viernes, 28 de junio de 2019

LA LOTERÍA DEL AMOR

Rex Allerton (David Niven), es uno de los actores con más atractivo de Hollywood un verdadero icono de la pantalla grande, la figura más importante de la productora que le tiene contratado, tras el perro Fang. El apuesto actor británico rezuma sofisticación, encanto y mucho más, además, interpreta una serie de papeles altamente exitosos.
Sin embargo, también es un hombre atado por el éxito, luchando por sobrellevar los excesos de la fama y las hordas de fanáticas gritonas que lo acosan cada vez que sale del recinto seguro de su estudio en Hollywood, incluso irrumpiendo en su hogar con la esperanza de adquirir un par de viejos calcetines o cualquier otra prenda que haya pertenecido a la estrella. Después de sufrir un sueño recurrente que parece trazar un inquietante paralelismo con los experimentados por Ritchie Cave, otra gran estrella, que ha tenido que ser ingresado en una residencia de descanso, y de que se le presente otra maratoniana campaña de promoción, Rex compra su contrato con el estudio y regresa a Inglaterra, con la esperanza de encontrar una vez más el estrellato en el escenario del West End. Su fama es tal, sin embargo, que incluso su antiguo mentor no lo aceptará para papeles teatrales clásicos, alegando que el público está demasiado acostumbrado a verle como pirata o espadachín. Al encontrarse nuevamente asaltado en las calles de la capital británica, él y su mayordomo, Jennings (Charles Victor), se van a la pequeña ciudad italiana de Tremaggio (un nombre ficticio), donde esperan encontrar una nueva vida que les permita vivir tranquilos.
Sin embargo, un llamado Sindicato del cáculo, que se dedica a hacer apuestas, tiene su ojo puesto en Allerton, con la intención de hacer una campaña de promoción de un nuevo juego, La lotería del amor, en la que el propio Allerton, será el primer premio y se casará con la afortunada que posea el boleto ganador. Un casino cercano que tienen bajo su control, es la oportunidad perfecta para que Rex esté en deuda con ellos.


Comedia bastante ligera que cuenta con el aliciente de la presencia de David Niven. En general, la historia está desarrollada de forma simplona e ingenua, con unos diálogos pobres, salvo un par de frases divertidas y un tratamiento del papel de la mujer que el más de medio siglo transcurrido desde su estreno, deja totalmente obsoleto, aunque quizá sirva para mostrar el concepto que se tenía en aquel entonces.
Bellas imágenes del Lago de Como, en cuyos alrededores se filmaron la mayoría de los exteriores.


Como curiosidad, la escena que cierra el film, es un cameo de Humphrey Bogart, que apenas aparece unos breves segundos en pantalla, pero que supone un colofón ingenioso y divertido para esta película que no figura entre las mejores producidas por los míticos Estudios Ealing.




jueves, 27 de junio de 2019

AGAINST THE WIND


Philip Elliot (Robert Beatty), un sacerdote católico de nacionalidad belga con ascendencia canadiense, refugiado en Londres, asiste a una escuela secreta para espías y saboteadores integrada por individuos de varias nacionalidades. Para ello, acude a un museo en cuyas dependencias está camuflada la escuela. Allí le espera Ackerman (James Robertson Justice) el comandante en jefe del grupo de comandos que le propone participar en una misión que tendrá lugar en su país natal.
Después del entrenamiento, él y dos compañeros se lanzan en paracaídas sobre Bélgica, tras las líneas alemanas, con el objetivo de destruir una oficina de registros donde se guardan los informes sobre los obreros belgas que son obligados a trabajar para Alemania.
Además, un destacado miembro de la resistencia ha sido detenido por los nazis y un nuevo grupo de comandos es enviado para que entre todos, traten de rescatar al preso. Duncan (Gordon Jackson), el experto en explosivos, está entre ellos, pero se encuentra aquejado de un fuerte dolor de muelas y han de encontrar un médico que pueda atenderle, con el inconveniente de que el joven no habla el idioma local, por lo que depende de la radiooperadora Michèle (Simone Signoret), la más decidida del grupo, para ayudarlo. Su misión se va complicando aún más, primero cuando descubren que uno de los miembros del grupo es un traidor y, más adelante, cuando una serie de acontecimientos fortuitos van obstaculizando la consecución de los objetivos que les han sido encomendados.


El guión está basado en una historia del dramaturgo y guionista británico Michael Pertwee.
Aunque la historia es atractiva, la película tiene muchos altibajos en cuanto a mantener la tensión y la intriga con respecto a la consecución de los objetivos.
Hay una escena que es quizá la mejor de la película, cuando la radiooperadora, interpretada por una espléndida Simone Signoret, recibe por radio codificado el nombre del traidor, que en ese momento está afeitándose en la misma habitación y toma la determinación de eliminarlo.


Además de las escenas típicas de este tipo de films, la película tiene muchos momentos que dedica a cada uno de los personajes, sus historias y las relaciones entre ellos. Es posiblemente lo más atractivo de la cinta, con algunos momentos realmente interesantes, como cuando uno de ellos, sometido a cirugía estética para cambiar su apariencia, se cruza con su esposa a la que hace mucho que no ve, y esta no le reconoce, sin que él pueda, por motivos de seguridad, desvelarle su identidad; o el comando infiltrado en las SS, que se reencuentra con su antigua novia en Bélgica y niega a admitir que la conoce cuando ella le reconoce en la calle, aunque sigue llevando su retrato en la cartera y la ama profundamente.
Junto a algunos tramos un tanto simples, tiene otros realmente interesantes, bien trabajados y que nos traen un poco de tensión, adornada, en ocasiones, con unas gotas de humor.
Película sencilla y que resulta entretenida.




miércoles, 26 de junio de 2019

LOS PERROS DE LA GUERRA

Jamie Shannon (Christopher Walken), un joven mercenario taciturno y aparentemente duro, se retira, junto a sus hombres de una guerra centroamericana que claramente han perdido.
De regreso a Europa, es contratado por un grupo empresarial no identificado para llevar a cabo un golpe militar en la pequeña, y casi desconocida, república del África Occidental de Zangaro, dirigida desde hace años con mano de hierro por el dictador Olu Kimba (Ilario Bisi-Pedro).
Los empresarios están dispuestos a invertir cientos de millones de dólares, pero antes, quieren tener información detallada sobre la estabilidad del régimen, por lo que envían a Shanon al país camuflado como fotógrafo de una revista sobre naturaleza. Allí se encuentra con una ex colonia pequeña, sórdida y oprimida dirigida por un dictador invisible que no duda en eliminar a cualquiera que piense que puede hacerle oposición.
Shanon es detenido y torturado por la policía estatal, por lo que, cuando regresa a la civilización, tiene, aparte de los beneficios económicos que le pueda reportar, una razón personal para llevar a efecto el golpe de estado.
Para llevarlo adelante, traza un detallado plan y contrata para la operación a algunos de sus antiguos camaradas que le ayudarán a preparar la infraestructura necesaria para conseguir su objetivo a pesar de las muchas dificultades que van encontrando por el camino.


