miércoles, 31 de enero de 2018

UNA PALABRA TUYA

Rosario (Malena Alterio) y Milagros (Esperanza Pedreño) son amigas desde niñas, aunque no se habían vuelto a ver desde el instituto. Cuando ambas se quedan sin empleo, encuentran trabajo como barrenderas. También son jóvenes y no tienen ni novio, ni coche, ni amigos, ni futuro, a pesar de lo cual luchan, se pelean, se divierten, se quejan e incluso ligan. Sueñan con un futuro interesante pero no saben muy bien cómo alcanzarlo. Lo que tienen claro es que quieren escapar del presente.
Sus vidas, son dos vidas corrientes que tras años de tropiezos, ilusión, miedo y realidades, han dado forma al temor de no merecer ser felices. En compañía de Morsa (Antonio de la Torre), un compañero de trabajo que conduce una máquina barredora, las dos amigas recorren dos trayectorias vitales: una hacia la nada más cruel, desde una actitud alegre y vitalista, y la otra hacia un futuro expectante desde una vida redimida; y en medio el perdón.
El humor, el amor, la muerte y un encuentro inesperado darán un vuelco a su vida del modo más sorprendente.
El guión se basa en una novela del mismo título de la escritora gaditana afincada en Madrid Elvira Lindo, que fue galardonada con el premio Biblioteca Breve en 2005.
La película tiene localizaciones en Madrid y en Castilla-La Mancha, en la pequeña pedanía de Huerta Pelayo, en Zahorejas (Guadalajara), cerca del nacimiento del río Tajo y en La Guardia (Toledo). El film, consiguió el premio "Julio Verne", principal galardón del Festival de Cine Español de Nantes (Francia).


Quizá la película no acierta a plasmar todo el potencial que ofrecía la novela de Elvira Lindo, algo que hay que señalar que no es sencillo.
El film transita de la comedia al drama, pero sin cargar las tintas, ni en uno, ni en otro aspecto, tratando en todo momento de presentarnos personajes cercanos, reconocibles y bastante bien interpretados en general, incluídos los secundarios (ahí están María Alfonsa Rosso Chiqui Fernández, dando vida a la madre y la hermana de Rosario).
Es probable que el guión flojeé en algunos momentos, pero al final creo que logra transmitirnos sus mensajes, por un lado la amistad entre las dos mujeres que discuten y piensan de distinta manera, pero se apoyan en los momentos en que otros no entienden qué les ocurre y, por otra parte, ese mensaje de esperanza ("el pasado no podemos cambiarlo, pero quizá el futuro..."), de una Rosario que rompe con su trauma de infancia arrojando sus zapatitos rojos a la papelera y apuesta por un futuro que le pueda ofrecer alguna ilusión aunque sea aferrándose a lo que hay y no a lo que le gustaría que hubiera.




martes, 30 de enero de 2018

LA TIERRA EN LLAMAS

El libro comienza de manera esplendorosa, cuando en la primera escena del mismo, su protagonista, Uhtred de Bebbanburg, relata un acontecimiento ocurrido años después de los hechos en que va a centrarse la novela, cuando se encuentra con unos monjes que están transcribiendo la versión que recoge una crónica de la batalla de Fearnhamme y quema el original, un valioso códice, pues es el único ejemplar, para que no puedan seguir copiándolo, porque en el mismo no se menciona su nombre, a pesar de haber sido el verdadero artífice de aquella trascendental victoria sobre los invasores daneses.
Con Uhtred, Cornwell ha construído un personaje inteligente impulsado por su orgullo, su sentido del honor y muy consciente, en todo momento, de su reputación como un caudillo sin igual. Se debate entre su amor por los daneses (los que los libros de historia llaman vikingos) y su verdadera identidad como el depuesto señor sajón de Bebbanburg, una fortaleza costera en Northumberland que le fue usurpada por su tío cuando era solo un niño. Es un pagano que defiende a los cristianos por un juramento que le hizo al rey Alfred de Wessex, a pesar de que es más feliz con los daneses que lo criaron después de la muerte de su padre.
El personaje del rey Alfred, viejo y enfermo, a pesar de conservar protagonismo, pasa a tener cierto papel secundario en beneficio de su hijo Edward, dándosenos a entender que pasará a tener mayor protagonismo en las siguientes secuelas de la saga.
La esposa de Uhtred, Gisella, ha muerto en el parto de su último hijo, mientras él se encuentra en campaña y el dolor de Uhtred es palpable. En la novela también tiene mucho protagonismo Skade, una especie de femme fatale, aguerrida y cruel, con fama de bruja que, por un tiempo está unida sentimentalmente a Uhtred, aunque acaba siendo una encarnizada y muy peligrosa enemiga.
Se nos narra también como Uhtred busca oro en el norte para conseguir soldados que le ayuden a hacerse con su añorado Bebbanburg y, sobre todo, aquello que Cornwell sabe hacer tan bien, la narración de los preparativos, el desarrollo y la resolución de dos grandes batallas, en este caso la mencionada de Fearnhamme y la de Baemfloet.
Como los anteriores, esta quinta entrega de la saga está plagada de emoción, aventuras y peligros, tan bien narrados, que su lectura se hace amena y muy entretenida.



