viernes, 30 de junio de 2017

EL CABALLERO DON QUIJOTE

Después de que un viejo soldado llamado Miguel de Cervantes recogiera las aventuras de Don Quijote (Juan Luis Galiardo) y su escudero Sancho Panza (Carlos Iglesias), éstos se han hecho famosos. Tras saber que el Turco ha armado una gran flota y que el rey de España ha mandado reforzar las costas de Nápoles y Sicilia en previsión de una posible invasión, Don Alonso Quijano, el caballero don Quijote de la Mancha, saldrá, una vez más, con la oposición de su sobrina y de su ama, en un nuevo viaje que empezará en la Mancha y terminará en la costa mediterránea. Vestido con su armadura desvencijada, el “loco” caballero andante del que todos se burlan emprenderá sus aventuras con su fiel escudero. Se topará con su siguiente aventura en medio del camino. Aceptará las honras y homenajes del Duque, quien por burla le dice que para desencantar a Dulcinea, Sancho debe recibir algunos miles de azotes.
Entre 1990 y 1992, TVE produjo una serie titulada El Quijote de Miguel de Cervantes, protagonizada por Fernando Rey y Alfredo Landa, que se pudo ver a lo largo de ese último año coincidiendo con el V Centenario del Descubrimiento de América. Sin embargo, su enorme presupuesto y la crisis económica de la televisión pública cercenó por la mitad el proyecto, de modo que su director, Manuel Gutiérrez Aragón, solo pudo finalizar la primera parte de la adaptación. Cuando, diez años después, el mismo realizador tuvo la posibilidad de retomar la novela —apoyado por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, organismo del Ministerio de Cultura creado ese mismo año—, el proyecto se convirtió en un largometraje cinematográfico que abarcaría solamente la segunda parte, es decir, continuaría la acción donde la serie había concluido.
Aunque respeta el original de Cervantes, no le importa introducir pequeñas variaciones, comenzando por el físico de los dos protagonistas, sobre todo un delgado y relativamente joven Sancho Panza. Desde un inicio sabemos que don Quijote es famoso gracias a esa primera parte de sus aventuras, comentadas con entusiasmo por el bachiller Sansón Carrasco (Santiago Ramos). También se hace referencia al Quijote apócrifo de Avellaneda.


El film presenta a un Quijote ya en clara decadencia, viejo y cansado, con algunos momentos de lucidez dentro de su locura.
Gran trabajo de Juan Luis Galiardo y un Carlos Iglesias que en algunas ocasiones deja salir al Benito que le hizo famoso en la tele y se vuelve demasiado histriónico.
Arriesgado trabajo del realizador cántabro que está bien en líneas generales, con una conseguida fotografía en colores ocres que remarcan el tono crepuscular del relato, pero que a mí, en algunos momentos me resultó un poco pesada. 




jueves, 29 de junio de 2017

MANDO PERDIDO (LOS CENTURIONES)

En 1954, durante los últimos días de Francia en su colonia de Indochina, el coronel francés Pierre-Noel Raspeguy (Anthony Quinn) está al mando de su regimiento de paracaidistas en la batalla decisiva de Dien Bien Phu. Una guarnición francesa debilitada se enfrenta a un importante ataque de las tropas comunistas del Viet Minh. La frenética solicitud de refuerzos del coronel Raspeguy sólo trae una fuerza simbólica de un grupo de paracaidistas y municiones. Cuando su posición es invadida por el enemigo Raspeguy y sus hombres son tomados prisioneros. Después del tratado de paz son liberados y regresan a Francia donde al coronel Raspeguy le comunican que ha sido relevado de su puesto y que su regimiento ha sido disuelto. Gracias a las influencias de la Condesa viuda Natalie de Clairefons (Michèle Morgan), consigue un nuevo destino en Argelia al mando del 10º Regimiento, de nueva creación.
Los franceses están tratando de evitar que Argelia obtenga la independencia total de Francia. El ejército francés se dedica a operaciones de contrainsurgencia en ambientes urbanos y rurales contra la guerrilla argelina dirigida por el Frente de Liberación Nacional de Argelia. Esta es la última oportunidad del coronel Raspeguy de probar sus habilidades de mando y salvar su carrera militar consiguiendo el ascenso al generalato.


El guión adapta muy libremente la novela "Los centuriones" de Jean Lartéguy, seudónimo de Jean Pierre Lucien Osty, licenciado en Historia que luchó como voluntario en la Segunda Guerra Mundial contra los alemanes, siendo detenido en España, país al que huyó en 1942, cuando se produjo la invasión de Francia por las tropa nazis, siendo detenido y recluído en un campo de internamiento, consiguiendo escapar, tras nueve meses, hasta el norte de África, donde habían desembarcado ya los aliados. Entre 1943 y 1946 se sumó a los comandos que operaban en África.
Al finalizar la guerra, volvió a España con la intención de integrarse en un grupo catalán de maquis que planeaba el derrocamiento de Franco. Su contacto en España era en realidad un agente de los servicios secretos, por lo que volvió a pasar por las prisiones españolas.
La novela "Los centuriones", es un crudo relato de la guerra de Argelia que sigue las andanzas del coronel Raspeguy. Su fría visión de la guerra psicológica la ha convertido en un obra de culto, entre otros, en el Ejército estadounidense.


