jueves, 30 de junio de 2011

EL 503º AEROTRANSPORTADO

Desde 1941, Stalin venía pidiendo a los aliados la apertura de un segundo frente en el sur para aliviar la situación en la que se encontraba la URSS. En el verano de 1942 la Werhmacht había lanzado un ataque sobre el Cáucaso y la zona Sur de Rusia, los alemanes habían tenido un gran éxito y aunque los soviéticos resistían ferozmente en Stalingrado, si no se abría otro frente que distrajera divisiones y fuerzas alemanas, la URSS se vería empujada al desastre.
Por eso el día 21 de Agosto el Estado Mayor Estadounidense al mando de Dwith D. Eisenhower aprobó la Operación Torch (Operación Antorcha) consistente en un desembarco mayoritariamente estadounidense en Marruecos y Argelia, pertenecientes por aquel entonces a la Francia de Vichy del general Pétain, aliada de Alemania.
Entre las tropas que participaron en aquella operación, estaban los paracaidistas del 503º Regimiento USA. El lanzamiento de estos hombres desde los transportes C-47 Dakota fue un desastre porque quedaron literalmente diseminados por el desierto marroquí. Algunos tomaron tierra en el protectorado español y fueron hechos prisioneros, pasando bastante tiempo en cárceles españolas. Aunque España resultaba un peligro para los aliados esa mañana se dieron cuenta de que no intervendría en la guerra.






miércoles, 29 de junio de 2011

DOCE DEL PATÍBULO

Cuando veo esta peli, que narra la incursión de un comando aliado tras las filas alemanas, siempre recuerdo que en la realidad, las más famosas infiltraciones y gestas heroicas en acciones tras las líneas enemigas, fueron protagonizadas por soldados alemanes, sobre todo por cuerpos especializados de las SS. Baste recordar la Operación Gran Sasso u Operación Eiche, en la que un grupo de paracaidistas alemanes, sin disparar un sólo tiro, rescató a Mussolini, prisionero en Campo Imperatore, tras haber sometido a sus guardianes e inutilizado la radio. Al mado de aquel operativo, estaba el capitán Otto Skorzeny, todo un mito a partir de aquel momento entre amigos y enemigos que reconocieron y admiraron lo espectacular de la acción.
Una de tantas acciones que tuvieron lugar en los frentes europeos y que seguramente dieron pie a que los americanos hicieran pelis como esta, en las que escriben no lo que pasó, sino lo que les hubiera gustado que ocurriese.


La peli no es, por tanto, un dechado de fidelidad histórica, pero dudo que fuera eso lo pretendido, pues lo que vemos es, sobre todo, una obra de acción y de entretenimiento, tan del gusto de la época y que en medio de algún que otro defecto, tiene unas cuantas virtudes que la han convertido en lo que es: Un film de los más recordados y apreciados por los amantes del cine bélico y del cine de acción.
















La idea del relato en el que un grupo de convictos (algunos condenados a la horca), son elegidos para integrar un comando que se infiltre en la retaguardia enemiga con una misión suicida, magistralmente llevada por Aldrich, hace que el espectador empatice de inmediato con estos personajes indisciplinados, incluso peligrosos, porque aquello promete entretenimiento más allá de las convencionales películas del género.
Y así es. En la primera parte del film vemos como el peculiar mayor Reisman (Lee Marvin), logra que aquellos despojos de la sociedad, adquieran cierto espíritu de equipo al tiempo que, como indicaba antes, nos pone de su lado frente a los altos mandos que les menosprecian y les tratan con altivez.
Toda una lección de cómo mezclar acción y comedia, con un destello del genial Donald Sutherland, que nos arranca la sonrisa cuando se hace pasar por general y revista las tropas.


Toda la última parte de la película, narra el asalto a la residencia de recreo para oficiales, con algunas escenas tan espectaculares como poco creíbles y una de ellas, muy controvertida en la que, literalmente, asan vivos a los oficiales alemanes, algo que en palabras del propio Aldrich, le costó el oscar.