El título de la película hace referencia a una frase del drama de William Shakespeare "Julio César": "Llora '¡Havoc!', Y deja escapar a los perros de la guerra", que como puede verse en el cartel del comienzo de la entrada, fue utilizada literalmente para promocionar el film.
Debut cinematográfico de su director, John Irvin, que había trabajado en un equipo de noticias de televisión en Vietnam durante la década de 1960, y que manifestaba que "A diferencia de la mayoría de los directores de cine jóvenes, he estado en la batalla. A lo largo de los años 60 fui a varias zonas de guerra y me encontré con numerosos mercenarios en Argelia y el sudeste asiático, así que tuve mis propios instrumentos para dibujar el film"
El guión se basa en la novela del mismo nombre del británico Frederick Forsyth.


Un film de calidad aceptable, con muchos efectos especiales a base de explosiones y todas esas cosas que acompañan a las películas de guerra y en las que quizá se les va un poco la mano, sobre todo en la escena de apertura del film.
Actuaciones correctas, con un Christopher Walken que da la imagen de tipo frío y metódico.
Con respecto a la novela cambian algunas cosas, por ejemplo, elimina buena parte de la preparación del golpe de estado, sobre todo en lo que respecta al aspecto de financiación a través de un entramado de bancos y paraísos fiscales, tratando de borrar el rastro de las operaciones monetarias. De esto, apenas se habla en el film que se centra más en la preparación puramente material, aunque también muy recortada con respecto a la novela y dedica buena parte a la culminación de la operación en lo que quizá son las mejores escenas de la película.
A pesar de todo, el mensaje central de la novela de Forsyth queda bastante bien recogido por la película que también aprovecha el giro final del libro para trasladarlo a la pantalla.
Una película entretenida y bastante bien hecha, sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de un realizador debutante en la gran pantalla.
Como curiosidad, el embarque de algunas armas y del propio Shannon en la nave que les llevará hasta África Occidental, tiene lugar en el puerto de Valencia, aunque no se rodó allí. Los policías españoles que aparecen, están interpretados por el uruguayo Martín LaSalle y por el norteamericano de origen hispano Ángel Ramírez Jr., lo que me lleva a pensar que, como casi todas las escenas que se desarrollan en el imaginario Zangaro y las del principio, en una desconocida república sudamericana, fueron rodadas en Belice.




martes, 25 de junio de 2019

TORGAU (EL FIN DE UNA GUERRA Y EL PRINCIPIO DE OTRA)

Torgau es una pequeña ciudad alemana situada a orillas del río Elba en el estado de Saschen, Sajonia. La mañana del 25 de abril de 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial vivía sus últimos días en suelo europeo, una patrulla norteamericana de reconocimiento, perteneciente a la 69ª División de Infantería, llegó al río Elba en las inmediaciones del pequeño poblado de Strehla y observó que en la ribera oriental había soldados soviéticos que les hacían señas al grito de "¡americaninsky!" Horas después, los soldados americanos y los soviéticos de la 58° División de Guardias del Ejército Rojo, se reunían en el puente de la localidad de Torgau, sobre el Elba. Ambos Cuarteles Generales, dispusieron que se celebrara un festejo oficial en Torgau entre soldados de ambos países, con un "apretón de manos" cubierto por la prensa y noticieros estadounidenses y soviéticos, mientras que el presidente Harry S. Truman y Iósif Stalin intercambiaron mensajes oficiales de felicitación.
Ninguno de los americanos hablaba ruso, y los soviéticos no hablaban inglés, por lo que, irónicamente, su lenguaje común era el alemán. Entre los norteamericanos se hallaba el soldado Joseph Polowsky que señaló que aquel fue un momento de gran solemnidad en que todos estaban al borde de las lágrimas, pero algo flotaba en el ambiente que les hacía percibir que las cosas no irían en el futuro tal y como las imaginaban en aquel momento.
La desconfianza se instaló entre los aliados y los restos de armonía desaparecieron tras el estallido de la bomba atómica que destruyó Hirosima. La Segunda Guerra Mundial había terminado, pero comenzaba la llamada "Guerra Fría".
Polowsky nunca se olvidó de los rusos y se fue a la tumba en 1983, creyendo que algo maravilloso había ocurrido en el Elba cuando unos hombres se encontraron, más como seres humanos, que como representantes de sistemas antagónicos. Durante el resto de sus días, trabajó incansablemente para lograr un desarme nuclear y nunca llegó a comprender la facilidad con que los rusos habían sido transformados en enemigos. Siempre insistió en que deseaba ser enterrado en Torgau, pero entonces esta localidad estaba en la República Democrática Alemana, un sitio donde los americanos no eran bien recibidos, ni vivos ni muertos.
En la historia de la Guerra Fría, Polowsky se convirtió en símbolo de un camino que jamás fue recorrido.



lunes, 24 de junio de 2019

VALS CON BASHIR

El 6 de junio de 1982, Israel invadió Líbano utilizando como excusa la tentativa de asesinato de su embajador en Londres dos días antes. Inicialmente tenían previsto ocupar una franja de 40 kilómetros, a fin de desalojar a la resistencia libanesa y a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de la frontera norte de Israel. Pero Ariel Sharon, por entonces ministro de Defensa, decidió proseguir su avance hasta la capital, Beirut. Israel apoyó la elección de Bachir Gemayel, dirigente del Partido Kataeb o Falange, formación de la extrema derecha maronita, quien fue asesinado en septiembre.
La película es un documental animado sobre la matanza de refugiados palestinos en Sabra y Chatila (Líbano) en 1982, ocurrida en el transcurso de esa guerra.
Una noche, en un bar, un viejo amigo le cuenta a Folman una pesadilla recurrente en la que le persiguen siempre 26 perros. Los dos hombres llegan a la conclusión de que la pesadilla tiene que ver con una misión que realizaron para el ejército israelí durante la primera guerra del Líbano a principios de los años ochenta. A Folman le sorprende el hecho de no recordar nada de ese periodo de su vida, él también tiene un sueño recurrente de esa época, pero su memoria le traiciona y quiere saber hasta qué punto ese sueño es real o totalmente imaginado. Intrigado, decide hablar con viejos amigos y antiguos compañeros dispersos por el mundo entero. Necesita saber la verdad acerca de esa etapa y de sí mismo. Poco a poco sus recuerdos reaparecen bajo la forma de imágenes surrealistas.


El director y guionista del film, Ari Folman, fue uno de los soldados del ejército israelí que participó en la invasión del Líbano en 1982.


