miércoles, 31 de octubre de 2012

CABARET

Berlín, años 30, mientras el partido nazi va tomando poder, la cantante americana Sally Bowles (Liza Minnelli) canta en el Kit Kat Club, un local de la vida nocturna dirigido por el travieso Maestro de Ceremonias (Joel Grey).
El británico Bryan Roberts (Michael York), no queda muy claro si alumno o profesor de Cambridge que se está doctorando en letras, llega a Berlín y encuentra una pensión regentada por la masajista de señoras Miss Schneider (Elisabeth Newman).
Bryan se encuentra en la pensión con Sally y comienzan una amistad. Una noche mientras Sally está trabajando en el club, ésta presenta a Bryan a Firtz Wendel (Fritz Wepper), un cazafortunas que necesita clases de inglés. Bryan acepta dárselas. En una de estas clases, Fritz conoce a Natalia Landauer (Marisa Berenson), una rica heredera judía de la que se enamora. Entre los amores de Fritz y Natalia, aparece Maximiliam (Helmut Griem) un aristócrata bisexual con el que inician relación tanto Sally como Bryan.



Kander y Ebb terminaron el musical que dirigió Harold Prince y se estrenó en Broadway el 20-11-1966 con Joel Grey como Maestro de Ceremonias  y en el papel de la dueña de la pensión en la que viven Sally y Cliff estuvo nada menos que Lotte Lenya, actriz y cantante, viuda de Kurt Weill, que tuvo que exiliarse a Estados Unidos con su marido y Bertold Brecht, porque el teatro que escribían Brecht y Weill y representaba Lenya, era un grito contra la alienación, no muy bien visto por los poderes fácticos de la Alemania de la época. Se estuvo estudiando la opción de llevarlo al cine y se le ofreció a varios directores como Gene Kelly o Billy Wilder, que no terminaron de decidirse, recayendo finalmente en Bob Fosse.

 

Bob Fosse introdujo muchos cambios respecto al musical original, pasando a un segundo plano la relación entre la dueña de la pensión, Fräulein Schneider con Herr Schultz, para poder sacar a la luz la historia de la rica heredera y el cazafortunas que interpretaban Marisa Berenson y Franz Wepper, que aparecen en el relato original, pero habían sido descartados en una de tantas adaptaciones. Otro cambio importante fue eliminar todos los números musicales que no se desarrollasen dentro del Kit Kat Club. Fosse pidió a los autores que escribiesen nuevas canciones para determinadas situaciones que le ayudasen a contar lo que quería y así nacieron otras canciones como Money, money o Mein herr. Fosse también cambió el principal personaje masculino, quizá para hacerlo más cercano al escritor británico Christopher Isherwood, autor de los relatos en los que se basa el libreto del musical, abiertamente homosexual, al que Fosse dotó de cierta ambigüedad sexual, y le cambió el nombre por el de Brian, en el papel que interpretó Michael York (Christopher Isherwood publicó en 1937 un relato titulado Sally Bowles. Posteriormente en 1939, ambientado como el primero en Alemania, apareció otro relato suyo con el nombre de Goodbye Berlin. La acción se desarrollaba a principio de los años 30 en ambos relatos, en los que Isherwood plasma sus experiencias en el Berlín de la época, cuando Hitler no había llegado todavía al poder, pero el fantasma nazi planeaba sobre el centro de Europa).


El guión se erige como uno de los mejores textos del género musical, con las tres historias que va entremezclando: La emocional de las relaciones entre los personajes principales; la real y cruel del auge del nazismo en Alemania; y los números musicales, perfectamente imbricados en la trama, ya que sus letras, sus coreografías, sus situaciones, vienen a cuento, pero a la vez, están separados, pues, excepto el "Tomorrow Belong to me" (El mañana me pertenece), interpretado por el joven nazi, las canciones se nos muestran en el ámbito del cabaret.


Por cierto, que esta escena, en la que vemos a un joven cantando esta canción llena de esperanza y buenas intenciones, a las que se va uniendo el resto de la gente, que contrasta con el rostro desesperanzado de un viejo que les escucha triste, porque parece saber hacia dónde van, me parece una de la mejores narraciones en imágenes de lo que ocurrió en Alemania en aquella época, sintetizado en una sóla escena.
Aunque la cosa no queda aquí, porque cada una de las canciones siempre tiene algo más de lo que nos cuenta, todas tienen una segunda lectura habilmente colocada.


Liza, interpreta el papel de su vida, hasta el punto de que muchos, cuando pensamos en ella, la vemos con el corte de pelo, el maquillaje y las uñas pintadas de verde que luce en este film.
El resto del reparto, cumple con mayor o menor brillantez. Mención aparte para Joel Grey, interpretando al Maestro de Ceremonias, con su memorable actuación se ganó un merecidísimo Oscar.


Canciones que han pasado a la historia, ingeniosos diálogos, maravillosos números musicales, sutil puesta en escena, cuidada fotografía y un montaje de lo mejor, para un film que el propio Fosse definió como un drama con música.
Cabaret se convierte en una tragicomedia en la que los personajes están descritos de manera minuciosa y el ambiente social que sirve como fondo es retratado a base de pinceladas soberbias.


Cine del bueno, un musical redondo al que se le han podado las superficialidades en las que suele caer el género para dejar al descubierto su esencia más impactante.




