viernes, 31 de mayo de 2019

DÍAS DEL CIELO

Bill (Richard Gere), su novia Abby (Brooke Adams) y su joven hermana Linda (Linda Manz) se ven obligados a huir de Chicago cuando Bill mata accidentalmente al capataz de la fábrica de acero donde trabaja tras haber tenido un enfrentamiento con él. Esta circunstancia será una ocasión para huir de la pobreza y la dura vida de la ciudad.
Los tres suben a un tren y llegan a una plantación de cereales en el centro de Texas en la que los amantes se hacen pasar por hermanos para evitar habladurías. Bill asegura el trabajo para ellos como recolectores al mentirle al capataz (Robert J. Wilke) sobre su experiencia previa, de la que, por supuesto, carecen.
Están convencidos de que el dueño de la granja padece una enfermedad que acabará con su vida en el plazo de un año y Bill convence a Abby para que se case con el terrateniente, y aprovecharse así de su fortuna.
El capataz de la granja, sin embargo, no se fía de ellos, siempre ha estado descontento con la forma de trabajar de Bill y considera que los tres son unos estafadores, pero cuando se lo dice a su jefe, este le envía a sus tierras más al norte. Cuando el resto de trabajadores abandonan la granja al acabar la cosecha, el granjero (Sam Shepard), se casa con Abby.
Los cuatro pasan un año idílico en la granja, jugando en el río y en los campos y haciendo muchos picnics. La salud del granjero se recupera rápidamente, y ya no parece estar cerca de la muerte. Él trata a Bill como a un hermano, pero se da cuenta de que Bill ha comenzado a sentirse inquieto e irritable. Bill nota que Abby está empezando a enamorarse del granjero, aunque en realidad ella tiene su corazón dividido entre su amor por los dos hombres. Durante la visita de un circo italiano, el granjero comienza a sospechar que Bill y Abby son amantes. Cuando Abby le dice esto a Bill, él decide abandonar la granja con la troupe del circo.


Ambientada en 1916, la película fue premiada con un Oscar, el de mejor fotografía. Al frente de este apartado estaba el barcelonés Néstor Almendros. Formado en Cuba y habitual del cine francés, donde se le encuadró dentro de la llamada Nouvelle Vague, su primera impresión sobre Terrence Malick fue de agradable sorpresa por lo que este entendía de fotografía.
El trabajo del operador español no estuvo exento de polémica, por un lado no podía estar él mismo tras la cámara debido a problemas de sindicación. Daba las instrucciones y un operador norteamericano rodaba. Además, tanto él, como Malick, querían rodar en lo que se llama la hora mágica, el momento del atardecer o amanecer en el que el sol todavía no se ha ocultado o aún no ha salido en el horizonte, pero sus rayos iluminan tenuemente el cielo, proporcionando una luz muy suave y difusa, de colores muy cálidos y extraordinaria calidad. Esto permite rodar solamente durante 20 minutos si las condiciones son favorables. Los técnicos norteamericanos mostraron siempre su rechazo a este sistema, pero Almendros estaba apoyado por el director y siempre que pudo, empleó este tipo de luz, logrando imágenes de una gran naturalidad y de un gran atractivo.
Además, los últimos días de rodaje fueron fotografiados por el operador norteamericano Haskell Wexler, que se quejó amargamente de haber sido acreditado exclusivamente como autor de la fotografía adicional, lo que impidió que pudiera compartir el premio con Almendros.


El film nos cuenta los recuerdos de la hermana del protagonista, cuya voz en off es utilizada a veces en la narración, a pesar de que la historia está más apoyada en la imagen que en la palabra. Los diálogos son breves y rotundos y la imagen está impregnada de lirismo y belleza, con algunas escenas realmente memorables como la de la plaga de langostas o el incendio nocturno de los campos.
Las interpretaciones no son destacables, dando la impresión de que al realizador, no le importan tampoco demasiado y se centra más en la fuerza visual de su obra que es realmente una sinfonía de colores y paisajes con secuencias que recuerdan obras pictóricas y esa magia que consigue Malick al retratar el sutil movimiento de la vegetación, en este caso los campos de trigo.




jueves, 30 de mayo de 2019

LA TUMBA DE LAS LUCIÉRNAGAS

Setsuko, una niña de cuatro años y su hermano Seita, un adolescente de catorce, viven cómodamente con su madre en Japón, en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial. Su padre es oficial de la Armada Imperial y nada saben de lo que puede haber sido de él.
Un día, las sirenas que avisan de los ataques aéreos comienzan a sonar, cuando una flota de bombarderos americanos B-29 Superfortress vuela por encima de sus cabezas. La madre de los niños, que padece una afección cardíaca, pone a Setsuko al cuidado de su hermano mayor y le da instrucciones para que asegure la casa mientras ella se dirige a un refugio antiaéreo. Cientos de bombas incendiarias se lanzan sobre la ciudad y la mayoría de los civiles son sorprendidos. Seita y Setsuko logran sobrevivir ilesos al bombardeo y van en busca de su madre. La encuentran en una clínica improvisada establecida dentro de una escuela, quemada horriblemente y cubierta de pies a cabeza con vendajes ensangrentados. Ella muere poco tiempo después y es incinerada junto a otras víctimas.
De repente, ambos hermanos se convierten en huérfanos.
Al principio encuentran un hogar temporal con unos familiares. Inicialmente las cosas van bien y la vida parece casi retornar a la normalidad. Pero ambos hermanos acaban teniendo una discusión con su tía cuando se dan cuenta de que son tratados con menosprecio debido a su condición de refugiados y deciden escapar. Se van de la casa y se instalan en un refugio abandonado. Los dos dependen uno del otro para poder mantener un techo sobre sus cabezas y alimento en sus estómagos.
Cuando todo comienza a escasear, su vida se convierte en una lucha constante por la supervivencia, hasta que sucumben gradualmente al hambre y su único entretenimiento es la luz de las luciérnagas.