De una innegable calidad técnica y con un formato que no debe hacer huir al espectador al tratarse de dibujos animados, pues lo que Folman quiere contar, lo cuenta con la misma fuerza y vigor que si se tratara de imágenes reales, imágenes que sí utiliza brevemente al final del film como para remarcar la autenticidad de aquello que cuenta.
El film recibió el aplauso de la crítica y fue alabada por los espectadores, aunque algunos lo tachan de blando y de hacer un relato sesgado de la realidad. Quizá no conocen bien la mentalidad israelí y es que el solo hecho de hablar de aquel vergonzoso episodio ya es un acto de valentía en la cultura judía. Ari Folman es considerado como un izquierdista casi radical entre los suyos, pero este concepto no es el mismo que tenemos nosotros, así que hay que partir de esa base para ver el film. Queda patente en el mismo que durante la matanza, el ejército de Israel se pasó la noche disparando bengalas para facilitar la labor de los falangistas libaneses, pero en todo momento, da la impresión de que las tropas judías, si eran responsables de algo, era de mirar hacia otro lado y que no intervenir para frenar la matanza se debió en buena parte a que desconocían lo que estaba ocurriendo, cuando en realidad no fue del todo así, pues ellas tenían el control total y si la milicia del Líbano entró en los campos, fue con el consentimiento absoluto de los mandos israelíes y cuando estos ordenaron que aquello se detuviera, así sucedió. Previamente, además, las autoridades del Israel incumplieron los acuerdos que tenían con EE.UU. de no avanzar hasta Beirut, haciendo lo que les vino en gana, si los hubieran respetado, nada de esto habría ocurrido, ya que Sabra y Chatila están en los alrededores de la capital libanesa.
De cualquier manera, aún  dando la impresión de que los que sufren, por el sentimiento de culpa, son los soldados de israel y algunos otros peros que se le puedan poner, hay que reconocer que el film es un testimonio valiente por venir de quien viene y una lección de historia para quienes ignoren aquellos acontecimientos, en los que se tomó venganza sobre personas inocentes, cuando los terroristas y combatientes ya habían huido y se sabía que allí solo quedaban civiles.
Los dibujos de Folman tienen gran fuerza visual y verdadera calidad artística y el guión del film está bastante bien estructurado a base de flashback que nos van retrotayendo hacia los años 80 desde el presente, sin que la narración quede afectada ni pierda vigor.
Interesante y recomendable esta especie de "mea culpa" con reparos entonado desde el bando vencedor.




viernes, 21 de junio de 2019

TROPIC THUNDER, ¡UNA GUERRA MUY PERRA!

La estrella de cine de acción Tugg Speedman (Ben Stiller) se encuentra en el declive de su carrera profesional. Quiere ser considerado un actor serio, pero tras su último papel como personaje de la película "Simple Jack", le llovieron las críticas negativas y fue puesto en ridículo. El comediante Jeff Portnoy (Jack Black) es más conocido por sus papeles principales en comedias con un toque un poco guarro, y puede que sea menos conocido por su uso desenfrenado de drogas. Kirk Lazarus (Robert Downey Jr.), cinco veces ganador del Oscar, es un actor del método, serio, que se sumerge en cualquier rol. Ubicados en el sureste de Vietnam, son las estrellas de "Tropic Thunder", basada en las memorias de Tayback (Nick Nolte), un veterano de la guerra de Vietnam.
Esta es la historia de unos actores con el ego más grande jamás conocido, que resultan ser los protagonistas del film bélico más caro que se ha filmado nunca. Problemas de motivación entre las estrellas hacen que el rodaje se retrase más de lo necesario, provocando el lógico enfado de los productores. Como el director de la película no está dispuesto a tirar la toalla, decide utilizar métodos extremos para "animar" a sus actores, a los cuales deja a su suerte en un remoto lugar de una selva asiática, procurando filmar todos sus movimientos para que haya más realismo en el film. Pero el pequeño grupo se encuentra con guerrilleros de verdad y se ven inmersos en una terrorífica realidad de la que tendrán que salir convirtiéndose en auténticos soldados.


A primera vista parece una sátira sobre el cine bélico, pero la película va mucho más allá y se convierte en una crítica en tono humorístico sobre el cine en general y su industria en particular. Stiller, además de director y coguionista del film, es buen conocedor del paño y sus dardos alcanzan a unos y otros, desde los propios actores, sus manías y caprichos en los rodajes y en su vida privada, las modas de involucrarse en los personajes hasta el punto de vivir en la pobreza durante semanas cuando van a interpretar un papel de mendigo, por ejemplo; la de adoptar niños de países pobres, no se sabe si por amor o por consejo de su asesor de imagen y cosas así, hasta los productores y gerifaltes de Hollywood y su afán desmedido por el éxito, los premios y el dinero que esto reporta, fin primordial de todo aquello que se convierte en negocio.


Otra cosa es cómo se ha plasmado la idea. Creo que el valiente y arriesgado planteamiento, se desarrolla con mano blanda, critica lo justo, sin pasarse, como si quisiera dejar claro que no quiere molestar más de la cuenta. En algunos momentos resulta divertida, pero en otros se convierte en una pura gamberrada, para acabar dejando la sensación de que has visto algo que no está mal, pero tampoco va muy allá.
Puede hacernos pasar un rato divertido, sin mucho más.
Para no perderse la caracterización de un irreconocible Tom Cruise como Les Grossman, un despiadado magnate de la industria del cine. Cruise consigue una buena actuación que, en cierto modo, sirvió para rescatar y redimir la figura del actor, entonces un tanto en horas bajas. Su nombre apenas se utilizó en la promoción del film y su interpretación, aunque es algo más que un cameo, tampoco ocupa un lugar central, sin embargo supo sacarle rédito, demostrar que sabe hacer más cosas que salir en películas de acción y a mucha gente le pareció que descubría otra faceta más amable y profesional del actor.




jueves, 20 de junio de 2019

SIEMPRE LLUEVE EN DOMINGO

Una mujer casada esconde a su ex amante, que acaba de escapar de la cárcel, en su casa de Londres. Está tan descontenta con su aburrido matrimonio que empieza a sentir que renace su antiguo amor por él.
A su antiguo novio, lo conoció cuando trabajaba de camarera en un pub y justo cuando iban a casarse recibe la noticia de que su flamante novio ha sido detenido y ha de cumplir una larga pena de cárcel.
La presencia del “extraño” en la casa obliga a la protagonista a disimular no solo la tensión que le genera dicha presencia, sino, también, lo que esa presencia ha removido en su interior, porque el suyo ha sido un matrimonio en el que únicamente buscaba no quedarse soltera para siempre. Su actual marido tiene un hijo y dos hijas con las que la esposa siempre anda en disputas. Una de ellas busca una salida en su vida y mantiene una relación adúltera con un don juan de poca monta, un músico de barrio que tiene una tienda de discos y a quien su mujer, con quien acaba de tener un hijo, está dispuesta a abandonar si continúa con sus flirteos.
A lo largo del inacabable día, la presencia del antiguo novio, que se instala, además, en el dormitorio del matrimonio, donde descansa y se repone del sueño y del hambre de los días de huida, descubre a la mujer la diferencia entre la no extinguida pasión y lo insulso de su matrimonio.


El guión se basa en la novela del mismo título de Arthur La Bern, escritor y guionista británico que trabajó como reportero de sucesos y corresponsal de guerra para The Daily Mirror, Evening Standard y Daily Mail.


