sábado, 31 de mayo de 2014

EL VIENTO EN LOS SAUCES

El viento en los sauces, uno de los clásicos de la literatura infantil universal, nos presenta el pequeño universo en el que unos personajes entrañables -el fiel Topo, la inteligente Rata de Agua, el enloquecido Sapo y el sensato Tejón- nos ofrecen una exacta metáfora sobre los usos y costumbres de la Inglaterra victoriana de principios del siglo XX.
Los personajes están construídos a manera de estereotipos humanos; el Sapo es un presuntuoso y un fatuo; el Tejón un tipo inteligente, solitario y práctico; la Rata y su amigo Topo, personajes joviales, aventureros y solidarios; y otra suerte de personajes que van representando la vida disipada, la despreocupación, el trabajo, etc.
Una fabula muy poética, es también un canto a la naturaleza y a la vida apacible pero no descuidada.
No es un libro al estilo de Peter Pan , o de "Alicia en el país de las maravillas", también de la época victoriana; en palabras de Gustavo Martín Garzo, ambos son libros oscuros y melancólicos, que al tiempo que nos divierten llenan nuestro corazón de congoja.
Por contra, nada de esto hay en "El viento en los sauces", que, en el fondo, no es sino una hermosa Pastoral. Un regreso a ese mundo de la Arcadia feliz, donde todo tiene su sitio y las conversaciones a la orilla del río llegan a confundirse con el murmullo del agua que corre. Un libro escrito en una prosa dúctil y sencilla, que nos dice que las actividades más puras, sutiles y elevadas no deben sucumbir a la furia o a la insensatez.
 
 
 


viernes, 30 de mayo de 2014

SOPHIE SCHOLL: LOS ÚLTIMOS DÍAS

En mayo de 1942, mientras las tropas alemanas se encontraban en los campos de batalla de Rusia y del Norte de África, un grupo de estudiantes de la Universidad de Munich, la ciudad emblemática del nazismo, asistían a clases en las que compartían su amor por la medicina, la teología y la filosofía, pero también su aversión hacia el régimen nazi.
Algunos de ellos, formaban parte de un grupo que se autodenominaba "La Rosa Blanca", que pretendía combatir las doctrinas nacionalsocialistas desde puntos vista inspirados en el cristianismo y la no violencia. Trabajando clandestinamente de manera infatigable, habían repartido miles de manifiestos a través del servicio postal. Del último manifiesto que habían impreso no pudieron distribuir todas las hojas por falta de sobres, algo que no esperaban solucionar por la escasez de papel, así que Hans Scholl (Fabian Hinrichs) y su hermana Sophie (Julia Jentsch), deciden repartir en la Universidad los folletos sobrantes. En la mañana del 18 de febrero de 1943, las hojas, que han llevado ocultas en una maleta, son depositadas a la entrada de las aulas poco antes de la salida de los estudiantes; en el último momento, Sophie toma la decisión de subir las escaleras hasta lo alto del patio central y lanzar desde allí los últimos folletos. Un conserje, les ve y les denuncia a la policía, siendo detenidos.


El guión, basado en hechos reales, se construye en base a testimonios y entrevistas personales y a las actas de los interrogatorios que figuran en los archivos de la Gestapo y que hasta 1990 no fueron desclasificados por las autoridades de la extinta República Democrática Alemana. En él se narra la peripecia de estos dos hermanos y de su compañero Christoph Probst (Florian Stetter), desde la tarde-noche del 17 de febrero de 1943, hasta el 22 de febrero siguiente, el día en que fueron ejecutados tras una pantomima de juicio.


El film tiene eso que hemos dado en llamar estructura teatral, porque prácticamente todo son diálogos y discurre en muy pocos escenarios, todos ellos interiores o de estudio. Del aspecto técnico, lo que más me ha llamado la atención es la conseguida iluminación, algo de gran importancia dado el tipo de película que vemos.
Buenas actuaciones en general, con particular mención al gran trabajo de Julia Jentsch por el que se llevó más de un reconocimiento en forma de premio; los duelos con su interrogador, el oficial de policía Robert Mohr (Gerald Alexander Held), rayan a gran altura.


La película está rodada con gran sobriedad, se ha huido de algunos recursos clásicos en este tipo de films que narran el terror nazi; no hay palizas, no hay sangre, ni torturas, ni siquiera malos tratos físicos, aunque en la realidad, algunas crónicas narran que los protagonistas de la historia se vieron sometidos a ellos.
En realidad es un homenaje y una reivindicación, el relato a modo de testimonio en imágenes de la gesta de unos jóvenes que vocearon su disconformidad en un tiempo y un lugar donde no se podía hablar más que para corear las consignas del régimen.
La farsa de juicio a la que son sometidos, presidida por el sádico juez Roland Freisler (André Hennicke) , retrata muy bien cómo era aquel mundo. A algunos les pueden parecer exageradas esas secuencias, con un energúmeno que se dice presidente del Tribunal del Pueblo que no para de dar voces y que gesticula exageradamente, humillando de forma deliberada al acusado. Que sepan que ese hombre, como todo lo del film, existió y que era así, hay planos que aparecen en la película que están tomados de la realidad, de hecho, el fotograma de más abajo, es tal cual a una foto de 1944, en la que Freisler aparece presidiendo un juicio y los personajes que le flanquean están situados igual que en la foto, el militar a su derecha y el otro magistrado a su izquierda, con la cruz gamada sobre fondo rojo detrás.
Este tipo, que actuaba como juez, jurado y fiscal al mismo tiempo, había sido un ferviente comunista hasta su adhesión al partido nazi en 1925.