El guión se basa en una novela del japonés Akiyuki Nosaka. El autor fue uno de aquellos niños que vagaron por los campos japoneses en los últimos meses de la guerra, cuando el general americano Curtis LeMay de la Fuerza Aérea Estratégica de Estados Unidos (USAF), ordena una serie de bombardeos sobre el Imperio del Sol Naciente con la intención de amedrentar a la población a la vez que destruir las principales infraestructuras del país. En aquellos bombardeos indiscriminados, no solo se arrojaron proyectiles convencionales, sino una buena cantidad de napalm, bombas incendiarias, cargadas con líquido inflamable y fósforo. El resultado de todo aquello es que no solo las bombas mataban sino que a los bomberos y voluntarios japoneses les era totalmente imposible acabar con el fuego, no pudiendo acercarse a los edificios en los que algunas personas se abrasaron vivas. Las secuelas de todo ello fue horrible: más de 60 ciudades fueron devastadas; murieron alrededor de 500.000 civiles, y otros 400.000 sufrieron heridas graves que les dejaron deformidades de por vida. Solo en Tokio murieron en seis horas 100.000 personas y 260.000 edificios fueron destruídos por el fuego.
El novelista perdió a su madre adoptiva en uno de aquellos bombardeos y vio morir de hambre a su hermana pequeña.


Es una película de dibujos animados, pero no es precisamente una película familiar, por la dureza con que muestra lo absurdo y cruel de la guerra. El film refleja la miseria y también la irracionalidad de algunas personas que, aún viendo todo el sufrimiento que tienen alrededor, todavía muestran su desatinada devoción por el emperador y una especie de fanatismo demencial en que un mal entendido orgullo les lleva a un abismo sin retorno. En medio, los inocentes, los que siempre pagan las consecuencias de estos desatinos.
Un alegato antibelicista a base de mostrar la cruel realidad de los desastres de la guerra, pero con un tratamiento que llega a las entrañas, porque la película consigue sacar poesía de la tragedia a través de la mirada infantil de la dulce Setsuko que no entiende lo que está ocurriendo a su alrededor.
Isao Takahata, el realizador también de series tan conocidas para la televisión como Heidi o Marco, eleva el cine de animación a otro nivel con esta película, producida por los míticos estudios Ghibli, fundados por él mismo y su amigo Hayao Miyazaki.
Un film que es toda una obra maestra del cine de animación japonés y que a más de uno arranca una lagrimilla al final de la proyección.




miércoles, 29 de mayo de 2019

DESEANDO AMAR

1962, Hong Kong. En los mismos días, los matrimonios Chow y Chan, que no se conocen, alquilan una habitación en apartamentos adyacentes a sus propietarios, el Sr. y la Sra. Koo y la Sra. Suen (Rebecca Pan) respectivamente, mudándose a sus nuevos domicilios. Se unen a la relación amistosa que existe entre los dueños y los demás residentes del edificio, aunque en el caso de los Chow y los Chan la relación es más cordial que amistosa. Con la Sra. Chow y el Sr. Chan a menudo fuera de la ciudad, ya sea por asuntos comerciales o personales, el Sr. Chow (Tony Leung Chiu-Wai) y la Sra. Chan (Maggie Cheung) llevan una existencia algo solitaria. La cordialidad y el aislamiento emocional se extienden a la vida laboral de ambos. Chow, redactor de un periódico, en realidad preferiría escribir series de artes marciales, tiene como amigo más cercano a Ping (Ping Lam Siu), un jugador que a menudo se aprovecha de esa amistad. Y el trabajo de la Sra. Chan, como secretaria de una firma de exportación perteneciente al Sr. Ho (Kelly Lai Chen), implica en gran medida que ella maneje sus asuntos personales, incluido gestionar y favorecer su relación con la señorita Yu, algo de lo que no puede hablar con nadie. El Sr. Chow y la Sra. Chan se enteran, por separado, de lo que realmente están haciendo sus respectivos cónyuges cuando se hallan fuera de la ciudad, una situación que no les resulta agradable y que propicia que se refugien uno en el otro comenzando a pasar tiempo juntos. A pesar de que no hacen nada inapropiado entre sí, no le hablan a nadie de estos encuentros por lo inadecuado que resulta que dos personas casadas del sexo opuesto estén solas una con la otra. A medida que intentan descubrir qué hacer con sus respectivos matrimonios, la situación se complica cuando admiten que se están enamorando, algo que ninguno de los dos pretendía cuando comenzaron su amistad.


El film es básicamente una historia de amor, aunque no estoy de acuerdo con el calificativo de convencional que se le da en algunas reseñas. Creo que el planteamiento es original, en cierto sentido, dentro de que las historias románticas, al fin y al cabo, son siempre relativamente parecidas. En esta ocasión, ambos descubren que sus respectivas parejas les son infieles y tratan de buscar consuelo en el otro, pero con la idea clara de no caer en lo mismo que sus cónyuges.


El relato está lleno de delicadeza, ni una solo imagen que suponga morbo explícito, todo es sugerencia, insinuación y elegancia en el tratamiento de un asunto tan viejo como la propia humanidad.
Como alguien ha dicho, en algunos momentos parece como si viéramos todo a través de un espejo, de una gasa, de un objeto traslúcido o de la cortina de agua que produce la lluvia que, de forma recurrente, acompaña los encuentros entre los dos protagonistas.
Magníficas interpretaciones y un cuidado formal exquisito, en los maquillajes, en los vestidos, en los decorados, en la maravillosa banda sonora (que incluye algunos temas de Nat King Cole en su peculiar castellano), hasta en la comida que, al parecer, va señalando las distintas épocas del año a través de platos que solo se consumen en determinados momentos, algo que se nos escapa a los espectadores occidentales.


