La toma de Monte Cassino puso fin al estancamiento que durante meses las tropas aliadas habían padecido en el Centro de Italia y en ella, aparte de británicos y estadounidense participó un conglomerado de fuerzas de varias naciones, polacos (cuya bandera fue la primera en ondear en la abadía destruída), neozelandeses, canadienses, italianos y franceses, entre otros. En las tropas francesas del general Juin estaban encuadrados los Goumiers, soldados en su mayoría bereberes procedentes del protectorado de Marruecos, que mostraron un arrojo extraordinario en la ofensiva final contra Monte Cassino, sólo comparable a su crueldad.
Tras haber aportado tanto al éxito aliado en la llamada Operación Diadema, algunos soldados coloniales se deshonraron a sí mismos, a su ejército, a Francia y al ejército aliado en su conjunto, durante las dos últimas semanas de mayo, cometiendo actos de pillaje y atrocidades como asesinatos y violaciones en grupo. Un capellán escribió al general Clark: "Nuestros hombres están asqueados y dicen que prefieren matar a los goums marroquíes que a los alemanes... Dicen que si permitimos que esto continúe, habremos perdido todo aquello por lo que luchamos".
Otro capellán citó detalles de una chica de 15 años violada por dieciocho soldados coloniales; una mujer de veintisiete años por tres soldados; otra de veintiocho por cinco soldados. Un jefe de batallón de artillería norteamericano habló de una mujer italiana a la que cuatro marroquíes dispararon en el tobillo derecho para luego violarla; a su hija también la dispararon en el pie izquierdo y la violaron. En Ceccano, añadió, "aproximadamente setenta y cinco mujeres entre trece y setenta y cinco años han sido violadas: una asegura que la violaron diecisiete veces la noche del día 29 y once veces en la mañana del día 30". Otro jefe de batallón habló de una criatura de tres años a la que los coloniales franceses mataron a tiros cuando su madre se resistió al acoso sexual. Una delegación de curas y ciudadanos imploró a los soldados estadounidenses que apostasen guardias en Pisterzo para impedir más desmanes. El jefe estadounidense de la 13ª brigada de artillería de campo, asignada a las fuerzas francesas avisó a Clark que sus trece jefes de batallón podían testificar acerca de actos de barbarie similares.
Las autoridades italianas contaron setecientos delitos de violencia carnal tan solo en la provincia de Frosinone. Norman Lewis, el escritor, que era oficial de la inteligencia británica, investigó diversas acusaciones y halló violaciones generalizadas en muchos pueblos. En Lenola, que cayó en manos aliadas el 21 de mayo, violaron a cincuenta mujeres, pero como les pareció insuficiente, también violaron a niños y ancianos.
Ocasionalmente los italianos se vengaban, según indica el propio Lewis que señala que cerca de Cancello, cinco soldados coloniales fueron envenenados, castrados y decapitados. Según un oficial estadounidense, la respuesta de algunos oficiales franceses fue que los italianos estaban pagando por haberse puesto del lado de Hitler y el general francés al mando, se limitó a reír y decir: "Esto es la guerra".
El general Juin no se reía y condenó los actos de barbarie, haciéndose eco de la reprimenda aliada y exigiendo castigos sin piedad. Quince soldados coloniales fueron fusilados o colgados en los pueblos y otros cincuenta y cuatro recibieron condenas de entre cinco años y cadena perpetua. "Sufrimos más durante veinticuatro horas de contacto con los marroquíes que en los ocho meses que pasamos bajo los alemanes", se quejaba un italiano.
Eran salvajes, dijo un soldado de la 88ª división, y "daban mala fama a la guerra y a los soldados"
Los soldados norteamericanos, como indicaba un jefe estadounidense "acudieron como cruzados a salvar a Europa de cosas como estas". Lo cierto es que estos casos afectaban gravemente a la moral de la mayoría de soldados y a sus deseos de combatir.
De todas estas violaciones casi no nacieron hijos, porque los soldados marroquíes tenían graves enfermedades venéreas que causaron la interrupción del embarazo y abortos espontáneos en la mayoría de los casos. Las pocas madres que tuvieron hijos, en su mayoría emigraron a ciudades más grandes donde no pasarían vergüenza.
En 1957, el escritor italiano Alberto Moravia escribió la novela La Ciociara, sobre las violaciones en masa en esta ciudad. En 1960 se llevó al cine bajo el título Two Women, con Sofía Loren como protagonista, papel que le reportaría el Oscar a mejor actriz. Esta fue la primera vez que concedían el Oscar a un papel en habla no inglesa.