Una de esas películas que nos encantan de crios y que con el paso de los años vemos con otros ojos, más críticos, sin duda, pero jamás podemos olvidar el momento en el que la vimos con menos prejuicios y lo bien que nos lo hizo pasar.
Un reparto lleno de figuras acaba por hacer de este film una pieza muy recomendable para quien pretenda pasar un rato entretenido.




martes, 28 de junio de 2011

MARCHA ATRÁS

Yo no entiendo nada de estos asuntos de ahorro de energía, al menos así a lo grande, lo mío va por lo doméstico. Sé que si apago la luz, mi factura es menos alta, pero de ahí no paso, lo otro se lo dejo a los expertos, aunque se que muchos de los que así se llaman, las ideas que tienen no van más allá de las mías.
El gobierno redujo la velocidad en autovías y autopistas de 120 a 110 Km/h., aduciendo que así se ahorraba energía y que se reducía el gasto. Se referían al gasto privado y es la primera vez que el BOE se preocupa del gasto privado en vez de preocuparse del público que es lo que tiene que hacer. Esto ya es sospechoso.
Ahora vuelve a dejarlo todo como al principio, dice que se ha conseguido el objetivo de reducir el gasto.
En realidad, lo que ocurre es que la gasolina está más barata porque la Agencia Internacional de la Energía (A.I.E.), ha puesto en el mercado 60 millones de barriles de petróleo.
Así que en realidad, nunca sabremos si se ha ahorrado o no debido a la disminución de velocidad. Lo que sí sabemos es que se ha ahorrado en vidas humanas, un objetivo que no buscaba el gobierno que desde el primer momento dijo que sólo buscaba efectos económicos.
Y ahí es donde yo ya dejo de hacer preguntas, porque no entiendo nada de nada, mejor dicho, lo que entiendo no cuadra con el sentido común. Si se baja la mortalidad en la carretera, independientemente de beneficios económicos o no, que son precisamente los que no quedan nada claros, entonces, ¿por qué no lo dejan para siempre?
Pero está claro que los intereses que mueven a los grupos de poder, a los que mandan, en definitiva, son otros que unos cuantos muertos más o menos. Y también está claro que aquí ha habido una metedura de pata (y van...) del Consejo de Ministros en pleno. Bien porque la primera medida era inoportuna, bien porque era razonable y ahora la retiran o bien por ambas cosas, es una prueba más de ineptitud y encima los mayores beneficios (el descenso de siniestros), han llegado en un aspecto que no estaba contemplado.
¡Lumbreras!

lunes, 27 de junio de 2011

¿ARDE PARÍS?

Les hacía falta a los franceses una peli como esta para intentar un cierto lavado de cara, pues es de sobra conocido que no todos estaban en contra de la ocupación alemana, ni todos estuvieron en la resistencia, como a veces parece querer hacérsenos creer.
El film está basado en la novela del mismo título de Dominique LaPierre y Larry Collins, una novela que por cierto, recomiendo y que fue un superventas de la época, demostrando que no siempre best seller es sinónimo de malo.
Para hacer el guión se contrató ni más ni menos que a Francis Ford Coppola y a Gore Vidal que, como cabe esperar de gente de esta talla, lo hacen bastante bien.
No se reparó en medios y el despliegue tanto material como humano, es impresionante.
De cuando en cuando se intercalan imágenes documentales para darle un mayor verismo a la historia que es, a grandes rasgos, fiel a la realidad, aunque de vez en cuando novela un tanto esa realidad, adecuándola al ritmo de la película, a los intereses de lo que se nos quiere contar y a razones puramente de conveniencia, cuando no de cierto chauvinismo, si bien es cierto que en este aspecto tampoco son demasiado descarados, pero de vez en cuando se les ve un poco el plumero.


Llegados a este punto, me apetece hacer un inciso y es el tratamiento que se da a los españoles. ¿Qué cuál es? Ninguno, cero, niente, ignorados.
Hay una parte del film en el que se ve al general Leclerc hablando con el capitán Dronne. El primero pregunta al capitán qué hace allí y este le dice que le está esperando, Leclerc le contesta que las ordenes estúpidas no se obedecen y le ordena que entre en París al frente de sus "cosacos" y les diga a los resistentes que al día siguiente estará allí toda la división.
La anécdota, un poco cambiada, es verídica.