Que unas personas mueran por el capricho de otras cuando están en la flor de la vida (Sophie contaba 21 años), siempre es una injusticia, pero más aún cuando todo su delito es expresar ideas, por muy contrarias a la ley vigente que sean. Los miembros de la Rosa Blanca, no sólo no pusieron bombas, ni siquiera predicaban la resistencia armada, todo su afán era enfrentarse pacíficamente y mediante la confrontación de ideas, a la deriva que su patria estaba tomando por culpa de un loco, con la complicidad de mucha gente que se excusó en la ignorancia y precisamente esta es una de las denuncias implícitas del film: Si estos lo sabían, cómo pueden otros decir que no supieron nada.
Cuando estaban ante el tribunal, estos jóvenes pronosticaron a sus jueces que un día estarían donde ellos se encontraban, así fue para los que llegaron con vida al armisticio, con la ventaja de que no fueron tratados con el desprecio y la ignominia que ellos había aplicado con estos auténticos mártires civiles.
Escribió Clara Zimmerman: La Rosa Blanca es una página radiante en los anales del Siglo Veinte. El coraje de nadar contra la corriente de la opinión pública, aún cuando el hacerlo era equivalente a un acto de alta traición, y el convencimiento de que la muerte no era un precio demasiado alto a pagar por seguir los dictados de la conciencia.




jueves, 29 de mayo de 2014

FIESTA EN EL JARDÍN Y OTRAS NARRACIONES

Esta peculiar mujer neozelandesa, había nacido en Wellington en 1888, en el seno de una familia de clase media de origen colonial, aunque gran parte de su vida trancurrió en Europa, después de haberse trasladado a Londres para estudiar en Oxford, en el Queen's College. Allí conocería al gran amor de su vida, Ida Baker, novia, amante, confidente, paño de lágrimas y, en los últimos años de su vida, su enfermera.
La escritora nos habla de un mundo en el que viven personajes que se sienten solos, seguramente porque son diferentes, o porque piensan distinto a los demás, pero sus angustias nos las transmite de una manera suave, sin estridencias, incluso a veces, da la sensación de que podría haber sido mucho más crítica en los mensajes que nos envía entre líneas, pero es como si no deseara ser demasiado agresiva, sino simplemente enfrentar la felicidad de unos con la desdicha de otros.
Las historias están muy bien combinadas con descripciones del entorno y situaciones cotidianas, muchas veces simples y humildes, es una maestra a la hora de traernos estas pequeñas cosas que conforman nuestro día a día, los títulos de alguno de los relatos, lo dicen todo: "El canario", "La mosca", "Sopla el viento"...
Breves, amenos, fáciles de leer y muy interesantes.



miércoles, 28 de mayo de 2014

DISPARANDO A PERROS (SHOOTING DOGS)

Joe Connor (Hugh Dancy), es profesor de la Ecole Technique Officielle, un centro de educación secundaria en Kigalli dirigido por el padre Christopher (John Hurt), un sacerdote católico que lleva muhos años en Ruanda.
En terrenos de la escuela, tiene su base un grupo de paracaidistas belgas, comandado por el capitán Charles Delon (Dominique Horwitz) que, bajo mandato de la ONU, se encarga de supervisar los acuerdos de paz de Arusha, firmados entre Ruanda y Uganda.
En abril de 1994, el primer ministro ruandés Juvénal Habyarimana, es asesinado, y aquello fue como una señal que desató toda la violencia y el odio que se había ido generando entre las dos étnias del país. Literalmente se levantó la veda para la caza del tutsi, miles de tutsis fueron masacrados por los hutus.
En los primeros momentos de los incidentes, cientos de tutsis de todos los lugares de la capital, esperan a las puertas de la Ecole Technique en busca de refugio, la presencia de los cascos azules les hace concebir esperanzas de que allí estarán a salvo. Sin embargo la cruda realidad se acabará imponiendo y poco a poco se van dando cuenta de que serán abandonados a su suerte, sólo es cuestión de tiempo y de que los cuarenta blancos que están allí refugiados, sean evacuados; cuando esto sucede, la tragedia se desencadena.


El film está basado en hechos reales que son acomodados por el guión, pero que, básicamente, se adecuan bastante a la realidad de lo que allí aconteció. 2.500 ruandeses de la etnia tutsi, fueron masacrados el 11 de abril de 1994 en la Escuela Técnica de Kigali. El pequeño destacamento de cascos azules belgas que tenían allí su base, recibió la orden de evacuar la posición y trasladarse al aeropuerto, en cuanto salieron por la puerta de la Escuela, miembros de los Interahamwe (una milicia civil), entraron en las instalaciones. El film nos cuenta que allí acabaron con la vida de todos los refugiados, la verdad es que la mayoría fueron llevados en una especie de marcha de la muerte a un vertedero de basura en Nyanza-Rebero, pero el trágico resultado final, fue el mismo.


La película está rodada con mucho realismo en los mismos escenarios en los que sucedieron los hechos y algunos de los trabajadores de la misma, son supervivientes o familiares de gente desaparecida en aquellos trágicos sucesos; es cierto que, a mi manera de ver, tiene altibajos a la hora de transmitirnos el ambiente que se vivió allí, en algunos momentos logra contagiarnos el miedo opresivo que debieron sentir los refugiados, pero en otros resulta un tanto teatral, de cualquier modo, películas como esta, a mí siempre me han resultado un tanto complicadas de juzgar en el aspecto técnico, entre que lo domino muy poco y que me resulta duro hablar de ello cuando detrás de eso hay una realidad de personas que murieron en condiciones tan vejatorias y salvajes.
De cualquier modo, no puedo dejar de señalar que detrás de la producción está la BBC, con lo que eso significa de garantía de buen hacer; que las actuaciones están bastante conseguidas y que la ambientación es muy buena.


El mensaje central del film, tiene dos vertientes, por una lado juzga, y lo hace sin contemplaciones, la ineficacia de los organismos internacionales a la hora de evitar la masacre; por otro, hay una reivindicación del papel de los misioneros, en este caso es un católico, y su compromiso con los perseguidos.
Este último asunto no es gratuito, la religión estuvo presente en todo aquel sinsentido en un país de mayoría católica. Igual que hubo gente de otros ámbitos de la vida que participaron en la salvajada, también la Iglesia (las iglesias, pues habría que incluír a otras confesiones cristianas) tuvo su parte, de hecho hay eclesiásticos condenados por haber sido colaboradores necesarios de episodios sangrientos, así que el film nos presenta al padre Christopher en representación de esos otros (entre ellos algunos españoles), que estuvieron con los desesperados hasta el último momento, tanto que nunca se supo qué fue de ellos, porque formaron parte de aquella inmensa masa muerta a machetazos y palos; se calcula que 800.000 pesonas perdieron la vida de forma violenta entre abril y julio de aquel año.