Es, sobre todo, una película de planos, con escasos diálogos y mucho lenguaje gestual y visual.
De manera delicada y técnica y estéticamente impresionante, In the Mood for Love de Wong Kar-wai es una evocación magistral del anhelo romántico y los momentos fugaces en el tiempo.




martes, 28 de mayo de 2019

GUERNICA

Si alguien supo inmortalizar en imágenes el horror del conflicto que supuso la Guerra Civil Española, fue Pablo Picasso con su obra titulada Guernica, una alegoría moral contra la guerra en la que logró un genial equilibrio entre la forma y la expresión. El crítico australiano Robert Huges definió el cuadro como "la última gran pintura de la historia", ya que tras la Segunda Guerra Mundial la función del "artista de guerra" quedaría obsoleta merced a la fotografía bélica, algo que ya había comenzado durante la propia Guerra Española con las fotos de Robert Capa, el personaje ficticio inventado por Endre Ernő Friedmann y su compañera Gerda Taro, para firmar sus fotos.
Cuando en 1940 los alemanes ocuparon París, Picasso estaba en la ciudad y, al revisar los invasores su apartamento, un oficial se fijó en una fotografía del Guernica y le preguntó:
—¿Ha hecho usted esto?
—No -repuso el pintor-. Eso lo hicieron ustedes.



lunes, 27 de mayo de 2019

BIG FISH

El periodista de United Press International, Will Bloom (Billy Crudup) y su esposa, la fotógrafa independiente Josephine Bloom (Marion Cotillard), embarazada de su primer hijo, abandonan su residencia en París para regresar a la ciudad natal de Will, Ashton, en Alabama, tras recibir la noticia de que el padre de Will, Edward Blom (Ewan McGregor de joven y Albert Finney en la madurez) padece un cáncer que, irremediablemente le va a causar la muerte y ya se le ha retirado el tratamiento de quimioterapia.
Aunque mantiene un contacto indirecto a través de su madre, Sandra (Jessica Lange), Will ha estado alejado de su padre desde hace tres años, a raíz de su matrimonio con Josephine.
El problema de Will con su padre, son las historia fantásticas que Edward ha contado durante toda su vida, no solo a Will, sino a todo el mundo. Nada había que Edward no supiera hacer: corría como el viento, salvaba vidas, los animales lo adoraban, era un visionario y sabía más chistes que cualquier otro hombre.
Cuando Will era un niño, Edward estaba ausente de la casa debido a su profesión de vendedor ambulante y al niño le gustaban esas historias que le contaba, pero ahora, cae en la cuenta de que no conoce a su padre.
Ahora que tiene su propia vida familiar y, en breve, se convertirá a su vez en padre, Will no quiere ser el tipo de padre que Edward fue para él. Una vez más, William se verá obligado a escucharlo mientras cuenta las interminables historias de su juventud. Pero, en esta ocasión, tratará de averiguar cosas que le permitan conocer mejor a su padre, aunque para ello tendrá que separar claramente realidad y fantasía, elementos que aparecen siempre mezclados en los relatos de su progenitor.


El guión se basa en la novela homónima del escritor e ilustrador estadounidense Daniel Wallece.
Siempre ha dicho Tim Burton que le gusta trasladar a la pantalla los cuentos que recuerda de su infancia. En esta ocasión, no es a su infancia a la que se remonta la historia, pero sí es un cuento y el californiano en esta película, sin renunciar a mostrarnos un mundo con un halo de fantasía, si que se aleja de su habitual goticismo y ese ambiente tenebroso que envuelve sus películas, para adentrarnos en un mundo luminoso y colorista.


La película narra la relación entre un padre y un hijo, no siempre fácil, pero sí llena de amor, aunque el joven, cuando se hace hombre, no solo no comprenda a su padre, sino que no le gusta su forma de ser, contando siempre esas historias llenas de fantasía pobladas de gigantes, hombres lobo, brujas y lugares imaginarios. Sin embargo, Will quiere entender a su padre y será la vida misma la que le ofrezca la solución al darse cuenta de que las historias de su padre no son sino una inmensa metáfora de la existencia humana, de nuestro paso por el mundo.
Con una puesta en escena colorista, llamativa y muy atractiva para el espectador, la película, como las historias de Edward, no es sino un cuento fantástico que nos muestra otra forma de ver la vida y de aceptarla.




viernes, 24 de mayo de 2019

LA CASA DE LAS DAGAS VOLADORAS

Corre el año 859 a.C. y la dinastía Tang, una vez floreciente, ha entrado en decadencia. El malestar se extiende por todo el país, y el corrupto gobierno tiene que enfrentarse en todas partes con ejércitos rebeldes. El más poderoso es el de la "Casa de las Dagas Voladoras", que se dedica robar a los ricos para repartirlo entre los pobres, por lo que cuenta con el apoyo de la población.
El antiguo líder de la banda fue muerto por la policía, pero la banda se está haciendo cada vez más poderosa gracias a un nuevo y misterioso líder. Dos capitanes, Leo (Andy Lau) y Jin (Takeshi Kaneshiro), reciben la orden de capturarlo y matarlo en el plazo de diez días. Para ello elaboran un minucioso plan. El capitán Jin finge ser un guerrero solitario llamado Viento y ayuda a escapar de prisión a la bailarina ciega Mei (Ziyi Zhang), sospechosa de ser la hija del nuevo líder, para así obtener su confianza y que le conduzca hasta el cuartel general de la Casa de las Dagas Voladoras, pero durante el viaje, Jin y Mei se enamoran profundamente.
A distancia los sigue Leo; Jin y Leo se encuentran en secreto para discutir sus planes. Jin bromea sobre su seducción de la muchacha; Leo le advierte que no intime con ella.
Para añadir autenticidad al engaño, Leo y sus hombres persiguen a la pareja y les atacan: la lucha es, sin embargo, fingida. Más adelante vuelven a ser atacados, pero esta vez los asaltantes parecen reales: Jin y Mei luchan por sus vidas y son salvados sólo por la intervención de los lanzadores de dagas, que permanecen invisibles. Furioso, Jin se enfrenta a Leo, quien le explica que ha informado a la cadena de mando y su general ha asumido la persecución. Jin se da cuenta entonces de que pueden prescindir de él.