lunes, 29 de enero de 2018

UN POCO DE CHOCOLATE

Lucas (Héctor Alterio) y María (Julieta Serrano) son hermanos y están viejos. Comparten una casa con sus recuerdos y los fantasmas buenos de las personas a las que han amado. Saben que más tarde o más temprano, uno antes que el otro, comprarán el billete para el último viaje.
Marcos (Daniel Brühl) y Roma (Bárbara Goenaga) están solos y son jóvenes. Ella es enfermera y pinta ventanas que embellecen las vistas desde su habitación. Marcos anda perdido agarrado a su acordeón y a un montón de preguntas que no sabe responder. No saben que más pronto que tarde emprenderán un camino juntos.
Un día, el azar va a reunirlos. A partir de ese momento, Lucas y María desde la maravillosa altura de sus años van a contaminar con su manera de ser a Roma y a Marcos. Y Marcos y Roma, con la torpeza de su juventud, van a revivir ante ellos los prodigios del principio del camino. Y van a darles envidia, mucha, y a cambio aprenderán las sencillas respuestas que tienen las preguntas más complicadas.
Lucas es un entrañable anciano que ha comenzado a perder la cabeza y que recuerda al amor de su vida, Rosa (Marián Aguilera), y a sus amigos como si los tuviera presentes, para revivir con ellos las aventuras de la guerra o en la carpintería, sus partidos de fútbol en la playa, o los besos de su mujer y sus despedidas subiendo al tranvía. Y si unos se van en una especie de ascensión al Shisha Pangma, otros llegan y comienzan a construir esa vida de música festiva y de chocolate: es el caso de Marcos, un joven que se ha alejado de sus padres al contemplar su marchito matrimonio, y que volverá a creer en el amor cuando conozca a Roma, una enfermera que vive su particular soledad.


Adaptación cinematográfica de la novela de Unai Elorriaga "Un tranvía en SP", que fue Premio Nacional de Narrativa en 2002.


Es verdad que la película tiene algunas carencias, que quizá Aitzol Aramaio, en su primer largometraje, mueve la cámara demasiado rápido en alguna secuencia, que el guión no está bien redondeado, que algunas cosas de las que nos cuenta podrían haberse mejorado, pero a la hora de la verdad, la historia es tan encantadora y las actuaciones son tan naturales que pronto nos olvidamos de esos detalles para dejarnos atrapar por la conmovedora forma de acercarnos a la enfermedad, a la vida misma, sin aspavientos, sin buscar el recurso fácil y con las pinceladas de humor en su justo término.
Lo mejor, creo yo, las interpetaciones, Daniel Brühl y Bárbara Goenaga correctos, jóvenes y guapos; Julieta Serrano con el poso que solo da la veteranía y Héctor Alterio para el que no hay palabras ¡qué gran trabajo!, desde el inicio, su personaje, gracias a la interpretación maravillosa, nos atrapa, le queremos y su presencia nos subyuga.
Un trocito de chocolate, el paseo por las calles del pueblo, ver las olimpiadas en la tele o la tarea humilde de arreglar la pata de una mesa que cojea, se convierten en un camino hacia la felicidad, la felicidad de las cosas sencillas.
Una película, por diversos motivos, nacida casi para ser olvidada, no creo que mucha gente la viera cuando estuvo en cartelera, sin embargo, desde aquí, humildemente, les hago una recomendación: Si tienen ocasión, véanla, les gustará o, cuando menos, les resultará agradable.




viernes, 26 de enero de 2018

SLUMDOG MILLIONAIRE

Jamal Malik (Dev Patel), un joven huérfano que vive en una barriada pobre de Bombay, decide presentarse a la versión india del concurso: "¿Quién quiere ser millonario?".
El presentador, Prem Kumar (Anil Kapoor), siente poca simpatía por el andrajoso concursante. Después de llegar a lo más alto desde unos orígenes humildes callejeros, a Prem no le hace ninguna gracia compartir la fama de millonario salido de la nada y rechaza la idea de que el muchacho pueda saber todas y cada una de las respuestas.
Cuando se acaba el tiempo del programa y cortan para seguir al día siguiente, Prem ya ha procurado que la policía esté esperando fuera de los estudios de televisión para detener a Jamal. Está seguro de que está haciendo trampas.Cuando Jamal está a punto de responder a la última pregunta, la que le hará ganar 20 millones de rupias, la policía lo detiene y se lo lleva para interrogarle.
Interrogando al concursante durante toda la noche, el inspector de policía se da cuenta de que Jamal está tan desconcertado como lo estaría cualquiera por lo lejos que ha llegado en el concurso. Revisan las preguntas una a una y Jamal le cuenta cómo ha llegado a saber cada respuesta. Al hacerlo, la extraordinaria historia de su corta vida comienza a salir a la superficie.
La historia de Jamal es la de la India moderna. Criado en los suburbios de Bombay, cuando era niño asesinaron a su madre en una revuelta religiosa. Jamal se vio en la más completa soledad, apañándoselas como podía por las calles junto a Salim (Madhur Mittal), su hermano mayor, y Latika (Freida Pinto), una huérfana a quien Jamal termina cuidando y, con los años, amando.


El guión se basa en la novela del mismo título del diplomático hindú Vikas Swarup. Obtuvo 8 Oscar y 4 globos de oro en 2008.