Lo que no se dice es que Dronne forma una improvisada columna mecanizada con varios semi-orugas M3 montados por españoles pertenecientes a la 9ú Co. "La Nueve" y varios carros de combate medios M4 Sherman del 501ú Regimiento de Carros de Combate.
En las imágenes que muestran la entrada de estas tropas en la capital del Sena, se ve un vehículo acorazado que lleva pintado el nombre Liberation. En realidad ese nombre se pintó después, cuando entró en París el que llevaba puesto era España Cañí y ya se imaginan quiénes eran sus tripulantes. ¿Tanto les hubiera costado rendir este pequeño homenaje a quienes, sin duda, lo merecían?


El film tiene un reparto de esos que te quedan asombrado, todo el firmamento francés del momento está allí: Yves Montand, Alain Delon, Philippe Noiret, Jean-Paul Belmondo, Michel Piccoli, Simone Signoret, Jean-Louis Trintignant, Charles Boyer o la franco-americana Leslie Caron. Además, por si esto no era suficiente, algunos norteamericanos de renombre: Kirk Douglas, Glenn Ford, Orson Welles, Robert Stack o Anthony Perkins.
Tiene algunos planos muy buenos, como el embarque de partisanos en trenes para ser deportados, con la cámara a ras de suelo y las botas de los guardianes alemanes en primer término; o algunos de los planos tomados desde arriba de la lucha en las calles de París. Sin embargo los combates no dejan de ser un tanto teatrales.


Y la música de Maurice Jarre, que remarca y acompaña muy bien los distintos episodios que se nos narran y ese vals inolvidable que figura en cualquier antología de música de películas que se precie.
En definitiva, una buena peli sobre unos hechos que son históricos, el levantamiento de los resistentes parisinos contra la ocupación; las dudas del alto mando aliado, ya que en principio se iba a bordear París en aras de aplastar cuanto antes a los alemanes impidiendo su reagrupamiento y la actuación de un hombre, el general alemán von Choltitz, interpretado por el alemán Gert Froebe (que entre tanta estrella es el que tiene el papel central), que desobedeciendo las órdenes del alto mando alemán salvó de la destrucción a una de las ciudades más bellas del mundo.



domingo, 26 de junio de 2011

SAN DUNSTANO

Este santo, no muy conocido en estas tierras, pero sí en su Inglaterra natal, llegó a ser Prelado de la iglesia. Monje y abad de Glastonbury, dio un impulso decisivo al monacato inglés. Nombrado arzobispo de Canterbury en 960, bajo la inspiración de las ideas cluniacenses, trabajó en la reforma de la Iglesia. Su fiesta se celebra el 19 de mayo.
Sin embargo, lo traigo aquí por otra razón.
Antes de ser monje, fue herrero y la leyenda cuenta que recibió un día la visita de un hombre que le pidió unas herraduras para sus pies, unos pies de forma sospechosamente parecida a pezuñas. Dunstan reconoció inmediatamente a Satanás en su cliente (qué lección de sagacidad, todo un Holmes en potencia), y explicó que, para realizar su tarea, era forzoso encadenar al hombre a la pared.
Deliberadamente, el santo procuró que su trabajo resultara tan doloroso, que el diablo encadenado le pidió repetidamente misericordia. Dunstan se negó a soltarlo hasta que el diablo juró solemnemente no entrar nunca en una casa donde hubiera una herradura colgada sobre la puerta.
Supongo que hizo el trabajo tan, pero tan exageradamente doloroso, como sólo puede aplicar dolor un cristiano formado en la compasión cristiana y seguramente la Inquisición ayudó a postularlo para santo.
Este es uno de esos típicos casos en los que a una tradición anterior se le dio un conveniente giro para justificarla y quitarle sus visos paganos, pues es conocido que los griegos introdujeron la herradura trayendo la idea de Persia, y siempre la presentaron como un símbolo de buena suerte. La razón es que se hacían de hierro, que se creía que podía mantener a raya el mal y, además, la herradura tenía forma de media luna, símbolo de fertilidad y buena fortuna. Los romanos se apropiaron del objeto, tanto como un práctico elemento de equitación y como talismán; la creencia en esos poderes fue conocida y compartida por los primeros cristianos (en esto no hay que ser muy duros: los primeros cristianos ya tenían suficiente lío cambiando los dioses de sus ancestros, fueran judíos o romanos, para encima pedirles que renunciaran a creencias más cotidianas, como esta, que finalmente ayudaban a darle sentido al mundo)
En 1805, cuando el almirante británico lord Horacio Nelson se enfrentó a los enemigos de su nación en la batalla de Trafalgar, el supersticioso inglés clavó una herradura en el mástil de su navío almirante, el Victory.
A mí me resta una pregunta por añadir: ¿En nombre de qué jura el diablo? Y como diría un abogado de esos que le buscan tres pies al gato: ¿El juramento es vinculante?