Lo cierto es que la película no está a la altura de la novela y deja bastante que desear a pesar del gran plantel de actores que intervienen, pues el guión es más bien flojo.
Quizá lo mejor, la ambientación, bastante lograda que consigue transmitir en algunos momentos la tensión del momento histórico que se vivió en las colonias francesas.
El film pasa de soslayo por el conflicto franco-vietnamita que, más que para otra cosa, sirve para presentar a los personajes, y se centra en la Guerra de Argel, dejando en evidencia los métodos usados por el ejército francés, pero también algo que con el tiempo ha ido quedando olvidado, pues no es políticamente correcto recordarlo, como eran los no menos brutales métodos usados por los independentistas argelinos, colocando bombas indiscriminadamente en lugares públicos que mataron o hirieron gravemente a muchos civiles, mutilando cadáveres y sometiendo a terribles castigos, antes de acabar con ellos, a los sospechosos de colaboracionismo.
Como curiosidad, señalar que la película se rodó en España, en localizaciones de Adra, Manzanares el Real y Málaga. Contó con la colaboración del entonces Ministerio del Ejército. Podemos imaginar el revuelo que se armó, en aquel lejano 1966, en el barrio del Molinillo malagueño cuando vieran recorrer sus calles a Alain Delon, o Claudia Cardinale, dos uténticos sex-symbols del momento.




miércoles, 28 de junio de 2017

EL ALQUIMISTA IMPACIENTE

En un motel de carretera es hallado el cadáver de un hombre desnudo y atado a una cama. El sargento Rubén Bevilacqua (Roberto Enríquez) y su colega Virginia Chamorro (Ingrid Rubio) se encargan de la investigación del caso, que es especialmente delicado porque Trinidad Soler (Joaquín Barrueco), el muerto, era ingeniero de una central nuclear, de modo que la prensa sensacionalista se ha apuntado a las especulaciones. La víctima era un hombre corriente, apreciado en su trabajo, casado y con hijos pequeños, en principio, no hay sospechosos. Lo único que averiguan Bevilacqua y Chamorro es que el ingeniero había llegado al motel acompañado de una joven muy guapa, que ha desaparecido sin dejar el menor rastro. Se llega a la conclusión de que la muerte debió producirse por accidente y el caso se archiva. Sin embargo, tres meses más tarde, la aparición del cadáver de una mujer en un bosque de los Pirineos, hace que la investigación se reanude.
Mientras su trabajo se complica cada vez más, la pareja afianza su relación personal. Ambos deberán buscar la verdad y explicar por qué el muerto, un hombre normal, decidió comportarse como un alquimista impaciente.
Segundo largometraje de la directora Patricia Ferreira, que repite género con este thriller que adapta el libro homónimo de Lorenzo Silva. Con una historia compleja, con muchos detalles e intrigas por resolver, su versión cinematográfica tiene su punto fuerte en la actuación de la pareja protagonista.


La historia es de esas que atrapan al espectador ya desde el comienzo y prueba de que al cine español se le da bastante bien este género a pesar de las dificultades que ofrece y del peso comparativo con el cine americano que tan bien sabe llevar a la pantalla estas historias.
Los diálogos, bastante logrados, le deben mucho al original literario al que el guión sigue casi de manera fiel.
Una buena película en líneas generales, entretenida y con ese poquito de morbo de la relación entre los dos protagonistas que guardan las distancias de manera muy profesional, pero en la que se instala una atracción latente que el film y los dos actores reflejan muy bien.
En segundo plano, un cierto tono de denuncia de la situación sociopolítica del momento, con empresarios que van desde el casi mafioso hasta el cacique provinciano de toda la vida, las comisiones en dinero negro, las amenazas y juegos sucios, las mafias extranjeras y la dificultad de una investigación sobre la que parece que sobrevuelan las zancadillas de las altas instancias que parece que temen que se revuelva más de la cuenta el vertedero y salgan a la luz asuntos y personas que interesa se mantengan ocultos.




martes, 27 de junio de 2017

EL JILGUERO

Tercer libro de la autora norteamericana que le valió el Pulitzer de ficción y que en mí ha dejado sensaciones contrapuestas.
El protagonista, Theo Decker, un niño de 11 años, está en el Museo Metropolitano de Nueva York visitando una exposición de pintura holandesa, cuando se produce un atentado terrorista, una explosión que acaba con la vida de su madre, con la que poco antes ha estado contemplando un cuadro, El jilguero, de Carel Fabritius, un discípulo de Rembrandt que murió con 32 años cuando una fábrica de pólvora cercana a su estudio explotó. Casi toda su obra resultó destruida y de la que se salvó, El Goldfinch (El jilguero), está considerada como la más delicada y conseguida. Cuando Theo logra salir a la calle tras haber atravesado los escombros, en su mochila escolar, lleva el cuadro de Fabritius.
La novela comienza con el protagonista en la habitación de un hotel de Amberes, leyendo y escuchando noticias en holandés que no entiende, temeroso de que la policía le esté buscando, con un crimen de por medio.
Desde ese arranque, nos trasladamos a la adolescencia de Theo, a la muerte de su madre y a la deriva que va tomando su vida, primero viviendo con una familia de clase alta que le alberga en su casa de manera temporal, hasta que aparece su padre, un jugador alcohólico que le lleva con él y con su pareja a Las Vegas, donde conocerá a Boris, un chico ruso cuyo padre trabaja en prospecciones mineras, que ha recorrido medio mundo y cuyo influjo, para bien y para mal, será definitivo en la vida de Theo.
La autora bebe de unas cuantas fuentes, de los clásicos rusos, sobre todo Dostoievski, pero encontramos también rastros de Dickens e incluso de algunos de algunos autores de novela negra (Raymond Chandler, etc.), incluso encontramos un pequeño homenaje al más popular personaje de J.K. Rowling, el mago Harry Potter.
Está escrito en varios niveles, pues se nos narra la vida de Theo con su protector, Hobie, el excéntrico pero amable comerciante y restaurador de antigüedades; el amor platónico que siente por Pippa, la chica que también estaba en el museo en el momento de la explosión; la vida burguesa junto a los Barbour, la familia de acogida temporal y la irrupción de Boris como un terremoto que todo lo sacude y con el que vivirá experiencias de amistad, incluso un escarceo homosexual, se adentrará en el mundo de las drogas y de la delincuencia y mantendrá una relación de amor/odio en la que predomina la amistad y una lealtad ambigua.
Es cierto que hay páginas de simple narrativa, me refiero a que se detiene en descripciones de objetos y personas por el puro placer de hacerlo, que son pequeñas joyas de literatura que se leen por el simple placer de hacerlo, pero en otros momentos, en aquellos en que no alcanza esta brillantez, como quiera que esos largos interludios narrativos tampoco aportan nada, se hacen prescindibles totalmente y en un libro de 800 páginas, llega a hacerse reiterativo por momentos.




