Una peli controvertida dentro de la filmografía hitchcodiana. Casi todas las críticas que he leído la consideran una obra menor y ponen en solfa su final, cuando no el desarrollo mismo de la acción.
Joan Fontaine consiguió por su actuación el Óscar a la mejor actriz y, la verdad, está muy bien en su papel de mujer de apariencia frágil e insegura, pero que esconde tras esa primera impresión determinados rasgos de modernidad e independencia, hasta el punto de que es capaz de abandonar su regalada vida en el seno del hogar paterno, para casarse por sorpresa con alguien que ella ya intuye es un vividor, todo por demostrar que, pese a que la consideran una solterona, es capaz de enamorar a un hombre y encima a un hombre guapo, Cary Grant, que también está brillante en su interpretación.
La película contiene, a pesar de lo que se dice, momentos de gran brillantez. El comienzo es un portento, después de una pantalla totalmente en negro, la escena se ilumina, pues acaban de salir del interior de un túnel y en esa sola escena, el director nos hace un retrato de cada uno de los dos protagonistas que nos deja claro quiénes y cómo son.
Ella vestida de manera sobria, con gafas de pasta y leyendo un libro de psicología infantil. Él con su traje, bien peinado, intentando colar al revisor un billete de tercera, cuando van en un vagón de primera clase y pidiéndole dinero, descaradamente, a una mujer a la que encima acaba de conocer, para pagar el exceso del importe.
La película se desarrolla de manera parecida a Rebecca y a Alarma en el expreso, pues todo comienza con una historia romántica y almibarada, para que a medida que avanza el metraje, el director, hábilmente, nos haya ido introduciendo en lo que es en realidad, un trhiller psicológico.
Lo cierto es que muchas veces el argumento es demasiado artificial y resulta poco creíble, como si tuviera que forzarlo para llegar a las situaciones que quiere plantear.
Y siguiendo con las aportaciones singulares de Hitchcock, hablar de la escena del vaso de leche, magnífica, con un dominio del espacio envidiable, en este caso de la escalera por la que asciende Cary Grant, con el vaso de leche. Hitchcock había metido dentro del vaso una luz alimentada por una pila, pues él quería que el espectador se fijara, preferentemente, en el vaso durante esa escena.
Otra escena que me encantó, es en la que el poli se queda mirando un cuadro abstracto intentando desentrañar su significado. Ya he hablado aquí alguna vez de esa especie de desprecio de Hitch por los policías. La burla y el menosprecio es de lo más sutil.
En cuanto al final, la productora le obligó a cambiarlo, pues el que tenía pensado se ajustaba más a la novela en la que está basado el film.
En las ya mencionadas conversaciones con Truffaut (a las que volveremos más de una vez), Hitchcock cuenta cuál era el final que tenía previsto:
"Cuando al final de la película Cary Grant lleva el vaso de leche envenenado, Joan Fontaine estaría escribiendo una carta a su madre: 'Querida mamá, estoy desesperadamente enamorada de él, pero no quiero vivir. Me va a matar y prefiero morir. Pero creo que la sociedad debería protegerse de él'. Entonces Cary Grant le da el vaso de leche y ella dice: 'Querido, ¿quieres enviar esta carta a mamá por favor?'. Él dice: 'Sí'. Ella se bebe el vaso de leche y muere. Fundido, encadenado, una breve escena: Cary Grant llega silbando, abre un buzón y echa la carta al interior"
Casi todo el mundo opina que el final por el que se optó, estropea bastante la peli, sin embargo, mi opinión particular es que el final que tiene podría haber sido una buena opción, pues deja en el aire la sospecha y el espectador queda con una especie de desasosiego. Sin embargo estoy de acuerdo en que es peor, pero por la forma en la que fue rodado, como si el maestro estuviera cabreado y decidiera dar por concluída la peli de cualquier manera y tal como lo planteó, resulta del todo increíble y te deja con la sensación de: "¿Y todo para esto?" Tal vez si lo hubiera planificado un poco más y le hubiera dado un toquecito por aquí y otro por allá, hubiera quedado menos decepcionante.
Hitchcock aclaraba que los productores le dijeron que el público nunca aceptaria ver a Cary Grant como un asesino sin escrúpulos, en fin, cosas de los yankis y del momento.
En el cameo que hace el director en esta peli, se le ve echando una carta en un buzón. Supongo que sería su manera de mostrar el desacuerdo con la imposición a que se vio sometido.
La película ofrece un montón de situaciones dignas de ser estudiadas, da para mucho la personalidad de los dos protagonistas y yo creo que el film es más de lo que algunos opinan y menos de lo que pudo haber sido.
viernes, 30 de julio de 2010
jueves, 29 de julio de 2010
NATURALEZA MODIFICADA
Nuestra mano, la del hombre, destroza bastante casi todo lo que toca, sobre todo si de la madre natura hablamos.
A veces, como por equivocación, le sale algo con lo que no contaba mucho, y que "estropea" el destrozo, dejándolo todo menos destrozado, cuando no mejorado.
Supongo que cuando proyectaron el embalse de Valparaiso, lo que menos les importaba era si el dios sol iba a tener un nuevo espejo en el que mirarse, pero mira tú por dónde, ahí quedó eso.
Supongo también (en realidad lo sé) que, en algún lugar no muy lejano, un tremendo muro de hormigón retiene el agua y la estética resultante es menos brillante que aquí.
Supongo que en el watio de energía que he necesitado para escribir esto, puede que provenga de allí, en cuyo caso soy el menos indicado para poner peros al asunto.
De entre todo, lo bueno, lo malo y lo mediano, hoy me quedo con la imagen del sol reflejada en este mar interior, con las ramas del "carballo" en primer plano, aunque ese asomo de presencia humana en forma de cinta rojiblanca, que no he querido recortar, nos recuerde que el equilibrio es tan precario, que todo lo que hagamos por mantener esta herencia que les debemos a nuestros sucesores, siempre será bienvenido.