Con una excelente fotografía y muy bien ambientada, mostrándonos los contrastes de la India, esos que muchas veces no se ven en los viajes turísticos, se ha acusado a la película de manipuladora, por tocar la fibra sensible del espectador de manera poco pudorosa y recurriendo a algunas situaciones que sirven para mover a lástima.
Bueno, siempre habrá quien saque lecturas de todo tipo, por más que algunas nos queden perplejos. Que Swarup en su novela y Danny Boyle en su película denuncian situaciones aberrantes, como la de los niños mendigos a los que se ciega para que den más lástima y saquen más en limosnas y, al tiempo, se les acusa de que no hacen por evitarlo, es de eso que te deja con la boca abierta por la sorpresa. ¿Pero qué pretenden que hagan? Demasiado que se atreven a plasmarlo.
El mismo Swarup ha manifestado en más de una ocasión que él no es un reformador social, sino un escritor y que si al final la gente reflexiona, lo considera un añadido, pero que lo que pretende es, sobre todo, entretener, no envíar mensajes, sino, en todo caso, crear conciencia.


Y eso es lo que hace el film que, desde luego, resulta muy entretenido y original en su planteamiento, con un montaje muy bien hecho, ya que toda la película se desarrolla a base de flashbacks en los que el protagonista va recordando su dura existencia que es la de tantos y tantos de sus compatriotas, muchos de los cuales quedan en el camino a corta edad en un país tan colorista como lleno de desigualdades y en el que la pobreza y las malas condiciones de vida, matan cada día a cientos de personas, al tiempo que la industria emergente crea nichos de personas que viven con relativa holgura.
La India es un país lleno de contrastes y esta película, al tiempo que nos entretiene con una historia muy atractiva, nos acerca a esa realidad diversa.




jueves, 25 de enero de 2018

POESÍA SIN FIN

El peculiar cineasta Alejandro Jodorowsky cuenta la historia de sí mismo, aquel joven que, en un tiempo ya lejano, se convirtió en poeta en Chile, se hizo amigo de otros artistas y se liberó de los límites que le imponía su propia condición de joven.
En la década de 1940, en Chile, el joven soñador, Alejandro Jodorowsky (Jeremias Herskovits), ansía salir de la sombra de su padre insoportable, anhelando convertirse en poeta.
Cuando el adolescente de ojos despiertos descubra la poesía de Federico García Lorca, rechazará una vida predestinada y un futuro asegurado ejerciendo como médico.
Varios años más tarde, Alejandro (Adan Jodorowsky) se encontrará con su musa, la poetisa punk, Stella Díaz Varín (Pamela Flores). En el seno del bohemio Santiago, el aspirante a poeta reunirá a amigos y mentores como el poeta y novelista Enrique Lihn (Leandro Taub) y el también poeta Nicanor Parra (Felipe Ríos), por aquel entonces, prometedores artistas jóvenes pero desconocidos que más tarde se convertirían en figuras destacadas de la literatura hispana del siglo XX. Inspirándose en la belleza de la existencia junto a estos seres, explorando la vida juntos, auténtica y libremente, ellos serán sus acompañantes en una búsqueda interminable de elegancia, iluminación y Poesía sin fin.


Es el segundo largometraje en el que el cineasta chileno naturalizado francés, Alejandro Jodorowsky, se inspira en su propia biografía. Forma parte de un ambicioso proyecto, una pentalogía en la que el autor cuenta sus experiencias a lo largo de su vida.


En esta ocasión se centra en su adolescencia y primera juventud, hasta que emprendió el camino de París.
Para algunos, una muestra más de egolatría de este particular artista, para sus incondicionales, otra película de culto en la que el "maestro" nos acerca su particular visión de la vida ("la vida hay que vivirla"), llena de peculiaridades rodeado de una serie de personajes que marcaron una época en la cultura del país andino, sobre todo su gran amigo Enrique Lihn, pero también otros como Nicanor Parra o las hermanas Cereceda.
Como en otras películas de Jodorowsky, junto al resto de figurantes aparecen enanos y personas con minusvalías físicas, como si de ese modo quisiera subrayar el ambiente onírico que nos pinta, que recuerda, aunque sea de lejos el cine de Buñuel o Fellini, en el que también aparecen lugares emblemáticos de la ciudad de Santiago de aquella época.


Ambientación surrealista, muy cuidada, con un final en el que aparece un alegato contra el fascismo, con un alter ego de Pinochet rodeado de símbolos nazis, visualmente muy llamativo (como el resto del film), pero cuya inclusión me ha parecido forzada, dado que todo eso sucedió muchos años después del relato que centra la película, tal vez tenga dudas de poder realizar el resto del proyecto y no quería dejar sin tocar este asunto.
En definitiva, el film sigue la línea iconoclasta del artista chileno, desde luego no es para el gusto de todos los espectadores, lo que ocurre es que lo que antaño se veía como rompedor y en busca de una línea diferente del concepto cinematográfico, sobre todo con sus primeras películas (El topo), ahora suena un poco a más de lo mismo.