sábado, 25 de junio de 2011

DR. STRANGELOVE

¿Pero en manos de quién estamos?
Esta pregunta me la hago algunas veces, no muchas, porque no deseo volverme paranoico o coger una depresión, pero me la hago y supongo que alguno de ustedes se la habrá planteado en alguna ocasión.
De vez en cuando descubrimos una nueva especie de besugo al frente de alguna institución de cierta relevancia, aunque sea la concejalía de festejos del último pueblo de España, cargo no muy importante, pero que quizá durante un par de días al año, cobra notariedad y entonces el besugo se hace notar, unas veces más y otras menos, unas veces sus obras transcienden a una buena porción de público y otras sólo las padecen los más cercanos.
Si vamos subiendo en la escala de la importancia de las organizaciones públicas y privadas, la repercusión de las decisiones que se tomen entre quienes las capitanean, lógicamente, tienen más repercusión en la sociedad.


¿Y cuanto más imporante es el cargo, más seguridad se tiene de la competencia de quien lo ostenta?
Suele ser así, pero no se cumple necesariamente.
De vez en cuando nos encontramos mendrugos, irresponsables, simples megalómanos o incompetentes varios al frente de organigramas en los que algunos de sus más lejanos subordinados lo harían bastante mejor y, en el peor de los casos, no lo harían con menos cerebro del que demuestra su jefe.
El cómo llegaron allí, suele ser algo que ni ellos, ni casi nadie, sabe explicar, pero están y, una vez que están, su cuota de poder es tan grande, la posibilidad de que alguien les contradiga, tan ínfima, que corremos todos serio peligro el día que se les ocurre poner en práctica alguna de las "brillantes" ideas que se les vienen al coco.


En la peli que hoy comentamos, conocida en España como "¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú", un general estadounidense tiene una teoría sobre la fluoración del agua y la influencia que eso puede tener en nuestros fluidos corporales. Está convencido de que los comunistas están utilizando ese sistema para acabar con la civilización occidental.
Valiéndose de los mecanismos a su alcance, desencadena un ataque nuclear sobre territorio soviético. Nadie puede cancelar las órdenes que ha impartido a los hombres bajo su mando.


La peli de Stanley Kubrick, se estrenó en 1964, en plena Guerra Fría, en el punto más álgido de la carrera armamentística entre las dos superpotencias, cuando el mundo entero, empezando por los propios norteamericanos, temblaba al imaginar lo que podría ocurrir si a alguno de los dos contendientes le diese por desatar el conflicto latente.
Hay que ponerse en la época, con aquella paranoia anticomunista instalada en EE.UU. para valorar en su justa medida la valentía de Kubrick para llevar esta parodia a las pantallas.


Una sátira, sí, pero bastante macabra, porque habla del fin de la humanidad.
El gran realizador nos desnuda su pesimismo por la condición humana y su poca confianza en las instituciones.
Estamos en un mundo en el que la mejor defensa contra el poder del enemigo se ha convertido en llenar nuestros propios arsenales con un sin fin de armas, con el fin de meter miedo al otro de que cualquier conflicto generalizado supondría el fin del planeta y esas armas están en muchas (demasiadas) ocasiones en manos de esos inútiles, desequilibrados e irresponsables de los que hablábamos al principio.