La película hace un recorrido en el que nos traslada desde la situación casi idílica que viven en la Escuela, hasta el infierno en el que se convierte aquello. El hilo conductor, el personaje en el que vemos reflejado ese viaje, es el joven cooperante Joe Connor (Hugh Dancy), el prototipo de occidental comprometido que, como él mismo dice, ha ido allí como una manera de dar gracias y tratar de devolver algo de todo lo que la vida le ha otorgado, pero cuando llega la hora de la verdad, es cierto que en el último momento, se sube a los camiones de la ONU para salvar el pellejo ante la mirada a mitad de camino entre la decepción y la reprobación de su discípula más destacada a quien prometió que no les abandonaría. Sólo el padre Christopher quedará con ellos para cargar con su cruz.
Hay una serie de personajes que encarnan las actitudes y situaciones diversas de quienes conformaron como actores  (unos víctimas, otros verdugos y otros espectadores cercanos) la tragedia. Desde los inocentes como Marie (Clare-Hope Ashitey), hasta los comprometidos hasta el final como el padre Christopher; en el medio, aquellos que inexplicablemente se volvieron locos, como vemos al jardinero de la Escuela, Julius (Victor Power), un negrazo jovial y afable que cuando estalla la revuelta no duda en coger el machete y cortar cabezas; los que quieren y no pueden, como los soldados belgas, impotentes ante las órdenes recibidas y a quienes no hubiera importando tratar de rescatar a aquella gente; los blancos empleados de las empresas occidentales, que sólo quieren salvar el pellejo como sea y para quienes los africanos no significan nada especial y, por fin, aquellos que han ido allí en el comvencimiento de ayudar y se dan cuenta, a la hora de la verdad, de que están dispuestos a soportar incomodidades, pero sólo hasta cierto punto y, en ningún caso a desempeñar el papel de héroes.


Contra los que sí carga con todo el film, es contra las organismos internacionales, cuya actuación fue vergonzosa. Con esa hipocresía que caracteriza a ciertos políticos, la administración norteamericana, presidida a la sazón por Bill Clinton, no quería ni oír hablar de genocidio, algo que de haber sido reconocido, hubiera dado poderes al Secretario General de la ONU, para ordenar una intervención. La representante de Estados Unidos en la ONU, Madeleine Albright, no hacía más que emplear eufemismos para justificar su tenaz oposición a cualquier resolución del Consejo de Seguridad.
Película que retrata con verismo uno de los episodios más vergonzosos e incomprensibles de la historia reciente, ocurrido en África, sí, pero del que occidente no puede decir que tuviera las manos limpias, de esas películas necesarias que nos sumergen en la reflexión de lo despiadados que podemos llegar a ser y de la sinrazón de este mundo nuestro en el que los intereses espurios mandan sobre la solidaridad y la justicia.




martes, 27 de mayo de 2014

EL ÁGUILA EN LA NIEVE

Paulino Gayo Máximo, veterano general de las legiones romanas, curtido en las duras batallas ante el muro de Adriano, se traslada al continente; Estilicón, jefe militar del Imperio de Occidente, desea que vaya a la frontera del Rhin para contener el empuje de los pueblos bárbaros del norte. Contará con una sóla legión a sus órdenes, la Vigésima. La esperanza de la victoria hace mucho tiempo que se perdió y a Máximo sólo le queda retrasar la inevitable derrota; sólo le queda vivir con honor y morir con la espada en la mano.
Máximo representa lo mejor de Roma (ciudad que, por cierto, nunca ha visitado). Es valiente, decidido, determinado, práctico y directo. Es un soldado leal y un buen líder, firme, duro e incorruptible. También humano.
Es una novela sobre el miedo y el valor, sobre el honor y la lealtad, y sobre el liderazgo de hombres. De narración ágil, nada retórica y apropiadamente intensa para lo que se está contando, se centra básicamente en los aspectos bélicos, lo demás, son aditamentos a este asunto principal.
Al parecer, algunos detalles del personaje de Máximo, junto al de Quinto Veronio, su amigo, inspiraron la secuencia de inicio de la película Gladiator con la batalla entre la Legión XX Valeria Victrix de Maximus y los germanos en Mogontiacum (Maguncia).
La novela está bastante bien documentada y el autor logra acercarnos a los sufrimientos y preocupaciones de los protagonistas, hacernos partícipes de su heroísmo, de su integridad y capacidad de sacrificio cuando se saben los últimos defensores de un Imperio que les ha dado la espalda y a la espera de unos refuerzos que de sobra conocen nunca llegarán.
Sobre todo la segunda mitad del libro es absorbente, y todo él muy interesante para quienes gustamos de este tipo de obras de recreación histórica.



lunes, 26 de mayo de 2014

LA NOVENA COMPAÑÍA (9 ROTA)

En 1988, la Unión Soviética está en su noveno año de conflicto en tierra afganas, un grupo de jóvenes se ha alistado en el Ejército Rojo para ir a combatir en esa guerra sin final.
Durante tres meses recibirán instrucción en un campo de entrenamiento en Uzbekistán, bajo el mando del suboficial Dygalo (Mikhail Porechenkov), un veterano de Afganistán, donde fue herido de gravedad en la cabeza. La máxima aspiración de Dygalo es regresar al frente, pero sus cartas al ministro de defensa siempre reciben una respuestas negativa. Entre tanto, se dedica a entrenar a los jóvenes reclutas con métodos que rayan lo inhumano, incluyendo vejaciones y castigos físicos, está convencido de que esa es la forma de que tengan una posibilidad de regresar indemnes.
Tras la instrucción, los soldados son enviados a territorio afgano, donde serán repartidos en diversas unidades, entre ellas la novena compañía que comanda el brigadier Khokhol (Fedor Bondarchuk), siendo enviados a la colina 3234, su misión es tomarla y establecerse en ella, desde allí dominarán un paso que permite cubrir el avance de una caravana de provisiones.
Durante los primeros días de 1989, cuando las autoridades soviéticas están a punto de ordenar el repliegue total de sus tropas en Afganistán, la novena compañía se verá envuelta en una sangrienta batalla cuando la colina que defiende es atacada por un número muy superior de muyahadines.


La película se basa en hechos verídicos, si bien el guión altera a su antojo muchas de las cosas, no sólo fechas, sino el mismo desarrollo de la realidad, con el pretendido objetivo de dotar de mayor épica a la historia.


En efecto, la novena compañía del 345 Regimiento de la Guardia Aérea, tropas de élite aerotransportadas, protagonizó una acción considerada heroica defendiendo la colina 3234, si bien aquello sucedió el 7 y 8 de enero de 1988, un año antes de lo que indica la película y, mientras en el film sólo hay un superviviente soviético, el soldado Lyutyy (Artur Smolyaninov), en realidad, el grupo soviético tuvo 6 bajas mortales y 28 heridos. Más de 200 muyahadines murieron en el asalto.