La película tiene mucho más de lo que a primera vista pudiera parecer.
Por un lado, como simple curiosidad para los amantes del cine y su intrahistoria, es un producto atípico de los estudios Ealing.
Y es que esta película, que bebe de muchas fuentes, es difícil de calificar, pero desde luego, no es una comedia, como la mayoría de las películas del mítico estudio londinense.
Con una trama y, sobre todo, algunas secuencias que recuerdan al realismo social, pues hace un buen retrato de la sociedad de clase trabajadora de un barrio cualquiera del East End londinense y de su entorno, con una magnífica ambientación del espacio doméstico, del mercadillo dominical o de los lugares de esparcimiento. Gracias a las subtramas que proporcionan los miembros de la familia tenemos un retrato bastante completo, por momentos incluso detallado, de este mundo.
Por otra parte, la película tiene también un claro componente de cine negro que toma cuerpo y protagonismo en la parte final del film, con las espléndidas imágenes de la persecución policial que se desarrolla en un ambiente nocturno, con calles amplias y desiertas, mojadas por la lluvia que nos ha acompañado a lo largo de toda la jornada y que concluye en una terminal de trenes, entre vagones de mercancías, vías que forman un auténtico laberinto, humo y silbidos de locomotoras, imágenes muy de cine policiaco en las que el director de fotografía, Douglas Slocombe, demuestra su maestría y nos deleita con tomas que son auténtica mezcla de arte y técnica.
Una película muy interesante, entretenida de ver, en que se nos muestran las miserias y esperanzas de una familia de clase media baja, sus disputas, sus desengaños y los sueños frustrados de una mujer que vuelven a reverdecer, hasta que se estrella contra la dura realidad y descubre que quizá no ha sabido valorar la vida que llevaba, representada por su pacífico y bonachón esposo, viudo de su primer matrimonio, un hombre anodino, aburrido, que, sin embargo, ha sido liberal con sus hijas (te he dado libertad, le dice a la mayor, y quizá me equivoqué) para que salgan por su cuenta y regresen a la hora que deseen a casa, para desengañarse con la mayor al ver que está cayendo en la trampa de un don juan de pacotilla. Deja a su esposa que dirija la casa, sin meterse en las disputas con sus hijas y cuando piensa que se extralimita, más que explicaciones, le pregunta qué le sucede y lo hace en privado para no quitarle autoridad. Cuando descubre que ha tenido en casa a su antiguo amante, se conforma con sus explicaciones evasivas que no van más allá de que ella le diga que le dio pena y que su romance venía de antes de conocerle. No le pide más detalles, ni le hace reproches, se limita a quedarse junto a la cabecera de su cama de hospital en que se recupera de la agresión de su amante cuando huía de la casa.
De las primera películas de Robert Hamer que hay que valorar además por el momento del rodaje (1947), por lo que tiene de pionera, pues asuntos como este apenas eran tratados en el cine británico.
Cuando acaba este domingo lluvioso y comienza la nueva semana, el cielo se despeja y el chubasco se retira. Una bella metáfora.




miércoles, 19 de junio de 2019

RESCATE AL AMANECER

En 1965 poca gente creía que el aún limitado conflicto en Vietnam se convertiría en una guerra a gran escala. Uno de los primero síntomas de lo que sucedería, fueron los bombardeos norteamericanos en misiones calificadas como secretas, a blancos en territorio de Laos. En una de esas misiones,  mientras bombardeaba la jungla, el avión A-1 Skyraider, del piloto de la Marina, Dieter Dengler (Christian Bale), un alemán nacionalizado estadounidense, cuyo avión despegó del portaaviones USS Ranger, estacionado en el Golfo de Tonkin, es alcanzado y se ve obligado a intentar un aterrizaje de emergencia en la jungla. Dieter sobrevive al impacto, pero es perseguido, capturado y torturado por el Pathet Lao (movimiento afín a sus vecinos vietnamitas del Vietcong), ya que se niega a denunciar a su propio gobierno, y enviado a un campo de prisioneros, donde se encuentra con otros cinco prisioneros (dos norteamericanos, y tres tailandeses), algunos de los cuales padecen trastornos mentales, debido a la tortura psicológica a que se han visto sometidos y al largo periodo de tiempo que llevan prisioneros. Junto a Duane W. Martin (Steve Zahn), comienza la planificación de una fuga ante la incredulidad de sus compañeros de cautiverio, plan al que se opone Gene DeBruin (Jeremy Davies). Además, cuando descubren que no hay más comida debido a los constantes bombardeos estadounidenses en el área, sospechan que sus guardianes intentan matarlos y es entonces cuando Dieter pone en marcha su plan, que consiste en desarmar a los guardias e internarse en la jungla coincidiendo con el comienzo de la temporada de lluvias.
Sin embargo, una indecisión inesperada divide al grupo y Dieter y Duane descubren que la jungla es su verdadera prisión, aún así tratarán de llegar al río Mekong para cruzar a Tailandia.


Se trata de la segunda aproximación del realizador alemán Werner Herzog a la figura de Dengler, al que ya retrató en su documental ‘Little Dieter Needs to Fly’ (1997).


Película que, inexplicablemente, no llegó a estrenarse en nuestro país, siendo distribuida directamente en DVD y con un retraso considerable a pesar de contar con un protagonista con tanto tirón como Christian Bale.
Pienso que las actuaciones, empezando por la del mencionado Bale, están bastante conseguidas y el film está muy bien ambientado y acompañado de una espléndida fotografía que sabe sacar buen partido de la exuberancia del paisaje selvático.
Herzog siempre ha tratado en su cine con personajes atormentados, recordemos, por ejemplo Aguirre, la cólera de dios, y aquí nos sumerge en un mundo de gente desquiciada, víctimas de un entorno natural tan bello como, en ocasiones, hostil y siempre agobiante y, además, en medio de una guerra cruel que se lleva por delante todo lo que encuentra sin distinguir entre niños, mujeres, civiles o combatientes. Personajes que bordean la locura, lo mismo los presos que sus custodios y cuya estancia en el campo de prisioneros ocupa gran parte del metraje de la película, con situaciones que pueden incluso resultar repetitivas, pero que no vienen sino a subrayar la idea que el realizador germano quiere transmitir.