martes, 30 de octubre de 2012

JOSÉ ALMOINA

Como un personaje que ha formado parte de mi vida desde la más tierna infancia, así apareció ante mi el nombre de José Almoina cuando leía la novela de Vargas Llosa "La fiesta del chivo". No porque yo conociera personalmente a Almoina, ni porque coincidiera con él en el tiempo (murió hace más de 50 años), sino por razones que indicaré más adelante.
José Almoina Mateos fue uno de tantos españoles que se vio forzado a exiliarse al final de la contienda civil y, por si fuera poco, doblemente exiliado, ya que primero huyó a Francia y al invadir los alemanes el país galo, hubo de hacer las maletas deprisa y corriendo.
Ante todo y para tratar de acercanos a actuaciones posteriores de este y otros personajes que se vieron envueltos en aquella vorágine, hay que tratar de ponerse en su lugar, en su situación y valorar las circunstancias del momento. Entre los pocos paises dispuestos a aceptar contingentes de republicanos españoles, estuvo la República Dominicana, que junto con México, se convirtieron en los destinos de la mayor parte de ellos. La lógica actitud de agradecimiento de quienes se vieron recibidos con los brazos abiertos frente a tantas puertas que se les cerraron, era más que entendible, por más que al frente del gobierno de Santo Domingo estuviera el dictador Rafael Leónidas Trujillo. Almoina emigró, por tanto, al país caribeño y debido a su formación, fue nombrado profesor de la Escuela Diplomática Dominicana perteneciente a la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores, en 1943 también fue profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Santo Domingo y desde 1944 profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes. En octubre de 1942 el canciller Arturo Despradel le comunicó que Trujillo deseaba verlo. El general andaba buscando un tutor personal para su hijo predilecto, Ramfis. Un diplomático acreditado en Santo Domingo, le sugirió el nombre del gallego Almoina como el idóneo. Ciertamente, un hombre de sus conocimientos históricos y literarios, que manejaba varios idiomas como Almoina bien podía ser elegido para la tarea tan delicada de interesar por los estudios a un niño consentido de trece años. "Acepté con gran simpatía aquel cargo -confiesa el propio Almoina- que, a más de ampliar y honrar extraordinariamente mi labor docente, me proporcionaba la oportunidad de corresponder, aunque fuese de manera muy modesta, al gesto generosísimo de Trujillo para con los exiliados españoles que desde fines de 1939, disfrutamos la hospitalidad dominicana gracias a él". La infeliz vinculación del maestro gallego con el dictador dominicano dejó una huella lacerante y crónica en la conducta pública y privada del mismo. Lo que a los ojos de algunos pudo representar un privilegio, debe haber sido para el exiliado un descenso moral, un castigo excepcional. Cuando fue elegido tutor de Ramfis, provocando la envidia de los paniaguados del entorno dictatorial, se le sentó sobre una trampa explosiva. A Rafael Leónidas Trujillo no se le podía dar una negativa sin sufrir consecuencias personales y familiares. Las reacciones favorables producidas en el muchacho criado a caprichos y consentimientos, llevaron a Trujillo a aprovechar para sí la preparación y talentos del exiliado español. Lo elevó a posición de mayor precariedad al hacerlo Secretario Particular. De una situación de peligro pasó a otra aun mayor.
Almoina se dio maña para salir de tan angustiosa situación. En noviembre de 1947 se estableció en México con su familia. Al salir de la trampa trujillana, como la ha calificado un periodista, un sentimiento de responsabilidad y de preocupación se hizo dueño de la mente del gallego Almoina: Advertir de la peligrosidad de Trujillo para la estabilidad regional. Así que escribió una especie de memorandum bajo el título de Informe Confidencial, que entregó en las cancillerías de diversos países donde Trujillo pretendía intervenir de algún modo en sus políticas internas. Almoina no debe haberse sentido muy satisfecho de la repercusión de su Informe Confidencial. La coyuntura estaba cambiando a nivel internacional, hacia fines de los años 40 se hizo evidente que las potencias triunfadoras de la guerra contra el nazi fascismo, le habían perdonado la vida al régimen de Francisco Franco y al de Rafael Leónidas Trujillo quienes se presentaban como campeones de la cruzada contra el “peligro soviético”. Almoina quiso ir un poco más allá y trascender sus revelaciones y acusaciones a un auditorio más amplio. De la semilla del Informe Confidencial germinó un libro de combate frontal contra Trujillo, el cual tituló Una satrapía del Caribe, bajo el seudónimo de Gregorio Bustamante. En esa obra atacó con mayor virulencia, distorsionando ex profeso la escritura para evitar ser descubierto. Sacó a relucir nuevas interioridades. El aparato trujillista se dedicó a analizar la obra y desde entonces trataron de confirmar quién era el verdadero autor. Entre los cientos de personajes bajo su ojo estaba el gallego que tan de cerca de sus quehaceres estuvo durante unos años. Mucha documentación confidencial había pasado por las manos del español para descuidarlo un instante. Parecía que se acercaban tanto que Almoina entendió que debía hacer algo para ponerse a salvo y evitar que la familia pudiera ser afectada por las acciones crueles para castigar su osadía y la “infidelidad” al régimen que le había dado el dudoso privilegio de trabajar codo a codo con su máximo jerarca. Al parecer María Martínez le insinuó escribir un libro favorable a Trujillo: Yo fui secretario de Trujillo, impreso en Buenos Aires, en 1950.
Almoina adoptó un perfil público muy discreto, alejado del trasiego político activo, en varias ocasiones cambió de domicilio y alertó a las autoridades mexicanas del peligro que corría. En esas ocasiones la cancillería dominicana presionaba por localizarlo. Son reveladores los documentos vistos en el Archivo de Trujillo. La situación se le hizo más difícil por la imprudencia de Jesús de Galíndez de citarlo como el autor de Una satrapía en el Caribe. La mañana del 4 de mayo de 1960 fue aciaga para el profesor Almoina. La plaga de espías a sueldo de Trujillo, locales, dominicanos y de otros parajes del Caribe lo habían vuelto a localizar. Un par de esbirros de origen cubano fueron los contratados para llevar a cabo el atentado letal.
Y ahora, vuelvo al principio, porque el recuerdo de este hombre, del que poco se sabe en España, y menos después de tantos años, está muy vinculado a mi infancia y juventud, pues este lucense, hijo de médico, nacido en 1903, estuvo destinado en Benavente como funcionario de correos y yo oía hablar a mis padres y a otras personas de mi entorno de Almoina cuando se referían a aquellos convulsos tiempos de la República. Sin duda fue un hombre que dejó huella en aquella sociedad a mitad de camino entre lo puramente rural y una incipiente industrialización. Aquel hombre, licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Santiago, que conocía el latín y el griego, seguramente sobresalía sobre la media de un país con una alta tasa de analfabetismo.
El profesor Fernando Muñiz Albiac (un político de esos que tanto añoramos, con clase y sobrada preparación intelectual y humana, miembro destacado del PSOE zamorano al que llego desde el PSP de Tierno Galván), del que tuve la suerte de ser discípulo allá en los lejanos tiempos de la transición, asegura que Pepe Almoina fue el fundador del PSOE local de Benavente el 16 de mayo 1931.
Almoina fue un intelectual y durante su paso por la ciudad de los Condes-Duques, dirigió el periódico local El Pueblo. En casa de mis padres, veía cada vez que repasaba las estanterías plagadas de libros, un par de ellos que me llamaban la atención, porque estaban editados en Benavente durante la época republicana. Uno de ellos era una especie de guía turística escrita por Almoina y llevaba por título Monumentos Históricos y Artísticos de Benavente (1935) y otro titulado Bellezas y Riquezas de Benavente, en el que se publicaban tres trabajos, uno del propio Almoina, otro de Lesmes García Piñeiro y un tercero de Claudio Domínguez Aguas que habían sido premiados en un concurso convocado con motivo de la fiesta del libro de 1934, de este libro conservo una edición facsímil.