A veces, como por equivocación, le sale algo con lo que no contaba mucho, y que "estropea" el destrozo, dejándolo todo menos destrozado, cuando no mejorado.
Supongo que cuando proyectaron el embalse de Valparaiso, lo que menos les importaba era si el dios sol iba a tener un nuevo espejo en el que mirarse, pero mira tú por dónde, ahí quedó eso.
Supongo también (en realidad lo sé) que, en algún lugar no muy lejano, un tremendo muro de hormigón retiene el agua y la estética resultante es menos brillante que aquí.
Supongo que en el watio de energía que he necesitado para escribir esto, puede que provenga de allí, en cuyo caso soy el menos indicado para poner peros al asunto.
De entre todo, lo bueno, lo malo y lo mediano, hoy me quedo con la imagen del sol reflejada en este mar interior, con las ramas del "carballo" en primer plano, aunque ese asomo de presencia humana en forma de cinta rojiblanca, que no he querido recortar, nos recuerde que el equilibrio es tan precario, que todo lo que hagamos por mantener esta herencia que les debemos a nuestros sucesores, siempre será bienvenido.
lunes, 26 de julio de 2010
MATRIMONIO ORIGINAL
La primera peli que Hitchcock rodó para la RKO, única comedia romántica de esta etapa americana, pues aunque luego filmaría Pero... ¿quién mató a Harry?, esta es otra comedia que nada tiene que ver con la que ahora comentamos, ni en temática, ni en resultados.
A mí me ha parecido bastante floja, como de esas películas hechas con desgana. Con estos directores que se pueden permitir despreciar aquello con lo que no se sienten cómodos o, simplemente, no les gusta, nunca se sabe, puede que la hiciera por encargo o por compromiso con la productora, no lo sé, pero aunque tiene cierta agilidad, en algunos momentos, sobre todo al final, decae bastante.
Tiene algunos gags y ciertos chistes que son muy buenos, pero la cosa es puntual, como si no supiera o no quisiera sacarle todo el partido que podría.
Se dice que la peli la dirigió porque Carole Lombard, entonces ya casada con Clark Gable, así lo pidió.
Lo cierto es que tanto ella, como Robert Montgomery, estaban en lo mejor de su carrera y hacen unas interpretaciones muy buenas, sobre todo ella, que está guapísima (lo de él debería decirlo alguna, yo no sé apreciarlo) y a la que Hitchcock, en algunos pasajes, casi mima con la cámara.
Como quiera que la peli en sí, no da para mucho, voy a detenerme en algunas cosas de esas que quedan entre líneas, como el tratamiento que hace el director del papel de la mujer, muy atrevido para la época (1941), esta Sra. Smith, caprichosa, que lleva como un corderito tras de si a su marido, aunque a lo largo de la peli, se hace un poco cansino tanta vuelta de tuerca.
El retrato que hace del matrimonio, tampoco es nada desdeñable, para Hitchcock es, básicamente, una fuente de problemas y disputas, eso sí, el amor todo lo puede y a través de él hay que arreglar tanto desaguisado.
Y por fin los fetichismos hitchcodianos, la fascinación que no oculta por la rubia Carole Lombard y la escena maravillosamente fetichista de los pies descalzos de ella, con tobillo adornado de pulserita, metiéndose en las perneras del pijama de Robert Montgomery y estableciendo un diálogo, mientras toman el desayuno, en el que las palabras son el acompañamiento, pero todo lo acapara la imagen, un plano fijo bajo la mesa, sugerente a más no poder.
De todos modos, el mismo Hitchcock, dijo de la peli, que había sido una pérdida de tiempo.
domingo, 25 de julio de 2010
GUARDIANES DE LA LUZ
Manu y Manso, Manso y Manu. No sé cómo les saldrá esta aventura en la que se han metido, publicar un libro partiendo de la nada, es una proeza tal y como está montado el tinglado.
Pero la ilusión que han puesto en todo esto, las ganas, valen más que todo.
Por lo demás desde este humilde rinconcito, les deseamos toda la suerte del mundo y dejamos el enlace del reportaje que hoy publica La Opinión de Zamora.
Lo dicho, mucha suerte, mucho ánimo y gracias por el ejemplo que nos dais a todos. Los sueños, también se pueden perseguir.
Pero la ilusión que han puesto en todo esto, las ganas, valen más que todo.
Por lo demás desde este humilde rinconcito, les deseamos toda la suerte del mundo y dejamos el enlace del reportaje que hoy publica La Opinión de Zamora.
Lo dicho, mucha suerte, mucho ánimo y gracias por el ejemplo que nos dais a todos. Los sueños, también se pueden perseguir.
sábado, 24 de julio de 2010
ENVIADO ESPECIAL
Segunda película de la etapa americana de Hitchcock, rodada en 1940. Menciono la fecha porque hay que situarse en el momento y el mensaje de la peli está bien claro: Estados Unidos tiene que librar a Europa de la invasión nazi.
Por si no quedara claro, a lo largo de la peli, se nos habla de los reporteros-soldado, de que la luz parece haberse extinguido en toda la tierra, excepto en Norteamérica... En fin, que la cosa está clara.
Lo que tiene hacer pelis como Rebeca, o las que vendrán, Los pájaros, Vértigo, Con la muerte en los talones..., es que al ver estas otras, se nos queda un poco cara de tonto. Pero no se puede pedir que alguien saque 10 en todos los exámenes, y menos cuando estos son tan numerosos como lo es la filmografía de Hitch.
Es claramente una obra menor, con algunas escenas que dan un poco de risa (por decirlo suavemente) y no porque la peli sea vieja y estén rodadas al uso y con los medios de la época, sino porque dejan que desear.
A pesar de ello, Hitchcock nos deja secuencias dignas de recordar. La huida del criminal entre los paraguas, es maravillosa, plásticamente muy original e innovadora. Y otra que también es digna de un maestro, es el accidente aéreo, magnífica la toma desde la cabina del piloto, en la que prácticamente nos metemos de bruces, junto con los pasajeros, en el océano.
