jueves, 30 de junio de 2022

ESPEJO, ESPEJO

 


Los empleados de una empresa de cosméticos se preparan para celebrar los 50 años del negocio aunque ninguno sepa la que se les viene encima. Álvaro (Santi Millán), el jefe, es un petulante engreído por el que, piensa él y sólo él, todos sus trabajadores sienten verdadera admiración; Cristina (Malena Alterio) está casada con un señor bastante asexual, de este modo, evita hacerse demasiadas preguntas con respecto a su propia identidad; Paula (Natalia de Molina), hermana de la anterior y con las ideas muy claras sobre por dónde deben ir los tiros en la casa donde hace prácticas como becaria, aunque una cosa son las ideas y otra la cruda realidad; y Alberto (Carlos Areces), un tipo gordito y calvo que está enamorado secretamente de Paula.


La imagen del espejo es su otro yo que, de vez en cuando les echa en cara la manera en que se enfrentan a la realidad. Una idea que no es nueva, pero que puede dar mucho juego, aunque aquí, creo yo, como el resto del relato, se pierde y se torna confuso hasta hacernos pensar, no qué nos quieren contar, que creo que eso queda bastante claro, sino cómo se puede uno enredar en la historia que está contando, algo así como lo que me está ocurriendo a mí con tanta explicación.


La película toca temas de actualidad como la identidad de género o la precariedad laboral y otros más atemporales como las envidias profesionales o el lavado de cara que pretenden algunas empresas demostrando compromisos con la ecología o con esos problemas de género de que hablábamos cuando lo único que de verdad les importa es vender más. El personaje de Natalia de Molina dice una frase al final del film que resume esto muy bien: "Al final nosotros queremos vender maquillaje, no cambiar el mundo".
Las actuaciones son correctas y con unos cuantos cameos de personajes muy conocidos, entre ellos, uno muy gracioso de Loles León y otro tremendamente emotivo de Verónica Forqué, una aparición póstuma después de aquel fatídico 13 de diciembre de 2021 que, además, resulta algo inquietante y un poco triste.
Por cierto, en alguna lista de casting he visto el nombre de Antonio Resines, yo no lo he visto aparecer.
Lo mejor: que solo dura 80 minutos.




miércoles, 29 de junio de 2022

ALGO DE QUE HABLAR

 


Grace (Julia Roberts), hija de una familia tradicional de la alta burguesía sureña, lleva una vida tranquila y despreocupada dirigiendo el establo de equitación de su padre, hasta el día en que casualmente descubre las infidelidades de su marido Eddie (Dennis Quaid). A partir de ese momento se rebela contra las convenciones y tradiciones que le han sido impuestas. Su nueva visión de la vida la llevará a enfrentarse con su madre, con su padre y con todos los que la rodean; sólo contará con la comprensión de su hermana.


La película reúne un plantel envidiable de estrellas: Dennis Quaid, Robert Duvall, Kyra Sedgwick (nominada al Oscar por este film), Gena Rowlands y Julia Roberts convertida ya en una gran estrella; la música de Hans Zimmer; el guión de Callie Khouri (Thelma y Louise) y la fotografía de Sven Nykvist, colaborador habitual de Ingmar Bergman, que ha trabajado también con grandes directores como Woody Allen, Richard Attenborough, Andrei Tarkovsky o Roman Polanski.


A pesar de ello, tampoco es que estemos hablando de una gran película, es más, quizá si no fuera por este ramillete de nombres es muy posible que ni siquiera estuviéramos hablando de ella. El comienzo resulta bastante prometedor, pero poco a poco su reivindicativo discurso se va convirtiendo en un amable alegato, que no está mal, es una opción frente al que se mantiene desde algunos sectores del feminismo que a algunos les puede parecer excesivo, pero es que la manera de contarlo se nos antoja como una especie de compensación a lo que parecía un camino de lucha y rotura de moldes para dejarlo en una defensa de los valores tradicionales absolutamente conservar. 
Tiene algunos momentos graciosos, unos más conseguidos que otros y, en algunos tramos, la crítica a la hipocresía social se hace más que evidente. Las interpretaciones correctas, sin más y esa sensación de telefilm de sobremesa de fin de semana que le queda a uno después de verla.




martes, 28 de junio de 2022

LA SOMBRA DE LA GUILLOTINA

 