Aunque no rehuye plasmar la dureza, incluso la injusticia de esta guerra, la trama no va ni sobre la guerra del Vietnam, ni sobre el accidente de avión, ni sobre el rescate, va de la voluntad de sobrevivir de un soldado y de no traicionar nunca sus principios pase lo que pase. Él tenía un sueño: volar, y su lealtad, cuando sus captores le presentan, para que lo firme, un documento en el que declara que los EE.UU. mantienen una guerra injusta, no son para el país que le ha adoptado, ni siquiera es una cuestión de patriotismo, lo que él argumenta para no firmar es que ellos le dieron las alas, es decir, le dejaron cumplir su sueño.
La última media hora se convierte en una frenética huida por la selva en busca de una salida casi imposible, pero el espectador se ve contagiado por la fuerza y la esperanza de Dieter en conseguir su objetivo y, sobre todo en su determinación de no rendirse.
El final, muy criticado, incluso algunos dicen que estropea la película, creo que ni siquiera molesta después de lo que hemos visto, aunque es una especie de traca yankee, el entretenimiento que nos ha proporcionado el film hace que algunos, al menos yo, apenas veamos eso que otros dicen de que Herzog se ha entregado a dar coba al público americano.
Una buena película de este subgénero de fugas dentro del cine bélico que a mí me ha resultado muy entretenida.




martes, 18 de junio de 2019

LOS ESTRAGOS DE SHARPE

Corre el año 1809 cuando encontramos al teniente Sharpe con su pequeño grupo de hombres en una situación bastante precaria en tierras del norte de Portugal.
Sharpe es enviado al rescate de Kate Savage, de 19 años, hija de un rico bodeguero inglés ya fallecido, que vive con su madre y que ha escapado a la casa de verano de la familia justo cuando las tropas del mariscal Soult se disponen a conquistar Oporto y toda la población huye del ejército francés.
Sharpe deberá por tanto, atravesar las líneas enemigas y dirigirse hacia la retaguardia francesa, pero tiene al sargento Patrick Harper y a sus fusileros y cuenta con la ayuda de un joven portugués un tanto idealista, el teniente Jorge Vicente, al frente de un pequeño destacamento del ejército portugués. Juntos, tienen que encontrar a la chica desaparecida y librarse de los enredos del coronel Christopher, un misterioso inglés que trabaja para el ministerio de exteriores y que tiene sus propias ideas sobre cómo los franceses pueden ser expulsados ​​de Portugal. Esas ideas son tan fantásticas como peligrosas, pero los franceses están desenfrenados, Lisboa está amenazada y Christopher ve a Sharpe y sus fusileros como los únicos obstáculos para sus sutiles planes.
Cuando el avance de Soult parece imparable, un nuevo comandante del ejército británico llega a Lisboa, Sir Arthur Wellesley, y justo cuando Sharpe y sus hombres parecen condenados, Sir Arthur organiza su propio contraataque, una operación que enviará al ejército francés a las montañas del norte. Sharpe se convierte en cazador en vez de cazado y ejercerá una terrible venganza contra los hombres que han estado a punto de acabar con su vida a base de traiciones. Los estragos de Sharpe es una historia clásica del famoso personaje inventado por Bernard Corwell, un recorrido por el norte de Portugal en compañía del Sargento Patrick Harper, el Capitán Hogan y sus queridos Greenjackets, los fusileros del 95º de rifles.
De nuevo el autor británico, con su habilidad para mezclar ficción y hechos históricos, nos deleita con su prosa y con su peculiar manera de contarnos la historia que nos obliga a ir pasando las páginas del libro sin darnos apenas tregua, llevándonos del desastre del hundimiento del puente de barcas en Oporto, que supuso la muerte de cientos de personas, la mayoría civiles, como atestigua la placa, en el muelle cercano a donde el magnífico puente de hierro de Eiffel cruza hoy el Duero, que rinde cuenta de los horrores del 29 de marzo, cuando los refugiados portugueses se agolparon en el mencionado puente de barcas, hasta la respuesta de Wellington, que reconquistó la capital del norte portugués, gracias a que un barbero local, cruzó el río en un esquife y avisó a los británicos de que los franceses habían olvidado hundir tres barcazas en el lado norte del río, en las que fueron cruzando las tropas inglesas, un hecho que Cornwell hace protagonizar a Sharpe y los suyos, cambiando un poco la historia, en la que también relata la conquista del seminario, en una brillante recreación de lo que debió ser aquella ardorosa batalla.
Sharpe y los suyos, avanzarán por delante de las tropas británicas, hasta llegar a los puentes de Ponte Nova y El Saltador, en pos de rescatar a la joven británica, mientras las tropas francesas tratan de huir hacia el norte.
En definitiva, otra aventura más de Sharpe, llena de tensión, acción y sus gotas de humor, que hará las delicias no solo de los aficionados a la novela histórica.



lunes, 17 de junio de 2019

FELIZ NAVIDAD MR. LAWRENCE

En 1942, durante la II Guerra Mundial, el oficial británico Jack Celliers (David Bowie) llega a un campo de prisioneros de guerra en Java, hambriento y torturado, la estructura social del campo se verá afectada por su presencia y su actitud de rebeldía.
El oficial de enlace entre los prisioneros y los japoneses encargados de vigilar el campo es el coronel John Lawrence (Tom Conti), que vivió durante años en Japón y se encuentra atrapado entre los dos bandos, luchando por hacer que cada lado comprenda al otro, esforzándose en que los británicos traten de entender la manera de pensar de los japoneses, actitud que le trae la animadversión de muchos de los prisioneros y del oficial al mando, el capitán Hicksley (Jack Thompson), que le considera poco menos que un traidor. La situación se complica aún más por la atracción homoerótica que el capitán Yonoi (Ryuichi Sakamoto) siente hacia Celliers, lo que provoca un conflicto personal, que se ve reforzado por la visión que los guardias tienen de Celliers como el diablo.
Para encontrar la paz interior y restablecer el orden en el campamento, Celliers debe recibir un castigo ejemplar, ya que Yonoi pretende ocultar sus sentimientos bajo una capa de dureza, infligiendo castigos a los prisioneros occidentales a los que considera, a todos, unos cobardes por haber preferido rendirse antes que morir, una actitud que resulta incomprensible para él, firmemente imbuido de los sentimientos de disciplina honor y gloria que conforman el código samurai.


El guión se basa en la novela autobiográfica The Seed and The Sower (La Semilla y el Sembrador), del sudafricano Sir Lawrence Van Der Post, publicada en 1963 y que, a su vez reúne tres relatos.
En la adaptación se nos narran los dos primeros relatos, por cierto, muy bien conjugados, y el tercero, una historia de amor imposible entre Lawrence y una desconocida, se lo cuenta Lawrence a Cellier cuando son encerrados como castigo, acusados de haber introducido un aparato de radio camuflado como una cantimplora en los barracones de los presos.
Si Nagisa Ôshima parte de los relatos de un occidental, su película está narrada con la mirada de un oriental, tanto en su puesta en escena y en su ritmo, como en la forma de contar la historia, así como en el modo de verter su simbolismo a lo largo del film.