Hitchcock no desaprovecha la ocasión para dejar detalles de su paradigmático sentido del humor, sobre todo metiéndose con sus compatriotas, con un par de personajes que le dan pie a alguna de sus sutiles (y no tan sutiles) ironías.
Por lo demás, una peli que no es, ni con mucho, de lo mejor de Hitchcock, a la que posiblemente le sobre media hora de metraje, sin la cual, el interés por la trama y su desenlace hubiera ganado bastante, creo yo, porque llega a hacerse un poco pesadita en algún momento.
Para pasar el rato, no está mal.
viernes, 23 de julio de 2010
TUPINAMBÁ
Al hablar de Tupinambá, podemos referirnos tanto a un grupo, así llamado, como a una especie de confederación de tribus, de la que formaban parte los tamoios, los temiminós, los tupiniquins, los potiguara, los tabajaras, los caetés, los amoipiras, los tupinás, los aricobés y los propios tupinambá que en la transición del siglo XV al XVI, durante la colonización de Brasil, ocupaban la zona costera del Atlántico.
Los jesuítas, que anduvieron por aquellos andurriales, llegaron a organizar una especie de gramática de su lengua, ya que el idioma de este grupo, llegó a ser una especie de "lengua franca" utilizada durante la colonización, hasta que desde Portugal, se impuso el portugués como lengua obligatoria.
A pesar de que su uso está practicamente desaparecido, lo cierto es que, bien a través del portugués, o bien directamente, nuestro idioma contiene algunos vocablos que nos vienen de la lengua tupinambá, como por ejemplo tapioca, jaguar, mandioca, tucán, tapir...
Los jesuítas, que anduvieron por aquellos andurriales, llegaron a organizar una especie de gramática de su lengua, ya que el idioma de este grupo, llegó a ser una especie de "lengua franca" utilizada durante la colonización, hasta que desde Portugal, se impuso el portugués como lengua obligatoria.
A pesar de que su uso está practicamente desaparecido, lo cierto es que, bien a través del portugués, o bien directamente, nuestro idioma contiene algunos vocablos que nos vienen de la lengua tupinambá, como por ejemplo tapioca, jaguar, mandioca, tucán, tapir...
jueves, 22 de julio de 2010
REBECA
"Last night I dreamt I went to Manderley again..." ("Anoche soñé que volvía a Manderley...")
Para los amantes del cine de Hitchcock, repetir esta frase es como recitar un texto sagrado para un creyente.
Con la voz en off de Joan Fontaine, así comienza el debut de Hitchcock en la Meca del cine, con la única película oscarizada del director británico (mejor película y mejor fotografía) y nada menos que once nominaciones, aunque lo de los Oscars y Hitchcock hay que relativizarlo.
Adaptación de la novela del mismo título de Daphne du Maurier, antes de nada, quiero señalar, para quien no haya leído el texto original, que hay cambios que yo considero sustanciales, pues a los cambios normales en cualquier adaptación al cine de una obra literaria, Hitchcock añade un par de cambios tan trascendentes que le dan a la peli una carga de corrección moral que no tiene la novela, supongo que la bienpensante oligarquía hollywoodiense quedó más a gusto con el mensaje que transmite la peli que con el que tenía la obra de la autora inglesa.
Para los amantes del cine de Hitchcock, repetir esta frase es como recitar un texto sagrado para un creyente.
Con la voz en off de Joan Fontaine, así comienza el debut de Hitchcock en la Meca del cine, con la única película oscarizada del director británico (mejor película y mejor fotografía) y nada menos que once nominaciones, aunque lo de los Oscars y Hitchcock hay que relativizarlo.
Adaptación de la novela del mismo título de Daphne du Maurier, antes de nada, quiero señalar, para quien no haya leído el texto original, que hay cambios que yo considero sustanciales, pues a los cambios normales en cualquier adaptación al cine de una obra literaria, Hitchcock añade un par de cambios tan trascendentes que le dan a la peli una carga de corrección moral que no tiene la novela, supongo que la bienpensante oligarquía hollywoodiense quedó más a gusto con el mensaje que transmite la peli que con el que tenía la obra de la autora inglesa.
Para mucha gente, esta es la mejor película de Sir Alfred, en cualquier caso lo que sí está claro es que es una gran película y que algunos de sus personajes (no todos de carne y hueso), se han convertido en figuras míticas de la cinematografía.
No sé lo que supondría para un tipo que manejaba tan bien el "fuera de plano", realizar esta obra en la que el personaje principal, no aparece en toda la película, ni si siquiera en fotografía, es como la sublimación de esa figura cinematográfica.
El trabajo de los actores es, en general, notable, a pesar de que al principio, el papel de Joan Fontaine, parece un tanto bobalicón, pero está calculado, en un determinado momento toma un giro en el que va a más.
Sin embargo, mis preferidos son, por un lado George Sanders, en su papel de pariente buscavidas y vividor y, por otro, como no podía ser menos, Judith Anderson, el ama de llaves, un papel en el que se vio encasillada de por vida tras este film. Su rol trasciende a lo que es nominalmente y se convierte en una suerte de sacerdotisa de la memoria de su dueña. Eso por no mencionar los subliminales (y a veces, casi expresos) mensajes de los que se puede hacer una lectura de lesbianismo. Hay una escena en la que muestra a Joan Fontaine la ropa interior de la difunta Rebeca que es todo un paradigma de fetichismo.
De los aspectos técnicos, prefiero no meterme en terrenos de los que soy un absoluto desconocedor, sin embargo, desde mi punto de vista de mero espectador, debo señalar que me han impresionado algunas imágenes en las que el tratamiento del claroscuro, las nubes, el tenebrismo de la iluminación, subrayan ciertos pasajes dramáticos del film. Lo mismo sucede con la música, que apoya muy acertadamente algunas de las escenas. Y qué decir de los decorados, Manderley se convierte en un personaje más de la peli, por eso señalaba al principio que no todos los personajes son de carne y hueso. La mansión tiene su propio papel en esta película, con sus espléndidos salones; los cortinajes; los muebles; la fantástica vista exterior de la casa; los empleados (casi es como si formaran parte del decorado de la casa, incluso el mismo perrito); el ala este, que no debe ser profanada; la habitación de Rebeca, donde aún está presente...