La historia principal es sencilla, nos la han contado mil veces, un triángulo amoroso en que el joven pretendiente emprende una acción arriesgada para despertar la admiración de su amada. Cuando, tras tres años de separación, vuelven a reunirse, ella ha entregado su corazón a otro y se desencadena la tragedia pasional.
El relato de fondo, la lucha contra la corrupta dinastía Tang que ostenta el poder, no es mero acompañamiento, sino que tiene gran importancia en la trama, de hecho, en ocasiones, acapara todo el protagonismo.
Desde las primeras secuencias, cuando los dos capitanes visitan el burdel con un nombre tan evocador como La casa de las peonías, ya sabemos que nuestros sentidos van a gozar con algo más que una mera historia de tragedia romántica, la exuberancia del decorado, la lujuria de los ropajes y las danzas subyugantes de Mei, cuyos movimientos van de la sutileza a la plasticidad de sus saltos y contorsiones, nos embriagan con la fuerza de un exquisito perfume.
Después viene todo lo demás, la belleza de los paisajes fotografiados con gusto y arte y cada una de las peleas que se convierten en auténticas coreografías.
Para el recuerdo, el enfrentamiento en el bosque de bambú, un clásico de las películas chinas de artes marciales que Zhang Yimou decidió respetar incluyéndolo en el guión, pero elevándolo a la categoría de verdadera ópera.


La historia está bien, es entretenida y con un final muy poético, pero, no voy a decir que la dejen de lado, mas si que aconsejo humildemente que vean la película como lo que es, un verdadero espectáculo visual, presentado con auténtica maestría, desde la paleta de colores, a la sutil y cuidada puesta en escena. Un goce para los sentidos.




jueves, 23 de mayo de 2019

BEASTS OF NO NATION

Cuando la guerra llega a la pequeña aldea en la que vive Agu (Abraham Attah), su madre y su hermanita pueden irse con el personal de la ONU que evacua el lugar, pero al niño se le ordena quedarse atrás y luchar con su padre y el resto de los hombres del poblado.
El padre y el hermano de Agu mueren a manos de las tropas gubernamentales, mientras él escapa hacia el bosque donde consigue esconderse, pero no tiene habilidades para sobrevivir en este ambiente y pronto es hallado por los soldados de un grupo rebelde y obligado a unirse a los combates. Su iniciación no puede ser más sangrienta: el Comandante (Idris Elba) le obliga a matar a machetazos a un hombre desarmado.
Cuando Agu se ve obligado a dejar atrás su infancia, recuerda el pasado: su familia, su amor por la lectura y la escuela, su sueño de convertirse en un médico importante y cómo solía leer la Biblia todos los días. También cuando jugaba a la guerra con sus amigos, pero esta guerra nada tiene de semejante a la de sus juegos infantiles y teme que Dios le odie por matar a otros seres humanos, aunque pronto se obliga a creer que esto es lo que Dios desea, porque él es un soldado y esto es lo que hacen los soldados en una guerra.
Se hace amigo de un niño mudo llamado Strika (Emmanuel Nii Adom Quaye), y juntos enfrentar los crímenes y las dificultades de la guerra: saqueos, violaciones, asesinatos y hambre.
Agu pierde la noción del tiempo, recuerda que solo era un niño antes de esa guerra pero que se ha convertido en un hombre en una prueba de fuego que parece no tener fin. Quiere dejar de matar, pero teme que el Comandante lo mate.


El guión se basa en la novela del mismo título del norteamericano de origen nigeriano Uzodinma Iweala. La novela, a su vez, está escrita a partir de su tesis doctoral presentada en Harvard. El novelista es hijo de la economista nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala, que fue ministra de Finanzas de la República Federal de Nigeria.


La historia de este niño, en un país cualquiera de África del que nunca sabemos el nombre, es la de tantos otros niños soldado que se ven obligados a dejar de ser criaturas inocentes para convertirse en máquinas de matar, con el cerebro lavado metódicamente, en ocasiones recurriendo a las drogas, para acabar, en caso de sobrevivir, con la vida destrozada por sus sangrientos recuerdos o inútiles para emprender una vida provechosa por culpa de su adoctrinamiento y su educación en estos ejércitos que les inhabilita para la vida civil.
Agu, favorito del pedófilo Comandante, es una llamada a nuestra conciencia, a la parte que cada uno tengamos de culpa en estas situaciones que nos hace sentir incómodos cuando vemos la película, contada en un tono natural, dentro de lo antinatural de estos sucesos, dando a la narración un aire de realismo tal que la historia penetra en nosotros.
A destacar la magnífica interpretación el niño Abraham Attah, que nos llega al alma, viendo como en medio del horror, se agarra a la amistad de su compañero Strika en un intento desesperado para no perder lo que de humanidad quede en su interior.
Como curiosidad, esta película fue la primera que la plataforma Netflix estrenó en streaming.