lunes, 29 de octubre de 2012

UN MUNDO DE FANTASÍA (WILLY WONKA AND THE CHOCOLATE FACTORY)

Charlie Bucket, es un niño de buen corazón, huérfano de padre, que vive con su madre en precaria situación económica.
En la casa viven con ellos los cuatro abuelos, que ocupan una gran cama situada en el centro de la estancia principal, pues desde hace muchos años, nunca se levantan y allí hacen toda su vida.
El excéntrico Willy Wonka es el dueño de una misteriosa fábrica de chocolate, de donde nadie entra o sale desde que hace unos cuantos años decidió cerrar sus puertas a los visitantes, pues sus empleados no hacían sino robarle sus fórmulas para venderlas a la competencia.
Un buen día decide poner en marcha un concurso, escondiendo en cinco de sus tabletas de chocolate, cinco tarjetas doradas que darán opción a los cinco niños que las encuentren a visitar la fábrica y a recibir chocolate durante el resto de sus vidas. Charlie será uno de los afortunados...



La película, dirigida por Mel Stuart, se basa en un estupendo cuento de Roald Dahl y el guión es del propio autor del relato.


Dentro del variado reparto, destaca la actuación de Gene Wilder, un trabajo de altura, de los mejores papeles que ha conseguido, representando a Willy Wonka, sabiendo transmitir a la perfección esa apariencia de chifladura que hace que sus acompañantes en la visita a la fábrica, nunca sepan si habla en serio o les está sometiendo a alguna de sus peculiares pruebas.


A pesar de su apariencia de película para niños (que lo es), tiene una carga humorística que no deja de tener cierta acidez y que hace que los mayores la veamos con gusto y la disfrutemos. La historia está bien narrada y, como buen cuento, tiene su moraleja y su final feliz, además de la suficiente dosis de intriga y humor que nos engancha a ella rápidamente.


La música en general y las canciones en particular, no me han parecido gran cosa, salvo la pegadiza que interpretan los Oompa-Loompa, los pequeños obreros que trabajan en la fábrica de dulces y que, esa sí, resulta alegre y contagiosa.


Imposible no recordar, al ver el film, el remake que hizo Tim Burton. Yo personalmente, creo que no aporta nada nuevo en cuanto a la historia, sí a las formas, no en vano más de treinta años separan a ambas, pero aunque pueda parecer antigua, la película de Mel Stuart sigue conservando toda su magia y está llena de color y fantasía, sin tener nada que envidiar a la versión de Tim Burton.
De todas maneras no quiero caer en el menosprecio a la obra de Burton, todo lo contrario, me lo imagino de niño viendo este film y quedando tan enamorado de él, que no pudo sustraerse a rendirle su homenaje haciendo una nueva versión, dejando ese sello tan propio con el que nos hace partícipes de su imaginario.




viernes, 26 de octubre de 2012

LA FIESTA DEL CHIVO

Si en algún lugar hay personas preparadas para sacarle todo el jugo a esta novela, es en esta España nuestra y más si estamos hablando de personas que ya tenemos unos cuantos años encima.
Sin querer hacer comparaciones entre la situación política de nuestro país durante el régimen del general Franco y lo que se vivió en la República Dominicana desde 1930 a 1961 bajo la alargada sombra del dictador Rafael Leónidas Trujillo, está claro que alguna que otra concomitancia existe y que algunas de las situaciones no son nuevas para la gente de este país nuestro (antes llamado España).
Por ejemplo la transición que vivió el país caribeño tras la muerte del dictador, que fue llevada, al menos en principio, por personas del propio régimen con el doctor Joaquín Balaguer a la cabeza; o las largas colas que se formaron para dar el último adiós al fallecido dictador, colas espontáneas nutridas por gente del pueblo que estaba convencida de que incluso los castigos recibidos eran por su bien; o la contradicción que supone, vista con ojos de hoy, que personas de elevado nivel intelectual fueran lacayos del régimen en uno u otro momento... Esas cosas, aquí nos suenan bastante.
La técnica que utiliza el escritor peruano, premio Nobel en 2010, para retratar la dictadura de Trujillo es la de situarse en el punto de vista de varios personajes en momentos temporales distintos. La visita, décadas después de la muerte del dictador, de la hija de uno de sus antiguos ministros a Santo Domingo va a ser la excusa para recordar las circunstancias de los últimos tiempos del régimen. El mismo autor habla sobre las intenciones de su novela en una entrevista realizada por Nicolas Hellers y Fabian Vázquez y publicada en Literaturas.com: "La historia fue construida desde el principio con el objetivo de volcarla a la ficción. Por supuesto, hay un poco de invención y otro tanto de memoria histórica, algunos personajes creados y otros reales; pero me propuse no atribuir a ningún personaje nada que no hubiera podido ocurrir dentro de las coordenadas sociales, políticas, morales e históricas que vivió la República Dominicana entre los años 1930 y 1961. En mi novela he procurado mostrar que la realidad desmesurada de la que hablo no se debe tanto a la naturaleza personal de Trujillo sino a la acumulación de poder, puesto que la crueldad es una manifestación de ese poder absoluto".
La espina dorsal de la novela está conformada por la explicación pormenorizada de las motivaciones de los conspiradores que van a atentar contra la vida de Trujillo. Mientras afrontan una larga espera emboscados en un automóvil, cada uno recuerda episodios del pasado, en los que el lector se asoma a las intimidades del régimen trujillista, al funcionamiento de una dictadura perfecta, en la que el caudillo mantiene una gran seguridad en sí mismo y en la viabilidad de un régimen del que él es único soporte. Trujillo es retratado como una especie de Stalin anticomunista, adicto al culto por su propia persona.
Vargas Llosa firma uno de sus mejores relatos, con un interesante estudio sobre el ejercicio del poder en sus vertientes política, sociológica y ética.



jueves, 25 de octubre de 2012

HELLO, DOLLY!