Decir que hay cosas de esta película que no te gustan, puede sonar poco menos que blasfemo para los incondicionales de Hitchcock, que lo ven todo perfecto. A mí hay cosas que no me gustaron. La película comienza como un cuento de hadas, chica guapa y de modesta posición, conoce a hombre maduro pero atractivo y con una cartera llena de billetes, nada menos que en Montecarlo. Boda, idílica luna de miel y llegada a Manderley, impresionante "casita" con una legión de criados. Y ahí cambia todo, pero la historia es un tanto artificial. ¿Por qué nadie le habla a la nueva dueña del verdadero carácter de la anterior? ¿A qué esa santificación de las relaciones sociales en el peor sentido de la palabra, con un retrato repulsivo de la alta sociedad británica? Bueno quizá esto fuera una forma de criticarla. En fin, cosas, algunas, un tanto artificiales, algo que chirría un poco, pero eso puede ser algo subjetivo por mi parte.
En cualquier caso, un clásico del cine de todos los tiempos y que no defrauda. Apuesta segura.
miércoles, 21 de julio de 2010
EL ESPEJO DEL ROSTRO
Un día, un perro buscando refugio logró meterse por un agujero en una casa abandonada.
El perrito subió receloso las viejas escaleras de madera y al llegar arriba se topó con una puerta entreabierta; lentamente se metió en el cuarto.
Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto había mil perritos más observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos.
El perro comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco.
Los mil perritos hicieron lo mismo.
Posteriormente sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos.
El perrito se quedó sorprendido al ver que los mil perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él
Cuando salió del cuarto, se quedó pensando para sí mismo: "¡Qué lugar tan agradable! ¡Voy a venir más a menudo!"
Tiempo después, otro perro callejero entró al mismo sitio y se encontró entrando al mismo cuarto.
Pero a diferencia del primero, este perro al ver a los otros mil perritos del cuarto se sintió amenazado, ya que lo estaban mirando de una manera agresiva.
Posteriormente empezó a gruñir y vio cómo los mil perritos le gruñían a él.
Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros mil perritos le ladraron también.
Cuando el perro salió del cuarto pensó: "¡Qué lugar tan horrible es éste! ¡Nunca más volveré a entrar aquí!"
Sobre el dintel de entrada a la casa, un viejo letrero decía: "La casa de los 1000 espejos".
El perrito subió receloso las viejas escaleras de madera y al llegar arriba se topó con una puerta entreabierta; lentamente se metió en el cuarto.
Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto había mil perritos más observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos.
El perro comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco.
Los mil perritos hicieron lo mismo.
Posteriormente sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos.
El perrito se quedó sorprendido al ver que los mil perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él
Cuando salió del cuarto, se quedó pensando para sí mismo: "¡Qué lugar tan agradable! ¡Voy a venir más a menudo!"
Tiempo después, otro perro callejero entró al mismo sitio y se encontró entrando al mismo cuarto.
Pero a diferencia del primero, este perro al ver a los otros mil perritos del cuarto se sintió amenazado, ya que lo estaban mirando de una manera agresiva.
Posteriormente empezó a gruñir y vio cómo los mil perritos le gruñían a él.
Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros mil perritos le ladraron también.
Cuando el perro salió del cuarto pensó: "¡Qué lugar tan horrible es éste! ¡Nunca más volveré a entrar aquí!"
Sobre el dintel de entrada a la casa, un viejo letrero decía: "La casa de los 1000 espejos".
Y ahora, yo debería escribir la moraleja, pero el avisado lector, sabe de sobra cual es y si no lo sabe, da lo mismo lo que yo escribiera.
martes, 20 de julio de 2010
LA POSADA DE JAMAICA
"Te rogamos Señor que no haya naufragios, pero si ha de haberlos, que sea en las costas de Cornwall, para beneficio de sus pobres habitantes"
Algo así aparece al principio de la peli, primer rasgo de ese sutil humor inglés que ironiza incluso con las tragedias.
Esta es la última película de la etapa inglesa de Hitchcock y de ella llegó casi a renegar su autor. Supongo que tendría sus razones, seguramente el rodaje apresurado, es posible que por compromiso con el estudio; tal vez por los quebraderos de cabeza que le dio el protagonista, a la vez metido en la producción del film...
El caso es que, para mí, esta película está marcada por sus dos actores principales: Charles Laughton y Maureen O'Hara, "casi ná".
La guapa Maureen, debutaba en un papel protagonista y, bueno, cumple, está bastante bien.
En cuanto a Sir Charles, qué decir, desde que aparece en escena, él es la película, puede con todo lo que le rodea, como suele ser "normal" en él, sublime actuación.
La película es una "rara avis" en la filmografía de Hitchcock, que prefería que sus personajes se movieran en el tiempo presente, mantenía la teoría de que en las películas de época, las actuaciones resultaban poco naturales, con los actores embutidos en trajes de otros tiempos y rodeados de un ambiente que no era el actual. Sin embargo aquí la cosa, al menos en ese aspecto, no desmerece para nada.
Algo así aparece al principio de la peli, primer rasgo de ese sutil humor inglés que ironiza incluso con las tragedias.
Esta es la última película de la etapa inglesa de Hitchcock y de ella llegó casi a renegar su autor. Supongo que tendría sus razones, seguramente el rodaje apresurado, es posible que por compromiso con el estudio; tal vez por los quebraderos de cabeza que le dio el protagonista, a la vez metido en la producción del film...
El caso es que, para mí, esta película está marcada por sus dos actores principales: Charles Laughton y Maureen O'Hara, "casi ná".
La guapa Maureen, debutaba en un papel protagonista y, bueno, cumple, está bastante bien.