miércoles, 22 de mayo de 2019

LA FUENTE DE LA VIDA

Un hombre realiza dos viajes: uno al pasado, a la España del siglo XVI, y otro al futuro, al siglo XXVI. Su objetivo es salvar la vida de su esposa enferma de cáncer, pero para ello tendrá que encontrar el legendario árbol de la vida cuya savia proporciona la inmortalidad.
Así, quinientos años atrás, un conquistador llamado Tomas (Hugh Jackman), es enviado por la reina Isabel (Rachel Weisz) en una sagrada misión que le lleve a encontrar el Árbol de la vida, cuya sabia, según se dice, tiene poderes milagrosos. El objetivo de la reina es poder salvarse del acoso al que la tiene sometida La Inquisión, cuyo Gran Inquisidor, Silecio (Stephen McHattie), la ha demonizado acusándola de hereje. Para conseguir completar su misión, el guerrero deberá viajar al reino de los mayas, ya que la ubicación del árbol se revela en un mapa oculto mostrado por una daga maya hallada por el padre Ávila (Mark Margolis), cuya orden franciscana respalda a la reina.
En la época actual, Tom Creo (también interpretado por Hugh Jackman), un científico que se dedica a la investigación, se encuentra desesperado tratando de sintetizar su propio descubrimiento, solo probado en un mono, mientras su amada esposa, Izzy (de nuevo Rachel Weisz), lucha en una batalla que tiene todos los visos de estar perdida, contra un tumor cerebral.
Cinco siglos después de nuestra era, Tommy (adivinen quién lo interpreta. En efecto Hugh Jackman), una especie de maestro de yoga, viaja a través del espacio/tiempo en una burbuja transparente en cuyo interior hay un jardín con un árbol que Tommy pretende salvar antes de que muera.


La película fue literalmente masacrada por la crítica y lo más suave que se dijo de ella es que era una tomadura de pelo. Quizá el mejor resumen es la frase de uno de estos críticos: Solo un director con verdadero talento puede hacer una película tan extravagantemente mala.


Creo que uno de los problemas del film es que resulta complicado entenderlo a la primera y más si se leen las sinopsis de la película, empezando por la mía, pues en el film no hay tres historias que se van intercalando como aparentemente parece cuando se ve. Es más, si esto fuera así, el argumento es casi ridículo tal como lo vemos. En realidad la historia es solamente una, la que se produce en el tiempo presente entre el científico y su esposa enferma. La historia del conquistador español es la que contiene el libro que Izzy deja inconcluso y el relato que tiene lugar en un futuro lejano, es un sueño, algo que está en la imaginación de Tom.
Visualmente la película tiene secuencias muy atractivas, comenzando por el rostro angelical de Izzy a base de primeros planos en los que el director de fotografía, el maquillador y, por supuesto, la propia Rachel Weisz, realizan, cada cual en su parcela, un magnífico trabajo.
La película es una reflexión muy filosófica, dirán algunos, tremendamente poética para otros, sobre el sentido de la vida y sobre el amor. La verdad es que la metáfora que nos plantea Darren Aronofsky es, a veces, difícil de entender, quizá porque el espectador se deja llevar por la estética o por seguir la historia al pie de la letra y no es capaz de observarla con los ojos de quien se enfrenta a eso, a una metáfora. Aunque hay pasajes que dejan bien clara la intención, como cuando la directora del laboratorio, interpretada magníficamente por Ellen Burstyn, le reprocha a Tom que esté empeñado en buscar una cura casi imposible para su esposa en lugar de acompañarla en el hospital durante los momentos finales de su penosa enfermedad.
Aronofsky pretende transmitirnos su mensaje de que la muerte forma parte de la vida, es el final del libro, un final que tiene una continuación en el recuerdo que de nosotros conserven quienes estuvieron a nuestro lado y lo hace recurriendo a la poesía visual, a una historia que es una metáfora. Que logre o no conectar con el espectador es harina de otro costal.




martes, 21 de mayo de 2019

HISTORIA DE LOS FRANCOS (HISTORIA FRANCORUN)

Una imagen asombrosa de una época problemática y sangrienta, del desarrollo de la Iglesia como el único poder civilizador que nos habla de la conversión de los pueblos guerreros y de la historia de la vida de los primeros apóstoles y santos galos (custodios de la civilización greco-latina), Es un trabajo esencial, tan importante para la historia de Francia como para la historia religiosa.
Después de una breve introducción a la Historia Universal, desde Adán hasta San Martín de Tours, comienza la historia de los acontecimientos históricos en la Galia, donde la invasión de los vándalos y los hunos se alterna con la Historia de la Iglesia.
La Historia de los francos (historia francorum) de Gregorio, obispo de Tours (538-594), constituye un colorido y realista cuadro de las turbulentas y sanguinarias historia de Francia en tiempos de los merovingios, sobre todo en su libro quinto, en el que se relatan los sombríos acontecimientos en los que el autor tuvo una participación destacada, tratando de imponer orden  y moralidad en el ambiente en que le cupo vivir.
Entre los numerosos relatos interesantes que narra Gregorio de Tours, se encuentra el referente a las insidias de que fue víctima Pretextato, obispo de Rouen, condenado injustamente bajo Chilperico I, en 577 y muerto en 586 por Fredegunda, la viuda de este monarca. Gregorio nos relata este episodio con una entereza que no deja de sorprender, pues a pesar de que debía estar acostumbrado a presenciar toda suerte de crímenes y crueldades, explica estos horrores con una impresionante naturalidad.



lunes, 20 de mayo de 2019

LA CIENCIA DEL SUEÑO

Stéphane Miroux (Gael García Bernal), un joven diseñador mexicano tímido e introvertido, es hasta tal punto cautivo de sus propios sueños que a duras penas controla su imaginación, que amenaza con imponerse al mundo real.
Tras la muerte de su padre, su madre, Christine (Miou-Miou), que es francesa, le ofrece un trabajo y le convence para que vuelva a París. Su decepción es grande cuando comprueba que se trata de un trabajo rutinario en una pequeña empresa que fabrica calendarios y que comparte con tres singulares compañeros, en especial el excéntrico Guy (Alain Chabat). Dado su temperamento artístico y creativo, y su gran fantasía interior, carga de sentido interno todo aquello que le hiere, e ignora los motivos prácticos que deberían regir su vida, entre otras cosas, narrando en su televisión personal sus teorías acerca de los sueños. Stéphane, por suerte para él, goza de una imaginación que es su única manera de conectar con los demás, concretamente con el sexo opuesto. Como un niño eterno, el protagonista se siente cómodo en la soledad de París, con aquello que le vincula a su infancia y con los personajes que le rodean, una panda de inadaptados, tanto o más que él, que conforman una fauna realmente inolvidable, de la que forman parte, entre otros, su vecina Stéphanie (Charlotte Gainsbourg) y a su amiga Zoe (Emma de Caunes), que, en cierto modo, le harán olvidar la decepción por el engaño de su madre para que regresara a la capital francesa.