lunes, 26 de junio de 2017

CIUDAD DE DIOS

La trama gira en torno a Buscapé (Alexandre Rodrigues), un habitante de la Ciudad de Dios, en Río de Janeiro, que desde pequeño fue testigo de primera fila de la violencia que asola a la favela en cuestión. Buscapé es un niño de 11 años tímido y sensible que observa a los niños duros de su barrio, sus robos, sus peleas, sus enfrentamientos diarios con la policía. Pero él sabe muy bien lo que quiere ser si consigue sobrevivir: fotógrafo. Dadinho (Douglas Silva), un niño de su edad que se traslada al barrio, sueña con ser el criminal más peligroso de Río de Janeiro y empieza su aprendizaje haciendo recados para los delincuentes locales. Admira a Cabeleira (Jonathan Haagensen) y su pandilla, conocida como “O Trío Ternura” que se dedica a atracar los camiones del gas. Un día Cabeleira le da a Dadinho la oportunidad de cometer su primer asesinato.
La película comienza mostrando unos pollos que están siendo preparados para comer, uno de ellos se escapa y una banda de jóvenes armados lo persigue. Buscapé que se encuentra con ellos de frente, cree que quieren matarlo.
En ese momento la historia retrocede  hasta los años 60 y nos va contando cómo ha llegado hasta esa situación el protagonista y cómo los delincuentes dividen parte de los ingresos de sus fechorías con los habitantes de la favela a modo de modernos Robin Hood, aunque en realidad lo que buscan es verse protegidos por ellos.


El guión se basa en el libro del mismo título del antropólogo Paulo Lins que nació en una favela.
Aunque al final de la película se nos dice que está basada en hechos reales, parte del material utilizado se extrajo de las entrevistas realizadas para el proyecto Crime e criminalidade nas classes populares, de la antropóloga Alba Zaluar y de artículos publicados en los periódicos O Globo, Jornal do Brasil y O Dia.


"El primer día que visité el barrio de Ciudad de Dios", cuenta Meirelles, "un niño de once años trató de asaltarme con una pistola". Así que "para poder rodar allí, tuvimos que pedirle permiso al jefe de los narcotraficantes que, casualmente estaba en la cárcel", dice el director. Pero "al final, filmamos en un barrio muy similar, bajo la protección de otro narcotraficante que nos obligó a contratar a su gente y a informarle de todos nuestros movimientos". Por eso la película transpira autenticidad, la apabulllante verosimilitud que surge de cada secuencia, plano y rostro, en un retrato hiperrealista y desolador de uno de los lugares más oscuros de nuestro mundo.


La película tiene mucho de naturalismo y de testimonio, la violencia narrada supera lo imaginable; por ejemplo la escena en que dan a elegir a los niños dónde quieren que les disparen, si en el pie o en la mano, la brutalidad sexual, el asesinato de niños... En este ambiente, la policía también corrupta roba a los delincuentes, los asesina. Se salvan contados personajes, los que consiguen huir de la favela, pero hay una especie de resignación, de creencia en un destino determinista, que impide escapar de las fronteras de la violencia.


Desde luego no es la película ideal para ver comiendo palomitas, se te pueden atragantar. Riete tú de la violencia de Tarantino o de Peckinpah, esto no es Estados Unidos, es peor y Fernando Meirelles lo refleja con toda su crudeza, con secuencias demoledoras tomadas, en ocasiones, desde ángulos poco usuales y que nos recuerdan, salvando las distancias, algunas películas de Tarantino (Pulp Fiction o Reservoir dogs).
Los actores se mueven muy bien en pantalla, dando total verosimilitud a la historia que, por otro lado tiene unos buenos diálogos, está estupendamente ambientada y tiene un montaje sensacional.
A destacar el ritmo de la parte final, la guerra entre bandas, con Ze Pequenho (Leandro Firmino) y Mané Galinha (Seu Jorge) a la cabeza. 
Lo malo de todo esto es que estamos hablando de la realidad, una realidad muy cruel en la que muchas personas mueren cada día; lo bueno, casi todo lo demás.




viernes, 23 de junio de 2017

A.I. INTELIGENCIA ARTIFICIAL

En el mundo del futuro, en el que los efectos de los llamados gases invernadero ya se han dejado notar, inundando ciudades costeras debido al deshielo de los casquetes polares, una de las medidas tomadas para evitar la superpoblación es que las familias que deseen tener hijos deben solicitar una licencia.
La empresa Cybertronics, propiedad del profesor Allen Hobby (William Hurt), desea impulsar la tecnología robótica y crear modelos que sean capaces de amar, no estamos hablando de un amor puramente físico, sino emocional, como el que un niño siente por sus padres.
Los Swintons, tienen un hijo, Martin (Jake Thomas), que se encuentra actualmente en criostasis hasta que se pueda encontrar una cura para una enfermedad debilitante de la que se ve afectado. Su madre, Mónica (Frances O'Connor), se ha visto afectada emocionalmente por esta situación y su esposo, Henry (Sam Robards), empleado de Cybertronics, es elegido por la empresa para participar en una prueba, para ver si su familia puede dar cobijo a un nuevo prototipo creado por la empresa: David (Haley Joel Osment), es la culminación de la investigación de Hobby para fabricar un robot que sea capaz de 'amar'.
Al principio, Mónica está enojada, creyendo que su esposo está tratando de reemplazar a Martin. Sin embargo, trata de adaptarse a David. Henry también le informa que si deciden mantener a David deberán crear un nexo especial con él. Una vez establecido ese nexo mediante una clave que les proporciona la empresa, si alguna vez llega el momento en que ella decidiera no quererlo, debido a que el nexo es permanente, David tendría que ser enviado de vuelta a Cybertronics para ser destruido.


El guión se basa en el relato «los Súperjuguetes duran todo el verano» del escritor británico Brian Aldiss, publicado en 1969, y lo escribieron Kathleen Kennedy, Steven Spielberg y Bonnie Curtis.
En palabras de su propio autor: «es la historia del niño que, haga lo que haga, no consigue complacer a su madre. Esto le deja perplejo pues no se da cuenta de que es un androide, una ingeniosa máquina dotada de inteligencia artificial. Al igual que su único aliado, su osito de peluche»
La película ganó en el 2001 dos Oscar, a la mejor banda sonora y mejores efectos especiales. En el 2002 estuvo nominada al Globo de oro al mejor director, mejor actor de reparto (Jude Law) y mejor banda sonora.