En mi época de estudiante, una de las primeras (si no la primera) lecciones en clase de Historia, consistía en explicarnos las divisiones, aquello de Prehistoria e Historia y dentro de esta, las edades: Edad Antigua, Edad Media, Edad Moderna y Edad Contemporánea. En el mundo occidental, más concretamente en Europa, el tránsito de unas a otras se suele señalar con algún acontecimiento que se sitúa, más o menos en la frontera entre una de ellas y la que le sigue: La caída del Imperio Romano de Occidente, marca el fin de la Edad Antigua; el descubrimiento de América, el de la Edad Media y la Revolución francesa, el cambio de la Edad Moderna a la Contemporánea, en la que, según los manuales clásicos, nos encontramos y, según otras teorías, acabó, para unos con la Segunda Guerra Mundial, para otros con la llegada del hombre a la Luna, o con la caída del Muro de Berlín.
Es lo de menos, porque lo que quiero subrayar es que el libro de Hillary Mantel se mueve alrededor de uno de los acontecimientos capitales de la Historia mundial, nada menos que equiparable al descubrimiento de América o a la llegada del hombre a nuestro satélite.
La autora británica, que alcanzó el éxito definitivo con su trilogía sobre Thomas Cromwell (En la corte del lobo, Una reina en el estrado y El trueno en el reino), además de los acontecimientos más o menos por todos conocidos que se desarrollaron en la Francia de finales del XVIII, novela sobre las figuras de los principales actores de aquella revolución, nombres que también nos suenan, desde Fréron a Saint-Just, pasando por Marat o Fouquier de Tinville, pero con especial relevancia para tres de sus protagonistas principales, Camille Desmoulins, Georges-Jacques Danton y Maximilien Robespierre. Siguiendo las actuales tendencias igualitarias (en este caso resulta de ley), cobran presencia asimismo, algunas de las mujeres que estuvieron al lado de estos hombres (digo "al lado", porque aún quedan claramente en segundo plano y si se puso más atención en alguna de ellas fue, precisamente, porque se la consideraba fuera de lugar) o fueron coetáneas de ellos: Lucile Desmoulins, Gabrielle y Louise Danton (las sucesivas esposas de Georges-Jacques), Théroigne de Méricourt, María Antonieta o Carlota Corday (a la que, por cierto, no se cita por su nombre, sino con apelativos como la bella y frágil joven o la asesina de Marat el amigo del pueblo).  
Y es que, aunque a todos nos suenan estos nombres, a veces sabemos poco de sus vidas fuera de los relevantes hechos en que participaron, por eso resultan curiosas y llamativas las páginas en que la novela se refiere a sus vidas privadas, a su día a día, las envidias que surgían entre ellos, el cariño o respeto que se tenían, las rivalidades, pero también los acontecimientos domésticos, cómo vivían las esposas las infidelidades de sus maridos o estos sobrellevaban las habladurías sobre los posibles amantes de sus esposas, la relaciones con sus pequeños vástagos... De modo que el libro se convierte también en un documento de época en el que recorremos las calles y mercados de París, sus barrios, conocemos cómo era la vida en la capital, pero también en las ciudades y pueblos de provincias, cómo se alimentaban, se vestían o cuáles eran las diferencias sociales y sus consecuencias.
En definitiva, una magnífica novela histórica de las que prestigian el género, sobre unos hechos capitales que contribuyeron a cambiar el mundo con esta Revolución que fue una especie de nueva religión que abominó y, al tiempo, sustituyó al catolicismo dominante en la Francia de la época, con Notre Dame reconvertida en templo de la razón, pero también con sus mártires, sus apóstoles, sus fariseos, sus pilatos y sus judas; una Revolución que acabó como Saturno, devorando a sus propios vástagos y a sus más ilustres impulsores, en cualquier caso, un periodo atractivo, no solo como acontecimiento histórico, sino por sus posibilidades para ser novelado y más si, cual es el caso, lo es con agudeza, de manera documentada y con gran agilidad narrativa.



lunes, 27 de junio de 2022

UN SABOR A MIEL

 


Jo (Rita Tushingham), una chica de 17 años, vive en un barrio obrero del norte de Inglaterra con su madre, una mujer aficionada al alcohol y promiscua con la que mantiene una tensa relación. Un día, tras la marcha de la madre con un nuevo novio con el que se va a casar, Jo comienza a trabajar como dependienta en una zapatería y alquila un alojamiento destartalado al que invitará a vivir a Geoffrey (Murray Melvin), un joven homosexual estudiante de diseño, al que ha conocido tras venderle unos zapatos, que ha sido expulsado de la habitación alquilada en que vivía al sorprenderle la casera con un hombre. Jo está embarazada de una relación esporádica con Jimmy (Paul Danquah), un marinero negro. Geoffrey se hace cargo de los preparativos para el nacimiento del bebé y se ofrece a casarse con Jo y actuar como padre del niño. Parecen tener las cosas resueltas cuando la madre de Jo reaparece en escena en plan dominante.