El hecho de que los acontecimientos sean retrasados un año en el film, busca dar mayor dramatismo a la acción, puesto que cuando los sitiados son rescatados, ha llegado la orden de evacuación de las tropas soviéticas de Afganistán, con lo que aquello se convierte en un sacrificio inútil.


La película, realizada al estilo de las producciones americanas, contó con un buen presupuesto y medios suficientes para recrear de manera muy realista los acontecimientos: helicópteros, tanques, camiones de transporte, armamento... si añadimos el buen uso de los efectos especiales, lo cierto es que las escenas de combate están bastante bien logradas, transmitiendo al espectador de manera convincente toda la dureza y el fragor de la batalla.


Están cuidados los detalles del entorno, la época y las circunstancias en las que tienen lugar los hechos, algunas cosas que uno conoce un poco por otras circunstancias, me llevan a pensar que se tuvo especial cuidado en recrear bien ese entorno. Por ejemplo, los soldados de la novena, lucen la característica gorra azul celeste de las tropas aerotransportadas y también la "telnyashka", la típica camiseta de rayas horizontales azules y blancas utilizada en principio por los marinos, pero que se generalizó en el Ejército Rojo.


Está adornada con una interesante banda sonora de Dato Evgenidze que se apoya principalmente en un intensivo trabajo de los instrumentos de cuerda, complementado con el sonido de trompetas; la fotografía de Maksim Osadchy, retrata muy bien la luminosidad del árido paisaje. El elenco lo componen un grupo de actores desconocidos, al menos en occidente que, en línea con el resto de la película, trasmite credibilidad a la narración.


Si encontráis por ahí referencias de este film, seguro que en casi todos, os hablarán de sus similitudes con La chaqueta metálica, algo lógico, pues si es cierto que las películas son diferentes en muchos aspectos, no es menos cierto que la estructura de "9 Rota" es igual a la del film de Kubrick: campamento de entrenamiento con duras condiciones de disciplina y presentación de las idiosincrasias de los personajes, con una especie de segunda parte en la que los actores se trasladan al frente y comienza la acción bélica. Hasta ahí las similitudes, pues Kubrick bucea mucho más en las personalidades de los protagonistas y su crítica al conflicto armado es mucho más ácida. Aquí, aunque algunos hablen de film antibélico, en realidad, junto a la censura por algunos comportamientos, hay un claro componente patriótico que está muy presente en los momentos álgidos del film.


Junto al retrato de las difíciles condiciones del día a día de las tropas en un territorio hostil en todos los sentidos, acosados por sectores de la población civil que no dejaba de verles como invasores, el film reivindica el recuerdo de unos hombres que entregaron lo mejor de sí mismo como un servicio a la patria y cuya memoria estaba arrinconada. Uno de los personajes, dice al final de la película que las medallas que les dieron no podían lucirlas, porque se las había dado un estado que dos años después ya no existía y del que la gente quería olvidarse.
Realmente el regreso de estas personas debió ser duro, después de haber vivido las trágicas experiencias de aquella guerra, de haber perdido compañeros, había que borrarlo todo porque el recuerdo de aquello era incómodo. Si todas las guerras son absurdas, el conflicto afgano-soviético, lo fue más aún para los que sobrevivieron.


El film batió todos los records de taquilla en Rusia y significó cierto punto de inflexión, estableciendo parámetros parecidos a los hollywoodenses en el cine ruso.
La película es muy entretenida, los amantes del cine bélico seguro que disfrutan con ella, porque en ese aspecto está muy bien hecha y tiene un ritmo y una espectacularidad muy conseguidos y aún sonándonos todo a algo ya visto, como quiera que otras veces ha sido en el cine americano y en esta ocasión son los rusos los que nos cuentan su Vietnam particular, no deja de resultar muy interesante, al menos a mí, así me lo pareció este film que hoy resultaría imposible. ¿Por qué?, pues porque (paradojas de la vida), es una coproducción entre Rusia y Ucrania.




sábado, 24 de mayo de 2014

J.R.

Hace unos meses, leía en la prensa que regresaba a las pantallas de televisión las exitosa serie de los 80 "Dallas". Creo recordar que, en España, comenzó a emitirla la Segunda cadena de TV, lo que después se convirtió en La 2 y entonces era conocido aún por UHF, un canal cuya señal no se captaba en casa de mis padres y yo oía hablar de la serie y contemplaba lo enganchados que estaban algunos, sin haber podido ver un sólo episodio de la misma.
El 21 de Marzo de 1980 se emitió en EE.UU. el capítulo "Un hogar dividido", el último de la segunda temporada de la serie. A lo largo de la temporada, la figura de J.R., interpretado por Larry Hagman, había ido creciendo, cosechando enemigos por todas partes, y el gran final fue que una noche, en su oficina, J.R. fue tiroteado por un desconocido. Para conocer la identidad del agresor, había que esperar a la tercera temporada, para la cual los espectadores deberían esperar aproximadamente seis meses. La cadena CBS, que emitía "Dallas", para aumentar el suspense, ideó una campaña alrededor de la frase "Who shot J.R.?" ("¿Quién le disparó a J.R.?"), creando enorme expectación para lo que vendría después.
Dallas era básicamente, una "soap opera", término acuñado en EE.UU. para bautizar a este tipo de series herederas de los folletines periodísticos del siglo XIX, y de los seriales radiofónicos. El término significa literamente, "obras de jabón", pues los productores eran muy conscientes del público que veía aquellos programas que se emitían por las mañanas: Amas de casa. Precisamente por esa razón, los anuncios que llenaban los cortes publicitarios eran, en su mayoría, promociones de jabón para lavar, de ahí el nombre. Una de las características de los "soap opera" es que no tienen programado un final determinado y que no se sabe cuántos capítulos se van a filmar, los guionistas trabajan sobre la marcha, con lo que pueden producirse situaciones inesperadas como la de este J.R., concebido en principio como el villano, pasó a ser el auténtico protagonista de la serie.
El avispado Hagman aprovechó el tirón de su personaje para presentar una serie de exigencias salariales que la productora consideró desorbitadas, por lo que decidieron sustituirlo. Hagman, no se conformó con esto y decidió contraatacar, su estrategia fue tratar de presionar por medio de sus fans, para ello dejó caer en una rueda de prensa que no volvería a la serie. La reacción de los seguidores fue tal, que los productores resolvieron renovar el contrato de Hagman y ceder a sus demandas salariales.
Pero la respuesta a la pregusta de quién había disparado a J.R., no se produjo al iniciarse la tercera temporada, la cadena, para aumentar el interés, lo demoró hasta el cuarto capítulo, estrenado el 21 de noviembre de 1980 (exactamente ocho meses después de la escena del disparo), revelando que la tiradora era la cuñada de J.R.
El capítulo ("¿Quién lo hizo?"), fue presenciado en EE.UU. por 83 millones de espectadores y batió el récord de audiencia que había alcanzado el capítulo final de otra serie mítica: "El fugitivo", en 1967.
 