Esta es la película que Stanley Kubrick quiso hacer y no pudo. El relato le había impresionado y propuso a los ejecutivos de la Warner Bros que le financiaran la compra del relato, algo que llevaron a cabo en 1982 y acto seguido, Aldiss se puso a trabajar en el guión con el brillante cineasta, sin embargo no fueron capaces de desarrollar la historia que Kubrick había iniciado como un cuento de hadas. Los años fueron pasando y el guión no llegó a concluirse. Luego, Kubrick encontró otro escollo. Consideró que los efectos especiales, que se hacían en esa época, no eran suficientes, y por lo tanto, la producción de la película era compleja.
Stanley Kubrick falleció en 1999 y nunca rodó «Inteligencia Artificial». Luego, uno de los abogados de Kubrick, impulsado por Aldiss, le mandó el proyecto a Steven Spielberg, amigo de Kubrick y con el que este había hablado en alguna ocasión de su proyecto frustrado. Además Aldiss le había enviado tres relatos más que completaban el esbozo de la película. Steven Spielberg compró los derechos de los otros relatos. Así fue como se produjo la película, que había empezado en la imaginación de Brian Aldiss.


El film, técnicamente impecable y con una espléndida banda sonora de John Williams, nos trae recuerdos de algunos otros relatos de ciencia ficción, por ejemplo es imposible no recordar Blade Runner, pero este tiene identidad propia.
Para muchos críticos y aficionados, sobra la última media hora, incluso hay quien dice que sin ella, sería una obra maestra. Yo soy más condescendiente y pienso que si un final con el protagonista congelado mientras suplica al hada azul que le convierta en humano, hubiera sido brillante, el añadido, es una especie de epílogo que no está nada mal resulto por Spielberg, con ese final no tan feliz como pueda parecer, que invita a la reflexión sobre lo que estamos haciendo los humanos con el planeta.
La interpretación de Haley Joel Osment, quizá el mejor actor infantil de los últimos años, a quien todos recordamos por el Sexto sentido, es brillante a la vez que emotiva.
Una película muy bonita, sentimental, pero a la vez aleccionadora. Un estupendo cuento moderno.




jueves, 22 de junio de 2017

CRÍA CUERVOS

Ana, interpretada por Ana Torrent (siendo niña) y por Geraldine Chaplin (ya adulta), quien también interpreta a la madre de Ana, es la mediana de tres hermanas, hijas de una mujer que tuvo que abandonar su carrera artística para dedicarse a criar a sus hijas, que lo son también de un militar típico de la época de Franco: duro, machista, inflexible para con los demás y licencioso para consigo mismo, interpretado por Héctor Alterio. Ana cree que mató a su padre con un polvo que en realidad es bicarbonato de sodio, y su padre murió mientras estaba en la cama con una mujer. Ana lo quería matar porque se portaba mal con su querida madre, quien sufría los improperios del déspota y la niña llega a pensar que tiene algún tipo de poder sobre la vida o muerte de los demás.
Ana es criada junto a sus dos hermanas con suma austeridad por su tía (Monica Randall) con la ayuda de una sirviente (Florinda Chico). El carácter despótico de la tía la convierte en un nuevo objetivo para los deseos de muerte de Ana, sin embargo la tía no muere y eso decepciona a la niña.
Durante el desarrollo de la trama, Ana ve a su madre, o bien recuerda episodios con ella; también nos habla frente a la cámara, ya adulta, contando su triste niñez y la alegría de la visita a la estancia campestre de los amigos de su familia (los Garontes, cuya mujer tenía relaciones adúlteras con el padre de Ana) en el verano en el que ocurren los hechos narrados en la película.


Con un buen trabajo de actores, con mención especial a las tres niñas, Conchita Pérez, Mayte Sánchez y, sobre todo, una extraordinaria Ana Torrent, estamos ante una película plagada de simbolismo, con constante presencia de la muerte en sus diversas facetas (liberadora, castigo del culpable, inexorable por el paso del tiempo, injusta y dolorosa...).
Pero ese simbolismo, está presente en todo el film, casi en cada uno de los detalles, por pequeños que sean, desde las fotos que contempla la abuela o las patas de gallina que hay en el frigorífico, hasta los juegos de las niñas, todo tiene un significado subliminal que Saura nos presenta de manera inteligente jugando con el tiempo y el espacio.


Algo que nos viene a la cabeza enseguida a quienes hemos visto este film, es la canción de José Luis Perales "Porque te vas", interpretada por Jeanette y utilizada de forma muy acertada por Saura en el film.
Lo otro que recordamos, son los ojos y los gestos de una inmemsa Ana Torrent, en un film que, para mi gusto, es de lo mejor que nos ha ofrecido el cine español.




miércoles, 21 de junio de 2017

LA COPA DORADA

1903, el príncipe Amerigo (Jeremy Northam), hace un recorrido por el Palazzo Ugolini con su amante Charlotte Stant (Uma Thurman). No obstante la relación que mantienen y buscando mejorar su desamparo económico, el príncipe anuncia que se va a casar con Maggie (Kate Beckinsale), hija del multimillonario norteamericano Adam Verver (Nick Nolte).
Lo que no sabe el príncipe es que Charlotte es amiga de la infancia de Maggie, algo que descubre cuando la ve aparecer en Londres como invitada a la boda. Con el pretexto de le aconseje en la compra de un regalo para Maggie, el príncipe va de compras con Charlotte, que le sugiere una antigua copa de oro que al parecer tiene un defecto.
Charlotte es invitada a quedarse con los Verver, el padre de la novia, un viudo que ha acumulado una colección de arte de valor incalculable que planea exhibir en un museo que está construyendo en American City, se sentirá atraído por ella. Tres años más tarde, Charlotte se ha casado con él.
Amerigo y Charlotte reanudan su antigua relación, mientras la madrina de Maggie, Fanny Assingham (Anjelica Huston), desaprueba la forma en que los dos se muestran en público, pero se ve impotente para impedirlo. Sin embargo Maggie no es tan inocente como parece.
El guión se basa en la novela homónima de Henry James.