Adaptación de la obra teatral del mismo título de la dramaturga británica Shelagh Delaney, autora también del guión junto al realizador del film Tony Richardson. De la autora teatral y guionista, fallecida en 2011 a causa de un cáncer de mama, se ha dicho que es la antítesis de los llamados "jóvenes airados" londinenses, porque ella sí sabía por qué estaba enfadada.


El movimiento cinematográfico inglés conocido como Free cinema, tan breve en su duración, como escasa fue la producción que nos legó, dejó algunas pequeñas joyas como esta película en la que Tony Richardson nos traslada a unos paisajes urbanos monótonos con casas de sucio ladrillo, solares y calles embarradas en que juegan los niños y un río contaminado y pestilente (Me dan ganas de tirarme al río, dice Jo en uno de los diálogos. No lo hagas, está muy sucio, le responde Geoffrey) y las chimeneas de las fábricas como escenario de fondo. Un escenario con paisajes reales en los que se incluyen breves escapadas al campo circundante y a las pequeñas ferias en las que los personajes tratan de escapar de su triste y oscura realidad dejándose sorprender, como niños pequeños, por atracciones y espectáculos que se mueven entre lo tradicional y lo grotesco. 
Estamos ante una película revolucionaria, hablar de homosexualidad, relaciones interraciales o embarazo adolescente, no era nada sencillo en 1961. ¿Lo es ahora? Puede que el mundo no haya cambiado tanto como pensamos.




viernes, 24 de junio de 2022

CAMINO DE SANTA FE

 


Dos tenientes recién graduados de West Point y grandes amigos Jeb Stuart (Errol Flynn) y George Armstrong Custer (Ronald Reagan) se dirigen a la frontera de Kansas para incorporarse a su nuevo regimiento. Son los años previos a la Guerra de Secesión y el ejército, entre otros el regimiento de los dos jóvenes tenientes, se verá obligado a intervenir para tratar de sofocar la violencia entre sur y norte, las fuerzas a favor de la esclavitud y los abolicionistas liderados por el agitador, John Brown (Raymond Massey). Los dos oficiales de caballería chocan con Rader (Van Heflin), un colega que fue expulsado de West Point por tratar de propagar en la academia las ideas de Brown  y se enamoran de 'Kit Carson' Holliday (Olivia de Havilland), la hija de Cyrus Holliday (Henry O'Neill), el dueño del ferrocarril que llega a Santa Fe.


La película mezcla ficción y realidad, pues aunque en ella intervienen personajes históricos y los hechos que narra también lo son, si bien a grandes rasgos, está plagada de inexactitudes, por ejemplo, Stuart y Custer jamás sirvieron juntos en la caballería, es más, se graduaron en diferentes promociones y, probablemente, jamás llegaron a conocerse. Eso por no hablar del tratamiento de la figura de John Brown, al que pinta como un iluminado sanguinario. Así que no busquen que el guión se ajuste a la realidad, porque, como digo, tiene buena parte de ficción.


Warner Bros. sigue explotando (en el buen sentido, que conste), a su pareja de éxito en esta película en la que Michael Curtiz imprime dinamismo, con mucha acción (tiroteos, cabalgadas...), unas pizcas de humor a cargo de la pareja de magníficos secundarios formada por Alan Hale y William Lundigan  y una historia de amor que parece un poco metida de relleno para lucimiento de Olivia de Havilland que, eso sí, se merienda a sus dos partenaires masculinos. La fórmula repite la utilizada en largometrajes anteriores protagonizados por Havilland y Flynn
Curtiz demuestra (aparte de su oficio, que nadie niega), que no tiene empacho en rodar lo que le pongan delante, sin importarle demasiado la calidad del guión y es que estamos ante una película que no se muy bien cómo calificar, dejémoslo en sorprendente. Por más que el realizador húngaro sepa dotarle del ritmo necesario y la eficaz fotografía de su colaborador habitual Sol Polito, estamos ante un panfleto racista de tomo y lomo. Digo sorprendente porque llama la atención que un film de 1940 tenga un mensaje tan claramente xenófobo en el que los negros llegan a decir, así, explícitamente, que prefieren seguir siendo esclavos. El tratamiento que hace de la figura de John Brown es tendencioso y distorsiona la historia de manera descarada, quien no conozca la figura de este hombre que, es cierto tuvo sus claroscuros, sacará una consecuencia nefasta sobre su forma de actuar. Quien fuere capaz de obviar estos dislates, puede pasar el rato con este film, pero es que su mensaje es tan descarado que resulta complicado dejarlo de lado.