Dolly Levi (Barbra Streisand), se gana la vida como casamentera en la ciudad de Nueva York.
Horace Vandergelder (Walter Matthau), es un rico comerciante de la vecina localidad de Yonkers que ha requerido los servicios de la señorita Levi y aunque ésta ha encontrado una candidata para casarse con el comerciante, se lo piensa mejor y prepara un enredo para que esa posible relación no cuaje y ser ella quien intente convertirse en la futura señora Vandergelde.
Como ocurre en tantas películas de este género, lo de menos es el argumento, de hecho es tan liviano que la historia en sí misma no tiene mucha chicha.
El musical se basó en la obra de Thornton Wilder, “The Merchat of Yonkers” de 1938. El mismo autor, en 1955, la revisó y le cambió el título por “The Matchmaker” (La Casamentera). Thornton se había inspirado, a su vez, en una obra del escritor austríaco Johann Nestroy, titulada “Einen Jux will er sich machen” de 1842.
En el segundo acto de la obra que se representa en los teatros, el personaje principal del musical, Dolly Levi, originalmente encarnado por Carol Channing, regresa a “Harmonia Gardens”, un exclusivo restaurante en Nueva York, donde no había estado desde la muerte de su esposo. Allí, ella comienza a saludar con familiaridad y candor, a cada uno de los camareros, entre ellos, uno de nombre Louie, luego, y a coro, ellos le contestan el saludo, cantando. A finales de 1963, un Louis Armstrong de 62 años, permanecía como la leyenda de Jazz que había sido casi toda su vida, pero había estado fuera de los focos de atención por algún tiempo. El Jazz había perdido su popularidad de finales de los 40 y principio de los 50. Armstrong, había continuado sus giras regularmente –hacía alrededor de 300 presentaciones al año- y publicado sus discos ocasionalmente, pero parecía que estaba en un punto en que su carrera se encontraba estancada. En Diciembre de 1963, y a petición de su mánager, Armstrong hace una grabación de una canción que un publicista usará para promover un espectáculo. ¿La canción…? “Hello, Dolly!
Tanto éxito obtuvo la promoción con la canción de Armstrong, que cambiaron el nombre del musical. Finalmente, en 1969, se llevó el musical a la pantalla grande.


La película abunda en situaciones de humor visual y verbal. Matthau y Streissand componen un cuadro cómico un tanto desigual, yo creo que en este film, él no está a la altura de ella. Lo realmente espléndido son los números musicales, se nota la pasión de su director, nada menos que Gene Kelly, por la coreografía que resulta notable.
La recreación de Nueva York en el año 1900, con los magníficos vestuarios, las calles y parques, los tranvías de caballos..., crea un ambiente de ensueño.


Me encantó el inicio del film, con dos secuencias que son verdaderas obras de arte. La primera, el plano general congelado de la ciudad; de repente, en el ángulo superior derecho de la pantalla, aparece un tren que se desliza sobre los raíles elevados y desde ahí, como una onda de agua, la escena cobra vida.
La otra escena, que sigue a ésta, una coreografía en la que partiendo de las patas de un caballo, y a base de seguir los pasos de las personas que van por la calle y que son los que ponen ritmo a la escena, acabamos por descubrir a la protagonista.
Genial Kelly que nos demuestra su calidad como realizador y su capacidad para sorprender e innovar.


Excelente musical, con buen ritmo narrativo, mucho humor, entretenida, gratificante y muy agradable de ver.




martes, 23 de octubre de 2012

HUSOS HORARIOS

El próximo domingo, 28 de octubre, entrará en vigor en España y el resto de la UE, el horario oficial de invierno, con el que se atrasan los relojes una hora. La medida tiene sus partidarios y sus detractores en toda Europa, pero el caso de España es diferente, ya que nuestro país parte de un error de base: El tiempo oficial de invierno (después del cambio que haremos esta misma semana) lleva 72 años adelantado de forma incomprensible, ya que no es el que le corresponde a su huso horario, que cada país ajusta a su longitud geográfica para optimizar las horas de luz solar. A causa de ello, en los meses invernales, España ya va una hora por delante de su tiempo solar, y en los estivales, al adelantarse otros 60 minutos más, el desfase aumenta a dos horas. Esta situación, según comentan algunos, es una herencia de la simpatía de Franco hacia Hitler, que el 16 de marzo de 1940 se concretó en que el régimen ordenara adelantar una hora el horario oficial en España, que hasta entonces iba ajustado al del meridiano de Greenwich, precisamente el que le corresponde a nuestro país por su longitud geográfica. Pero aquel día, España puso en su reloj la hora de la Alemania de Hitler, situada más al este y con un huso horario distinto. Por supuesto, la medida se mantuvo los 40 años de la dictadura, pero lo realmente sorprendente es que, después, ninguno de los sucesivos gobiernos democráticos ha corregido este error histórico. La decisión del régimen se plasmó en una escueta orden aprobada por el Gobierno el 7 de marzo de 1940. En ella se fija el 16 de marzo de aquel año como fecha para el cambio horario a partir de las 11 de la noche, cuando se adelantaron los relojes 60 minutos. El argumento en el que basó la orden fue "la conveniencia de que el horario nacional marche de acuerdo con los de otros países europeos". Curiosamente, en el artículo 5 de aquella orden se indicaba que "oportunamente se señalará la fecha en que haya de restablecerse la hora normal". Sin embargo, esta vuelta a la normalidad no solo no fue adoptada al concluir la Segunda Guerra Mundial, sino que tampoco se ordenó en los 40 años del régimen ni en los tres decenios y medio de democracia. Cada país debe sincronizar su horario oficial con el solar que corresponda a su posición geográfica, de manera que, por ejemplo, las 12 horas oficiales se aproximen todo lo posible al mediodía local, es decir, el momento en el que el Sol se halla en el punto más alto sobre el horizonte sur. De esta forma se aprovechan al máximo las horas de luz disponibles. En España era así antes de que Franco ordenara aquel cambio, ya que el tiempo oficial era el mismo que el del Meridiano de Greenwich, pero desde 1940 hasta hoy España vive con la hora cambiada y desajustada respecto a las horas de luz y oscuridad naturales que le corresponden, algo que no le sucede al resto de países europeos. Aquí está una de las claves que explica por qué en España comemos y cenamos más tarde que en el resto de Europa. Lo hacemos respecto al tiempo oficial, pero respecto al solar no tanto debido a ese desfase. Y lo hacemos desde hace siete décadas, porque nuestros abuelos y bisabuelos comían a la hora que tocaba. Por si fuera poco, lo que hacemos en España en verano, al adelantar una hora más el reloj, es agudizar el error, ya que el desfase pasa de 60 a 120 minutos. La hora oficial de España es hoy la misma que la de Francia, Bélgica, Holanda, Alemania, Dinamarca, Noruega, Suecia, Austria y Suiza, lo cual es un contrasentido, ya que todos estos países pertenecen a otro huso horario. Lo lógico sería compartir hora con Portugal, Gran Bretaña e Irlanda, por aquello de ahorrar energía.



lunes, 22 de octubre de 2012

CHITTY CHITTY BANG BANG

Caractacus Potts (Dick Van Dyke) es un peculiar inventor que vive con sus hijos, Jeremy (Adrian Hall) y Jeremina (Heather Ripley) y el abuelo Grandpa (Lionel Jeffries). Sus inventos no sirven para nada útil, cuando no son un auténtico fracaso. Un buen día, sus hijos le convencen para que rescate un viejo coche de carreras que va a ser envíado a la fundición. De allí saldrá un flamante automóvil, al que bautizan como Chitty Chitty Bang Bang por el característico ruido que emite su motor.
Durante una jornada campestre, acompañados por la señorita Truly Scrumptious (Sally Ann Howes), Caractacus, para entretener a los niños, comienza a contar una historia que se desarrolla en un mundo de fantasía y en la que los protagonistas son ellos mismos y el coche.