La película comienza con una recreación de los hechos que ocurrieron en el Palazzo Ugolini siglos atrás, cuando el entonces propietario mandó ajusticiar a su esposa y a su hijo que mantenían relaciones prohibidas. Lo hace con unas escenas meritorias, mezclando tomas directas y otras en que solo se ven las sombras, lo que acentúa el dramatismo de las imágenes, al igual que la excelente partitura de Richard Robbins.
Pero en realidad el asunto principal de la película es otro, aunque también vaya de relaciones prohibidas, las que mantienen el príncipe y la que se convertirá en madrastra de su esposa, y la reflexión que sobre este asunto hace James en su novela y traslada la película a imágenes, sobre el juego de apariencias de cierta clase de burguesía acomodada.
La principal originalidad viene del mensaje que transmite que, en contraposición con las escenas del principio, nos viene a decir que los tiempos han cambiado y hay que tener cierta condescendencia con los errores del prójimo por graves que nos puedan parecer y aunque nos puedan afectar personalmente.
Con un reparto de verdadero lujo y excelente ambientación, vestuario y fotografía, es una película de gran calidad visual y técnica que quizá no llega a enganchar del todo con espectador, pero que resulta muy agradable de ver.




martes, 20 de junio de 2017

EL SECRETO

Richard Papen, un chico californiano que no se lleva demasiado bien con sus padres, llega al Hampden College, una pequeña universidad de Nueva Inglaterra. Una vez allí decide matricularse en griego clásico, aunque en principio no es admitido por Julian Morrow, el profesor de la materia, que mantiene un cupo máximo de cinco alumnos y ya lo tiene completo, acabará siendo aceptado y formará parte de un grupo que ha despertado su atracción durante el poco tiempo que lleva en Hampden: Los gemelos Camilla y Charles Macaulay, Francis Abernathy, Henry Winter y Bunny Corcoran.
La vida de Richard cambiará el día que descubre que, durante una fiesta báquica en la que no estaban ni él, ni Bunny, los otros chicos han matado a un hombre, aunque este hecho no será sino el comienzo de un camino sin retorno que cada vez se complica más y adquiere tintes más dramáticos cuando Bunny es asesinado por los otros (no es un spoiler, esto se desvela al comienzo del libro).
La prosa de Donna Tartt es ágil y fresca y, aunque pueda parece algo increíble, la autora logra hacerla verosímil y desde ese momento tiene al lector en sus manos para llevarle de lo que en principio podría parecer como una reivindicación de los clásicos a un continuo estudio psicológico de personajes y relaciones entre ellos, con algunos momentos no exentos de emoción y tensión.
Seguramente habrá lectores que encuentren inimaginable a este grupo de pretenciosos estudiantes de lenguas clásicas o al hecho de que insistan en pasar tanto tiempo con Bunny, cuando este les resulta un personaje molesto, hasta el punto de que deciden asesinarle, aunque no es menos cierto que Tartt construye una historia que hace explicable que el resto esté en manos de Bunny y tengan que hacer de tripas corazón con él.
En definitiva, el relato de un grupo de jóvenes de moralidad, cuando menos, dudosa, bien escrito, pero quizá poco coherente.



lunes, 19 de junio de 2017

UNA MENTE MARAVILLOSA

Obsesionado con la búsqueda de una idea matemática original, el brillante estudiante John Forbes Nash (Russell Crowe) llega a Princeton en 1947 para realizar sus estudios de postgrado. Es un muchacho extraño y solitario, al que sólo comprende Charles (Paul Bettany), su compañero de cuarto. Por fin, Nash esboza una revolucionaria teoría y consigue una plaza de profesor en el MIT. Alicia Lardé (Jennifer Connelly), una de sus alumnas, lo deja fascinado al mostrarle que las leyes del amor están por encima de las de las matemáticas. Gracias a su prodigiosa habilidad para descifrar códigos es reclutado por Parcher William (Ed Harris), del departamento de Defensa, para ayudar a los Estados Unidos durante la Guerra Fría contra la Unión Soviética.
Sin embargo, junto a esta brillante actividad profesional, Nash ha de convivir con un problema que cada vez se hace más frecuente, pues se está volviendo paranoico, situación que llega incluso a dificultar su tarea como matemático.
En contra de su voluntad y de la de algunos de quienes le rodean que temen que su mente pueda verse perjudicada, Alicia decide pedir ayuda especializada y solicita su internamiento en un centro psiquiátrico.
Tras una dolorosa serie de sesiones de terapia de shock a base de insulina, Nash es liberado bajo la condición de que acepte tomar medicación antipsicótica. Sin embargo, las drogas crean efectos secundarios negativos que afectan su relación con su esposa y, más dramáticamente, a su capacidad intelectual. Frustrado, Nash secretamente deja de tomar su medicación y acumula sus pastillas, provocando una recaída de su psicosis.
El guión se basa en el libro "Una mente prodigiosa" de la periodista del New York Times especializada en temas económicos, Sylvia Nasar, que está considerado como una biografía no autorizada del ganador del Premio Nobel, economista y matemático John Forbes Nash.


Magnífico film, que se llevó los Oscar a la mejor película, director (Ron Howard), actriz reparto de (Connelly) y guión adaptado (Akiva Goldsman) y con una estupenda actuación de Russell Crowe.
Por medio de un hábil recurso, en el que se mezclan la realidad y el imaginario mundo del protagonista, la película consigue salir de lo que sería una película biográfica al uso y más tratándose de un asunto tan poco atractivo para el gran público como los esfuerzos de un matemático por hallar una idea original en el mundo de la economía mediante complicadas fórmulas matemáticas.
Pero además de la lucha de este hombre por controlar, ya que es incurable, su esquizofrenia paranoide, se nos traslada de manera brillante, a la que no es ajena la magnífica actuación de Jennifer Connelly, el sufrimiento de las familias y los seres más allegados a la hora de convivir y tratar de ayudar en su día a día a estos enfermos en una relación que, en los casos más graves, puede ser sencillamente insufrible.
El giro que la trama efectúa hacia la mitad del film, hace que espectador de repente se vea ante una realidad distinta y empiece a comprender y a ponerse en la piel del protagonista y de lo dura que resulta su existencia a partir de que es consciente y asume su mal, y a comprender la no menos dura situación de su esposa.
Estupenda partitura de James Horner, bien fotografiada y con escenas brillantes, en algunos casos conmovedoras, como la de la entrega de plumas por sus colegas que realmente consigue ponerte un nudo de emoción en la garganta.
Recomendable.