jueves, 23 de junio de 2022

PAN, AMOR Y FANTASÍA

 


El comandante Antonio Carotenuto (Vittorio De Sica) es enviado a Sagliena, un pequeño pueblo imaginario de Los Abruzos, en la Italia de los años 50, para ponerse al frente del puesto de carabinieri de la localidad. En el pueblo conoce a Maria (Gina Lollobrigida), conocida como 'la leñadora', enamorada en secreto del carabinero en prácticas  Pietro Stelluti (Roberto Risso), de quien también está enamorada Paoletta (Maria Pia Casilio), la sobrina del cura. Además, el comandante comienza a cortejar a la la joven leñadora, hasta que es consciente de que ésta ama a su subordinado y deja libre el campo para declarar su amor a Annarella (Marisa Merlini), la comadrona del pueblo.


El protagonista es un carabiniere bonachón, amable, ya maduro, que entró en el cuerpo como recurso para ganarse la vida, aunque sus sueños de futuro iban por otro camino bien distinto. 
La chica, María, es la más guapa y la más pobre del pueblo, perseguida por los hombres, que ayuda a su madre para sacar adelante a sus hermanos pequeños recogiendo leña y repartiéndola entre sus vecinos. Una de esas mujeres que proliferaron en la Italia de la época a las que la guerra obligó a ser fuertes para suplir con su trabajo y sacrificio la ausencia de padres y hermanos muertos o desaparecidos.


Un enfoque distinto del neorrealismo, envuelto en romanticismo y con mucho humor, pero de fondo seguimos viendo las constantes del género: El retrato de la gente de la calle, en este caso personajes rurales, pobres pero aparentemente felices y resignados. Como dice el párroco: Me gustaría que fueran un poco más reivindicativos, como sus vecinos del sur. Pero allí, casi todos los habitantes son dueños de sus tierras, lo que provoca la ausencia de conflictos, aunque el resultado es una vida casi mísera y con pocas perspectivas de futuro. En ese retrato social, tan típico, vemos el discurrir diario de la gente, los ancianos ociosos cotilleando sobre el resto de sus vecinos; las fiestas populares; las envidias y, al tiempo, la ayuda mutua, tan corrientes ambas facetas en las sociedades pequeñas. La narración esquiva el drama de estas vidas austeras y, aunque no renuncia a mostrarnos la realidad, lo envuelve todo en esa pátina de humor que hace de la película un relato muy divertido. 
El film significó el despegue de la carrera de Gina Lollobrigida como gran estrella internacional.




miércoles, 22 de junio de 2022

GOOD BYE, LENIN!

 


Berlín, octubre de 1989. Unos días antes de la caída del Muro, la madre de Alex (Daniel Brühl), una mujer orgullosa de sus ideas comunistas, entra en coma tras sufrir un infarto en plena calle. Cuando despierta ocho meses después, su hijo hará lo posible y lo imposible para que no se entere de que está viviendo en una Alemania reunificada y capitalista. Su objetivo es convertir el apartamento familiar en una isla anclada en el pasado, una especie de museo del socialismo en el que su madre viva cómodamente creyendo que nada ha cambiado.


Todo un éxito de taquilla en el país germano, aunque también fuera tuvo mucho reconocimiento, nada que ver con lo que supuso en Alemania donde se ha convertido en una película emblemática por su retrato de una época y un momento histórico que aún sigue presente en el sentir de aquel país.