Maravillosas actuaciones del coro de actores, con mención especial para Peter Seller que encarna tres papeles diferentes y encandila con ese Dr. Strangelove, con el que Kubrick quiso parodiar a los exnazis que colaboraron con las potencias occidentales.
El científico de la silla de ruedas, del cuerpo mutilado, cuyo brazo artificial se levanta de manera descontrolada en el inconfundible saludo fascista, que alcanza el éxtasis al imaginar la muerte de miles de personas y que al oír el estallido de las bombas, se levanta de la silla cobrando nuevos brios gracias a la tragedia humana, con esa frase: "Mein führer, puedo caminar"


El Kubrick que nunca deja de sorprender con cada nuevo proyecto, que quizá pudo haber hecho algo más con esta película, es cierto, pero que nos trae una joya del cine satírico. Humor ingenioso e irónico, con una buena pizca de mala leche, para denunciar y poner al mundo sobre aviso de lo que nos puede pasar por culpa de quienes nos tienen bajo su manto, que sólo es protector en apariencia.




viernes, 24 de junio de 2011

SU MUNDO FELIZ

Me encanta ver cómo estos días, con toda la que está cayendo dentro y en los alrededores de nuestra casa (lo es de momento), ellos se encargan de tranquilizarnos, de quitarnos el susto de encima y transmitirnos la sensación y la seguridad de que no pasa nada, al menos nada que no tenga arreglo, porque aquí vienen nuestros maravillosos rescatadores.
Abrazos y parabienes por doquier, saluditos con palmada en la espalda incluída o besito en las mejillas.
Ayuntamientos, Diputaciones, Parlamentos autonómicos se han ido constituyendo en fechas recientes. Ha habido medallitas y medallones para todos, en algunos casos fiestecilla incluída. Se les ve felices, algunos repiten, se sacrifican por nosotros, siguen allí por el bien común, no porque les guste ni nada de eso; otros estrenan cargo, andan por su nuevo despacho como el niño al que le han dado un nuevo juguete.
Siempre hay alguien que quiere fastidiar, creo que algunos han ido a manifestarse a las puertas de las instituciones. Qué ganas de aguar una fiesta tan bonita, alguna gente no tiene ninguna consideración.
Claro que siempre hay soluciones y ellos han cerrado la puerta para que no se les moleste en su misión sagrada, qué es eso de mezclar la alfombra con la moqueta, cada cual que se quede donde le corresponde, yo a dirigir los destinos de la patria (grande o chica, según el caso) y tú a pagar la hipoteca.
Ánimo, chicos, ved lo contentos que estamos nosotros y aprended de nuestro ejemplo, hay que poner al mal tiempo buena cara. Buena cara dura.


jueves, 23 de junio de 2011

LA GRAN EVASIÓN

Película de entretenimiento por encima de cualquier otra cosa.
Se la puede catalogar como cine bélico porque se desarrolla durante la II Guerra Mundial y por el asunto que trata, pero es una comedia y una comedia sin demasiadas pretensiones, o si las tenía no las alcanza.
Más que por otros valores, si ahora sigue teniendo el prestigio que tiene es porque se ha convertido en emblemática de un subgénero, el de la evasión de un centro de internamiento, que ha dado mucho juego con diversos resultados, no siempre demasiado apreciables en cuanto a calidad.
Además supuso el lanzamiento a la fama de Steve McQueen y cuenta en el reparto con nombre muy conocidos, James Garner, Charles Bronson, Richard Attenborough, James Coburn o David McCallum, entre otros y además es un tema que, debemos reconocerlo, tiene cierto tirón.


Si hay algo realmente emblemático en el film es el tema central de la banda sonora, la conocidísima melodia de Elmer Bernstein, repetida y parodiada hasta la saciedad.


El escenario que nos presenta parece, por momentos, un campamento de verano, un tanto edulcorado todo, por más que se trate de un campo de prisioneros y no un campo de concentración. Con unos guardianes muy tontos y unos prisioneros no menos tontos, que salen de las celdas de aislamiento como quien sale de la sauna; con unas cuantas cosas un tanto increíbles y con alguna que otra situación cogida por los pelos, como se dice vulgarmente.
No os desesperéis, a pesar de lo dicho y como ocurre en los grandes eventos deportivos, los últimos tres cuartos de hora de la peli, nos traen la remontada y allí vivimos las mejores escenas. La escapada y lo que les ocurre de ahí al final, son, junto a la excavación de los túneles y algunos de los trabajos preliminares para facilitar a los fugados salvoconductos y ropa, lo que propicia los mejores momentos del film.


Una peli muy entretenida para quien no busque puridad histórica, más cercana al divertimento del cine de aventuras que a las cuestiones bélicas y recomendable para pasar un buen rato.