En cuanto a Sir Charles, qué decir, desde que aparece en escena, él es la película, puede con todo lo que le rodea, como suele ser "normal" en él, sublime actuación.
La película es una "rara avis" en la filmografía de Hitchcock, que prefería que sus personajes se movieran en el tiempo presente, mantenía la teoría de que en las películas de época, las actuaciones resultaban poco naturales, con los actores embutidos en trajes de otros tiempos y rodeados de un ambiente que no era el actual. Sin embargo aquí la cosa, al menos en ese aspecto, no desmerece para nada.
El guión está basado en la novela homónima de su admirada Daphne Du Mourier, en la que el protagonista es un vicario, en lugar del juez de paz como ocurre en la película. Quizá eso que se comenta de que Laughton no paraba de dar órdenes y que Hitchcock se vio obligado a repetir escenas, mantener planos y otras mandangas hasta que el actor quedaba más o menos conforme, sea lo que hace de esta película, tal vez, la menos reconocible del director británico, me refiero a que hay pelis que cuando las estás viendo, aunque no lo sepas (que ya es difícil), sospechas que pueden ser de Hitch, pero en esta eso queda bastante diluído.
El film resulta una mezcla de peli de misterio y de aventuras, que se deja ver bastante bien, con algunas escenas en las que se nota la manera peculiar de planificación de su director y unos más que atractivos claroscuros en los que se mueve toda la acción, que le dan un tono siniestro, que me imagino era el deseado por el director. Pero a mí, sobre todo, lo que me cautivó es la interpretación de Laughton.
lunes, 19 de julio de 2010
RINCONES DE ZAMORA (LA CATEDRAL)
La Catedral de Zamora, que recibe el nombre de "San Salvador", puede ser que por que allí se encontraba un antiguo templo dedicado a "El Salvador", y que, al parecer fue arrasado por Almanzor, es un templo románico que por la brevedad con la que fue construído (entre 1151 y 1174), tenía una unidad en su estructura realmente notable.
En su origen estaba proyectada la construcción de dos torres iguales en el pie de la cruz que forma su planta (lado este), probablemente flanqueando una puerta de entrada, pero al final sólo se construyó la que ha llegado hasta nuestros días, igualmente tuvo tres absides en su cabecera, que han desaparecido, observándose sólamente uno muy modificado.
Total que, entre tanta modificación, de la parte exterior sólo nos quedan la ya mencionada torre y la fachada sur, con la puerta llamada del obispo. Un detalle es que esta catedral es la más pequeña de las castellanoleonesas, quizá también de toda España, ese detalle ya se escapa a mis pobres conocimientos.
Volviendo a la Puerta del Obispo, si miramos de frente a ella, a la derecha de la portada vemos una cabecita en piedra como si estuviera aprisionada en una ventana. Hay varias leyendas sobre la misma, desde que representa a un caudillo infiel que cercó la ciudad y que fue lapidado, hasta la más extendida, que cuenta que un ladrón entró a robar en la Catedral y al ir a salir con los objetos sustraídos, el castigo divino cayó sobre él y su cabeza quedó convertida en piedra asomando por la ventana por la que iba a acceder al exterior, para escarmiento de otros posibles cacos.
Podría extenderme sobre la belleza de nuestro principal templo y de los amenos jardines que lo rodean, así como su entorno monumental y el silecio del que, a ciertas horas, puede disfrutar el visitante, pero vienen muy bien explicados en la web de_la_catedral, donde quien quiera "fisgar" un poquillo, tiene un montón de datos.
Hacer mención únicamente del impresionante cimborrio, sin duda el elemento más emblemático de la construcción, que si por fuera es muy bello, la vista desde el interior no lo es menos.
En su origen estaba proyectada la construcción de dos torres iguales en el pie de la cruz que forma su planta (lado este), probablemente flanqueando una puerta de entrada, pero al final sólo se construyó la que ha llegado hasta nuestros días, igualmente tuvo tres absides en su cabecera, que han desaparecido, observándose sólamente uno muy modificado.
Total que, entre tanta modificación, de la parte exterior sólo nos quedan la ya mencionada torre y la fachada sur, con la puerta llamada del obispo. Un detalle es que esta catedral es la más pequeña de las castellanoleonesas, quizá también de toda España, ese detalle ya se escapa a mis pobres conocimientos.
Volviendo a la Puerta del Obispo, si miramos de frente a ella, a la derecha de la portada vemos una cabecita en piedra como si estuviera aprisionada en una ventana. Hay varias leyendas sobre la misma, desde que representa a un caudillo infiel que cercó la ciudad y que fue lapidado, hasta la más extendida, que cuenta que un ladrón entró a robar en la Catedral y al ir a salir con los objetos sustraídos, el castigo divino cayó sobre él y su cabeza quedó convertida en piedra asomando por la ventana por la que iba a acceder al exterior, para escarmiento de otros posibles cacos.
Podría extenderme sobre la belleza de nuestro principal templo y de los amenos jardines que lo rodean, así como su entorno monumental y el silecio del que, a ciertas horas, puede disfrutar el visitante, pero vienen muy bien explicados en la web de_la_catedral, donde quien quiera "fisgar" un poquillo, tiene un montón de datos.
Hacer mención únicamente del impresionante cimborrio, sin duda el elemento más emblemático de la construcción, que si por fuera es muy bello, la vista desde el interior no lo es menos.
viernes, 16 de julio de 2010
ALARMA EN EL EXPRESO
Toda una mezcla de géneros la que nos ofrece aquí el llamado mago del suspense. Y efectivamente, suspense encontraremos en la peli, de hecho ahí es donde se la clasifica, pero como pasa con otros grandes directores, el cine de Hichtcock, al menos en algunas de sus películas, es más que eso por lo que ha pasado a la posteridad.
Con sus buenas dosis de drama y de comedia, la peli resulta entretenida y prácticamente durante todo el metraje logra retener la atención de espectador, sobre todo en la segunda mitad, a base de frenéticas idas y venidas tren arriba, tren abajo, algo (los vagones del tren), que tanto juego dan y que Hitchcock sabe exprimir a las mil maravillas.