El argumento está totalmente pensado para el público infantil, a base de números musicales, de un humor totalmente blanco y con el gancho que suponen la aparición de artefactos varios de los que el culmen es el coche que además de rodar, puede navegar y volar y que se convierte en un protagonista más del film.


Con algunas escenas notables debido a la ambientación, el decorado y los vestuarios, la peli está estructurada en dos partes, una se vive en el mundo real y la otra es una historia fantástica, típica de cuento de hadas. Las actuaciones son casi histriónicas, destacando la del polifacético Dick Van Dyke y la curiosa aparición de Benny Hill.


El guión se basa en una novela de Ian Fleming (el de James Bond), que había escrito el libro a modo de cuento para su hijo.
El nombre de Chitty Chitty Bang Bang fue tomado de alguno de los coches construídos y conducidos por el conde Louis Zborowski, al que ayudaba su ingeniero, el escocés Clive Gallop. Estos coches (con este nombre fabricó al menos tres) eran construídos y almacenados en una casa de campo que el propio conde tenía en Higham Park, cerca de Canterbury. Al parecer, el sonido de estos coches era tal que se dictó una ley prohibiendo que pudieran circular por Canterbury.




sábado, 20 de octubre de 2012

BUENOS DÍAS, PEREZA

El asunto central del libro se describe sin rodeos en la cubierta del volumen: “El arte y la necesidad de hacer lo menos posible en el lugar de trabajo”. Supongo que una premisa así, a la empresa (por cierto, un ente abstracto), no le debe hacer mucha gracias y, en el fondo, el libro lo que pretende de veras es provocar, argumentando que la lealtad y la laboriosidad son tan raramente recompensadas que los empleados no pierden nada si hacen lo menos posible sin ser despedidos.
Según la autora, Corinne Maier, el problema no son las horas de trabajo, sino el sinsentido de muchos empleos. “La gente ya no tiene sueños. Estas grandes empresas quieren convertirnos a todos en esclavos.” La autora señala que "Bonjour paresse" es un libro "deliberadamente cínico" que, aunque pone en discusión las consecuencias sociales del sistema capitalista, "no apunta contra el capitalismo sino contra el modelo que los mandos medios de las grandes corporaciones mundiales engendran en su interior, generando exclusión y desigualdad".
El blanco de Maier son, sobre todo, los cuadros medios (uno de los capítulos del libro se titula: "Cultura corporativa, gente estúpida"), a los que acusa de hablar "una lengua de madera" ("la langue de bois", una expresión idiomática muy usada que se podría traducir como "palabras vacías") que difunde una suerte de "linguistrerie" (un neologismo inspirado en Jacques Lacan, mezcla de lingüistica y la palabra francesa "cuistrerie", que significa "pedantería" o "grosería").
Por otro lado, debo señalar que, en algunos aspectos, el tiempo que ha transcurrido desde la publicación del libro (creo que lleva 8 años en las librerías), hace que algunos de los postulados sobre los que reflexiona la autora deben ser vistos ahora desde otra perspectiva. Es evidente que en este tiempo, la crisis económica que se ha cebado sobre todo con las economías occidentales está haciendo que el concepto de estado del bienestar se halle en plena revisión, así que ojito con el que ahora lea el libro y tenga un trabajo, el cambio de legislaciones laborales, la destrucción de puestos de trabajo y el consiguiente aumento de la oferta de personas capacitadas para ocupar un determinado puesto de trabajo, puede hacer que quien siga algunos de los consejos de Corinne Maier se vea de patitas en la calle de un día para otro y en estos momentos en los que la situación está como está, lo principal hasta que salgamos del atolladero, es conservar uno lo que tiene. Tiempo habrá para plantearse de nuevo combates contra las grandes empresas en épocas de bonanza, si es que vuelven. Hoy por hoy, ellos tienen la sartén por el mango.
 
 

viernes, 19 de octubre de 2012

FUNNY GIRL

La película recrea la vida de Fanny Brice, una talentosa artista neoyorkina que triunfó en los primeros años del siglo pasado, extendiendo su éxito casi hasta su muerte en 1951, sobre todo con sus actuaciones teatrales y radiofónicas.
Fanny (Barbra Streisand) es una chica con ciertas inseguridades debidas sobre todo a su físico no especialmente agraciado, pero está dispuesta a trabajar en el teatro y luchará con todas sus fuerzas y contra toda adversidad por conseguir su objetivo. Este llega, sobre todo cuando es contratada por Florenz Ziegfeld (Walter Pidgeon) para su espectáculo, del que no sólo forma parte, sino que durante muchos años será su principal estrella.
Conoce a Nick Arnstein (Omar Sharif), un jugador profesional con el que acaba casándose. Ambos están enamorados, pero el dinero y los convencionalismos sociales acabarán haciendo mella en el matrimonio, ya que Nick no desea vivir a costa de su mujer y cuando una mala racha en el juego le llena de deudas, se mete en una operación de bonos falsos con lo que pretende obtener dinero fácil y rápido. El asunto es descubierto, Nick será juzgado por fraude y acabará en la cárcel.



Penúltima película del gran William Wyler, un hombre que ha dejado títulos legendarios para la historia del cine. En este film se nota su afán de perfección con un excelente resultado artístico.
El guión lleva la firma de Isobel Lennart, la misma que escribió la obra teatral que llevaba cuatro años representándose.
Conseguida ambientación, con un notable vestuario y una buena fotografía.


La película gira en torno a la estrella principal y es que Barbra, llegó y arrasó gracias a su tremenda capacidad interpretativa y a su espléndida voz logra dar vida a un personaje que llena la historia.
En un principio, el galán elegido para acompañarla, parece ser que era Frank Sinatra, pero al final, su compañero de reparto fue Omar Sharif, que destila elegancia y clase.
Buenas coreografias y un repertorio musical de altura, pero también quedan muy bien trazadas algunas de las ambivalencias que nos encontramos en la vida y que se reflejan en el film.