Como ya dije, la canción de Bernstein, ha sido muy utilizada tanto en cine como en la tele y seguramente los fans de Los Simpsons, la recoradarán como la música que acompaña a Maggie cuando intenta escapar de la guardería. Pero hay otra cosa menos llamativa en el mismo capítulo que es otro homenaje al film, cuando le entregan a la propia Maggie un guante de baseball y una pelota cuando la encierran, imitando la famosa escena que se repite en la peli cada vez que llevan a Steve McQueen a la celda de castigo, lo que ellos llaman "la nevera".




miércoles, 22 de junio de 2011

LOS PERIFÉRICOS

Vendedores y políticos tienen en común que rebuscan en el lenguaje para decir las cosas como les conviene que las veamos, más que como son en realidad.
Lo penúltimo que he oído es que como somos periféricos, nos afectan las cosicas malas de los demás y por esos estamos como estamos.
O sea que no es porque nadie lo haya hecho mal, ni porque en Europa no pintemos nada, ni porque nuestra superpotencia económica estuviera construída con ladrillos de papel. Al parecer la culpa es de los especuladores, que han orquestado un ataque contra los países periféricos y eso es lo que ocurre.
¡Balones fuera!
Claro que, por otro lado, también nos bombardean en las últimas horas con que este verano va a ser magnífico para el turismo y que eso va permitir que la situación económica se aclare un poco o, al menos, que no empeore.
Lo que no nos dicen es que hay otros que son aún más periféricos que nosostros y que andan revueltos (Egipto, Marruecos, etc.) y que por eso la gente que puede gastarse cuatro perras en viajar, va a venir aquí a pasarse el veranito y no precísamente porque les guste más darnos el dinero a nosotros que a los norteafriacanos.
Lo que tampoco nos cuentan, es qué ocurrirá tras la estación cálida. Seguramente entonces volveremos a ser periféricos.


martes, 21 de junio de 2011

EL DÍA MÁS LARGO

La película del desembarco (sí, el de Normandía) que por obra, gracia y empeño de Darryl F. Zanuck se llevó adelante.
Basada en una novela de Cornelius Ryan, que figura en los créditos como autor del guión, narra el desembarco de las tropas aliadas en las costas de Normandía, la famosa Operación Overlord (lo que supuso el principio del fin del III Reich), así como de los momentos previos a la misma.
Dependiendo de los gustos y las exigencias de cada cual, la peli puede ser vista como un gran clásico del cine bélico o como un producto que ha alcanzado más fama de la que merece.
Yo creo que es una buena película, pero puede haber gente que quede decepcionada, sobre todo por algunos pasajes o porque desea más profundización en algunas de las cosas que narra o vaya Vd. a saber, porque puestos a sacar defectos, está claro que se le pueden sacar unos cuantos, pero yo me quedo con el conjunto, un homenaje a las tropas aliadas que participaron en la gesta y un retrato de la concatenación de circunstancias que jugaron en contra de los alemanes para que aquello saliera como salió.



Y es que quizá sea esto último que señalo lo que mejor queda reflejado en la peli, una demostración más de la importancia que tienen los pequeños detalles en algunos de los grandes momentos de la Historia.
Rommel, el jefe del ejercito alemán en la zona, en Alemania celebrando el cumpleaños de su esposa (tenía que cumplir años ese día). La larga cadena de mando de los alemanes y el temor de algunos (más que justificado) a tomar iniciativas que podían costarles caras de no tener fundamento.
Es un buen resumen de todo ello la frase de Curt Jürgens: "Vamos a perder la guerra porque el Führer ha dado orden de que no se le despierte"
Digno de destacar el respeto con el que trata a quienes serían los perdedores y los pequeños homenajes que les rinde, como el de los dos aviadores que ametrallan a las tropas aliadas en las playas y que saben que es probable que no vuelvan vivos a su base. A pesar de sentirse abandonados por sus superiores, cumplen con lo que consideran su deber.