La película es el retrato del choque entre dos culturas diferentes que, aunque parezca una contradicción, tienen muchos puntos en común. Si aún hoy, las diferencias culturales entre oriente y occidente son evidentes, lo eran mucho más en 1983, año del estreno del film y, ni te cuento en los años cuarenta durante la II Gran Guerra.
Lawrence es un hombre atrapado entre esos dos mundos, admirador de la cultura japonesa, sus guardianes le respetan, pero solo ven en él a un prisionero y sus camaradas británicos, a un traidor que trata de acercarles a la comprensión de ese mundo tan distinto, el de sus enemigos que, en ocasiones, les tratan con brutalidad y desprecio.
Por si fuera poco, la llegada de Celliers, sus actos de rebeldía y el hecho de que el comandante del campo se vea cautivado por él, lo trastoca todo.
La película es también un canto a la amistad, pues, a pesar de todo, la convivencia entre los hombres, estrecha estos lazos y cuando la vida da un giro a veces se producen estas situaciones que todos hemos experimentado alguna vez con algún compañero de trabajo o algún amigo, que nos metía en problemas, o nos caía mal y cuando lo hemos encontrado en otro entorno, sobre todo con el paso de los años, aquello queda olvidado y solo recordamos lo que nos une y no lo que nos enfrenta.


Amistad, honor y rebeldía, pero también está el asunto de la homosexualidad que, si el cine de los últimos años ha tratado reiteradamente, en aquella época era un asunto aún poco o prácticamente nada habitual. Ya la escena de apertura tiene que ver con este asunto que cobra mayor relevancia cuando nos habla de la atracción que siente el capitán Yonoi por Cellier, que no es recíproca, aún cuando Cellier es consciente del sentimiento que despierta en el otro,  recibiendo un tratamiento sumamente delicado, incluso poético y simbólico, una más de las metáforas de las que está plagada la película que seguramente en algunos casos, no captamos los espectadores occidentales o, al menos, no interpretamos de la misma manera que los orientales.
La película está muy bien interpretada, con dos protagonistas, el coronel Lawrence, al que da vida, en una buena actuación que sabe captar perfectamente la esencia del personaje, Tom Conti y un magnifico Takeshi Kitano, dando vida al cuadriculado y borrachín sargento japonés en una notable interpretación, seguramente el personaje que más evoluciona a lo largo del film, de odioso a cercano. Lawrence y él representan esos lazos de camaradería de los que he hablado. Además, David Bowie y Ryuichi Sakamoto, que eran, en aquel momento, dos iconos de la canción, uno en occidente y otro en Japón, a los que también acercaba su aspecto andrógino y su peculiar belleza, resaltada en el caso de este último por un maquillaje que se hace evidente en el film, sobre todo en la sombra de ojos y el resalte de los pómulos.
Ryuichi Sakamoto es también, en un caso probablemente único en el cine, autor de la música, una partitura muy conseguida y con una melodía, Forbidden colours, que acompaña la magnífica escena inicial de la caminata del sargento Takeshi y el señor Lawrence, además de volver a sonar de forma recurrente a lo largo del film, para mí, una de las mejores melodías de la historia del cine.
Para el recuerdo la escena que supone el punto de inflexión del film, el beso de Cellier a Yonoi, sugerente, perturbadora y que encierra varias interpretaciones. Escena de esas que pasan a la historia del cine.




viernes, 14 de junio de 2019

LEBANON

Junio de 1982, primer día de la conocida como Guerra del Líbano, el día en que Israel entra en territorio libanés. Un solitario tanque y un pelotón de infantería, son enviados a reconocer un pueblo hostil que ha sido bombardeado por la fuerza aérea israelí. Lo que parece una misión sencilla se va escapando poco a poco de las manos y acaba convirtiéndose en una trampa mortal, en una pesadilla sobrecogedora.
Shmulik (Yoav Donat), el artillero, Assi (Itay Tiran) el comandante, Hertzel (Oshri Cohen), cargador, y Yigal (Michael Moshonov), el conductor, son la tripulación del tanque, el vehículo que en la operación recibe el nombre clave de "Rinoceronte".
Cuatro chicos muy jóvenes manejando una máquina de matar. Nunca se habían visto envueltos en una situación violenta antes, ahora ya no se trata de disparar contra barriles o contra blancos artificiales como durante la instrucción, ahora se trata de matar personas. No son luchadores impacientes por la batalla, la conquista o el sacrificio personal. Están atrapados en las redes absurdas e injustas de la guerra y aterrorizados por sus propios miedos. Son chicos valientes que pierden su inocencia de la forma más brutal, y que son destruidos mentalmente. Un instinto primario les llevará hasta el límite mientras luchan por sobrevivir a una situación que no pueden controlar por más tiempo, intentando desesperadamente, a su vez, no perder su humanidad entre el caos de la guerra.


El realizador, Samuel Maoz, veterano de guerra de Israel, reconstruye su propia historia en el frente del Líbano, en 1982.


Prácticamente todo el film transcurre en el interior del tanque, aunque de forma constante, nos asomamos fuera a través del visor que nos permite ver a los soldados que avanzan junto al vehículo, a los combatientes enemigos y toda la destrucción y el horror que la guerra está causando entre los civiles.
Hay quien ve un mensaje antibelicista, que yo, como tal, no hallo en ninguna parte del film, al menos de forma explícita. Lo que ocurre es que Maoz nos cuenta la guerra, así, tal cual, sin adornos, sin heroísmos y, al hacerlo de forma realista, vemos lo que ocurre en realidad. La guerra es sucia, cruel y fea, pero además de peligrosa, resulta incómoda, eso de las acciones heroicas queda muy bien, pero no es lo normal.
Allí vemos a los soldaditos del tanque rodeados de mierda (perdón por la expresión), meando en una lata, pisando una densa capa de fuel y viendo como el aceite lubricante se desliza por las paredes interiores del vehículo que se llena de humo cada vez que arranca. Mientras, ellos, están literalmente acojonados, no atinan a obedecer las órdenes, se muestran pusilánimes a la hora de disparar contra blancos dudosos, temiendo matar inocentes... Y es que si la guerra siempre ha sido cruel, la guerra moderna lleva esa crueldad a la sofisticación y en ella combaten, muchas veces, personas que no están preparadas para soportar la crueldad del momento, porque su vida civil nada tenía de dura, al contrario de lo ocurría en tiempos pretéritos.
Se acusa a la película de recurrir de forma reiterada al sentimentalismo fácil, y no es del todo incierto, como tampoco lo es que, a pesar de contar la vida en un tanque, no transmite sensación de agobio, aunque tal vez tampoco lo pretendía.
El caso es que el film, técnicamente está muy bien hecho y que nos ofrece una imagen bastante real de lo que es una guerra en la actualidad, otra cosa es si se considera que el mensaje de fondo es más o menos maniqueo, eso queda a la interpretación de cada espectador.
Un buen film bélico, con una mirada distinta de la guerra.




jueves, 13 de junio de 2019

PINK STRING AND SEALING WAX

Brighton, 1890. Un joven, hijo de un médico puritano, intenta escapar del represivo ambiente familiar y, sobre todo, de las restricciones que le impone su riguroso padre. Busca refugio en una taberna, donde se siente inmediatamente atraído por la sordidez de los bebedores y por los encantos de la tabernera.
La película tiene lugar en la Inglaterra victoriana y gira alrededor de los Sutton, una familia de clase media dominada por el patriarcal y pedante Edward Sutton (Mervyn Johns).
Somos testigos de la actitud áspera y conservadora de Edward hacia sus hijos, Peggy (Sally Ann Howes), Victoria (Jean Ireland) y David (Gordon Jackson). Edward acusa a David de escribir poemas y cartas románticas; obliga a Victoria a dar lecciones de canto a los hijos de sus clientes, en lugar de perseguir su sueño de convertirse en cantante profesional y priva a Peggy de dinero para alimentar a sus conejillos de indias que él emplea en sus experimentos científicos ante el horror de sus hijos.
Pearl Bond (Googie Withers), es la promiscua esposa del propietario de un pub de la que se enamora el único hijo de la familia Sutton, David  y Pearl decide aprovechar la información que sobre ciertos productos farmacéuticos y químicos le ha proporcionado el joven un día en que la lleva a la farmacia para curarle un corte en una mano. Aprovechando un descuido del muchacho roba unos polvos de uno de los frascos con los que pretende librarse de su marido envenenándole.