Divertida y a la vez aleccionadora película, una agridulce historia de amor para trasladarnos la historia de esta joven de familia modesta que quería ser actriz. La Streisand demuestra su talento y nos regala un personaje lleno de matices. Difícil sustraerse a su magnetismo.




jueves, 18 de octubre de 2012

PRIORIDADES

En ocasiones, en muchas ocasiones, para remediar un mal conviene hacer previamente un diagnóstico con el fin de poner remedio al problema. Si soy un potentado y me gusta que en mi casa me pongan todos los días 20 platos a la hora de la comida, pues muy bien y si necesito tres cocineros para que ese capricho se haga realidad y me los puedo pagar, estupendo. Pero si la diosa fortuna me da la espalda y mis ingresos menguan, seguramente pensaré en recortar gastos. Si cuando haga el diagnóstico de mi situación la solución que encuentro para el ahorro es recortar personal, dejar un cocinero y seguir con mis 20 platos...
Aquí parece que los que mandan han optado por mantener la juerga para ellos y jodernos (Fabra dixit) a nosostros. Como dice un conocido mío: Es necesario cambiar las leyes, que a los políticos (y otros más) se les puedan exigir responsabilidades por la mala gestión de la cosa pública. Sólo hay un problema: Las leyes las hacen ellos y ya procuran cubrirse bien las espaldas. 
Recortes sociales, bajada de sueldo y reducción de vacaciones a los funcionarios que ostentan su título por oposición, mientras los políticos lo hacen por amiguismo, es el poder de las listas cerradas, te ponen de tercero o cuarto y sales elegido aunque seas un inútil o un delincuente. Y no se conforman con esto, tenemos un Consejo de Estado que emite informes no vinculantes sobre la legalidad de las leyes en varias materias, que nos cuesta 850.000 euros. Las ruinosas autonomías que aspiran a convertirse en virreinatos, también han creado sus consejos de estado a escala para meter en ellos a sus correligionarios, familiares y amiguetes. Dieciséis autonomías han copiado el invento (Cantabria no y funciona igual que las demás). A Cataluña le cuesta 1.200.000 euros, más que el Consejo de Estado de España.
Con estos y otros desgobiernos, Rajoy tiene perdidas las siguientes elecciones, o no, porque la alternativa son los ocultadores de ERE's, implicados en turbios asuntos como el aviso a etarras para que no fueran detenidos. ¿Entonces?
La prioridad deberían ser las familias con cinco miembros que no cobran ni un euro y que son desahuciadas por los banqueros amparados por Rajoy, pero cuando oímos al diputado Collarte que las pasa canutas para llegar a fin de mes con los 5.100 euros que se embolsa, nos damos cuenta de cuáles son las verdaderas prioridades de esta canalla y el rumbo que le han dado a esta democracia. Si un hambriento roba para dar de comer a sus hijos, es detenido. Sánchez Gordillo y los suyos, asaltan supermercados y se van de rositas. Cuestión de prioridades.
Pero no sólo los políticos están a la cabeza de quienes tienen prioridad. Los banqueros se jubilan cargados de millones de euros aunque hayan hundido al banco y algunos miembros de tribunales que llaman de justicia, gastan enormes sumas en fabulosos viajes de placer sin que les importen en absoluto, no digo ya el ciudadano, sino sus propios compañeros de humildes juzgados atascados de trabajo y faltos de medios. A eso le llamo yo actuar con decencia, dignidad y democracia... y justicia, por supuesto. Y hay más, aparte de políticos, sindicalistas, jueces, banqueros. La propia sociedad parece haber perdido el norte. Políticos bajo sospecha vuelven a salir elegidos (Baleares, Valencia, Andalucía, son ejemplos). Griñán, por ejemplo, sale reelegido pese a que bajo su mandato han barrido el dinero de los parados. Pero tranquilos, ya digo, es cuestión de prioridades y mientras ellos siguen en la mamandurria, en la comunidad de mis amores y pesares, el 85% de los jóvenes han emigrado y en Canarias, tres de cada cuatro hogares corren riesgo de exclusión social. En Palencia, el banco de alimentos ha creado nuevos comedores sociales... Sin embargo en España, con la mitad de la población, tenemos el doble de cargos públicos que en Alemania. ¡Cómo no van a aplaudir los alemanes los recortes! Lo que no acaban de comprender es el orden de prioridades y que todos vayan en el mismo sentido.
Y es que España no hay más que una, eso sí, con algunos parásitos, como los sindicatos y partidos mayoritarios, Bildu, Urkullu y Mas. Por cierto éste último ha fijado su prioridad en eso que él llama su misión histórica, empujando a los catalanes a la aventura secesionista, en lugar de ocuparse de los 800.000 parados que hay en Cataluña, los 70.000 enfermos que esperan una cita para entrar al quirófano o los 200.000 que están en lista de espera para ser recibidos por un médico especialista. En fin, como queda claro, todo es cuestión de prioridades.



miércoles, 17 de octubre de 2012

OLIVER!

Oliver Twist (Mark Lester) es un niño que vive en una especie de orfanato situado en una indeterminada ciudad inglesa, donde fue recogido poco después de nacer y tras el temprano fallecimiento de su madre.
Los niños trabajan en condiciones inhumanas y como la comida que les dan, además de mala es escasa, un buen día, Oliver es elegido entre sus compañeros para solicitar más ración. Esto enfurece al encargado del orfanato que está decidido a vender al niño, así que se lo deja a prueba a un funerario, pero Oliver acaba teniendo una disputa con uno de los empleados que estaba insultando a su difunta madre y se ve obligado a escapar del sótano donde lo tenían encerrado.
Tras un azaroso viaje, llega a Londres en busca de fortuna y mejor suerte. Allí entabla amistad con un pilluelo, Artful Dodger (Jack Wild), que se lo presenta a Fagin (Ron Moody), un tipo que recluta niños que roban para él.



Una película de esas que no te dejan indiferente, o te parece un pequeño fiasco, por darle ese aire alegre y con cierto toque de humor a una obra, como esta de Dickens cuyo principal valor es la fuerza dramática que tiene o, por contra, te parece una pequeña obra de arte, sobre todo musicalmente hablando. Opiniones hay para todos los gustos y partidarios de una de las dos opciones no faltan.


Magnífica ambientación, con una recreación maravillosa de las calles del Londres decimonónico que les valió a sus artífices Jonh Box y Terence Marsh, un merecido Oscar, entre los seis que se llevó el film. Muy acertada la dirección de Carol Reed, a pesar de las controversias que originó su elección, al final se ha demostrado que destila talento narrativo y que sabe conjugar perfectamente todos los elementos que componen la película.