 
 

viernes, 23 de mayo de 2014

FELIZ NAVIDAD

El 28 de julio de 1914, estalla la I Guerra Mundial, la Gran Guerra, como sería conocida. Pocos días después, el 4 de agosto, el ejército alemán abrió el que se conocería como frente occidental, tras invadir Bélgica y Luxemburgo; ese mismo mes, el frente quedaría estabilizado gracias al despliegue de las divisiones británicas y las tropas de reserva francesas y así continuó hasta prácticamente el final del conflicto, en esa guerra de trincheras que ha pasado a la historia y que supuso la muerte de miles de combatientes.
Ese el contexto en el que se desarrolla el film, una unidad escocesa, otra francesa y, enfrente, otra alemana, se disputan los alrededores del una granja, en algún lugar del norte de Francia cercano a la frontera. Las respectivas artillerías someten a un continuo castigo las posiciones de unos y otros y, de vez en cuando, se producen intentos de asalto que se saldan con unos cuantos muertos y sin lograr avance alguno.
Cuando llega la Navidad, desde las trincheras alemanas, uno de los soldados comienza un cántico tradicional que es aplaudido desde las filas francesas, mientras los escoceses acompañan con la música de sus gaitas.


El guión se basa en algunos relatos que narran cómo en aquella Navidad de 1914, se produjeron, en distintos lugares del frente, actos de confraternización entre contendientes que, llegadas aquellas fechas festivas, olvidaron por unos momentos sus diferencias, para dar una oportunidad a la paz y la concordia.


Con una cuidada puesta en escena, el francés Christian Carion, nos acerca esta coproducción en la que participaron Francia, Alemania, Bélgica y Rumanía, que tuvo mucho éxito en Francia, donde alcanzó varios premios y obtuvo la nominación a los Oscars como mejor film de habla no inglesa.
El realizador nos ofrece un retrato de lo que era la vida en las trincheras que a mí me ha resultado un tanto artificial, con algunos buenos planos generales de la zona de nadie plagada de cadáveres, que aunque logrados técnicamente, no consiguen desprenderse del aroma a decorado que tiene el entorno de la película.


El film gira alrededor de una serie de personajes, tres de ellos son tenientes, el francés Audebert (Guillaume Canet), el alemán Horstmayer (Daniel Brühl) y el escocés Gordon (Alex Ferns), además de Palmer (Gary Lewis), un cura escocés que acompaña como camillero a las tropas; el soldado alemán Nikolaus Sprink (Benno Fürmann), cantante de ópera en la vida civil; Ponchel (Danny Boon), asistente del teniente Audebert y Jonathan (Steven Robertson), joven escocés, que ha perdido a su hermano en el frente y que es la persona que no comparte el espíritu de confraternización general. A ellos habría que unir el personaje de Anna Sörensen (Diane Krüger), la soprano danesa amante de Sprink. Alrededor de sus historias, se va tejiendo la del conjunto que culmina cuando los soldados salen de sus trincheras y confraternizan con el enemigo, intercambiando regalos, pero también opiniones, todos ellos son hombres que fueron allí a combatir por su patria, pero se han dado cuenta de que el romanticismo de las guerras es una entelequia y que los que mejor comprenden su situación, son precisamente aquellos que están al otro lado de las trincheras, como dice el teniente Audebert cuando habla con su padre, general del ejército francés: Vd. está en otra guerra, los soldados alemanes están en la misma guerra que yo.
La banda sonora, de Philippe Rombi, combina versiones de temas navideños con otros instrumentales y corales de gran belleza, alcanzado momentos de gran emotividad, cuando se interpretan temas como Stille Nacht, heilige Nacht (Noche de paz) o la conocida canción escocesa Auld Lang Syne, a ritmo de gaita.
Las voces de Diane Krüger y Benno Fürmann, a la hora de cantar, son puestas por la soprano Natalie Dessay y el tenor Rolando Villazón.


El film, deudor de clásicos como Sin novedad en el frente o Senderos de Gloria, no sólo por la ambientación y su temática, claramente antibelicista, sino por la crítica a los mandos, alejados de las necesidades de la tropa e indiferentes a sus penalidades, sin embargo escoge un camino diferente para contarnos su historia a medio camino entre lo surrealista y el cuento pasteloso, pero lo llamativo del asunto es que por más increíble o infantil que nos parezca lo que estamos viendo, ocurrió y fue más o menos como nos lo relatan, bien que aquí se reunen historias dispersas como si hubieran sucedido todas en el mismo lugar y tiempo y es que, si nos paramos a pensarlo, ¿hay algo más surrealista que una guerra?
Aquellas confraternizaciones entre enemigos se dieron en la Navidad del primer año de conflicto, las autoridades militares tomaron buena nota del asunto, represaliaron a los participantes y se encargaron de quedar claro que el enemigo está para matarlo y no para otra cosa. No se volvieron a repetir.
Por desgracia, la versión que he podido ver está doblada al castellano, una lástima no haber encontrado ningún DVD con la versión original, en la que los personajes hablan en inglés, francés, alemán y latín. Hay varias escenas, cuando los soldados confraternizan, que pierden buena parte de su encanto, porque todos están doblados y lo bueno sería haberlos oído a cada cual en su lengua, tratando de entenderse por signos y señas o emitiendo expresiones en el idioma del otro con acento macarrónico, eso me lo he perdido y lo siento.




