Nick (Nick Dennis), mecánico de un garaje, para localizar información útil y encuentra varias direcciones, entre ellas la de la compañera de cuarto de Christina, Gabrielle (Gaby Rodgers).
Poco se puede imaginar que el secreto de Christina puede conducir a la muerte y la destrucción.


El guión adapta una novela de Mickey Spillane, protagonizada por su héroe, el detective Mike Hammer.
La Comisión Kefauver, una unidad federal dedicada a investigar las influencias corruptoras en la década de 1950, destacó este film como la amenaza número uno del año 1955 para la juventud estadounidense. Debido a esto, Robert Aldrich se sintió obligado a escribir a favor de los derechos de libertad de expresión de los cineastas independientes.


Película con todos los ingredientes de la serie B, un presupuesto irrisorio, actores poco conocidos, incluso algunos de ellos debutantes en la gran pantalla y una historia bastante increíble que, sin embargo, logra atrapar al espectador desde el primer momento intrigado por la resolución del asunto y un final influído por los miedos de la sociedad del momento en que la llamada Guerra Fría estaba en todo su apogeo.
Fotografía peculiar que recurre en muchos momentos a mostrarnos solo alguna parte de lo que está sucediendo (vemos pies, sin que se muestre el resto del personaje), cuando no directamente queda fuera de plano, sobre todo en las escenas más violentas, pero de modo que el espectador puede imaginarlas cual si las estuviera presenciando. Es paradigmática la escena de la tortura de Christina, en la que vemos sus piernas convulsionándose, oímos sus aterrados gritos y se nos muestra alguno de los instrumentos de tortura.
El guión deja cabos sueltos y alguna pequeña subtrama apenas resuelta pero seguramente los amantes del género se sentirán subyugados por un film que, en algunos aspectos, abre caminos hacia producciones posteriores.




martes, 13 de agosto de 2019

EL RENACER ISLAMISTA

El renacer del islamismo en algunos de los principales países árabes, tiene preocupadas a las democracias occidentales por lo que puede significar de recorte de libertades y de que estos países pasen de un régimen dictatorial a una teocracia donde la Sharia sea la principal fuente de legislaciones que ordenen que el velo islámico sea obligatorio, las mujeres no puedan trabajar y el alcohol esté prohibido. Los atentados que sufren los países occidentales por parte del terroristas fundamentalistas, no ayudan a apaciguar esa especie de miedo que se está asentando en nuestra sociedad.
Pero, ¿de dónde viene todo esto?, se preguntan algunos. Yo no tengo la respuesta, mis conocimientos de historia y política internacional son muy limitados, es posible incluso que el origen sea variado y se deba a factores diversos. Sin embargo, si buceamos un poco en el pasado, de forma inequívoca algunos de los caminos en busca del origen de lo que está ocurriendo en la actualidad, nos llevan a Israel y a la política equívoca (por no decir mentirosa) que los británicos llevaron con aquellos territorios y con palestinos y judíos, cuando administraban Palestina.
Posteriormente, cuando el 26 de julio de 1956, el coronel Nasser anunció la nacionalización de Canal de Suez para financiar la construcción de la presa de Assuan, que debía regular las crecidas del Nilo y para cuyas obras el Banco Mundial le negó los créditos oportunos, franceses y británicos reaccionaron, pues la empresa propietaria del Canal estaba en sus manos, e idearon un plan que consistía, básicamente en que Israel atacara a Egipto para que, acto seguido, Francia y Gran Bretaña pidieran a ambos contendientes que se alejaran de la zona del Canal y posteriormente entrar ellas en acción y, con el previsible rechazo egipcio, tomar posesión del Canal. El 5 de noviembre los franco-británicos desembarcaron en Port-Säid, pero no habían contado con la contundente respuesta de la URSS y sobre todo de EE.UU. que consideró la acción como una violación del Pacto Atlántico y una verdadera chapuza, seguido de un ataque a la libra esterlina que hizo entrar en razón rápidamente a los británicos. Israel se retiró con sentimientos encontrados y la extraña coalición franco-británica abandonó la zona dando entrada a tropas de la ONU, la primera vez que los cascos azules intervenían en un conflicto. La imagen de la URSS salió reforzada, Francia y, sobre todo, Inglaterra perdieron definitivamente la consideración de potencias en favor de EE.UU. y los árabes, con Egipto a la cabeza, consideraron que habían asestado el primer golpe a sus enemigos judíos.
En junio de 1967, tras el bloqueo egipcio de los estrechos de Tirán, estalló la llamada Guerra de los Seis Días, continuación natural de los conflictos de Suez. El Sinaí egipcio, la Franja de Gaza, Cisjordania, la ciudad vieja de Jerusalem y los Altos del Golán sirios cayeron en sólo seis días en manos de Israel. El territorio ocupado por el estado hebreo pasó de poco más de 20.000 kilómetros cuadrados a 102.400.
Para los musulmanes aquella derrota constituyó una crisis de fe ¿Por qué les había abandonado Alá? Muchos de los ulemas respondieron que la derrota era una prueba religiosa, Dios les había castigado para que volvieran a Él. Ahí encuentran muchos las raíces del renacer islamista que el mundo descubrió definitivamente con la revolución iraní de 1979.