P.S.: Anteayer, martes 23 de febrero de 2018, a la edad de 103 años, falleció el poeta chileno Nicanor Parra, Premio Cervantes 2011, miembro de una saga familiar muy vinculada al mundo del arte (era hermano de la cantautora Violeta Parra). El personaje de Nicanor Parra tiene un breve papel en esta película, valga esta referencia como un pequeño homenaje a su figura. D.E.P.



miércoles, 24 de enero de 2018

LOS GIRASOLES CIEGOS

Ourense, 1940. Cada vez que Elena (Maribel Verdú) cierra la puerta de casa, echa la llave de sus secretos. Su marido, Ricardo (Javier Cámara), amenazado por una despiadada persecución ideológica, lleva años escondido en el piso donde conviven con sus hijos, Elenita (Irene Escolar) y Lorenzo (Roger Princep).
Ricardo tiene un pequeño cuarto habilitado tras un armario, y, cuando hay algún peligro de que alguien pueda saber de su existencia se esconde en él, aunque durante el resto del tiempo pueden hacer una vida normal en la casa cerrando las ventanas.
Para pagar el alquiler y la comida Elena trabaja como modista para una tienda de lencería, mientras su marido, antiguo profesor de literatura en un instituto, traduce textos del alemán, pese a la repugnancia que le producen por su ideología nazi.
Lalo (Martiño Rivas), el novio de Elena, es un poeta, también buscado por su ideología pese a su juventud, y por ello decide marcharse con su novia a Portugal, pese al avanzado estado de gestación de esta, que finalmente les impedirá seguir, debiendo instalarse en un cobertizo.
Salvador (Raúl Arévalo), un diácono desorientado tras su lucha en el frente, vuelve al seminario de Ourense. Las dudas en la vocación del joven llevan al Rector (José Ángel Egido) a retrasar su acceso al sacerdocio durante un año. Mientras, Salvador dará clases en el colegio donde estudia Lorenzo, el hijo de Elena, a quien Salvador cree viuda. El diácono se obsesiona con ella y la acosa. La frágil realidad de la familia se tambalea.


El guión se basa en el libro del mismo título de Alberto Méndez, con el que obtuvo el Premio Nacional de Narrativa.
El libro se compone de cuatro relatos, todos relacionados con la época más dura de la posguerra, la que va de 1939 a 1942. La película de José Luis Cuerda, se basa en el último de los relatos, que da también título al libro, aunque es cierto que introduce algunas escenas del segundo de los relatos, el de la huída de la joven pareja a Portugal, pero lo hace de una manera casi anecdótica y, a mi juicio, parece un poco metido con calzador en el relato general, resultando bastante desaprovechado.


Fueron los años del silencio. Dijo el autor de la novela que todos lo que cuenta lo ha oído, que se trata de historias verdaderas, aunque los nombres y los sitios hayan sido cambiados y la imaginación haya enriquecido los detalles.
La dureza de aquella época, lo que tuvo que soportar aquella gente, los vencidos, o los que simplemente pensaban de otra manera, hace que uno pueda sentir empatía con su sufrimiento desde el primer instante, sin embargo, esto es cine y, en ese aspecto, la impresión que le queda a uno es que la película no está todo lo lograda de pudiera esperarse, con un guión bastante endeble del que, por otra parte, ha sido uno de los mejores guionistas del cine español, Rafael Azcona.
Una historia con mucha fuerza potencial, pero pobremente contada.




martes, 23 de enero de 2018

CALLE MAYOR (MAIN STREET)

El libro fue un gran éxito de ventas cuando fue publicado en 1920, cuando su autor contaba 35 años y fue citado por el comité del Premio Nobel como una razón principal por la que recibió el Nobel en 1930.
Main Street (Calle Mayor) es la historia de Carol Kennicott (Milford de soltera), quien se gradúa en una pequeña universidad femenina y tiene aspiraciones, bastante vagas, de lograr algo o reformar algo. Después de un noviazgo razonable en el tiempo, aunque no nos esclarece demasiado sobre ella y su futuro marido, se casa con el médico Will Kennicott y se muda con él a Gopher Prairie, Minnesota, un pequeño pueblo del interior de EE.UU., en la zona de las grandes praderas (seguramente inspirado en Sauk Centre el pueblo de Lewis, pero que podría ser otro lugar cualquiera de los que tanto abundan en el país). Desde el primer momento, Carol se muestra insatisfecha con la ciudad y su vida allí, y la novela, a través de diversos episodios de su vida, traza la evolución simultánea de su matrimonio, su vida en Gopher Prairie, y el paso de su juventud.
La protagonista se nos presenta como una persona inmadura pero bienintencionada, convencida de que en la vida hay algo más que el bridge, votar a los republicanos o las relaciones humanas basadas en falsas apariencias y ansiosas de chismes.
Vemos en Carol a una persona ambivalente, por un lado aprecia el paisaje de las praderas, pero por otro, tiene un afán constante en querer cambiar algo, sin saber concretar muy bien el qué, se mueve por impulsos emocionales y se da cuenta de que no la asisten aliados en la ciudad, pues bien por razones de diferencias sociales o porque no acaban de entenderla, quienes podrían serlo acaban desconcertados con sus actitudes. Por contra, Will, su esposo, es un defensor de sus amigos, de su pueblo y de esa cultura típica de estas ciudades que basan buena parte de su vida en la religión, la propiedad privada y la defensa a ultranza de los valores tradicionales de la raza blanca.
Lewis, como les pasa a otros tantos autores de todos los tiempos, no puede quedarse al margen de las teoría sociales de su tiempo y sus escritos hablan de lo que la gente de la época quería leer (la vida en un pueblo pequeño, los deseos de independencia de la mujer, lo que piensa un hombre de negocios...), de modo que su reputación aumenta o disminuye en la medida en que es capaz de mantener sus teorías sociales, algo que solo el paso del tiempo es capaz de dilucidar. Algo de esto pasa con Lewis, pues cuando los asuntos de los que trata fueron perdiendo importancia, también lo hizo su reputación entre los lectores.
De cualquier modo, la principal virtud de la novela, calidad literaria aparte, es el retrato que nos ofrece de esas sociedades estadounidense, alejadas de las grandes ciudades, en las que todos están dispuestos a echarte una mano, pero a cambio de entrar de forma descarada en tu vida.