viernes, 16 de junio de 2017

SON DE MAR

A Circea, una pequeña ciudad de la costa levantina española, llega Ulises Adsuara (Jordi Mollà), que es profesor de literatura y suplirá la baja de su predecesor, recientemente fallecido.
Conoce a Martina (Leonor Watling), una bella y sensual muchacha que trabaja con sus padres en la pensión en la que Ulises se ha instalado. Ulises se siente deslumbrado por la joven, y ella sucumbe ante los relatos que él le recita al oído. Fantásticos fragmentos de poemas de Homero, Horacio, Virgilio… Su relación se hace cada vez más intensa, y culmina con el embarazo de Martina. Se casan y las cosas cambian porque Ulises se siente cada vez más distante de todo: el ambiente, el lugar y el entorno le ahogan.
Un día, sale de madrugada a la pesca de atunes, y desaparece. Se le da por muerto y se celebran funerales con todos los honores. Pasado el tiempo, Martina se casa con Alberto Sierra (Eduard Fernández), un rico constructor local, símbolo de la opulencia que caracterizó a muchos de los que vivieron del ladrillo a finales del pasado siglo y comienzos del presente. Alberto siempre se había sentido atraído por la chica y, al casarse, reconoce como padre al hijo que había tenido con Ulises. Martina se adapta a la nueva situación; se instala en un ambiente de lujo y caprichos y todo va bien hasta que, pasados diez años, y después de insistentes y enigmáticas llamadas telefónicas, reaparece Ulises que no ha podido olvidar a su mujer y quiere volver a verla. Como ella sigue también enamorada, le da una segunda oportunidad. Para evitar que sea descubierto, encierra a Ulises en el ático de un edificio cuyos apartamentos, ya terminados, no se pueden vender por un problema con el permiso del ayuntamiento.


Basada en la novela homónima de Manuel Vicent (premio Alfaguara de novela 1999).
He leído por ahí muchos comentarios diciendo que la novela es magnífica y que la película no es una buena adaptación. Son opiniones, como la mía, claro, pero no les hagan demasiado caso, en primer lugar porque la novela no es nada del otro mundo, ya saben lo que pasa con los premios literarios, que muchas veces se dan pensando en vender, más que en otra cosa y este es el caso. Seguramente Alfaguara publicó aquel año unos cuantos libros más interesantes que este.


Aunque disfrazada de una especie de homenaje a los clásicos, con citas literarias de autores griegos y latinos y un remedo de la historia de Ulises, en realidad no hay nada de eso, porque el protagonista, ni es Ulises, mas que de nombre, ni se nos cuenta nada de su periplo de diez años desaparecido.
Lo único que la película refleja bastante bien, es el retrato de ese nuevo rico de la costa que se hizo de oro especulando con el terreno a pie de playa, se pinta a un personaje entre hortera, chulo y mafioso, bien interpretado por Eduard Fernández.
La que también está bastante bien es Leonor Watling y no hacía falta desnudarla, porque vestida está incluso más guapa.
La película tiene una fotografía preciosista de José Luis Alcaine, con unas cuantas tomas sobre el mar de esas que lucen mucho (amaneceres, contraluces...) y algunos planos que tratan de buscar enfoques de cierta originalidad desde ángulos poco habituales.
En ciertas escenas Bigas se recrea en la belleza de los cuerpos desnudos mediante composiciones que en cámara quedan muy estéticas y que, supongo, debieron implicar un trabajo ímprobo y peculiar (me lo estoy imaginando y no se si reírme o llorar) para sus protagonistas.
La película es de cierta calidad visual, pero deja qué desear en otros aspectos.




jueves, 15 de junio de 2017

PARÍS TOMBUCTÚ

Michel des Assantes (Michel Piccoli), un prestigioso cirujano plástico francés con problemas de impotencia que está tratando de superar con llamativas terapias, está desencantado de la vida y decide poner fin a la misma arrojándose desde el balcón de su consulta parisina.
Sin embargo, en el último momento tiene una especie de inspiración cuando ve a un trotamundos que viaja en bicicleta y que está comprando fruta. El frutero y el viajero tratan de evitar el suicidio de Michel, aunque este ya ha desistido y, en su lugar, decide comprarle la bicicleta y emprender el viaje a Tombuctú, que se le antoja un lugar mítico por su exotismo, en busca del secreto de la felicidad.
Su viaje se ve interrumpido cuando sufre un accidente a la altura de Calabuch, un pueblecito de la costa levantina que se le muestra tan caótico como la existencia que pretendía dejar atrás.
Le acogen y le cuidan dos hermanas, la impetuosa Trini (Concha Velasco) y la mística visionaria Encarna (Amparo Soler Leal), ambas le ayudarán a curarse de sus heridas.
Coincidiendo prácticamente con el cambio de milenio, Michel vivirá una serie de delirantes situaciones, compartidas con los habitantes de la particular localidad mediterránea: Gaby (Javier Gurruchaga) el peculiar hermano de Trini y Encarna; Boronat (Juan Diego) un ácrata nudista; un sacerdote convicto de asesinato, inmigrantes desobedientes, políticos y empresarios corruptos.


Berlanga se rodea de un elenco de actores muy conocidos en la escena española, con el francés Michel Piccoli como protagonista, con el que ya había trabajado en Tamaño natural.
Seguramente estamos ante el testamento cinematográfico de Berlanga que sintió que había hecho la película que quería en aquel momento.
Durante los títulos de crédito suena la canción  "A ninguna parte", interpretada por Manolo Tena.