Lo del otro bando, el ejército aliado, es más complejo.
La película, como decía al principio, pretende ser un homenaje a las tropas que tomaron parte en la operación y para ello, se decide, por un lado contar las cosas en plan general y por otro, como contrapunto bastante acertado, detenerse en una serie de pormenores que quedan muy bien en una superproducción tan mastodóntica como esta.
El tic tac del reloj, que subraya la tensión en la reunión del estado mayor aliado, que en un breve espacio de tiempo (tic-tac, tic-tac...), ha de tomar una decisión sobre una acción que costará la vida a miles de personas.
El paisano francés que, en una de las notas de humor de la peli, sale a recibir a los liberadores ataviado con su viejo casco de la I Guerra y la botella de champagne.
La tensión y las ganas de que empiece el combate y el miedo a un posible fracaso de los soldados que entretienen el tiempo jugando grandes cantidades de dinero a los dados, con ese maravilloso travelling que recorre las literas del dormitorio inmenso.
Escenas pequeñas en una gran (por lo larga) película, como la de las botas puestas al revés del soldado alemán muerto, que no me extrañaría que estuviera tomada de alguna anécdota real.



Porque la película, mezcla con soltura ficción y realidad. Hay acontecimientos que ocurrieron en la realidad, como el del paracaidista que queda colgado en la torre de la iglesia y desde allí presencia la muerte de toda su compañía; o la escalada por la pared vertical de Point du Hoc, que realizó durante la batalla y en la peli Joseph Lowe...
A la peli se le acusa de no profundizar demasiado en las cosas. En las actuaciones de la resistencia, apenas tratadas con la voladura del tendido de comunicaciones, la escucha de los mensajes radiados por la BBC, etc. O los personajes que interpretan Brando y Fonda, que parecen desaprovechados. Pero es que yo creo que es tanto lo que ocurrió en aquellos días que no se puede incidir mucho en ello, ni siquiera en una peli de tres horas y que los homenajes, pequeños o grandes, han de ser breves, porque sólo pretenden ser representativos.


Y, sin embargo, a pesar de esa brevedad, hay pasajes memorables, como todos los del infierno en el que se conviritió la playa de Omaha, donde los alemanes practicaron una especie de "pim, pam, pum" con los desembarcados.
La toma del pueblo por las tropas francesas, donde se les ve desplegarse mientras reciben fuego desde las azoteas.
O la escena del comando que se adueña del puente sobre el río Orne y mantiene la posición hasta que llegan los refuerzos al son de la gaita.


Lo más llamativo de la película es, sin duda, el elenco de actores, no vamos a citarlos, hasta 48 grandes figuras, los más conocidos los americanos, pero también hubo muchas figuras de la escena europea menos conocidas por el gran público. Ninguno de ellos tiene un protagonismo especial, en otra especie de homenaje a los combatientes, todos tienen su momento, pero ninguno cobra especial relevancia sobre los demás.
Impresionante despliegue de medios, magnífica la ambientación y algunas tomas maravillosas, como los barridos aéreos sobre las playas o las escenas de las tropas hacinadas en los buques.
Una peli digna de verse, imprescindible para los amantes del cine bélico y, en general, representativa de una época pasada en la que todo se hacía, como digo yo, a pico y pala.



lunes, 20 de junio de 2011

EL CRISTO DEL OTERO


Uno de los emblemas de la ciudad de Palencia es su Cristo del Otero, una imponente figura del Sagrado Corazón que se levanta en un cerro cercano.
Siempre ha existido cierta controversia sobre su altura, aunque es comúnmente aceptado que tiene 20 o 21 metros.
Es obra del escultor local Victorio Macho y en el proyecto original estaba concebido para tener los brazos extendidos hacia abajo en ángulo de 40º. La idea se desechó por problemas de estabilidad, adoptando sus brazos y manos la postura que presentan, como de bendición o protección.
Igualmente, su autor pensó en recubrirlo de teselas y hacer el rostro, manos y pies de bronce.
Al final, todo él fue construído en hormigón, pues el presupuesto era de 100.000 pesetas, recaudadas mediante suscripción popular y había que ajustarse al mismo.
Las obras, pese a su dificultad se desarrollaron a buen ritmo, estando concluídas en septiembre de 1930, sin embargo no fue inaugurado hasta el 12 de junio de 1931, sin demasiados fastos, pues el momento no era propicio debido a los movimientos antirreligiosos de la época que hicieron llegar a temer por su integridad.
A sus pies hay excavada una ermita (llamada ermita de santa María del Otero) y un pequeño museo donde se encuentran los proyectos de su autor, que también tiene allí su tumba.