domingo, 11 de agosto de 2019

LAS DIABÓLICAS

Michel Delassalle (Paul Meurisse), es el director de la Institución Delasalle, un internado para niños, de segunda categoría, en St. Cloud, en las afueras de París.
En realidad la propietaria es su esposa, Christina (Véra Clouzot), pues ella lo aportó como dote en su matrimonio, aunque es Michel quien toma todas las decisiones, en parte porque quiere demostrar a todos que él lleva el control, mientras Christina es una mujer frágil, de constitución delicada y con un problema de salud debido a un corazón débil.
Su vida de pareja ha terminado hace mucho tiempo debido al comportamiento brutal de Michel hacia ella, aunque Christina, una católica devota, se niega a divorciarse. Michel tiene una amante, Nicole Horner (Simone Signoret), una de las profesoras de la escuela. Será precisamente Nicole quien convenza a Christina de que los problemas de ambas con Michel desaparecerán si lo matan, para lo que ha trazado un plan, consistente en aprovechar un fin de semana en que ella y Christina irán a su casa en Niort y, mediante una artimaña, harán venir a Michel desde la escuela, le drogarán y le ahogarán en la bañera, llevando después el cadáver hasta el colegio y arrojándolo a la piscina. Cuando lo descubran al subir a la superficie, será sometido a autopsia y esta revelará que falleció hace tres días, con lo que ellas tendrán la coartada de que estuvieron ausentes el fin de semana.
Tras llevar a la práctica su plan, en efecto, arrojan el cuerpo del difunto a la piscina, pero el cadáver nunca regresará a la superficie, incluso sigue sin aparecer cuando la piscina es vaciada.


El guión está basado en la novela "Celle qui n'était plus", de Pierre Boileau y Thomas Narcejac.
La película omite la relación lésbica entre las dos mujeres que está presente en la novela.
Alfred Hitchcock intentó comprar los derechos cinematográficos de la novela, pero Henri-Georges Clouzot se le había adelantado. Boileau y Narcejac posteriormente escribieron "D'Entre les Morts" (De entre los muertos), novela que Hitchcock filmó como Vértigo (De entre los muertos) (1958). A pesar de perder la oportunidad de hacer la película, Alfred Hitchcock era un gran admirador de Las diabólicas.


Bien interpretada por las dos protagonistas femeninas, sobre las que recae gran parte del peso de la narración, el film está bien planificado y resulta muy entretenido. He de decir que, cuando has leído u oído hablar de que la película tiene un golpe de efecto final, gran parte de la intriga desaparece, pues imaginas lo que ha podido ocurrir y desaparece la sorpresa.
De cualquier manera, ello no impide que sea una de las mejores películas de intriga y misterio que se han llevado a la pantalla, en la que las pequeñas trampas de guión a que recurre quedan bastante bien disimuladas y no necesita acudir a recursos añadidos para aumentar la tensión (la música, por ejemplo, no existe más que para acompañar los títulos de crédito).
Como curiosidad, señalar que esta es posiblemente la primera aparición en el cine del más tarde famoso cantante, compositor y actor Johnny Hallyday, que interpreta a uno de los alumnos del colegio.