Mucha gente quedó descolocada con esta postrer película del director levantino, desde la crítica especializada, hasta algunos de los devotos de Berlanga y, probablemente, más de uno, por tratarse de quien se trataba, no se atrevió a decir que no les gustó la película.
A estas alturas, el valenciano podía hacer lo que quisiera más o menos, tenía crédito sobrado por su pasado en el cine español y se lanzó a esta aventura en la que recrea su universo personal, con un protagonista que, en algunos aspectos, parece su alter ego, descreído, desencantado, cargado de mala uva, que decide dejarlo todo atrás, pero que no puede sustraerse a la compañía de los demás cuando encuentra a gente sencilla y sin malicia, aunque estén más sonados que una olla de grillos.
Berlanga se da otro tipo de satisfacciones, saca a relucir algunos de los tópicos de su tierra, que a él le gustan y disfruta como un niño pequeño, allí están la paella, el pescado, las fiestas de moros y cristianos, las mascletás... Con ojos llenos de admiración, ve más allá de la simple representación, pues para él, este universo es la esencia de su pueblo, de su gente.
Aquí aparecen también circunstancias que forman parte de la esencia de Berlanga como hombre (fetichismos varios) y algunas de las preocupaciones que seguramente tenía en aquel momento, como la decrepitud física o el miedo a lo desconocido o a esa misma merma física.
A mi me parece que, sin dejar de lado algunas puyas que lanza a diestro y siniestro, es una película muy personal y que posiblemente su mayor defecto es que resulta excesiva y un poco embarullada en lo que pretende representar con los personajes que la pueblan.
El propio Berlanga decía que había pretendido hacer un modesto homenaje a la chabacanería hispana dando una intención lúdica al chiste verde, a la frase de doble sentido, a la ordinariez de la braga y el calzoncillo, pero no intentando dignificarlo, sino simplemente mostrándolo todo lo más cruda y soezmente que había podido. Y, sobre todo, para él suponía la única película a la que había añadido una aproximación a sus infiernos más profundos.




miércoles, 14 de junio de 2017

MANOLITO GAFOTAS EN ¡MOLA SER JEFE!

Aquí acaba el recorrido cinematográfico del personaje creado por Elvira Lindo, primero para la radio y, más tarde, para los libros, aunque también tuvo una serie de televisión dirigida por Antonio Mercero.
En esta ocasión Manolito (Doro Berenguer) se encuentra en plenas vacaciones navideñas. Unas fiestas en las que además de pensar en los juguetes que va a pedir a los reyes, recibirá un regalo muy especial. Se trata de la visita del tío Nico (Óscar Ladoire), que vive en Oslo, donde trabaja de camarero y se ha traído como acompañante a su novia noruega, Trudi Bergenkoklass (Marcela Walerstein). En un restaurante chino, Manolito conoce a Phio-Ling (Cervantes), un niño que le ayudará a hacer realidad uno de sus más preciados sueños: convertirse en el jefe de su panda formada por Yihad (Jorge Jiménez), Susana (Sandra Alonso), Mostaza (Eduardo Estradé), El Orejones (Iván Perete)... La película se desmarca de la anterior, con reparto absolutamente renovado.
Deja de lado el costumbrismo de la anterior película para adentrarse en una delirante historia que se va perdiendo en unas situaciones de humor muy pobre.
Los efectos especiales, pocos y muy mal manejados, con una escena, aquella del principio en la que Manolito se pierde en la niebla, que en vez de niebla es humo y no digamos la escena del final, un esperpento que resume el bodrio que hemos presenciado.
Un proyecto fallido, incluso el casting deja que desear con respecto a la entrega precedente.




martes, 13 de junio de 2017

EN UN RINCÓN DEL ALMA

Libro intimista, pero que nos cuenta cosas que podemos reconocer en la vida diaria, cosas de nosotros mismos o de gente cercana a la que conocemos sobradamente, aunque en esta ocasión los acontecimientos se desarrollan en un mundo en el que la magia está presente.
Antonia J. Corrales nos acerca a una historia en la que te hace sentir que nos está contando cosas que le han sucedido, como si fuera una autobiografía y es que logra ponerse en la piel de la protagonista y hacer que su mundo y su historia, sean de ella misma. El relato de una de tantas mujeres sumergidas en un matrimonio cuyos miembros se distancian día a día, envueltos en el desahogo económico fruto del absorbente trabajo de él, de sus largos viajes, de los "imprevistos" que le mantienen alejado del hogar y del olor a perfume femenino en su corbata.
Aunque todo se ve venir, Jimena ha ido dando tiempo al tiempo, enamorada como está de su marido, primero sustentanda por la crianza de los hijos y más tarde por la compañía de Sheela y Remedios, “Las brujas de Eastwick” llaman en los mentideros del pueblo a esta especie de triángulo mágico.
La violencia de género, el amor clandestino, la aventura soñada del viaje a Egipto a espaldas de la familia, donde encontrará a su príncipe azul, las constantes referencias a los iconos de una juventud que se escurre entre los dedos (Gunter Grass, Mafalda, Silvio Rodríguez, Cien años de soledad...). La historia de una mujer que se refugia bajo el paraguas rojo y sueña, mientras él se muere por ir al grano, con un tranquilo abrazo, una charla a la luz de las velas, oler su perfume mientras él le acaricia la nuca, sentir sus manos deslizarse por sus muslos con deseo pero sin ansia. Una mujer necesitada de volver a sentirse viva y deseada, no “cumplida”, de volver a ser mujer, su mujer.
¿Literatura Chick-lit?, probablemente y más si pensamos en que este tipo de angustias, de frustraciones y sueños, forman parte del bagaje de la mujer de nuestras sociedades occidentales avanzadas, puesto que en paises menos favorecidos, seguramente sobrevivir y llegar a mañana es la principal preocupación de las mujeres de clase menos favorecida.