jueves, 22 de mayo de 2014

VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA

El profesor alemán Otto Lidenbrock descubre un escrito cifrado de Arne Saknussemm, un alquimista islandés, en el que explica que ha estado en el centro del planeta. El profesor Lidenbrock pretende seguir los pasos de Saknussemm y emprende una expedición acompañado por su escéptico sobrino Axel y el impasible guía islandés Hans. El grupo penetra por un volcán hacia el interior del globo terráqueo, en donde vivirán innumerables peripecias, incluyendo el asombroso descubrimiento de un mar interior y un mundo mesozoico completo enterrado en las profundidades.
Para quienes consideran a Verne un autor cuyos relatos han quedado viejos, nada como la lectura de una novela como esta, en la que su desbordante imaginación nos lleva por mundos imposibles que responden, sin duda, a sus sueños de aventurero.
Aquí los temas centrales que permiten exponer sus vastos conocimientos a Verne, son la geología y la paleontología y, cómo no, se saca de la chistera un mar interior para podernos hablar de su gran pasión marinera.
Como en otras de sus novelas, hace vivir a sus personajes una aventura tras otra, llevándoles a situaciones límite de las que salen indemnes en el último momento y que sirven para dar ritmo a la novela y para que el autor francés siga combinándolo con sus amplios conocimientos científicos y no pierde la ocasión para hablarnos de algunos inventos de la época, como la lámpara de minero, creada por los físicos franceses Dumas y Benoit a partir de la bobina de Ruhmkorrf y el tubo de Geissler.
Existe la idea generalizada de que la obra de Julio Verne carece de otro propósito que el meramente lúdico y que el uso que el autor realiza del lenguaje no revela otra finalidad que la de distraer a los lectores. Lo dirán, quizás, porque utiliza un lenguaje claro y sin ornamentación inútil, que hace que sus novelas resulten fáciles de leer, como si calidad y lenguaje rebuscado fueran sinónimos.
Sea como fuere, Verne nos abre con esta novela una ventana a un mundo en el que los sueños están al alcance de todo aquel que los persiga con voluntad, idealismo y esperanza.



miércoles, 21 de mayo de 2014

JUEGO DE HONOR

Francis Ouimet (Shia LaBeouf), vive en casa de sus padres en un suburbio de Boston. Es una familia humilde, cuya casa está situada junto al campo de golf, justo frente al hoyo 17 del Club de Campo.
Francis gana algún dinero trabajando como caddy, con el que ayuda a la maltrecha economía familiar, pero también aprende a jugar al golf, deporte para el que demuestra poseer aptitudes innatas.
A instancias de uno de los socios del club y de un artesano local que se dedica a la fabricación de palos de golf, Francis se inscribe en el Open de Estados Unidos, no consiguiendo pasar el corte y viéndose obligado a olvidarse de practicar deporte, pues le había prometido a su padre, a cambio de los 50 dólares de la inscripción, que si no lo lograba, dejaría el golf y se dedicaría a acabar sus estudios y, en palabras de su padre, a traer un salario honrado a casa.
Francis comienza a trabajar como dependiente, primero en una mercería y después en una tienda de artículos deportivos, pero llegado el año 1913, cuando él cuenta 20 de edad, es tentado de nuevo por socios del club local para que se inscriba por segunda vez en el abierto del país, tratan de convencerle haciéndole ver que, en esta ocasión, se disputará en las instalaciones del Club de Campo de Boston y que les gustaría que un jugador local estuviera entre los participantes.


El guión se basa en la novela del mismo título del escritor norteamericano Mark Frost, que adaptó su propia obra a la pantalla. Experiencia como guionista no le faltaba, ya que había participado en la creación de algunos de los guiones de las conocidas y exitosas series televisivas "Canción triste de Hill Street" y "Twin Peaks".


Muy bien fotografiada, la película cuenta con una banda sonora de Bryan Tyler, de excelente nivel; destaca la maravillosa ambientación lograda, recreando el ambiente de la época en ciertos sectores de la vida diaria bostoniana y, sobre todo, un brillante diseño de vestuario.


Correctas actuaciones, en unos papeles que tampoco son demasiado exigentes, quizá en lo que más han debido esforzarse los intérpretes es en adquirir los modos particulares de este mundillo del golf, tan elitista en aquellos años y, quienes encarnan a los jugadores, lograr reproducir los característicos movimientos de esta disciplina.
De entre todos ellos, me gustó la interpretación de Josh Flitter dando vida al caddy Eddie Lowery, que con sólo 10 años, era el que llevaba los palos de Francis Ouimet en aquella memorable competición, un papel entrañable, divertido en muchas ocasiones, pero sobre todo revelador de la importancia de esta figura, el mejor consejero del golfista y no un simple porteador.


La mayoría de las cosas que se narran en la película, son fiel reflejo, tanto de la vida de Ouimet, como de la de su gran rival en aquel open, el legendario jugador británico Harry Vardon (Stephen Dillane). Algunas de las cosas, incluso están recogidas con detalle, si bien a quienes no son amantes de este deporte pueden escapárseles, como cuando nos muestran los detalles del conocido "agarre Vardon" y algunos otros guiños tanto al golf en general, como a la vida de estos dos grandes deportistas que demuestran la seriedad del trabajo previo de documentación.
En una época en la que el golf profesional estaba mal visto entre los dandys del golf, por ser el que practicaban, sobre todo los caddys retirados, casi siempre gente de humilde extracción y los amateurs formaban parte de una casta cerrada, miembros de la nobleza o de las esferas económicamente pudientes, la irrupción en la escena del Open USA en aquel lejano 1913, de aquel joven desconocido que logró derrotar al "invencible" Harry Vardon, supuso toda una inyección de autoestima para los norteamericanos aficionados al deporte de los 18 hoyos que derrotaron a la todopoderosa Gran Bretaña, logrando retener su propio título nacional.
Francis Ouimet, fue portada de todos los periódicos y noticiarios del momento y su éxito significó que, en sólo diez años, se multiplicara por tres el número de practicantes, gracias al aumento del número de escuelas de golf, lo que significó la apertura de este deporte a clases diferentes de las élites dominantes.