Los actores, bien en general, con un Oliver Reed (sobrino del director) haciendo de malo malísimo; una maravillosa Shani Wallis en su papel de Nancy; Mark Lester, angelical y, para mí, los dos actores que mejor están, el pequeño Jack Wild (el amigo de Oliver) y sobre todo, un genial Ron Moody, el único que la peli acoge de quienes la representaban en el teatro y que consigue una gran interpretación.
En cuanto a los maravillosos números musicales, evidentemente lo mejor del film, me gustaron mucho la escena inicial en la que al ritmo de "Food glorious food", nos muestra un plano general de los niños bajando al comedor como los autómatas del filme futurista de Lang, y la presentación de Fagin, surgiendo del humo con una salchicha trinchada en la mano y la posterior coreografía y la alegre canción "Pick a pocket or two", en la que el avaro, acompañado por su equipo de ladronzuelos, escenifica para Oliver cómo realizar el robo de las carteras y pañuelos de los “descuidados” viandantes.


Muchos añorarán la versión de David Lean, con aquella maravillosa interpretación de Alec Guinness como el ávaro Fagin, quizá la mejor versión del clásico de Dickens para el cine, pero esta es otro tipo de película, que respeta bastante la historia del literato británico, pero cuyos principales valores y méritos son otros, de los que hay que disfrutar. Uno de los musicales más completos y mejor realizados de la historia del cine.




martes, 16 de octubre de 2012

EL CHINO

Una fría mañana casi toda la población de una minúscula aldea perdida entre los bosques suecos, Hesjövallen, aparece brutalmente asesinada con una violencia desmedida, incluidos los animales de compañía. Los únicos supervivientes son una pareja de mediana edad y una anciana que padece demencia senil. La policía atribuye el suceso a una mente perturbada, un loco psicópata que habría actuado llevado por unos impulsos asesinos fuera de toda lógica. No obstante, la jueza Birgitta Roslin al ver las fotos publicadas en los diarios, reconoce alguna de ellas como la de los padres adoptivos de su madre, eso le llevará a acercarse al escenario del crimen y comenzar así una investigación paralela a la policial en la que descubrirá que detrás del asesinato se esconde una trama complicada, no sólo en la distancia (las ramificaciones llegan mucho más allá de las fronteras de Suecia), sino también en el tiempo, pues algunos los orígenes de todo este drama parecen remontarse al siglo XIX.
Henning Mankell abandona en esta novela a su conocido personaje, el detective Wallander y nos presenta a una jueza que será quien sirva de nexo entre los diversos lugares y épocas que se entremezclan en el libro. La parte que podríamos considerar de novela negra, me ha parecido demasiado alambicada, muy artificiosa. Aunque la lectura atrapa por el componente de intriga que tiene, en muchos pasajes se hace prolija y puede haber lectores que vayan buscando la típica estructura de novela negra y se sientan decepcionados.
Sin embargo, en otros aspectos, resulta muy interesante, por ejemplo la preocupación que muestra el autor por los grandes cambios económicos que China está sufriendo desde hace unas décadas, o la posibilidad de un posible aumento de la presencia china en África a través de la colonización de algunos territorios menos habitados para dar salida a una población pobre muy numerosa que de otro modo podría causar graves desórdenes al Partido Comunista en el poder. Según el propio autor, que vive a caballo entre Suecia y Mozambique, esta posibilidad es más que probable, pues él mismo ha constatado un aumento palpable de la presencia china en este continente en los últimos años.
El personaje de la jueza protagonista, le sirve a Mankell para reflexionar sobre los cambios acontecidos en la izquierda europea desde los años sesenta hasta la actualidad. Se advierte una crítica implícita al aburguesamiento y a la renuncia a los ideales de igualdad vivida por muchos de esos jóvenes "revolucionarios" de los sesenta, aunque a la vez dicha realidad aparece como algo en cierto modo inevitable. Pero también reflexiona Mankell sobre la radicalidad de aquellos partidos comunistas influenciados por la doctrina maoísta que tenían un comportamiento más parecido al de una secta que al de un partido político propiamente dicho. Es un debate muy interesante el que se plantea desde este punto de vista.
Así pues, una novela desigual, con algo menos intriga que en la serie de Wallander y bastante más reflexión política de la que se puede esperar dados los antecedentes literarios de autor, que puede llevar a confusión a sus lectores habituales.



lunes, 15 de octubre de 2012

SONRISAS Y LÁGRIMAS

Austria, década de los 30 del pasado siglo. Una joven llamada María (Julie Andrews), está fracasando en su camino para llegar a ser monja. Cuando el capitán de la Armada Georg Von Trapp (Christopher Plummer) escribe al convento solicitando una institutriz que sea capaz de gobernar a sus siete hijos, María es elegida para el trabajo.
La esposa del capitán falleció y él se ausenta de vez en cuando del hogar que gobierna como si de un barco de guerra se tratara. Los niños están resentidos y descontentos y para llamar la atención de su padre, hacen la vida imposible a las sucesivas institutrices que no duran demasiado en su empleo.
Cuando María llega se encuentra con la misma hostilidad,pero su amabilidad, comprensión y sentido de la diversión hace que pronto sientan verdadera devoción por ella que ha traído a sus vidas la alegría que tanto necesitaban.



Película basada en un musical muy exitoso que Ernest Lehman adaptó para la gran pantalla, con un guión que aparte de otras virtudes o defectos y además del componente musical, tiene la suficiente fuerza para trasladarnos otras reflexiones, como la crítica al nazismo, la exaltación del patriotismo o la importancia de la familia y de sus valores.


Las canciones son maravillosas y muy pegadizas, y las actuaciones, sobre todo la de Julie Andrews y las de los niños, muy conseguidas, pero al tiempo, muy bien acompañadas por el resto de actores principales, sobre todo Eleanor Parker y Richard Haydn y, quizá un poco menos por Christopher Plummer.
La fotografía aprovecha los espléndidos paisajes de las montañas austriacas.
Magnífica la dirección de Robert Wise, un tipo que dominaba el género y sobre todo estas películas en las que uno no se limita a ver una sucesión de cantos y bailes, sino que nos van contando una historia con toda la fuerza que esta pueda tener, y lo cierto es que tiene algunos buenos momentos, como las escenas en las que la Baronesa muestra sus celos por María, o todo el episodio de la huida hacia Suiza.