Peculiar reflexión sobre un personaje que tiene problemas con su timidez y, en algún sentido, con su inadaptación. Para ello se refugia en sus sueños, hasta el punto de que, en ocasiones, no distingue entre realidad o imaginación, algo que se traslada al espectador de manera que algunas veces nos ocurre lo mismo, aunque casi siempre, el realizador introduce algún elemento que nos haga ver con claridad que estamos en un periodo de ensoñación.
En el fondo, no deja de ser una historia romántica que narra también la complicada relación del protagonista con su vecina y trata de hacerlo de una manera original, aunque no siempre efectiva.
En ciertas secuencias utiliza la stop motion (animación fotograma a fotograma), una técnica artesanal ya superada cuando se rodó el film por mor de los efectos digitales, pero de la que hace buen uso y resulta curiosa y bastante adecuada para el planteamiento del film.


Con muchos momentos humorísticos, la película sin embargo, no acaba de funcionar, al menos de hacer cómplice al espectador, dando la impresión de que algunas partes son buenas, incluso muy buenas, pero el conjunto resulta desangelado, lo que no quita para que se haga entretenida.




viernes, 17 de mayo de 2019

SUNSHINE

En un plazo de cinco años el Sol se apagará, y con él se extinguirá la raza humana. La última esperanza de los hombres es el Icarus II, una nave espacial tripulada por seis hombres y dos mujeres, cada uno con un rol específico y cuya misión consiste en llevar una gigantesca carga explosiva que insuflaría nueva vida a la estrella y le permitiría volver a brillar, salvándose así la población de la Tierra.
Siete años antes, otra nave con una misión similar, Icarus I, desapareció sin dejar rastro y sin poder completar su trabajo. Cuando Icarus II llegar a la cara oculta de Mercurio, recibe una señal de socorro de Icarus I que origina un debate entre los miembros de la tripulación sobre si acudir a la llamada de auxilio o cumplir primero con su objetivo principal que es completar la misión. Finalmente, el equipo a bordo de Icarus II decide acercarse a Icarus I con la esperanza de encontrar supervivientes en la nave y usar su carga útil como un seguro adicional para completar su misión.
Este cambio de planes provoca una serie de situaciones no planificadas, debidas, en parte, a falta de previsión, que obligan al equipo a tomar ciertas decisiones que pueden suponer el sacrificio de algunos miembros de la tripulación, pero lo que también pueden descubrir es la razón por la que Icarus I falló en su misión, lo que podría significar la vida y la muerte para ellos y, como tal, la vida y la muerte para quienes han quedado en la Tierra.


Al principio, la película promete una buena sesión de entretenimiento, incluso de suspense, la idea de encontrar la nave que les precedió y tratar de averiguar qué es lo que sucedió para que no llegara a completar su misión, es un buen argumento si se desarrolla con imaginación e inteligencia.


Lo que ocurre es que la ultima parte de la película entra en una deriva en la que da toda la impresión de que no saben o les falta imaginación para cerrar aquello que habían comenzado bien. Un guión penoso que acude a los peores clichés del género, vistos una y mil veces, con ese malo que parece que está dotado de poderes sobrenaturales, con una fuerza descomunal y al que no hay manera de liquidar aunque le dispares con un misil. Una lástima.
Lo mejor del film, la primera parte del mismo y la innegable capacidad de seducción de sus maravillosas imágenes.




jueves, 16 de mayo de 2019

'71

Tras un duro entrenamiento en el centro de instrucción, un grupo de soldados británicos ultima su preparación antes de partir a su nuevo destino en Alemania.
Sin embargo, ante la escalada en la tensión social que vive Irlanda del Norte que la coloca en una situación casi de guerra civil, el destacamento será enviado a Belfast.
Con una ciudad dividida entre protestantes y católicos e inmersa en tiroteos, disturbios, atentados y protestas durante la famosa revuelta de 1971.
Después de ser trasladados en barco, los soldados son conducidos a un alojamiento acondicionado de manera bastante provisional en un colegio. Al día siguiente participarán en su primera misión: escoltar a la policía durante un registro en un domicilio católico.
Si los soldados son novatos, no lo es menos el teniente que se ha hecho cargo de ellos. Mientras la tropa se ha dado cuenta de que su presencia no es deseada por la población, en su ingenuidad, el oficial parece ignorarlo y ordena que se quiten los cascos, dejen los escudos y se pongan la boina en la cabeza, en un intento de transmitir a la ciudadanía un mensaje de actitud pacífica.
Pero cuando llegan al lugar y forman un cordón alrededor de la casa mientras la policía hace su trabajo, les arrojan toda clase de objetos y la gente se muestra en una actitud cada vez más agresiva, insultándoles y amenazando con romper el cordón.
Cuando la policía saca a empujones y porrazos a algunos detenidos, se produce un momento de indecisión que es aprovechado por un muchacho para acercarse a uno de los vehículos militares y robar un rifle.
El soldado Gary Hook (Jack O’Conell), recibe la orden de perseguirlo y recuperar el arma, sin embargo, de repente, se encuentra aislado y es atacado por un grupo de civiles, recibiendo una buena paliza. A punto de recibir un disparo, consigue escapar y comienza una desesperada huida por las peligrosas calles de Belfast. Herido y atemorizado, deberá encontrar el camino de regreso a su campamento base, mientras le pisa los talones un grupo disidente del IRA que pretende acabar con su vida.