El principio de la película se desarrolla en la estación de la capital de un país imaginario (Brandika, creo que lo llama) y allí nos va presentando a todos los personajes de la trama, tomándose todo el tiempo del mundo para ello. Esta parte se desarrolla en un tono de pura comedia.
Con sus buenas dosis de drama y de comedia, la peli resulta entretenida y prácticamente durante todo el metraje logra retener la atención de espectador, sobre todo en la segunda mitad, a base de frenéticas idas y venidas tren arriba, tren abajo, algo (los vagones del tren), que tanto juego dan y que Hitchcock sabe exprimir a las mil maravillas.
El principio de la película se desarrolla en la estación de la capital de un país imaginario (Brandika, creo que lo llama) y allí nos va presentando a todos los personajes de la trama, tomándose todo el tiempo del mundo para ello. Esta parte se desarrolla en un tono de pura comedia.
A continuación, ya a bordo del tren, va planteado la verdadera cuestión del film, empezando a dejar pistas (más de las que ya ha ido dejando en la introducción) y sembrando en el espectador una especie de desasosiego por la concatenación de circunstancias desfavorables que encuentra la protagonista para hacer que crean la historia que cuenta.
A partir de la aparición de las primeras pruebas (genial el envoltorio del té que queda pegado a la ventanilla cuando tiran la basura) que hacen que su partenaire la crea, se desarrolla todo el sorprendente desenlace.
El humor está presente a lo largo de todo el film y a mí me hicieron gracia especialmente los dos caballeros (Charters y Caldicott), auténticas caricaturas del estereotipo inglés, más preocupados por la final de cricket que por cualquier otra cosa. De hecho en una de las escenas, piden información sobre lo que pasa en Inglaterra y cuando les van a informar de si la guerra empieza o no (estamos en 1938, con Europa al borde del abismo), ellos dicen que lo que quieren es tener información sobre el cricket.
Algunos críticos han querido ver, también, veladas críticas al nazismo. Pueden ser interpretadas así todas las situaciones que tienen que ver con el secuestro de la espía y con el intento de secuestro del tren, pero puede ser pura casualidad.
Tengo que decir que no me gustó como se deshacen a tiros del maquinista y fogonero del tren, cuando el protagonista y uno de los pasajeros están a su lado en la locomotora y no reciben un rasguño, pero bueno, seguro que Hitch pasaba de darle credibilidad a esta escena. El genio es él, no yo.
Interesante película, muy buenas las situaciones que rodean la acción principal (los ingleses, ya mencionados; el mago italiano; los enredos en la pernocta del hotel al principio de la peli, etc.).
Quien no la haya visto y se decida, no se aburrirá.
jueves, 15 de julio de 2010
EL HEREJE
Leer a Delibes es ir sobre seguro y después de saborear la que fue su última novela, no me cabe la menor duda de ello.
El Hereje es una novela histórica, pero también es mucho más, según el propio autor es un homenaje a su ciudad y al leerla, uno sabe que está en el Valladolid del siglo XVI, pero es como si camináramos por la ciudad actual. Al discurrir por la Corredera de San Pablo, por la calle Santiago, por Mantilla, uno ve lo que ahora se puede ver y a mí hasta se me representaba una placa que he visto en alguno de mis paseos, en la que se nos recuerda que por allí discurre parte de la novela.
El libro trata sobre una época oscura de la historia de España, la Reforma Luterana se extiende por el continente y en Valladolid, de la mano de un clérigo que fue predicador de Carlos V, se ha creado uno de los focos más importantes de seguidores de Lutero. Eso se nos cuenta en la novela, cómo se rompe todo ello cuando interviene el Santo Oficio y cómo es extirpado sin conmiseración alguna lo que se consideraba un mal intolerable.
Delibes, por supuesto, hace un canto a la libertad, sobre todo de pensamiento, a la tolerancia, una crítica del oscurantismo que relegó a España a lugares que estaban a la cola de la modernidad.
Pero hay muchas cosas más. El maestro de Valladolid siempre fue un magnífico retratista de personajes, de sentimientos, de caracteres y aquí no lo es menos.
Cipriano Salcedo, el Hereje, es un hombre que tiene que hacerse fuerte ante la adversidad y Delibes nos lo pinta como una persona de apariencia endeble, pero fuerte y musculoso. Alguien que navega por la vida buscando su lugar, lleno de dudas existenciales y que encuentra su refugio en el conventículo luterano. El personaje que está solo en medio de la multitud, incomprendido en cierto modo, ya se nos pintó en "Cinco horas con Mario" y algún crítico ha querido ver en Cipriano un alter ego del propio Delibes, puede ser.
La riqueza de los personajes, de sus características, es toda una obra de arte. El suegro de Cipriano, el "Perulero", un hombre rústico, pero dotado de esa sabiduría que sólo tiene quien ya la trae de nacimiento y que enriquece en la escuela de la vida. El padre del protagonista, D. Bernardo, un tipo egoísta y con afán de protagonismo, aún a costa de hacerse pasar por persona dolorida para llamar la atención y mover a la compasión de quienes le rodean y con una vena sádica nada desdeñable. Minervina, el ama de cría, que pone en Cipriano todo el cariño que tenía para el hijo que perdió y que le servirá de Cirineo en su último viaje. Teo, la esposa, "La reina del Páramo" fuerte y grandota, en la que Cipriano busca refugio, pero cuya muerte le hará sentir culpable de no haber sabido estar a la altura moral que se requería.
Y todos los otros personajes, sus compañeros del orfanato; los hermanos de la "Secta"; los empleados del negocio... Todos tienen algo, a todos ellos dedica atención el escritor, todos y cada uno tienen su pedacito de protagonismo.