Es cierto que el film es uno de esos típicos productos Disney, pero está muy bien hecho, ya he hablado de la ambientación y de la fotografía, y además de eso, está rodada de manera impecable, con algunos planos imposibles, imágenes que harán las delicias, no sólo de los amantes de este deporte, sino del espectador en general, con sus espectaculares salidas desde el green, la dificultad de los bunkers, las pelotas que se van al agua, golpes entre árboles, putts de infarto... La verdad es que el recorrido de desempate entre Vardon y Ouimet, logra contagiar la tensión al espectador y transmitirnos, mediante acertados recursos visuales, la capacidad de concentración de los jugadores y el apasionamiento con que el público sigue este singular deporte.
Muy entretenida.
Ah, que no se me olvide mencionar los originales títulos de crédito de Eric Fitzgerald.




martes, 20 de mayo de 2014

VEINTE MIL LEGUAS DE VIAJE SUBMARINO

Un monstruo marino, ha sido avistada por varios navegantes en los distintos océanos, en lugares muy alejados entre sí. Se decide organizar una expedición para acabar con semejante bestia. A bordo de la fragata estadounidense Abraham Lincoln embarcan el célebre profesor de Historia natural Pierre Aronnax y el experto arponero canadiense Ned Land. Cuando se encuentran por primera vez ante el monstruo, dos inmensas trombas de agua se ciernen sobre la cubierta del Abraham Lincoln, llevándose a Ned Land, a Aronnax y al fiel criado de éste, Conseil, que se ha lanzado al mar para rescatar a su patrón, sobre el lomo de la misteriosa bestia, que resulta ser un fabuloso submarino, el Nautilus.
A partir de ese momento, los tres se convertirán en prisioneros y huéspedes a un tiempo del Capitán Nemo, un sabio atormentado y desengañado de la raza humana, en el que confluyen el individualismo libertario y un exacerbado sentido de la justicia. A bordo del Nautilus recorrerán todos los mares del planeta, 20.000 leguas de viaje durante el cual tendrán el privilegio de conocer diversos elementos y avances científicos y descubrir diversos lugares que le permitieron a Verne cautivar aún más a sus lectores a través de la asombrosa descripción de los paisajes submarinos repletos de maravillosas criaturas.
En uno de los capítulos, el Nautilus toca fondo en la bahia de Vigo y allí el capitán Nemo, muestra a Aronnax los restos de la flota franco-española, que el vicealmirante Chateau-Renault, mandó hundir ante el acoso de la escuadra anglo-holandesa, para que no se hicieran con los tesoros que transportaban los barcos, cargados de oro y joyas desde América (En realidad, la dolorosa orden la dio el almiratne español Velasco y Tejada). Allí es donde Nemo se provee de los lingotes que le permiten mantener las necesidades del Nautilus y colaborar con diversas causas por la libertad.
Verne da una explicación a lo sucedido, achacando a las reclamaciones del puerto de Cádiz que tenía la exclusiva del desembarque de mercancía procedente de las colonias y que por eso no se habían desembarcado los tesoros que contenían los barcos cuando aparecieron los ingleses, la verdad es que aunque no está comprobado, se supone que la mayor parte del tesoro se había desembarcado a tierra cuando se intuyó el peligro, pero con el hundimiento de los barcos españoles, acabó la historia y comenzó la leyenda que le viene muy bien a Verne para situarnos en presencia de un inagotable tesoro submarino.




lunes, 19 de mayo de 2014

BUENAS NOCHES, Y BUENA SUERTE

A mediados de los 50 del pasado siglo, la llamada caza de brujas emprendida por el senador Joseph McCarthy desde su puesto en el Senado norteamericano, había extendido sus tentáculos por cualquier ámbito de la vida ciudadana.
El periodista Edward R. Murrow (David Strathairn), se había hecho muy popular en EE.UU. por sus crónicas radiofónicas desde Londres cuando la ciudad británica sufría los bombardeos alemanes, allí acuñó la frase que le acompañaría en la despedida de sus programas: "Buenas noches, y buena suerte".
A su regreso a territorio americano, se convierte en uno de los pioneros de la televisión, sus programas en la CBS, de la que llegó a ser vicepresidente, en algunos casos eran adaptaciones a la pantalla de los formatos que le habían llevado al éxito en la radio. En uno de ellos, "See It Now", que producía junto a Fred Friendly (George Clooney), deciden tratar el asunto de Milo Radulovich, un piloto de la fuerza aérea que ha sido expulsado del ejército sin juicio alguno, porque su padre fue visto leyendo un periódico servio. Tanto Friendly como Murrow y todo el equipo del programa, saben que si emiten el programa criticando las acciones tomadas contra Radulovich, se las acabarán viendo con McCarthy. A pesar de los problemas que eso les puede acarrear, no sólo a nivel personal, sino con los anunciantes del programa, deciden emitir el reportaje, decisión que cuenta con el consentimiento del dueño de la cadena.


Basada en la biografía del famoso periodista Edward R. Murrow, ganador de cinco Emmys y cinco premios Peabody a lo largo de su carrera y cuyo enfrentamiento con McCarthy, significó el punto de inflexión en la deriva paranoica que estaban tomando las iniciativas de la Comisión de Actividades Antiamericanas. Aunque Murrow le quitó importancia a su actuación y la de su equipo, alegando que la influencia del famoso senador estaba comenzando a desvanecerse y que se sentía un tanto avergonzado de ser considerado como un valiente, lo cierto es que hay que ponerse en el lugar y en el momento. En aquellos años, la gente perdía su puesto de trabajo, incluso en la propia CBS, solamente por haber sido llamado a declarar ante la Comisión.


Aunque hemos dicho que se basa en la biografía de este personaje, habría que puntualizar que, en realidad, se centra en todo este asunto de su enfrentamiento con el senador McCarthy, pero hace muchos guiños a algunas cosas relevantes que marcan esa biografía en el aspecto profesional del periodista, desde el discurso que da inicio a la película, tomado casi palabra por palabra, del que pronunció en la convención de la RTNDA de 1958, hasta la primera retransmisión simultánea en directo que se recibió de costa a costa.


Concebida en principio como una especie de programa documental que emitiría la propia CBS, el proyecto fue aumentando de volumen hasta convertirse en la película que vemos, rodada en blanco y negro, muy bien fotografiada y, opino, bastante bien dirigida por un George Clooney que estaba comenzado en esto de la realización.
La actuación del protagonista, David Strathairn, es sensacional, muy bien secundado por un plantel de actores poco conocidos, pero de talento contrastado como queda demostrado en el film.
Como anécdota, decir que algunas personas preguntaban quién era el desconocido actor que interpretaba al senador McCarthy. Pues bien, ese desconocido, no era otro sino el propio senador, ya que todas sus apariciones en el film, están tomadas de grabaciones de archivo sobre sus intervenciones.
No dejaré de mencionar la excelente banda sonora, con una maravillosa serie de interpretaciones jazzisticas en la incomparable voz de Dianne Reeves, que enlaza un temazo tras otro, acompañada de un fantástico conjunto: Matt Catibung al saxo alto y tenor, Peter Martin al piano, Jeff Hamilton a la batería, Robert Hurst y Christoph Luty al bajo y contando además en los créditos con dos músicos como Alan Estes y el incombustible Alex Acuña tocando la percusión en sendos temas.
Cada 23 minutos, el tiempo estandar de emisión en la televisión de la época, la tres veces ganadora del Grammy, nos ofrece una interpretación impagable.