Con guión de Gregory Burke, Yann Demange, de origen francés, pero que vive en Londres desde que tenía dos años, debuta en la pantalla grande tras acumular experiencia en documentales y cierto éxito en series de televisión.
La película tiene un ritmo vivo, sin apenas tiempos muertos y siempre está ocurriendo alguna cosa. Con secuencias realmente brillantes, como la persecución por las enmarañadas calles de Belfast, sus estrechos callejones y los patios que se comunican entre sí, el film logra transmitir al espectador toda la angustia que vive el protagonista y lo hace sin acudir a recursos truculentos ni a situaciones espectaculares, de una manera natural y totalmente creíble, pero no menos efectiva.


Aunque la narración se centra en el problema que vive el soldado Hook, el film nos acerca también a la situación del entorno, si bien es cierto que la toca de pasada, al espectador le queda bastante claro el clima de abierto enfrentamiento que se vivía entre la población, la hostilidad de los católicos contra las tropas y la policía inglesa y los detalles que se nos muestran sobre la guerra sucia que practicaban los británicos de forma paralela a las actuaciones públicas.
Todo ello lo consigue la película mediante la trepidante acción y sin tener que recurrir apenas al discurso. Bien interpretada y con una ambientación muy lograda, la situación es retratada de manera tan real, que el espectador puede sentir la angustia y el peligro con toda la crudeza y ponerse en la piel de quienes vivieron aquella época convulsa de la reciente historia británica.




miércoles, 15 de mayo de 2019

AVATAR

Año 2154. Jake Sully (Sam Worthington), un ex-marine condenado a vivir en una silla de ruedas, sigue siendo, a pesar de ello, un auténtico guerrero. Precisamente por ello ha sido designado para ir a Pandora, una luna del planeta Polifemo, donde algunas empresas están extrayendo un mineral extraño que podría resolver la crisis energética de la Tierra. Para contrarrestar la toxicidad de la atmósfera de Pandora, se ha creado el programa Avatar, gracias al cual los seres humanos mantienen sus conciencias unidas a un avatar: un cuerpo biológico controlado de forma remota que puede sobrevivir en el aire letal. Esos cuerpos han sido creados con ADN humano, mezclado con ADN de los nativos de Pandora, los Na'vi. Jake fue elegido para el proyecto tras la muerte de su hermano, pues era el único compatible con el prototipo creado para su hermano.
Convertido en avatar, Jake puede caminar otra vez. Su misión  forma parte de un proyecto científico liderado por la doctora Grace Agustine (Sigourney Weaver), cuyo objetivo está en estudiar la cultura, especie y habitat de los Na'vi. Pero el encargado de seguridad de la colonia humana en el planeta, le convence para actuar al margen del proyecto de la doctora e infiltrarse entre los Na'vi, que se han convertido en el mayor obstáculo para la extracción del mineral. No obstante, cuando Neytiri (Zoe Saldana), una bella Na'vi , salva la vida de Jake cuando este se enfrentaba a los lobos, todo cambia: Jake, tras superar ciertas pruebas, es admitido en su clan, los Omaticayas. Mientras tanto, los hombres esperan los resultados de la misión de Jake.


Este proyecto estuvo esperando durante años el desarrollo de la tecnología necesaria para que James Cameron pudiera hacer lo que quería. Al parecer, cuando el guionista y realizador canadiense vio el personaje de Gollum en la saga de El señor de los anillos, consideró que había llegado el momento de rodar su película.


La película, como historia narrativa, no tiene mucho de especial, tampoco como relato de ciencia ficción, ni siquiera de original, más parece un cuento para niños plagado de criaturas fantásticas, con un toque de mensaje ecologista e incluso antibélico.
Cameron ha declarado en alguna ocasión que la idea se le ocurrió viendo Pocahontas, y si uno se detiene en el desarrollo de la historia, es cierto que tiene bastante en común: El conquistador que se enamora de la nativa. Ese es el elemento alrededor del que gira la película y sobre el que introduce variaciones con respecto al la historia entre el europeo y la india.


Técnicamente, sin embargo, el film sí que marca un antes y un después. Multitud de escenas generadas por computador y actores desempeñando su trabajo ante la pantalla verde. Visualmente impactante, es una verdadera explosión de colores, naturaleza salvaje y bastante peculiar y muchas imágenes que subyugan al espectador, sobre todo los impresionantes travellings aéreos en los que el espectador se siente a bordo de las criaturas voladoras como si realmente estuviéramos volando nosotros mismos.
La verdad es que Cameron aprovecha muy bien todos los avances técnicos que tenía a su disposición para hacer un cine diferente, algo que, por contra, parece que le hace olvidarse de la historia y de los personajes propiamente dichos, para centrarse en todo aquello que nos resulta visualmente impactante.
Sea como sea, el caso es que es una película digna de verse, aunque pueda decepcionarnos en algunos aspectos.