Y el paisaje, no sólo el de la ciudad, el de los alrededores, Cigales, Ciguñuela, Pedrosa, Portillo, Tordesillas, Toro... Ahí nos aparece el hombre de campo, el cazador, el amante de la naturaleza, seguro que paseó esos campos mil y una veces con su escopeta al hombro.
Y el lenguaje, la maestría de un sabio de las palabras, la precisión en las descripciones, sin un adjetivo de más y con una riqueza de vocabulario que me hizo arrepentir de no haber tenido la prevención de tener papel y lápiz a mi alcance cuando leía la novela para desgranar ahora, como una letanía sagrada algunas de las palabras que nos regala, muchas de ellas en desuso, otras utilizadas para faenas u oficios desaparecidos y otras, lisa y llanamente olvidadas.
En tiempos como los que corren, en los que apenas sabemos hablar, en los que algunos profesionales de los medios de comunicación dan lástima cuando les oímos o leemos, ver esa riqueza es una bendición. Cofa, celaje, duneta, reterso, endechadera, metalón, agraz, landre, recodarse, rolla, mogote, empeinoso, ejarbe, zamarro, saín, burato, hocino... cientos de ellas, algunas como estas que ni suenan a mucha gente, otras que a algunos se nos habían olvidado y otras más que, aunque al verlas las reconocemos, no se utilizan en el día a día de la escritura, cuando aún tienen su lugar, pero, repito, la pobreza de vocabulario se enseñorea de nuestro entorno, Delibes nos las regala sin ningún afán de pedantería, como si le saliera de forma natural.
Una novela que te deja un sabor agridulce en cuanto a su mensaje, en ningún caso con afán moralista, pero con moraleja, porque la placidez con que transcurren sus primeros capítulos, desemboca en un final que es el que cabía esperar, pero que le deja a uno un tanto desamparado.
El Hereje se publicó por primera vez en 1998 y obtuvo el Premio Nacional de Narrativa.
miércoles, 14 de julio de 2010
INOCENCIA Y JUVENTUD
Una de las impresiones que más grabada me ha quedado después de ver esta peli, es el desprecio absoluto que parecer mostrar Hitchcock por algunos detalles del guión, es como si le diera lo mismo, en ciertos pasajes del film, que este resulte poco creíble, a cambio de continuar con la intriga y con el desarrollo de la historia en sí. Realmente hay escenas que resultan un tanto deslabazadas, situaciones que se resuleven de manera nada creíble. En fin, supongo que será eso, que le daba lo mismo.
Esta es una de sus últimas películas en su tierra natal, y se nota ya que ha ido encontrando el lugar cinematográfico que más le apetece, en el que mejor se desenvuelve.
Esta es una de sus últimas películas en su tierra natal, y se nota ya que ha ido encontrando el lugar cinematográfico que más le apetece, en el que mejor se desenvuelve.
Nos hallamos ante una de sus típicas películas de intriga, con un guión algo "rollo", pero en el que encontramos casi todos esos "trucos" que se repetirán en filmes posteriores: Información dada al espectador antes de que la conozcan los protagonistas; creación de ambientes de misterio; falso culpable; notables dosis de humor...
Hay alguna cosa de esta peli que me apetece comentar. Es proverbial el desprecio de Hitchcock por la policía, en algún lugar he leído que su padre le llevó de pequeño a una comisaría y puede que todo provenga de un trauma de la infancia. Bien, en esta película, hay una escena donde los polis paran un camión para montar en él y seguir persiguiendo al sospechoso. Cuando preguntan dónde pueden montarse, el conductor les contesta: "Ahí atrás, con los cerdos". Cuando ellos tienen dificultades para encontrar acomodo, le dicen que no caben y el tipo replica: "Es que sólo está preparado para llevar diez cerdos". ¿Sé puede ser más explícito?
Otra cosa es ese gusto de Hitch por mostrar mujeres independientes, la protagonista conduce con desenvoltura una especie de deportivo por la campiña inglesa, algo que no debía ser muy usual en aquel 1938, de paso el director aprovecha para mostrarnos algunos paisajes de su tierra, ofreciéndonos estampas bastantes bellas.
En esta película está el cameo más largo del director, haciendo de fotógrafo torpón a la salida del juzgado.
Para finalizar, no quiero dejar sin mencionar el magnífico travelling aéreo que nos ofrece casi al final de la peli, en el que partiendo del techo de la sala de fiestas, se va acercando a la orquesta (un remedo de jazz-ban, en el que la cara de los músicos ha sido pintada de negro y el contorno de los labios blancos), pasando por encima de ella y centrándose en la cara del batería.
No me ha entretenido demasiado, pero tiene detalles técnicos y algunas dosis de humor, que son de lo mejorcito. Final resuelto de manera apresurada (como es típico en algunas de sus películas) y muchas fases de la persecución poco creíbles.
domingo, 11 de julio de 2010
UNA LÁGRIMA
Hay veces que una obra de arte te llega al alma por un detalle, por una pequeña pincelada que cuantitativamente es bien poco en el conjunto, pero que supone ese algo que la distingue del resto de sus homónimas.
En el Museo del Prado, entre tanto esplendor de los mejores pintores de la historia, hay un cuadro, un cuadro de tantos, que bien poco es en una colección tenida por ser de las mejores y más numerosas del mundo y en ese cuadro hay un detalle que siempre me llevó a meditaciones de todo tipo sobre aquello que puede sentir un pintor, un gran pintor al detenerse en ciertos detalles que completan sus cuadros.
El pintor del que hablo es Roger van der Weyden, también conocido como Roger de la Pasture o Rogier de le Pasture, el más influyente pintor de la llamada escuela gótico-flamenca. Y el cuadro es El descendimiento de la Cruz, su obra más importante y una de las pocas de las que se sabe a ciencia cierta que es autor.
En ese cuadro se puede ver una lágrima que desciende del ojo de San Juan. Esa lágrima es un gran logro técnico, pero además, su descubrimiento te deja con la boca abierta. Ese es sólo el principio, porque cuando uno contempla el cuadro, cuando uno observa esa lágrima, la mente de quienes sentimos cierto gusto por el arte, aunque sea sin tener mucha idea, empieza a ir más allá del puro logro de la técnica. ¿Qué pensaba ese hombre cuando pintó aquello? ¿Qué sintió al ver la perfección que había logrado?