lunes, 22 de enero de 2018

LOS CRÍMENES DE OXFORD

La señora Eagleton (Anna Massey) aparece asesinada en el salón de su casa a las afueras de Oxford. Su cuerpo es descubierto por dos hombres que en ese momento se encuentran por primera vez cara a cara, aunque ya se conocían de una conferencia que dio el primero de ellos: Arthur Seldom (John Hurt), prestigioso profesor de Lógica, y Martin (Elijah Wood), un joven estudiante americano recién llegado a la universidad con la intención de que el famoso profesor dirija su tesis doctoral y que se aloja precisamente en casa de Mrs. Eagleton y cuya vida privada ha sufrido un importante cambio a raíz de su relación con Lorna (Leonor Watling), una hermosa joven a la que conoció cuando jugaba al squash.
La muerte de la anciana no es sino el primero de una serie de asesinatos con inquietantes puntos en común. Son crímenes casi imperceptibles, que podrían incluso pasar por muertes naturales si no fuera porque cada uno de ellos viene acompañado de un mensaje: una imagen, un signo diferente en cada ocasión que, muerte a muerte, va dando forma a una serie cuya lógica deberán descifrar los protagonistas.
Recorrer ese camino supondrá poner a prueba no solo las convicciones matemáticas sino la propia forma de entender el mundo de profesor y alumno.


Adaptación de la novela homónima del escritor y matemático argentino Guillermo Martínez, en la que el protagonista, en vez de un estudiante norteamericano, es un estudiante argentino el que se traslada a Oxford. Guillermo Martínez realizó una estancia postdoctoral en Oxford, lo que, sin duda, inspiró y facilitó la escritura de la novela.
La obra literaria fue publicada en 2007 y es una curiosa y original mezcla entre novela de intriga y matemáticas, aunque es cierto que quizá sea mejor su planteamiento que su desarrollo.


La adaptación cinematográfica de Alex de la Iglesia puede decirse que es la película menos representativa del director, rodada en inglés y con actores anglosajones en su mayoría, peca también de cierta fragilidad en su guión que es un rompecabezas en el que da la impresión de que las piezas no terminan de encajar bien.
Plagada de homenajes al mundo de las matemáticas (el Principio de Incertidumbre de Heisenberg, la Paradoja del Mentiroso, el último Teorema de Fermat, que demostró en 1993 el profesor británico Andrew John Wiles...), sin embargo creo que el espectador no entenderá muchas de estas referencias si no está muy versado en la materia y el efecto que consigue es un pequeño caos en el que te acabas perdiendo e incluso aburriendo por la poca imaginación con que está planteado todo el asunto que carece de aliciente para el espectador.
Algunas actuaciones son penosas, con un Elijah Wood que parece que está perdido (no se si no entendía bien el inglés de Alex o es que tampoco se entera de lo que está haciendo) y Leonor Watling en un papel totalmente prescindible, pues no aporta nada a la trama y parece que está allí solo para enseñar las tetas (con perdón), con escenas realmente ridículas, desde la primera, en que se hecha literalmente encima de Martin para que se la lleve a la cama, hasta la absurda escena de los spaghetti.
Tiene algunos planos realmente brillantes, pero uno está tan perdido, o tan sorprendido de lo mal que discurre el film que, en ocasiones, pasan desapercibidos.
Lo mejor, el plano secuencia del minuto 20 de película, muy bien planificado, en el que aparecen todos los principales intérpretes y que acaba con la aparición en pantalla del primero de los cadáveres.




viernes, 19 de enero de 2018

LOS BUDDENBROOK

En la década de 1840, la ciudad hanseática de Lübeck, en el norte de Alemania, es un centro comercial dominante en la costa del Báltico, y los Buddenbrook se encuentran entre las primeras familias de la ciudad. El cónsul Jean Buddenbrook (Armin Mueller-Stahl) tiene dos hijos, Thomas (Mark Waschke) y Christian (August Diehl), y una hija, Antonia, a la que conocen por "Tony" (Jessica Schwarz). A pesar de que los ama profundamente, espera que sus hijos sacrifiquen la felicidad personal por el bien de la compañía si es necesario. La primera en enterarse es Tony, casada con el empresario de Hamburgo Bendix Grünlich (Justus von Dohnányi). Mientras tanto, sus hermanos aprendieron el oficio en Amsterdam y Londres, respectivamente. Aplastado por el desastre matrimonial de Tony y varias transacciones desafortunadas, Jean Buddenbrook le cede el negocio a su hijo mayor, Thomas. Thomas se casa con la heredera holandesa Gerda Arnoldsen (Léa Bosco), que es una violinista apasionada. Pero Thomas nunca olvida su primer amor, una humilde florista. Después de pasar un tiempo en Valparaíso, Christian también regresa a Lübeck. Thomas pronto descubre que su hermano está mucho más interesado en el teatro y la actriz Aline Puvogel (Nina Proll) que en la empresa familiar.