El film contrapone y mezcla muy bien el drama que vivió una parte del pueblo germano-oriental, con el humor que nos transmiten las actuaciones del joven Alex para conseguir que su madre no se entere de la nueva realidad que vive el país. Y es que tras la euforia por la recuperación de las libertades individuales y el acceso a los mercados y los productos de consumo occidentales, había otra realidad que se está comenzando a descubrir desde hace pocos años, cuando historiadores y sociólogos han dado a conocer al gran público que hubo un sector nada desdeñable de habitantes de la antigua República Democrática, para los que aquel cambio abrupto no fue algo tan agradable como pudiera suponerse. Huyendo de dramatismos, la película plantea esa otra cara de la reunificación, la decepción tremenda de aquellos que creían en los ideales del socialismo comunista y lo hace, como decimos, con sentido del humor, pero dejando entrever la realidad de aquel cambio no exento de traumas y que aún sigue muy presente en algunos sectores de la Alemania Oriental. Apoyándose en una gran labor de montaje y en unas solventes interpretaciones, Wolfgang Becker, retrata con ironía, pero también con cierta ternura, sobre todo en la relación madre/hijo, los valores y defectos de dos sistemas contrapuestos, socialimo/capitalismo y logra transmitirnos la emoción de unos momentos históricos que supusieron un cambio radical en las vidas de muchas personas que vieron cambiar, casi de la noche a la mañana, los conceptos por los que se habían regido sus días y es que no fue solamente un muro lo que se derrumbó aquel 9 de noviembre de 1989.




martes, 21 de junio de 2022

LA FAMILIA PERFECTA

 


Lucía (Belén Rueda) cree llevar una vida modélica y tenerlo todo bajo control. Desde que se casó, volcó todos sus esfuerzos en el cuidado de su familia ideal. Pero todo comienza a desmoronarse el día que aparece Sara (Carolina Yuste), la novia de su hijo; una chica joven, libre y deslenguada y, con ella, una familia política muy diferente a la idea que Lucía siempre soñó para su hijo. A partir de ese momento, Lucía descubrirá que la familia perfecta no era exactamente lo que ella pensaba.
 

Largometraje dirigido por Arantxa Echevarria (Carmen y Lola) y guión de Olatz Arroyo, con algunos intérpretes muy conocidos de la escena española. El trailer del film lo vende como una comedia en la que se reflejan las diferencias de clase social, pero al poco aquello se convierte en un romance entre el padre de la novia y la madre del novio y éste pasa a ser el asunto central de la película, en un cambio de dirección con pocos pies y ninguna cabeza, que quiere hacer bandera del empoderamiento femenino a base de estereotipos poco logrados. Si la liberación de la mujer consiste en dejarte seducir por el marido de tu consuegra y dejarla hecha polvo, apaga y vámonos.


La película tiene algunos personajes esperpénticos que, por si fuera poco la que ya producen algunas escenas, dan verdadera vergüenza ajena y la manera en que están perfilados queda totalmente fuera de lugar. El pretendido humor que hay a lo largo de la película, en la mayoría de las ocasiones es de trazo grueso y poco conseguido, sin ápice alguno de inteligencia. 
Un pequeño subproducto que tal vez logre entretener a alguien.




lunes, 20 de junio de 2022

MALOS TIEMPOS EN EL ROYALE

 


Siete desconocidos, cada uno con un secreto, se reúnen en el hotel El Royale, en el lago Tahoe, un lugar que conoció mejores tiempos, con un oscuro pasado. En el transcurso de una fatídica noche, cada uno tendrá una última oportunidad de redención... antes de que todo se vaya al infierno.


Cualquier aficionado percibe, desde el mismo inicio de la película, la clara influencia de Tarantino: Su estructura en capítulos; la repetición de escenas desde el punto de vista diferente de cada personaje; la violencia explícita; el humor negro... Una influencia que no se disimula, todo lo contrario, no en vano, Drew Goddard (entre otros trabajos, guionista de varios episodios de Buffy Cazavampiros), director y guionista del film, es un declarado admirador del cine de su compatriota.