domingo, 19 de junio de 2011

LAWRENCE DE ARABIA

Como bien señalaba hace unos días mi colega de la blogosfera Ethan, estamos en una época en la que la televisión, más que pedir paso, venía dando empujones al cine. Las grandes superproducciones fueron la principal arma que la industria empleó en el combate y David Lean, uno de los directores que con propuestas de este tipo, cuidadas y con una gran calidad artística, contribuyó a salvar los muebles en aquellos años cruciales.
Siempre se echa de menos la pantalla grande, pero cuando uno se enfrenta a un film como este, se añora de veras, no es comparable verlo en la tele a verlo en un cine. La grandiosidad es uno de sus pilares y esa grandisosidad demanda una sala al efecto para poder disfrutarla en todo su esplendor.
Pero bueno, de este modo, con los medios que tenemos, gozamos de la ventaja de poder visionarla cuando nos apetece.



El film nos acerca a la controvertida figura de T.E. Lawrence, El Orenz de los árabes, un personaje fascinante por cómo vivió y los lugares, personajes y conflictos que rodearon esa vida.
Sin embargo no es una biografía al uso, ni siquiera me atrevería a llamar biografía al guión de esta película. La vida de Lawrence tuvo muchas más cosas después de las aventuras que aquí se nos relatan y además, no todo lo que se nos cuenta fue tal cual.
En una de las primeras escenas, cuando un periodista pide opinión sobre Lawrence a algunas personas que salen del funeral, cada uno le dice una cosa, incluso hay opiniones contradictorias unas con otras. Es como si Lean nos dijera, miren esto es lo que opinaban de él quienes le conocieron, cada cual tenía su versión y yo no voy a tratar de aproximarme a la verdad, contaré lo que me parezca, como me parezca.
Y eso es lo que hace, más o menos.



A mí el guión no me parece ningún prodigio, creo que la película pretende centrarse en otras cosas.
Sobre todo es una obra de arte audiovisual, una maravilla en ese aspecto, tan importante tratándose de una película. A quien quiera conocer la vida y milagros de Lawrence, yo le aconsejaría que buscara en otro lado, en los libros.
Esta es una peli para ver y disfrutar, a pesar de lo larga que es, de los largos momentos de acción lenta que tiene, sin embargo las escenas épicas están muy bien repartidas, haciendo más llevadero el extenso metraje.



Es, sobre todo, la película del desierto, nos trasmite de tal manera su belleza que quedamos hechizados. Un gran trabajo de Fred A. Young, el director de fotografía, pero también de la meticulosidad y el perfeccionismo del realizador, puntilloso hasta el extremo por hacernos llegar esa sensación que expresa Lawrence cuando le pregunta un periodista qué es lo que le atrae del desierto: "Está limpio", contesta. Al parecer, una legión de operarios barría la arena para hacer desaparecer las huellas dejadas entre escena y escena.
Si a ello añadimos la música espectacular de Maurice Jarre y el gran trabajo de ambientación, tenemos parte de las razones por las que el film arrasó en la entrega de estatuillas de aquel año.



Ahora mismo, miramos el elenco de actores y nos parecen escogidos acorde con lo que se pretendía: Superproducción = Grandes actores.
Sin embargo en el momento no era así. Los había, claro. Ahí estaban Alec Guinness, Anthony Quayle o José Ferrer y, por supuesto, Anthony Quinn. Pero sin embargo, Omar Sharif (que tanto peso tiene en el film), hizo sus más conocidas películas a partir de esta y el protagonista, Peter O'Toole, hacía su debut cinematográfico y fue elegido tras la renuncia de otros varios en quienes se había pensado antes que en él. Hay que reconocer que les salió bien.



La peli se rodó en el desierto de Jordania, pero también en Sevilla (convertida por obra y gracia del cine en Damasco) y en la provincia de Almería.
Todo al natural, algo que ahora no se habría hecho así, estaría plagada de digitalizaciones.



Una peli para ver, sobre todo, para disfrutar con las espectaculares imágenes del desierto, con las maravillosas panorámicas en las que los actores son simples manchas en un mar de arena. Escenas en las que, sobre todo en la primera parte del film, Lean se toma todo el tiempo del mundo y, a pesar de ello, de la calma y la lentitud con las que nos presenta todo aquello, no sólo no se nos hace pesado, sino que nos atrapa y nos fascina.