El guión se basa en una obra teatral en tres actos, escrita por Roland Pertwee.
Esta base teatral se nota en ciertas fases de la película, no solamente en las que transcurren en interiores, ya que algunas veces adopta algunas técnicas típicamente teatrales en la narración y en las transiciones.
Esto produce un efecto contradictorio en el espectador, por un lado, es probable que pudiera haber sido mejor adaptada al medio cinematográfico, pero, por otra parte, te hace sentir nostalgia por estas películas clásicas que empleaban este tipo de narración muy raramente utilizado en el cine moderno.
El título hace referencia a la forma de empaquetar algunos de los preparados y productos farmacéuticos en aquella época, envueltos en una especie de papel de estraza y atados con una cuerda similar a la que se utiliza actualmente en las pastelerías, cuyo nudo final se sellaba con lacre: Cuerda rosa y cera de sellar.


La película retrata las diferencias de clases, con los Sutton, una familia de clase media acomodada, por un lado y los Bond, un matrimonio de clase baja, por otro. Diferencia que se refleja no solo en el aspecto económico, sino, sobre todo, en su educación, los diferentes conceptos morales y, en general, sus respectivas actitudes ante la vida. También nos habla del conflicto entre generaciones, con los hijos de la familia Sutton que no entienden las actitudes de su padre con respecto a ellos que consideran anticuadas y restrictivas. Por último hay una cuestión de moralidad, alrededor de los manejos de Pearl y del intento de chantaje que hace con Edward Sutton, que invita a la reflexión. Lo mismo que el partido que toma hacia la conducta estricta de Edward para con sus hijos que, aunque no perfecta. considera más adecuada que la que tienen los Bond. El contraste entre las historias hace que la película no pierda el ritmo y mantenga el interés del espectador.
El film, más apoyado en los diálogos que en las imágenes y bastante bien interpretado, tiene algunos destellos de humor en sus diálogos.
La película, estrenada en 1945, supuso el debut como director de cine de Robert Hamer.




miércoles, 12 de junio de 2019

LAZOS DE GUERRA

Un grupo de arqueólogos coreanos encuentra un esqueleto y lo identifican como Lee Jin-seok (Won Bin). Pero Lee Jin-seok sigue vivo y ahora es un hombre mayor. Es su hermano Jin-tae (Jang Dong-gun) quien desapareció en la Guerra de Corea.
Viajamos a Seúl desde el presente hasta 1950, ciudad en la que Jin-tae Lee y su hermano estudiante de 18 años, Jin-seok Lee, forman una familia pobre pero feliz, con su madre, la prometida de Jin-tae, Young-shin Kim (Lee Eun-ju), y sus jóvenes hermanas. Jin-tae y su madre trabajan duramente y se sacrifican para enviar a Jin-seok a la universidad.
Cuando Corea del Norte invade el Sur, la familia escapa con idea de refugiarse en casa de un pariente, pero antes de emprender el largo viaje, Jin-seok se ve obligado a unirse al ejército para luchar en el frente, y Jin-tae, cuando trata de que dejen regresar a su hermano, también es reclutado forzosamente. El comandante le promete a Jin-tae que si puede ganar el premio más alto para un soldado surcoreano que es el cordón de Taeguk de la Orden del Mérito Militar, liberará a su hermano, y Jin-tae se convierte en el soldado más valiente de la compañía. Durante la batalla de Pyongyang, Jin-tae captura a un importante capitán norcoreano y finalmente recibe la medalla
Pero a medida que avanza la guerra, comienza a envenenar la mente de Jin-tae. Jin-seok ya no le reconoce y abomina de él, es entonces cuando regresa para ver a su madre enferma y se encuentra con el desorden y la venganza contra todo sospechoso de comunismo que reina en la retaguardia.


El conflicto entre las dos Coreas, que tuvo lugar en los años cincuenta y que, normalmente conocemos a través de la visión del cine de Hollywood, es retratado aquí por Kang Je-gyu de forma diferente a los estereotipos que la cinematografía estadounidense nos ha mostrado. De hecho, apenas se hace una breve mención a la llegada del ejército estadounidense a la península y prácticamente ninguna a las tropas de la ONU que tuvieron una intervención muy importante en esta guerra.
Aunque la relación, que se torna conflictiva, entre los dos hermanos es el eje de la película, todo transcurre de manera paralela a la acción bélica, con el trasfondo político que la originó y sus horribles consecuencias sobre la población civil.
Se retrata también el panorama de venganza y purgas que se vivió en la retaguardia, con fusilamientos masivos fundados en simples sospechas y queda patente el absurdo en que muchos hombres se vieron metidos sin tener demasiada idea de porqué estaban combatiendo en determinado bando. Hay una frase que resume este sinsentido, cuando un oficial superior le dice a Jin-seok que su hermano se ha pasado de bando y combate con los comunistas, y él responde: mi hermano no sabe lo que es comunismo, ni lo que es democracia.


Hacia el final de la película, cuando el ejército del norte parece derrotado, se nos habla también de la decisiva intervención china en el conflicto que sería lo que, a la postre, daría lugar a que Corea siga siendo un país dividido, al ayudar con su intervención a recuperar el terreno perdido por el régimen de Pyongyang, de manera que la frontera quedó prácticamente donde estaba antes del ataque del Corea del Norte, en el famoso Paralelo 38.
La historia, en algunos pasajes, resulta un tanto increíble, en parte porque en occidente no sabemos de la fuerza que tienen los lazos familiares en los países orientales y además hay que tener en cuenta que aquello sucedió hace setenta años, con las tradiciones mucho más presentes en la vida diaria.
Lo mejor del film son las secuencias de enfrentamiento armado, rodadas con gran realismo y que son reconocidas como de las mejores rodadas nunca en el cine bélico.
En la primera parte de la película se nos acerca a la situación de la familia Lee que, aunque no demasiado holgada económicamente, les permite vivir de su trabajo y pensar en enviar al hermano menor a la universidad. Su armoniosa vida, queda patente en la escena del arroyo, en la que toda la familia se baña y disfruta del frescor del agua en la cálida noche de Seúl, mientra se hacen bromas y ríen felices. A partir de ahí, el caos llega a la familia, como a tantas otras en sus circunstancias.
Una película que gracias a todas estas escenas, tanto las familiares como las bélicas y a un ritmo narrativo bastante bien llevado, aunque en algún momento se resienta un poco, se hace muy entretenida a pesar de sus dos horas y media de duración.