La historia es buena, pero no saca todo el rendimiento que pudiera haber ofrecido, quizá porque la altura de los diálogos no llega a la que consigue Tarantino en las suyas, el caso es que tiene momentos que alcanzan cierta brillantez, junto a otros en que parece que se queda a medio camino, hasta llegar a un final que claramente, para mi gusto, hace que el resultado baje bastante. Si hasta ese momento, los personajes, todos (o la mayoría), como suele ocurrir en este tipo de films, son unos tipos de cuidado, verdaderos rufianes que no inspiran confianza alguna, pero con los que empatizas, están bastante bien conseguidos, llega el momento de la aparición del villano, interpretado por Chris Hemsworth y ahí se desmorona el asunto, pues nos presenta un personaje verborreíco, pero con un discurso insustancial, reiterativo y cansino que hace que el film se te haga largo y estés deseando que se acabe de una vez. No obstante, yo creo que la película merece la pena y resulta, en general, entretenida, además las numerosas canciones que acompañan al score del film (Four Tops, The Mamas and The Papas, Deep Purple...), dan para hacer una play-list con buenas canciones de los sesenta.




viernes, 17 de junio de 2022

EN LA TORMENTA

 


Darby Thorne (Havana Rose Liu), está en rehabilitación en un centro para alcohólicos y drogadictos, recibe una llamada urgente comunicándole que su madre ha sufrido un aneurisma cerebral y se encuentra en un hospital de Salt Lake City y decide viajar para visitarla, ya que el pronostico es grave, pero en el centro le niegan el permiso para salir, por lo que escapa y roba un auto del estacionamiento. Una tormenta de nieve la obliga a refugiarse en un centro de recepción de visitantes en la montaña, donde se encuentra a cuatro desconocidos en sus mismas condiciones. Al salir al exterior en busca de cobertura para su móvil, Darby descubre una camioneta en el estacionamiento con una niña en su interior que, todo indica que está secuestrada, lo que la pone en una situación de vida o muerte mientras trata de saber quién de las cuatro personas que están con ella en el interior del edificio es el secuestrador y cómo ayudar a escapar a la víctima.


El guión adapta la novela de 2017 "No exit", de Taylor Adams.
Aunque es una película norteamericana, producida por Scott Frank (Gambito de dama), se rodó en Auckland (Nueva Zelanda).


Se aprecia que está rodada con medios contados, gran parte de la acción transcurre en el interior del lugar en que están refugiados; los actores, apenas media docena, poco conocidos, lo que aligera bastante el presupuesto y las tomas que predominan, apenas requieren de efectos o de medios costosos. A lo largo de todo el film tiene uno cierta sensación de déjà vu, con numerosos clichés del género, aunque sí es cierto que tiene un par de giros de cierta originalidad que sorprenden al espectador y ayudan a que la narración cobre interés. 
Correctas las interpretaciones, destacando Havana Rose Liu, la protagonista y, en general, el film, dado que tiene una adecuada duración y que consigue mantener la intensidad y no pierde dinamismo, resulta entretenido.




jueves, 16 de junio de 2022

QUIERO QUE VUELVAS

 


Peter (Charlie Day) y Emma (Jenny Slate) ya metidos en la treintena y recién abandonados por sus parejas, no llevan bien sus respectivas rupturas. Se encuentran por casualidad en la escalera del edificio donde ambos trabajan, ella como recepcionista de una clínica de ortodoncia en el piso 14 y él como directivo de una empresa de residencias de ancianos en el piso 11, mientras ambos lloran por sus amores perdidos. Al principio parece que solo se ayudan mutuamente a sobrellevar sus corazones rotos, hasta que ambos deciden que quieren recuperar a sus ex y se unen para sabotear las nuevas relaciones.


Comedia romántica que se esfuerza por salirse de los clichés del género, con una buena interpretación de la pareja protagonista. El tono humorístico que predomina en la película no ofrece apenas ocasiones para la carcajada, pero sí que garantiza una buena ración de sonrisas con situaciones que, por momentos, resultan bastante conseguidas. Presenta una visión bastante más realista de las relaciones de pareja que otros films del género, aquí no hay flechazos, ni ese amor edulcorado que vemos en otras ocasiones, resulta todo bastante más sencillo, con problemas y situaciones que resultan creíbles y cercanos.


No es que vayamos a descubrir nada nuevo, pero ya digo que tiene ese toque de originalidad que se agradece ¿Que resulta previsible, como algunos comentan? Así son la mayoría de las comedias románticas en las que, salvo que al autor le de por adentrarse en el melodrama, ya intuímos cómo va a terminar. 
Ideal para para pasar un rato entretenido, amable, incluso divertido.




miércoles, 15 de junio de 2022

CANINO (KYNODONTAS)

 


Un matrimonio con tres hijos viven en una mansión a las afueras de la ciudad; los hijos, ya bien entrados en la veintena, nunca han salido más allá del jardín y reciben la educación de sus padres, empeñados estos en que no se corrompan con lo que la dura realidad del mundo exterior les pueda ofrecer. Sólo Christine (Anna Kalaitzidou), guardia de seguridad de la empresa en la que trabaja el padre, puede entrar en la casa.