martes, 14 de mayo de 2019

LOS PERROS DE LA GUERRA

Un magnate británico, descubre que una república del África Occiental, esconde, en una apartada cordillera, conocida como la Montaña de Cristal, una importante reserva de platino de un valor potencial enorme. Pero dicho país está bajo la órbita soviética, por lo que urde un plan para llevar a cabo un golpe de estado y derrocar al oscuro presidente de la república.
Como quiera que no hay oposición conocida, pues ha ido eliminando a todos sus enemigos, contrata a un mercenario, «Cat» Shannon, para llevar adelante sus planes.
Shannon, un hombre fogueado en varios conflictos africanos como miembro de tropas mercenarias, prepara detenidamente el plan que nos llevará por diferentes partes de Europa en busca del equipo necesario, conoceremos el mundo de los traficantes de armas y también el de los grandes holdings financieros, cómo funcionan para sus operaciones clandestinas y la falta de escrúpulos con que actúan.
Aunque la acción bélica propiamente dicha se reduce a la última parte de la novela, durante toda ella, por mor de los continuos viajes del protagonista y sus colaboradores, antiguos mercenarios a sus órdenes que van a participar también la operación, no falta entretenimiento al lector.
Quizá algunos pasajes son un poco liosos de seguir, porque se enreda en pormenores de transferencias bancarias, redes financieras y otros detalles de cómo se efectúan los pagos y cómo se encubren las sociedades para no ser atrapados fácilmente en caso de fracasar la operación o ser descubiertos por la policía o las autoridades fiscales que, aunque son muy interesante, por lo enmarañado de los mismos, no hacen fácil entenderlos al detalle, cosa que tampoco hace demasiada falta, pues lo que interesa al lector es, por una parte, lo documentado que está Frederick Forsyth y tener una idea muy aproximada de cómo funcionan o funcionaban estas cosas en la realidad.
La novela es de 1974 y el mundo de los mercenarios ha desaparecido tal como lo describe el libro, ahora son compañías privadas, como la multinacional Blackwater, las que se dedican a estos cometidos, pues bajo la apariencia de agencias de seguridad privada, hacen a todo, en ocasiones contratadas por los departamentos de defensa de diferentes países. Aquel mundo que nos pinta Forsyth tiene todavía un halo de romanticismo y las tropas mercenarias estaban compuestas, en buena parte, por antiguos soldados de la Legión extranjera francesa, aunque fueran nativos de otras naciones, que había participado en la Guerra de Argelia; por ex-marines norteamericanos veteranos de Vietnam y Corea o sudafricanos antiguos miembros de las tropas de su país, aún en pleno Apartheid.
Aunque el golpe ha de producirse en la imaginaria república de Zangaro, hay quien ve en ese país un reflejo de Guinea Ecuatorial, la antigua Guinea Española y la época en que estaba dirigida por Francisco Macías.
Como anécdota, señalar que en la edición original de la novela, uno de los pasajes relacionados con la compra de armas se desarrolla en el puerto de Castellón, pero el régimen de Franco amenazó con prohibir la novela en España si no eliminaba esa referencia al tráfico de armas por parte del Estado español, y en la edición española, el puerto castellonense es sustituido por un puerto griego. Sí que hay un viaje de Shannon a Málaga, pero es para adquirir el barco en que van a viajar de Europa a África, compra que queda frustrada por no reunir la embarcación las condiciones requeridas.
Al final, Shannon se convierte en una especie de justiciero que toma sus propias decisiones sobre para qué servirá el golpe que va a ejecutar.



lunes, 13 de mayo de 2019

MELANCOLIA

Justine (Kirsten Dunst) trabaja en publicidad, siempre ha sido muy buena en su trabajo, a tal punto que recibe un ascenso en el día de su boda. La boda es perfecta y hermosa. La mansión es espectacular. Todo es como debería ser. Pero, como en la publicidad, se trata solo de apariencias, y de vender algo que no es.
Todo parece ir bien hasta que, en medio de la boda, la melancolía invade a Justine en la misma mesa donde está sentada. Su madre es quien le anticipa el principio del fin: la boda es una mentira y no se la desea a nadie. Su vestimenta lo dice todo: azul, con un círculo en el centro. Es Melancholia, reencarnada en la madre de Justine.
Y ahí es cuando Justine rompe con todo lo que la ata a lo políticamente correcto: insulta a su jefe, engaña a su marido con un adolescente en medio de la fiesta, deja la foto de su futuro hogar tirada en un sillón, cuando había prometido llevarla consigo siempre. En síntesis, sacude toda la estructura en la cual se asentaba su vida. Al igual que reemplaza todas esos libros con fotos abstractas por otros cuadros con vida. Es un signo de rebelión. Así también lo es el apodo que le da su sobrino: tía Steelbreaker, que puede traducirse por rompedora o trituradora de acero.
Y si bien Justine acepta esa invasión melancólica, esa invasión de verdad, no lo hace así su cuñado John (Kiefer Sutherland), quien pretende echar a su suegra, Gaby (Charlotte Rampling), de la casa, una y otra vez, como si ese simple acto pudiera evitar el enfrentamiento con la verdad. Como si el simple trato con Justine de que ella iba a ser feliz pudiera, realmente, hacerla feliz. Esa negación de la realidad en John aparece nuevamente con la reiterada insistencia en que su campo de golf tiene 18 hoyos, cuando en realidad hay 19, y Justine lo sabe, pero lo niega ante él, porque entiende que no importa, que nunca podrá John aceptar la verdad.


Lars von Trier en todo su esplendor, para bien y para mal, firma el guión y toma la batuta de esta historia que, como otras de sus películas, levantará la controversia entre quienes ven una obra de arte y aquellos que no logran entender y menos digerir esta historia envuelta en hermosas imágenes.


Una larga sucesión de secuencias a cámara superlenta, impregnadas de hermosura y desasosiego, abren el film a los compases de Wagner, alguna de ellas inspirada en lienzos famosos y que son todo un spoiler de lo que va a ser la película, claro que eso, aún no lo sabemos, pero lo iremos descubriendo y cuando aquellas escenas se nos vayan mostrando, de otro modo, a lo largo del film, antes de acabar el mismo, ya adivinamos en que terminará todo.
Lo que aún no sabemos es el cómo y ahí es donde el danés juega sus cartas.


Melancholía, que toma el nombre del planeta que amenaza con estrellarse contra la Tierra, es la historia de un cataclismo, el que se produce en el alma humana cuando caemos en ese estado, ahora llamado depresión y antes nombrado con esa palabra tan poética: Melancolía. Porque así se encontraban las muchachas a quienes cantaban los poetas, presos ellos también de tal estado.
Pocas veces se han retratado las miserias humanas con tanta poesía como en este film, en el que no hay superhéroes que te rescatan en el último minuto, la tragedia está ahí y de poco vale que seas rico o pobre, nada puedes hacer sino refugiarte en los cercanos, en los que amas y esperar a lo que haya de suceder encerrado en esa especie de círculo mágico que ellos te proporcionan.
Sucederá lo que haya de suceder, y esta película nos lo cuenta con uno de los finales más maravillosos, tristes y visualmente impactantes que uno recuerda.