martes, 11 de junio de 2019

VIDA DEL EMPERADOR CARLOMAGNO (VITA KAROLI MAGNI IMPERATORIS)

Eginardo (770-840) fue un alto funcionario de la corte de Carlomagno. De origen germánico, se educa en la abadía de Fulda, desde donde pronto pasa a la denominada escuela palatina de Aquisgrán (que acabará dirigiendo). Muy joven entró en la corte de Carlomagno, el cual le encomendó algún asunto de importancia. Tuvo ocasión, pues, de conocer íntimamente y de tratar con asiduidad al famoso emperador, cuya fisonomía desfigurarán, engrandeciéndola y casi convirtiéndola en un mito, las tradiciones posteriores. Su Vita Karoli Magni Imperatoris, escrita originalmente en latín, es un documento que, si bien en algunos trechos no ofrece una garantía segura, tiene el gran valor de constituír la biografía de una persona perfectamente conocida por el biógrafo, en la que son constantes las reminiscencias de la biografías de los emperadores romanos escritas por Suetonio.
La obra está compuesta, además de por el prólogo, por una introducción y cinco libros. En la introducción, Einhard presenta su trabajo y sus objetivos. En el libro I habla de la caída de la dinastía merovingia y de los primeros carolingios, anteriores a Carlomagno. El libro II trata de las campañas militares y los problemas políticos de Carlomagno. El libro III describe la vida del emperador y de su familia. El libro IV se centra en los últimos años de su reinado y el libro V recoge una transcripción del testamento de Carlomagno y un elogio de Luis el Piadoso.
Hacia 828, cuando comienzan los graves enfrentamientos entre los nietos de Carlomagno que darán lugar a la división del Imperio (e indirectamente al nacimiento de lo que con el tiempo serán Francia y Alemania), Eginardo se retira a la vida privada y es entonces cuando escribe el libro sobre Carlomagno, en el que, además de los acontecimientos históricos más importantes de su reinado, se nos proporciona información muy precisa acerca de sus hábitos personales y sus gustos, sobre los que el autor tenía información directa.
A lo largo del libro, da otros detalles sobre su comportamiento, gustos, educación, aficiones, estudios, incluso su forma de vestir. Reproduzco aquí unos párrafos en los que Eginardo traza el retrato del Emperador:
De ancha y robusta complexión, era de estatura elevada, sin nada que le fuese, por otra parte, excesivo, pues media siete pies de alto, la cabeza, redondeada por su parte superior, grandes ojos vivos, la nariz un poco más larga que el término medio de los demás, hermosos cabellos blancos, fisonomía alegre y abierta. Daba también, exteriormente, sentado o de pie, una fuerte impresión de autoridad y dignidad, con lo que apenas se notaba que su cuello era grueso y su vientre un poco demasiado abultado, tan armoniosas eran las proporciones de su cuerpo. Sus gestos eran seguros y en conjunto, viriles. La voz era clara, sin concordar, no obstante, enteramente, con su aspecto físico. Dotado de buena salud, solo estuvo enfermo los cuatro últimos años de su vida, en que fue sorprendido por frecuentes accesos de fiebre y acabó incluso por cojear. Pero seguía todavía en sus trece, en vez de escuchar el consejo de sus médicos, a los que había aborrecido porque le aconsejaban renunciase a las carnes asadas, que le gustaban, sustituyéndolas por carnes hervidas.



lunes, 10 de junio de 2019

LA INFANCIA DE IVÁN

En la Unión Soviética, durante la Segunda Guerra Mundial, Ivan Bondarev (Nikolay Burlyaev), un niño de fuertes convicciones que ha quedado huérfano, realiza trabajos de espionaje a favor del Ejército Rojo. Debido a su pequeño tamaño, es capaz de pasar por sitios que a un adulto le resultarían infranqueables y, además su condición de niño, hace que nadie sospeche.
A pesar de la aparente dureza de carácter, a menudo recuerda los momentos felices pasados al lado de su madre que, junto a su hermana, murió en la guerra, sueños que, por otra parte, siempre terminan de forma violenta.
Tras obtener y transmitir información del avance de una tropa alemana, su oficial superior, Gryaznov (Nikolay Grinko), quiere enviarlo a la escuela militar, porque piensa que el frente no es lugar para un niño, pero Iván le jura que si lo hace, escapará y se unirá a los partisanos. Tras un intento de darse a la fuga, Iván es finalmente autorizado a seguir con su trabajo.
La estancia de Iván en el frente, no es la única que está en cuestión, también la de Masha (Valentina Malyavina), una teniente de los servicios médicos, que algunos creen que no es lo suficientemente fuerte mental y físicamente para soportar los horrores de la guerra, mientras otros la anhelan románticamente.
Los superiores y camaradas de Iván, muchos de los cuales le ven como a un hijo, reflexionan sobre qué va ser de sus vidas si logran sobrevivir a la guerra.


El guión se basa en el cuento "Ivan" de Vladimir Bogomolov, que figura como coguionista en los créditos. Andrei Tarkovsky escribió en su libro "Sculpting in Time" (Esculpir el tiempo o Esculpir en el tiempo), en el que hace un recorrido por sus películas, que no encontraba el libro demasiado bueno, pero las historias que no están bien escritas le resultan más fáciles de adaptar al cine.


La narración tiene dos tramas que transcurren paralelas, una en tiempo presente y la otra, los recuerdos de Iván mientras duerme. En una se nos muestra la realidad en un frente cualquiera, en este caso a orillas del Dnieper. Ivan sueña con su madre, a la que recuerda con amor y con su hermana, a la que ve sonriente y, casi siempre, jugando con ella.
Las transiciones entre un tiempo y otro son de lo más conseguido de la película, recuerdo ahora la maravillosa escena del pozo al que Iván se asoma con su madre para ver reflejada una estrella en su fondo.
El film, que transcurre a ritmo pausado en general, está plagado de planos y secuencias que rozan lo poético y de gran fuerza visual, para el recuerdo el beso con la teniente suspendida en el aire en medio del bosque de sauces, las tensas imágenes del cruce del río cuando tratan de llevar a Iván tras las líneas enemigas, o la escena en que el anciano cierra la puerta de su casa sin muros, de la que solo ha sobrevivido el horno y que muestra esa irrealidad demencial en que caen algunos de los afectados por los conflictos bélicos.
La película apenas narra acciones bélicas, centrándose más en los personajes, combatientes anónimos y en las consecuencias de la guerra sobre quienes la padecen, pero es, sobre todo, el retrato de la inocencia perdida de un muchacho que, bajo la capa de dureza y determinación, esconde al niño que reaparece en los sueños, cuya infancia y todo lo que ella significa, le ha sido arrebatada para siempre.