Gracias al premio "Un certain regard", recibido en el Festival de cine de Cannes 2009 por este film, comenzamos a saber del realizador griego Yorgos Lanthimos que, procedente del mundo de la publicidad y el videoarte, había dirigido un par de películas, obras de teatro y anuncios para la televisión, siendo apenas conocido fuera de su país.


Una propuesta que no es original (sin pensar demasiado me viene a la cabeza, por ejemplo, El bosque, de M. Night Shyamalan), pero sí su planteamiento y algunas de las posibles conclusiones que puedan sacarse, una panoplia de interpretaciones que Lanthimos esboza y deja que sea el espectador quien entienda y descifre. Desde las más evidentes, que tiene que ver con la sobreprotección de los hijos o con la educación, la forma de ofrecérsela a nuestros jóvenes y las posibles controversias que unos métodos u otros susciten, hasta otras que no son tan evidentes a primera vista, pero que están presentes: La manipulación del significado de las palabras y el poder de contaminación o de desvirtuar la realidad que ello conlleva; las reflexiones alrededor del paraíso en la tierra y el afán del hombre de morder la manzana por más peligros que ello implique; ciertos tabúes presentes en las sociedades humanas y alguna otra que el espectador puede descubrir según su forma de pensar o lo que la narración le sugiera. 
Película que tiene algo de rompedora, diferente, distinta incluso en algunos aspectos estéticos, de esas que puede que a más de uno le resulten molestas y que no sabes muy bien si recomendar a otros para que la vean. Yo creo que merece la pena darle ocasión, aunque solo sea sea para poder contemplar un cine distinto al que acostumbramos a ver, con propuestas que tienen algo de arriesgadas y que no piensa en ofrecer concesiones al espectador, sino llevarle a la reflexión y, en cierto modo, sacarnos de nuestra zona de confort.




martes, 14 de junio de 2022

LOS ODIOSOS OCHO

 


Pocos años después de la Guerra de Secesión, una diligencia avanza por el invernal paisaje de Wyoming. Los pasajeros, el cazarrecompensas John Ruth (Kurt Russell) y su prisionera Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh), intentan llegar al pueblo de Red Rock, donde Ruth entregará a Domergue a la justicia. Por el camino, se encuentran con dos desconocidos: el mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson), un antiguo soldado de la Unión convertido en cazarrecompensas de mala reputación, y Chris Mannix (Walton Goggins), un renegado sureño que afirma ser el nuevo sheriff del pueblo. Como se aproxima una ventisca, los cuatro se quedan en el Refugio de Minnie, una parada para diligencias en un puerto de montaña. Cuando llegan al local se topan con cuatro rostros desconocidos: el mexicano Bob (Demian Bichir), Oswaldo Mobray (Tim Roth), verdugo de Red Rock, el vaquero Joe Gage (Michael Madsen) y el general confederado Sanford Smithers (Bruce Dern). Mientras la tormenta cae sobre la parada de montaña, los ocho viajeros descubren que tal vez no lleguen hasta Red Rock después de todo.


Hay quien dice de esta película que Tarantino se repite, que siempre hace lo mismo. Bueno, son maneras de ver las cosas, a mí, en principio, no me parece mal, unos lo llaman estilo propio, otros sello de identidad y otros, en fin, pues que se repite, pero pasa con todo, con la pintura, la novela... Hay autores que se desenvuelven bien con un tema o que les interesa sobre otros y pasan su carrera haciendo lo mismo, pero siempre que resulte interesante y que el trabajo esté bien hecho, no me parece una razón de crítica por sí misma.


