Después de que un viejo soldado llamado Miguel de Cervantes recogiera las aventuras de Don Quijote (Juan Luis Galiardo) y su escudero Sancho Panza (Carlos Iglesias), éstos se han hecho famosos. Tras saber que el Turco ha armado una gran flota y que el rey de España ha mandado reforzar las costas de Nápoles y Sicilia en previsión de una posible invasión, Don Alonso Quijano, el caballero don Quijote de la Mancha, saldrá, una vez más, con la oposición de su sobrina y de su ama, en un nuevo viaje que empezará en la Mancha y terminará en la costa mediterránea. Vestido con su armadura desvencijada, el “loco” caballero andante del que todos se burlan emprenderá sus aventuras con su fiel escudero. Se topará con su siguiente aventura en medio del camino. Aceptará las honras y homenajes del Duque, quien por burla le dice que para desencantar a Dulcinea, Sancho debe recibir algunos miles de azotes.
Entre 1990 y 1992, TVE produjo una serie titulada El Quijote de Miguel de Cervantes, protagonizada por Fernando Rey y Alfredo Landa, que se pudo ver a lo largo de ese último año coincidiendo con el V Centenario del Descubrimiento de América. Sin embargo, su enorme presupuesto y la crisis económica de la televisión pública cercenó por la mitad el proyecto, de modo que su director, Manuel Gutiérrez Aragón, solo pudo finalizar la primera parte de la adaptación. Cuando, diez años después, el mismo realizador tuvo la posibilidad de retomar la novela —apoyado por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, organismo del Ministerio de Cultura creado ese mismo año—, el proyecto se convirtió en un largometraje cinematográfico que abarcaría solamente la segunda parte, es decir, continuaría la acción donde la serie había concluido.
Aunque respeta el original de Cervantes, no le importa introducir pequeñas variaciones, comenzando por el físico de los dos protagonistas, sobre todo un delgado y relativamente joven Sancho Panza. Desde un inicio sabemos que don Quijote es famoso gracias a esa primera parte de sus aventuras, comentadas con entusiasmo por el bachiller Sansón Carrasco (Santiago Ramos). También se hace referencia al Quijote apócrifo de Avellaneda.
El film presenta a un Quijote ya en clara decadencia, viejo y cansado, con algunos momentos de lucidez dentro de su locura.
Gran trabajo de Juan Luis Galiardo y un Carlos Iglesias que en algunas ocasiones deja salir al Benito que le hizo famoso en la tele y se vuelve demasiado histriónico.
Arriesgado trabajo del realizador cántabro que está bien en líneas generales, con una conseguida fotografía en colores ocres que remarcan el tono crepuscular del relato, pero que a mí, en algunos momentos me resultó un poco pesada.