El guión se basa en la novela homónima de Thomas Mann, publicada en 1901, la única de sus obras que mencionó el comité del Premio Nobel cuando hizo publica la concesión del mismo al autor germano en 1929.


Muy buena ambientación y conseguida fotografía para un film que, a pesar del despliegue de medios y de su duración, de casi dos horas y media, no logra reflejar toda la fuerza del relato de Mann, para quedarse en una crónica familiar con la que el espectador apenas se conmueve, como si todo lo que nos cuenta, lo viéramos venir por anticipado.
La película se ve con cierto agrado, sobre todo por la brillantez de sus escenarios, pero se llega a hacer larga y, por momentos resulta un tanto anodina.




jueves, 18 de enero de 2018

FE DE ETARRAS

'Fe de etarras' comienza en Bayona en 1998. Cuando un pequeño comando, liderado por Artexte (Ramón Barea) se ve acorralado por la policía. Un miembro del mismo, Martín (Javier Cámara) huye. Años después, en 2010, este quiere redimirse montando un atentado en una pequeña ciudad de provincias y para ello contará con un comando formado por una pareja, encarnada por Alex (Gorka Otxoa) y Ainara (Miren Ibarguren) y "Pernando" (Julián López), un manchego entusiasmado con "la causa vasca".
Así nos encontramos a los cuatro terroristas conviviendo mientras esperan la llamada para comenzar la misión que, en una época en la que se estaba negociando el alto el fuego, volvería a poner en primera línea a la banda armada. Además, será la celebración del Mundial de fútbol en Sudáfrica 2010, lo que sirva de hilo conductor y temporal para la historia.
El veterano Martín está empeñado en demostrar que no es un cobarde; la pareja, mientras tanto, se da cuenta de que su compromiso depende de la continuidad de la banda terrorista y el manchego se cree que entrar en el comando le hará sentir como si fuera Chuck Norris. Sus miserias irán saliendo a la luz mientras en las calles el país entero está de celebración, para mayor frustración del grupo.


El tándem Borja Cobeaga-Diego San José (Ocho apellidos vascos), vuelve a la carga con un proyecto que ha estado unos cuantos años durmiendo el sueño de los justos, porque nadie se atrevía a financiar una película que se reía de los terroristas, hay mucho pudor alrededor del tema y no se quiere ofender a nadie. Hasta que Netflix llegó al rescate y adelantó la pasta para poner en marcha la película. Desde los primeros borradores, el proyecto ha evolucionado mucho (al principio, la premisa era que uno de los miembros del comando era elegido para presidir la comunidad de vecinos en la que estaba su piso franco) y empezaba a dar la sensación de que nunca se haría.
La polémica no ha dejado de lado a la película, pero mira por dónde, la principal crítica ha venido por el cartel que la anunciaba en el Festival de San Sebastián. La campaña publicitaria fue denunciada por una asociación de guardias civiles y admitida a trámite por la fiscalía. Aunque en mi opinión, cuando ves la película, te das cuenta de que no hay para tanto. Se puede acusar al film de muchas cosas (ya saben lo de los gustos), incluso de que no se acuerde de las víctimas, pero para nada de que las ofenda y, por supuesto, nada de apología del terrorismo cuando a lo que se dedica principalmente es a demostrar lo ridículos que resultan estos tipos a los que se presenta poco menos que como un grupo de papanatas.
Al final, ambos (Cobeaga y San José), están hechos a lidiar con estas cosas, acostumbrados a rodar en el País Vasco entre las miradas y el desaire de la gente que no está conforme con lo que hacen.


La película no es desternillante, sino más bien de esas que vas viendo con la media sonrisa durante todo su desarrollo, lo que no quita para que se escape alguna carcajada.
Se la acusa, entre otras cosas de echar mano de tópicos y de ese humor teñido de folclorismo, pero yo me pregunto si, una vez más, la realidad no viene a demostrar que supera cualquier ficción tras lo que hemos contemplado últimamente con el llamado conflicto catalán: Los policías a bordo del torpedero Piolín (sí, ya se que era un ferry), el ínclito president ejerciendo de cretino en Bruselas, la izquierda independentista haciéndole el caldo gordo a la derechona nacionalista... Si es que al final nos sale la vena carpetovetónica y somos más parecidos de lo que a algunos les gustaría.