En fin, os dejo a vosotros que penséis por vosotros mismos viendo esta maravilla.
Por cierto, San Juan es la segunda figura por la izquierda en el cuadro que se reproduce completo aquí debajo.
En el Museo del Prado, entre tanto esplendor de los mejores pintores de la historia, hay un cuadro, un cuadro de tantos, que bien poco es en una colección tenida por ser de las mejores y más numerosas del mundo y en ese cuadro hay un detalle que siempre me llevó a meditaciones de todo tipo sobre aquello que puede sentir un pintor, un gran pintor al detenerse en ciertos detalles que completan sus cuadros.
El pintor del que hablo es Roger van der Weyden, también conocido como Roger de la Pasture o Rogier de le Pasture, el más influyente pintor de la llamada escuela gótico-flamenca. Y el cuadro es El descendimiento de la Cruz, su obra más importante y una de las pocas de las que se sabe a ciencia cierta que es autor.
En ese cuadro se puede ver una lágrima que desciende del ojo de San Juan. Esa lágrima es un gran logro técnico, pero además, su descubrimiento te deja con la boca abierta. Ese es sólo el principio, porque cuando uno contempla el cuadro, cuando uno observa esa lágrima, la mente de quienes sentimos cierto gusto por el arte, aunque sea sin tener mucha idea, empieza a ir más allá del puro logro de la técnica. ¿Qué pensaba ese hombre cuando pintó aquello? ¿Qué sintió al ver la perfección que había logrado?
En fin, os dejo a vosotros que penséis por vosotros mismos viendo esta maravilla.
Por cierto, San Juan es la segunda figura por la izquierda en el cuadro que se reproduce completo aquí debajo.
viernes, 9 de julio de 2010
39 ESCALONES
No queremos decir lo mismo cuando decimos de algo que es antiguo o que es viejo.
Igualmente no podemos mirar con los ojos de hoy el arado de vertedera, la locomotora de vapor o el avión con motores de hélices. Al lado de un buen tractor con su arado, de una locomotora eléctrica o de un avión reactor, está claro que no hay color y no por eso despreciamos aquellos, fueron avances increíbles y sin haber pasado por ellos, difícilmente estaríamos donde hoy estamos.
Los 39 escalones de Hitchcock, es una peli antigua (1935), esto es casi el paso de la prehistoria a la edad antigua del cine, así que para aquellos que se ríen de ese cine, que les parece caduco, que no disfrutan con él, pues eso, que películas de estas han sido el paso obligado para estar donde estamos.
Y ya centrados en Hitchcock, para quienes consideran que siempre trata los mismos asuntos del falso culpable, de los espías, de la mujer guapa, rubia e independiente, mi opinión es que muchas de las películas que ahora vemos sobre temas parecidos, que nos envuelven con su ritmo trepidante, que nos pegan a la butaca esperando a ver el desenlace, vienen de estas otras que, en su momento conseguían eso mismo con el público de la época, sólo que entonces eran totalmente originales, aunque ahora, alguno se mofe de su primitivismo.
Igualmente no podemos mirar con los ojos de hoy el arado de vertedera, la locomotora de vapor o el avión con motores de hélices. Al lado de un buen tractor con su arado, de una locomotora eléctrica o de un avión reactor, está claro que no hay color y no por eso despreciamos aquellos, fueron avances increíbles y sin haber pasado por ellos, difícilmente estaríamos donde hoy estamos.
Los 39 escalones de Hitchcock, es una peli antigua (1935), esto es casi el paso de la prehistoria a la edad antigua del cine, así que para aquellos que se ríen de ese cine, que les parece caduco, que no disfrutan con él, pues eso, que películas de estas han sido el paso obligado para estar donde estamos.
Y ya centrados en Hitchcock, para quienes consideran que siempre trata los mismos asuntos del falso culpable, de los espías, de la mujer guapa, rubia e independiente, mi opinión es que muchas de las películas que ahora vemos sobre temas parecidos, que nos envuelven con su ritmo trepidante, que nos pegan a la butaca esperando a ver el desenlace, vienen de estas otras que, en su momento conseguían eso mismo con el público de la época, sólo que entonces eran totalmente originales, aunque ahora, alguno se mofe de su primitivismo.
En algún lugar he leído que este fue el primer gran éxito de Hitchcock y es que, como antes apuntaba, aquí ya se reconoce plenamente al autor británico, la peli tiene suficientes elementos para que el espectador iniciado, aún desconociendo quién la dirigió, tenga un alto grado de posibilidades de adivinarlo. Muchos de los tics de Hitchcock están presentes aquí, desde las pistas que va dando al principio y que iremos encajando a lo largo de la película, hasta le resolución final, relativamente rápida, como si le entraran las prisas por acabar.
Y en el medio de todo esto un montón de cosas sobre las que se podría estar debatiendo horas y horas. Su peculiar humor, con la estupenda escena del tren en la que el viajante va sancando el muestrario de ropa femenina y cantando las alabanzas de dichos productos.
La parodia del matrimonio, en la que ambos protagonistas están sujetos por esposas.
La mofa de los políticos en la escena del mitín, en la que el protagonista, que no tiene ni idea de qué va aquello, se ve empujado a soltar un discurso a los congregados y sin decirles nada logra arrancar sus aplausos. La demagogia carucaturizada.
En definitiva, una película en la que con un argumento bastante simple, logra mantener la tensión, intercalando buenas dosis de comedia y demostrando ya un avanzado dominio de la técnica, con el empleo de algunos trucos procedentes aún del cine mudo (la cámara rápida en las persecuciones), pero también con cosas que ya serán imperecederas.
Bastante buena la fotografía que nos muestra algunos paisajes de Escocia, tan agradecidos para mostrar planos la mar de evocadores.
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