lunes, 12 de junio de 2017

TODOS A LA CÁRCEL

Con el fin de cobrar una deuda de la Administración Pública que viene arrastrando desde hace tiempo, un pequeño empresario llamado Artemio (José Sazatornil) asiste al Día Internacional del Preso que se celebra en el interior de una cárcel. El festejo, organizado por Quintanilla (José Sacristán), un hombre astuto y especialista en organizar este tipo de eventos colectivos y bulliciosos, es un acto más bien político al que acuden las autoridades más representativas de la región, junto a otras personalidades del mundo de la cultura, las finanzas o el poder eclesiástico. Durante los preparativos, comienzan a ocurrir una serie de desastres, entre ellos, el número de asistentes es muy reducido, ya que el evento coincide con la final de la copa de fútbol. Mientras Quintanilla intenta que todo marche sobre ruedas, Artemio aprovecha la ocasión para hablar con el subsecretario de Cultura.
Mientras tanto, en el exterior del recinto se fragua la fuga de un mafioso recluso, Paolo Tornicelli (Torrebruno), influyente banquero italiano y jefe de una compleja red internacional de actividades delictivas. El director de la prisión coordina la operación, asistido por Muñagorri (Juan Luis Galiardo) otro banquero, que precisamente se encuentra también en dicho acto. Cada asistente posee unos intereses concretos y unas metas específicas, aunque todos acuden a la celebración aludiendo solidaridad y el deseo de compartir la mesa con aquellos que se encuentran privados de libertad.


En más de un sentido, la película es una consecuencia de la trilogía de la familia Leguineche, aunque no es es la misma historia, pero sí responde al mismo mundo de mentira y descaro, como decía Berlanga: La golfería nacional.
El punto de arranque es "El día del preso", una especie de homenaje a los presos, inventado supuestamente por los nuevos mandatarios durante la primera época socialista. Bajo el parapeto de un acto solidario, todo el mundo que acude lo hace por intereses personales, utilizando una situación precaria, incluso angustiosa para quien la sufre, para obtener prebendas y ayudas.
La película tuvo un éxito limitado, quizá porque se adelantó en un par de años a la realidad, cuando empezaron a hacerse públicos algunos escándalos financieros y de tráfico de influencias y los primeros acusados comenzaron a desfilar por los juzgados.
No obstante obtuvo tres premios Goya, entre ellos el de mejor película y mejor dirección. 


La película tiene un guión un tanto deslabazado en el que se mezcla la historia del pretendido acto solidario, en realidad un pretexto para que unos vivales le saquen pasta a la administración pública y por otro la fuga de banquero italiano que, al final, queda poco explotada.
Berlanga aprovecha para no dejar títere con cabeza, allí pone en solfa a varios estamentos públicos y seudopúblicos y a quienes se aprovechan de ellos para medro y beneficio personal, desde las propias instituciones, hasta las ONG, nadie se libra del dardo envenenado del realizador levantino y eso que entonces no ocurría nada comparado con la que está cayendo en la actualidad. En algunas fases el film se sostiene principalmente por las actuaciones del maravilloso plantel de cómicos que intervienen en la película.
Por cierto, tiene un pequeño papel, como Vanessa, la amante transexual del director de la prisión, un joven que no llegó muy lejos en el mundo del cine, pero que tras cambiar su apellido, Domínguez, por Delfín, se conviritió en todo un referente en el mundo del diseño de moda. Ese joven se llamaba David Delfín, que nos abandonó el pasado sábado día 3 de junio víctima de un tumor cerebral que apagó su vida.




viernes, 9 de junio de 2017

LÁZARO DE TORMES

Es curiosa la historia de esta película, pues Rafael Álvarez "El Brujo", encargó a Fernando Fernán Gómez, que escribiera el guión de una película tomando como base el monólogo teatral que protagonizaba y que era una adaptación del Lazarillo de Tormes del propio Fernán Gómez. Unos productores mexicanos iban a producir la película, pero todo quedó en agua de borrajas, hasta que doce años después, Andrés Vicente Gómez compró los derechos a los mexicanos y puso de nuevo en marcha el proyecto, encargando a Fernando Fernán Gómez la dirección. Por si fuera poco, Fernán Gómez enfermó de gravedad apenas iniciado el rodaje y hubo de ponerse al frente del mismo su amigo José Luis García SánchezFernán Gómez quedó, aparte de agradecido, satisfecho con el resultado final.
No era tarea fácil la que tenía el guionista y realizador la de trasladar a imágenes cinematográficas el monólogo teatral en el que "El Brujo", solo en el escenario, se dirige a un tribunal que no se ve, pero se sabe que está allí, y también al público de la sala, al que mira de frente.
El Lazarillo de Tormes es una de las obras cumbres de la literatura en castellano y, como digo, no era sencillo, si no se quería caer en una película que fuera la grabación pura y simple de la obra teatral que es la adaptación del propio Fernán Gómez, entre otras razones porque el protagonista no cuadra con la edad que se supone debe tener Lázaro, al menos en sus primeras aventuras.
Así que Fernando Fernán Gómez optó por hacernos ver a un Lázaro que rememora ante el tribunal sus andanzas y va mezclando su declaración ante los jueces y la representación de lo que fueron aquellas aventuras, en las que se ve a un Lázaro ya maduro, excepto en las del inicio de su vida (cuando sirve al ciego, o al clérigo, por ejemplo), en las que le representa aún niño, eligiendo para ello a Manuel Lozano, al que recordamos por su entrañable trabajo en La lengua de las mariposas.


El reparto es de verdadero lujo, nombres muy sonoros del panorama nacional, aparte de los mencionados Rafael Álvarez o Manuel Lozano, nos encontramos a un magnífico Karra Elejalde, a una espléndida Beatriz Rico, o a Manuel Alexandre, Álvaro de Luna, Agustín González, José Lifante, Francisco Rabal (en una de sus últimas apariciones), Francisco Algora, Juan Luis Galiardo, Emilio Laguna o Tina Sáinz, entre otros.
Creo que el resultado de la película es desigual, es evidente que la historia y el texto del Lazarillo ya son una maravilla y que suponen un gran apoyo de partida, aunque no siempre da con la manera de transmitirlo en imágenes y, en ocasiones, a pesar de lo buen actor que es, puede resultar un tanto redundante ver una y otra vez a Rafael Álvarez declamando, convirtiendo a Lázaro casi en un cuentacuentos.
Estupenda ambientación, en la que tienen no poco que ver los figurines de Javier Artiñano, nos quedamos con un regusto agridulce al ver, por un lado a tan grandes actores como logró reunir esta producción y, por otro, que no logra, a mi modesto parecer, sacarle todo el jugo al texto original.