El film nos trae recuerdos de infancia, pero sigue divirtiéndonos de mayores, con una banda sonora que ha pasado a la historia como una de las mejores, con esas canciones que todos hemos tarareado y seguimos y seguiremos haciéndolo.




domingo, 14 de octubre de 2012

YO INVITO, TÚ PAGAS

 
Que las cosas están jodidas (con perdón) es tan obvio que casi nadie lo pone en tela de juicio, aunque aún hay por ahí algún despistado que parece que vive en otro mundo.
También hay otras cosas que no hace falta que nos las prediquen, al menos a una mayoría sensata de la población, por ejemplo que nada será como era antes, que hay que adelgazar el gasto, que hay servicios de los que habrá que prescindir y etc., etc. Ya sabéis que todo esto es culpa nuestra, de los ciudadanos que componemos la cada vez menos amplia clase media, que no hemos hecho más que derrochar y vivir por encima de nuestras posibilidades.
De los miles de ejemplos de nuestros derroches, tengo dos bien cercanos. La sede de las cortes de Castilla y León, la comunidad que me han impuesto de manera artificial, siempre estuvo en el castillo de Fuensaldaña, cerquita de Valladolid, lo habían remodelado y se gastaron una pasta en su momento, pero se ve que era poco y decidieron dotarse de una nueva sede en Valladolid capital, algo que, ya de por sí, me parece innecesario, pero que se ha quedado corto al lado de lo que verdaderamente me ha cabreado: El coste final de las obras, fue un 60% más de lo que figuraba en el pliego de adjudicación de la obra. Si tenemos en cuenta que estamos hablando de una previsión de gasto de 40 millones de euros, hagan cuentas, porque lo que de verdad enoja no es el dinero en sí (que también), es el desvio presupuestario tan clamoroso que te lleva, sin querer, a aquello de "piensa mal y acertarás".
Otra noticia que me ha hecho ver el tremendo despilfarro de esta voraz clase media: Hace una semana se inauguró en la ciudad donde habito, la sede del Consejo Consultivo de Castilla y León, una especie de cementerio de elefantes donde los partidos colocan a algunos de los suyos para que hagan entre poco y nada y se lleven una pasta por ello. El edificio es un plastón, bajo mi punto de vista, aunque los entendidos hablan de un edificio singular y esto y lo otro. Para mi gusto es un engendro, de corte moderno, con lineas rectas y nada relevante, colocado en pleno casco antiguo y al lado de la misma catedral, donde cualquier particular encuentra mil pegas para mover una sóla piedra de su casa aunque se esté cayendo, porque hay que respetar lo viejo. Estos no han tenido problema, han tirado lo que les pareció y han plantado lo que les ha convenido. No sé lo que mide aquello, pero hay un montón de metros que se han tragado 10 milloncejos de euros, con depachos descomunales, todos con baño y sala de reuniones, un montón de plazas de garaje y extras varios y espacio por todos lados para dar cabida a 30 personas. Supongo que no sentirán agobiados. Aunque lo que de verdad deberían sentir es vergüenza por inaugurar esto con la que nos está cayendo.
Así que en esas estamos, mientras se nos recorta por aquí y por allá y se nos sigue mintiendo de manera descarada, este gobierno y el anterior meten tijera sin ningún rubor salvo donde deberían meterla, es decir, en la tan ansiada reforma de la Administración Pública (en la que incluyo la posible reforma del modelo de estado), con la eleminación drástica de todo lo superfluo, de los cientos de empresas y fundaciones públicas, en alguna de las cuales, en palabras de la propia vicepresidenta del Gobierno, hay más consejeros que gente trabajando y aparejado a ella, la supresión de los puestos de trabajo, ocupados en tantas y tantas ocasiones por paniaguados de los partidos; eliminación de subvenciones a partidos y sindicatos y ese etcétera que todos sabemos y que según cálculos fiables que circulan en publicaciones medianamente serias, llevarían a un ahorro que sería más que suficiente para no tener que bajar sueldos de empleados públicos, ni tener que tocar las pensiones de los jubilados. En definitiva, llega la hora de dar ejemplo, de decirle al pueblo pagano: Vosotros sí, pero nosotros también. ¿Lo veremos? Permitidme que lo dude, pero la esperanza es lo último que se pierde.
 
 

viernes, 12 de octubre de 2012

LOS PARAGUAS DE CHERBURGO

Guy Foucher (Nino Castelnuovo) trabaja como mecánico en un garaje de la localidad francesa de Cherburgo, está enamorado de Geneviève Emery (Catherine Deneuve), una jovencita que ayuda a su madre, la señora Emery (Anne Vernon) en la tienda de paraguas que esta posee. En un momento de dificultades económicas, madame Emery decide vender sus joyas para cancelar una deuda que ha de pagar sin demora y aunque un joyero conocido suyo le dice que sólo puede exponer el collar que le ha llevado y darle el dinero cuando se venda, un joven viajante de joyas que está en el establecimiento, llamado Roland Cassard (Marc Michel) se ofrece a comprárselo y sacarle así del apuro.
El señor Cassard, se siente atraído por la joven señorita Emery, pero ella está haciendo planes de boda con su novio, unos planes que se verán truncados, al menos de momento, cuando Guy recibe el llamamiento para hacer el servicio militar, deberá pasar dos años en Argelia.
 
 
Todos los diálogos de la peli son cantados, y cuando digo todos, pues eso... que los personajes se pasan la película cantando. Esta peculiaridad la convierte en todo un experimento, casi una osadía con la que se atrevió su director Jacques Demy, uno de los más destacados representantes de la llamada Nouvelle Vague. Con el paso de los años se ha convertido en un film de culto.

 
Aunque no sólo por la peculiaridad citada, sino por toda la estética del film, deliberadamente cursi, pero nunca empalagosa, con algunos detalles singulares que llaman poderosamente la atención, como los coloristas decorados interiores, muchas veces a juego con la ropa de las actrices; también el propio vestuario de estas; o el papel que la luz y el color juegan en el desarrollo del film, en el que adquieren protagonismo propio, al comenzar la película con una proliferación de colores muy llamativos, para irse oscureciendo de manera casi imperceptible, hasta llegar a la escena final con un predominio absoluto del blanco y negro (la nieve, la fachada blanca del garaje, el abrigo pieles que lleva la protagonista, el auto que conduce [también negro], la noche...) que subraya la amargura y un cierto toque dramático y pesimista.

 
Magníficas las escenas que acompañan a los créditos iniciales, con un picado cenital sobre los adoquines mojados del puerto de Cherburgo, por el que van desfilando personas con sus paraguas abiertos, en una paleta de colores en movimiento francamente llamativa. Las actuaciones son bastante correctas, con una Caterine Deneuve virginal, transmitiendo sensación de inocencia y un cierto desamparo. Y una banda sonora que se apoya en el romántico y evocador tema central que se ha convertido en un clásico de la música romántica de todos los tiempos.

 
A pesar de estar cantada de principio a fin, este recurso resulta muy agradable al oído y la historia, además del romanticismo del primera amor, nos habla de sufrimiento, desengaño y sinsabores, todo ello de una manera muy colorista y, sobre todo, muy elegante.