miércoles, 17 de enero de 2018

JUMPER

David Rice (Hayden Christensen) ha crecido con el misterioso poder que casi todos sueñan poseer: teletransportarse a cualquier lugar del mundo, capaz de atravesar por agujeros de gusano del tejido espacio temporal a cualquier ciudad, edificio y lugar que su mente desee. Puede atravesar paredes y cajas fuertes de bancos, así como entrar en las cámaras más impenetrables. Hasta ahora ha utilizado sus poderes para escapar de su pasado, alimentar su inmensa fortuna y permanecer completamente independiente. Nunca ha conocido límites, fronteras ni consecuencias. Pero cuando David descubre a otro joven igual que él, un exaltado trotamundos rebelde llamado Griffin (Jamie Bell), la verdad de su existencia se revela. Ya no es un curioso fenómeno singular de la naturaleza, sino parte de una larga línea de anomalías genéticas conocidas como "saltadores", que además nunca están a salvo. Ahora David ha sido identificado por la organización secreta dedicada a matarle, al igual que a todos los saltadores. Será perseguido sin descanso por Roland (Samuel L. Jackson) en una caza que nos llevará literalmente de un confín al otro de la Tierra, al tiempo que se convierte en una pieza clave de una guerra oculta que se ha desarrollado durante siglos, invisible para el resto de la humanidad.


La película está basada en una novela que Steven Gould publicó en 1992 en los Estados Unidos.
Sin duda, para Doug Liman, cuya pasión y especial habilidad para la acción más temeraria en películas de personajes singulares ya hemos podido apreciar en dos de los thriller más exitosos y aclamados – Sr. y Sra. Smith y The Bourne Identity  (El caso Bourne) – el potencial de Jumper era irresistible.


Una idea con muchas perspectivas y pobres resultados, ese sería mi resumen del film.
Aceptables efectos especiales (algo fundamental en este tipo de películas), pero un guión, más que pobre, alocado y unas actuaciones, sobre todo de la pareja protagonista (Hayden Christensen y Rachel Bilson) que dejan bastante que desear.
La impresión general es que se han perdido en el camino a la hora de llevar esta historia a la pantalla.




martes, 16 de enero de 2018

LA CANCIÓN DE LA ESPADA

Cuarta entrega de la saga Sajones, vikingos y normandos, del británico Bernard Cornwell. En esta ocasión el autor acude a la ficción en mayor medida que en otros títulos de la serie.
La acción transcurre alrededor del personaje de Ethelfleda, la joven hija de Alfredo el Grande, rey de Wessex, entregada en matrimonio al noble Ethelredo, primo de Uhtred, el protagonista de estas historias.
Ethelfleda cae en manos de los hermanos Thurgilson (Sigefrid y Erik) y de su interesado aliado Haesten, todos ellos caudillos vikingos y Uhtred, que ha visto crecer a Ethelfleda y siente por ella un gran cariño, además de haber prometido cuidar de ella, será encargado por Alfredo de negociar su rescate.
La novela sigue estando plagada de combates marcados por el pánico y la suerte incierta y cruel. Cornwell también examina la desventaja comparativa del cristianismo en este mundo violento, una religión que a los ojos de Uhtred resulta triste, frente a la alegría de los dioses paganos de los vikingos. La iglesia británica y su aparato que rodea la corte real, con muy pocas excepciones, carecen de la nobleza e incluso de la caridad de los alborotadores daneses. Nos pinta también los desvaríos de la jerarquía eclesial que aboga por el derecho de Ethelredo a maltratar a su joven esposa para tenerla sometida, ante la aquiescencia de Alfredo.
Los sentimientos de Uhtred complican su misión de recuperar a Ethelfleda de manos de los escandinavos que se han reunido en Anglia del Este listos para invadir Wessex y reconquistar Lundene (Londres).



lunes, 15 de enero de 2018

EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS

Bruno (Asa Butterfield) y su hermana viven cómodamente en Berlín, ciudad que han de abandonar porque a su padre lo han ascendido. Ahora habitarán una casa situada en un lugar bastante aislado, salvo por el hecho de que cerca de ella se halla una granja en la que trabajan unos campesinos muy extraños. Eso es lo que piensa Bruno, quien desconoce que se trata de un campo de concentración en el que malviven unos judíos famélicos. El jovencito, aburrido en su nuevo hogar, se acercará hasta la alambrada que lo separa de ese sitio que tanto le llama la atención, encontrándose con un niño de su misma edad —ocho años— llamado Shmuel (Jack Scanlon) que está vestido con unas ropas que se asemejan a las de un pijama. Pronto trabará amistad con él, pero al mismo tiempo irá descubriendo que la realidad quizás no es tal y como se la cuentan los adultos, dándose cuenta, entre otras cosas, que no se le permite trabar amistad con algunas personas por el simple hecho de ser judíos, caso en el que se encuentra, entre otros, su nuevo amigo Shmuel.
Mientras tanto, el padre de Shmuel desaparece y el niño trae consigo uno de esos extraños pijamas que Bruno se pondrá para pasar al otro lado de la alambrada y ayudar a su amigo a buscar a su padre.


El guión se basa en la conocida novela del mismo título, del irlandés John Boyne, de la que se han vendido varios millones de ejemplares en todo el mundo.