Otra cosa es el propio producto en sí, aislado, en lo posible, de otros. Y en este caso, he de decir que a mí me ha resultado un producto bastante mediocre dentro de la filmografía del norteamericano, lo cual tampoco es decir mucho, porque con este tipo de autores, cualquier trabajo considerado menor, hubiera sido alabado en la carrera de otros. Tras un maravilloso arranque en que nos deleitamos con los inhóspitos y bellísimos paisajes nevados de las montañas de Colorado, un inicio de esos de gran producción fotografiados con maestría, con la diligencia arrastrándose por el desolado manto blanco, a lo que añadimos las prometedoras secuencias con el diálogo entre Kurt Russell y Samuel L. Jackson, con Jennifer Jason Leigh como testigo activo, el film va entrando en una deriva de altibajos, con más bajos que altos, hasta llegar a un delirante desenlace, pesado, cansino y, a mi juicio, poco logrado, con dos tipos medio muertos que, a pesar de que apenas tienen fuerzas para sostener un revolver, de repente, sin que nos expliquemos cómo , se las apañan para ensogar un cuerpo y subirlo a puro pulso hasta el techo ¿Pero no llevan media hora desangrándose? Estos tipos deben tener hectolitros de sangre en sus venas. A mí, escenas de este tipo me recuerdan el inicio de El guateque, la escena en la que Peter Seller, en una parodia de Gunga Din, no acaba de morirse y toca la trompeta una y otra vez hasta desquiciar al director de rodaje. Solo que aquí, no es una parodia, nos lo cuentan en serio y resulta bastante molesto. 
La película tiene algún diálogo logrado, momentos en los que vemos al mejor Tarantino, como por ejemplo la manera de plantear la relación entre los personajes de Russell y Jason Leigh, salvaje, despiadada y sádica donde las haya, pero con esa habilidad que Tarantino tiene para hacernos reír con las salvajadas y bestialidades. En lo demás, todo esa brillantez se va perdiendo, el film se alarga de manera innecesaria, se regodea en el gore, en los vómitos de sangre y en las situaciones poco conseguidas, hasta llegar incluso a hacernos perder el interés por la intriga de fondo.





lunes, 13 de junio de 2022

MAIGRET (MAIGRET ET LA JEUNE MORTE)

 


París, década de 1950, el cuerpo de una hermosa joven vestida con un elegante traje de noche aparece en mitad de una plaza. El célebre inspector Jules Maigret (Gérard Depardieu) se encarga de investigar el caso, pero le resulta imposible identificar a la víctima, porque absolutamente nadie parece haberla conocido ni recordarla. En el transcurso de sus indagaciones, el camino de Maigret se cruza con el de Betty (Jade Labeste), una joven con un parecido sorprendente con la víctima. Todo ello despierta en Maigret el recuerdo de otra desaparición mucho más antigua e íntima.


El guión adapta una novela de Georges Simenon protagonizada por su famoso detective, publicada en 1954. En la novela, el caso es asignado al inspector Lognon (personaje que no aparece en el film), que trabaja en el mismo distrito que Maigret, pero es conocida su inferioridad con respecto a éste último para resolver los casos. Intrigado por las peculiaridades del asunto, Maigret comienza a investigar produciendo el correspondiente descontento en su colega.


La película capta bastante bien el espíritu de la novela y el del personaje, un Maigret que aquí se nos presenta como un hombre ya cercano a su jubilación, algo achacoso, pero con sus facultades como investigador intactas. Ya en los relatos de Simenon encontramos algunas de las constantes que apreciamos en el film, nada de situaciones espectaculares, ni de acción trepidante, Maigret es un tipo metódico que llega a sus conclusiones a base de trabajar en la investigación con los métodos más tradicionales, nada de efectismos, ni de deducciones magistrales. 
Hay mucho del lado humano del famoso personaje que se nos cuenta o se deja entrever en el film, algo que subrayan las esporádicas apariciones de su esposa y el recuerdo de su hija tristemente desaparecida que ahora tendría la edad de la víctima. Relato nostálgico en el que Maigret se muestra comprensivo con los involucrados en el presunto asesinato y, sobre todo, demuestra su faceta más emotiva con la preocupación que le suscitan esas jóvenes que abandonan el hogar familiar atraídas por las expectativas que ofrece la gran ciudad. Jóvenes que se creen adultas cuando apenas acaban de salir de la infancia, acechadas por personas peligrosas y aprovechadas que, en ocasiones, se aprovecharán de su inexperiencia para satisfacer sus oscuras ambiciones. 
Magnífico trabajo de Gérard Depardieu, que demuestra dar con la expresividad justa que requiere el personaje, sus gestos, movimientos y silencios dicen lo suficiente para completar los parcos diálogos en esta película que tiene cierto aire de cine clásico aunque no lo sea, en buena parte gracias a la conseguida ambientación de un París algo oscuro y amenazante que sirve de marco perfecto a la narración.