domingo, 21 de marzo de 2021

CHARLATÁN

 


Cuenta la historia de Jan Mikolášek (Ivan Trojan), un herbolario cuyos servicios fueron utilizados por  el líder nazi Martin Bormann y por el primer ministro checo Antonín Zápotocký (Ladislav Kolár). Se convirtió en una celebridad en los años 30, con largas colas ante su casa de gente que acudía a buscar ayuda para sus enfermedades, lo mismo  ricos que pobres. Atendió a los alemanes durante la ocupación nazi y también a los oficiales comunistas tras la guerra. La película muestra cómo el sanador se convierte en el objetivo de las autoridades comunistas.


Mikolášek es un hombre frío pero apasionado, que todos los días examina la orina de cientos de pacientes para diagnosticar e intentar curarlos con un método natural. Ayudó a muchas personas, incluyendo el presidente Zápotocký, cuya muerte en 1957 desató una pesadilla para el curandero, pues el nuevo régimen lo calificó como un charlatán y lo persiguió por no seguir el sistema comunista al pie de la letra. 


Una especie de biopic sobre este peculiar personaje al que retrata como un hombre de cierta frialdad con el que resulta difícil simpatizar, debido a su peculiar personalidad y a su forma de desenvolverse con los demás. 
El film mezcla situaciones que son, más o menos históricas, con otras inventadas o desarrolladas imaginando cómo pudieron ser las cosas que no están realmente documentadas, por ejemplo la relación homosexual que mantiene el protagonista con su asistente. Mikolášek mantuvo generalmente la gratuidad en sus consultas, pero comercializó las hierbas que recomendaba para sus tratamientos y, aunque con la fortuna que hizo ayudó a muchas personas de extracción baja a completar sus terapias, el régimen comunista no vio con buenos ojos aquel negocio privado y comenzó la persecución que supondría la detención y posterior juicio del sanador acusado de eludir impuestos, corrupción, sobreprecio en la venta de hierbas y negocio no autorizado. 
El juicio, al menos en la película, se monta sobre pruebas fabricadas y en él, fue condenado a tres años de prisión, a los que se añadieron otros dos cuando la sentencia fue recurrida. 
La película está dirigida por la realizadora polaca Agnieszka Holland.




4 comentarios:

  1. Recurrir las sentencias en los regímenes comunistas era todo un deporte de riesgo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Te parecen mal tres años?, pues toma cinco, para que vuelvas a recurrir.

      Eliminar
  2. Que tal Trecce!
    Vaya, curiosa la historia y el personaje, me la apunto. Si, lo de recurrir por aquel entonces no era buena idea...
    Saludos!

    ResponderEliminar