Mucho se ha escrito sobre el horrible asunto del Holocausto y todo es poco para que tengamos conciencia, siquiera sea desde la comodidad de nuestras vidas, de este vergonzoso episodio de la historia reciente de la humanidad.
Entre las cosas que se le han criticado a la película desde algunos sectores, es que banaliza o suaviza, si se quiere, el asunto que trata y que con él no se puede andar con medias tintas, algo así como lo que ocurre con películas como por ejemplo La vida es bella, que mira desde un punto de vista diferente el desgarrador panorama que supuso el exterminio masivo de judíos. En fin, no deseo entrar en polémicas porque son asuntos tan delicados que hieren muchas sensibilidades y a veces tenemos sobre ellos posturas inamovibles sobre las que es difícil establecer un diálogo, pero creo que quien vea esta película como una forma ligth de hablar sobre los campos de exterminio o está cerrado en banda o no ha sabido o querido ver que el film lo que pretende es hacernos llegar un punto de vista determinado, el de un niño, que no entiende nada de lo que está ocurriendo desde su mirada limpia de prejuicios y se encuentra con mentiras, medias verdades y silencios que no le cuadran nada con lo que al final acaba viendo. Es una reflexión sobre la capacidad de generar horror que tenemos los humanos cuando abandonamos la infancia y nos adentramos en la edad de los odios y las venganzas, muchas veces escudándonos en la obediencia debida o en no querer ver lo obvio para ser cómplices de la barbarie.


Bien interpretada, el guión y el director, dejan fuera la realidad explícita, pero las miradas, esos silencios a que aludíamos, los diálogos de los niños, la cara hinchada del pequeño judío tras la paliza que no se ve en pantalla, el miedo, la resignación humillante, todo eso, sí que se palpa. Quizá haya quien quiera algo más explicito, pero a cualquier alma un poco sensible, el mensaje le llega y le deja el espíritu encogido.
Un cuento moral que prefiere dejar fuera de campo la muerte y los aspectos más desagradables, reducidos a una humareda maloliente, a una ausencia para siempre o a un grito desgarrador que se apaga con un fundido final en negro.




viernes, 12 de enero de 2018

EL CURIOSO CASO DE BENJAMIN BUTTON

El día en que el huracán Katrina llega a Nueva Orleans, la anciana Daisy Williams (Cate Blanchett) está en su lecho de muerte en un hospital de Nueva Orleans. A su lado está su hija adulta, Caroline (Julia Ormond). Daisy le pide a Caroline que lea en voz alta el diario del amigo de toda la vida de Daisy, Benjamin Button (Brad Pitt). El diario de Benjamin relata toda su vida extraordinaria, el principal aspecto inusual fue que para él, el tiempo transcurría al revés, al ser diagnosticado con varias enfermedades al nacer y por lo tanto tener pocas posibilidades de sobrevivir, pero quien logra hacerlo, se hace más joven con el tiempo. Abandonado por su padre biológico, Thomas Button (Jason Flemyng), después de que la madre biológica de Benjamin muriera en el parto, Benjamin fue criada por Queenie (Taraji P. Henson), una mujer negra y cuidadora en una casa de ancianos, que lo encontró abandonado en las escaleras del edificio y, a pesar de las protestas de su compañero, decide quedárselo y criarlo. La abuela de Daisy residía en esa casa, que es donde conoció a Benjamin. Aunque separados a través de los años, Daisy y Benjamin permanecen en contacto a lo largo de sus vidas, reencontrándose a los cuarenta años cuando al fin sus edades coinciden, una situación que no resulta del todo sencilla, pues cuanto más envejece Daisy, más joven se hace Benjamin.


La película está inspirada en el relato corto de F. Scott Fitzgerald "Winter Dreams", que se publicó por primera vez en el Metropolitan Magazine en diciembre de 1922.


Cuidada realización y puesta en escena de un film en el que todo parece funcionar a la perfección, desde los aspectos técnicos, hasta las interpretaciones, con momentos realmente muy logrados y secuencias realmente bellas.
Habría muchas cosas de las que hablar en este film, pero para no embarcarme en una tarea que sería interminable, quiero destacar lo que más me ha llamado la atención que es la capacidad de hacer que la narración resulte fluída, algo fundamental para que una película que dura prácticamente tres horas, no resulte tediosa en ningún momento, no sólo eso, sino que uno tiene la sensación, cuando acaba de verla, de que no le hubiera importado estar un poco más ante la pantalla, porque desde el primer instante logra atraparte y te tiene pendiente de la historia durante toda su duración, eso y las gotas de humor sabiamente salpicadas en distintos momentos. Son geniales, por ejemplo, las apariciones del anciano al que alcanzó un rayo en siete ocasiones, algo que recurrentemente le cuenta a Benjamin y mediante breves flashes en sepia, vemos como le van cayendo los rayos a lo largo de su vida. Por cierto, como curiosidad, estas parodias están basadas en un personaje real, el señor Roy Cleveland Sullivan (1912-1983) que fue alcanzado por un rayo siete veces, hecho reconocido en el libro de los records Guinness.


El film es una historia romántica, si se quiere, de lo más clásico, lo que ocurre es que las especiales circunstancias del protagonista, dan pie a que las variaciones sobre el esquema habitual, resulten novedosas, pues las posibilidades que ofrece están bien aprovechadas para que el guión reflexione sobre las cosas trascendentes de la vida.
Algunos critican que la historia se cuente a base de flashbacks, en los que la anciana Daisy, recuerda a Benjamin mientras su hija lee el diario de este, es cierto que podría haberse buscado otra fórmula, incluso prescindido de este formato, pero creo que no queda mal.
Una película muy bonita, bien hecha, muy humana, en la que da la sensación de que su realizador, David Fincher, lo hace todo bien.