Aparte de resultar un tanto plana en algunos instantes, de esos films a los que les falta algo para llegar a emocionarte, lo cierto es que la película nos habla de la caza de brujas desde otra perspectiva, y además, es una reflexión sobre la difícil posición del periodista televisivo, sometido al dictado de una competencia feroz por conseguir determinadas cuotas de audiencia en un medio en el que se confunde entretenimiento con información y en el que cualquier desvío de lo políticamente correcto, te puede dejar huérfano de anunciantes y, por tanto, exluido de la programación.

sábado, 17 de mayo de 2014

LA GRAN FLOTA RUSA, TOCADA Y HUNDIDA

Quien tenga la santa paciencia de leerme, habrá visto expresada aquí, alguna vez, una vieja idea mía, la de que los rusos se parecen a nosotros más de lo que la distancia cultural y geográfica pudieran dar a entender. Grandes imperios venidos a menos, plagados de políticos ineptos y robaperas, con reyes (zares los llamaban allí) que, en muchos casos, dejaban mucho que desear, cuando no incapaces de liderar a su nación, cortes alejadas del pueblo y unos ciudadanos que han desarrollado un sentido del humor muy particular que les permite sobrellevar su desgraciado sino a base de hacer chiste de sus propios males.
Aquí va otra anécdota para que no nos creamos que somos los únicos que podemos colgarnos la medalla de tener a los dirigentes más incompetentes de la Tierra:

En el contexto de la guerra ruso-japonesa (1904-1905) en la que ambas naciones se jugaban la hegemonía en el Pacífico, los rusos se encontraron con que tras haber habilitado el puerto de Vladivostok como base de sus actuaciones en la región, no contaban con una flota de guerra en aquellos mares, así que se les ocurrió, ni más ni menos, que envíar a la flota del Báltico, que por las malas relaciones que tenían entonces con Inglaterra, dueña y señora del Canal de Suez, tendría que dar casi la vuelta al mundo para llegar hasta aquellos lejanos confines, rodeando África y la India, sin una maldita base de aprovisionamiento en el camino, algo imprescindible si tenemos en cuenta que eran barcos de vapor y necesitaban carbón para alimentar sus calderas.
Allí me tienen al fiero Almirante ruso Zinovy Petrovitch Rozhestvensky, encabezando una expedición abocada al fracaso y encima, con un montón de incovenientes añadidos: Para algunos de los buques de la clase llamada Bodorino, era su viaje de pruebas y a los de la clase Suvaroff, a alguien se le ocurrió hacerles tal número de modificaciones que se convirtieron en barcos muy pesados, hasta el punto de que el almirante Rozhestvensky llegó a dar orden de que no enarbolaran ningún banderín o estandarte que no fuera esencial, para que el peso de éstos no desestabilizara las naves.
Pero no paran ahí las cosas, verán cómo se superaron a sí mismos en la deriva de despropósitos: Al atravesar el Canal de la Mancha, se cruzaron con una flotilla de unos treinta barcos británicos, dedicados a la pesca de arrastre. Los rusos, nerviosos, interpretaron incorrectamente las señales del Kamchatka (un barco de reparaciones de la flota rusa) y abrieron fuego. Uno de los pesqueros británicos fue hundido, al tiempo que varios pescadores fueron heridos, y unos cuantos cayeron muertos. No contentos con haber liado este desaguisado, en la confusión de la noche, al aproximarse el crucero Aurora, que no había participado en los hechos, los rusos lo tomaron por una nave enemiga, y abrieron fuego sobre el; sólo la miserable pericia de los artilleros rusos impidió que este fuego amistoso cruzado terminara en daños mayores para la propia escuadra rusa (este Aurora es el mismo que, más de una década después, tendrá una destacada participación en la Revolución de Octubre de 1917).
Los rusos llegaron hasta la bahía de Vigo, donde fondearon para aprovisionarse, pero en tanto, el Foreign Office y el Almirantazgo, habían dado orden a su escuadra con base en Gibraltar, para que fuera al encuentro de la flota zarista. Los británicos se apostaron en las islas Cíes, bloqueando la salida de los rusos de Vigo. Cuentan las crónicas que la tensión internacional llegó a ser enorme, porque se temía que no se pudiera evitar un enfrentamiento de imprevisibles consecuencias. Lo repetían en morse los telégrafos de todo el mundo, con noticias proporcionadas desde Vigo por el Cable Inglés y el Cable Alemán, ambos radicados en la ciudad.
A lo largo de varias difíciles jornadas se sucedieron los contactos y gestiones diplomáticas al más alto nivel, hasta que la gravísima situación pudo al fin encontrar solución en una fuerte reparación rusa - sesenta y cinco mil libras de la época - aceptada por el gobierno de Londres. Más otras consecuencias colaterales para la flota rusa, ya que pensaban aprovisionarse en algún puerto de Sudáfrica y de la India, algo que, después de lo ocurrido, fue vetado por los ingleses, esto provocó que los navíos rusos se cargaran de carbón hasta los topes, incluídas las cubiertas, elevando el centro de gravedad de los buques, los cuales se volvieron sumamente inestables, además de que la sobrecarga hizo que las fajas acorazadas de los buques quedaran bajo la línea de flotación, por lo cual estos barcos se volvieron vulnerables a casi toda la artillería japonesa, incluso los pequeños cañones les podían infligir algún daño.
Las anécdotas, penosas todas ellas, dignas de una película de Chaplin se sucedieron durante el viaja, en los ejercicios que realizaban, los códigos eran mal interpretados, al punto de ser incapaces de alinear los barcos; los ejercicios de tiros, un fracaso absoluto, al final de uno de ellos, la bandera de señales marcaba un sólo impacto, pero no en el blanco, sino en el barco que lo remolcaba.
Frente a todo esto, desde San Petersburgo, sentados en sus cómodos despachos, los estrategas de salón le enviaron refuerzos, pero si lo más granado de la flota rusa estaba en aquel viaje, Rozhestvensky debió pensar que le enviaban unas cuantas bañeras, así que ordenó acelerar, escapando de sus propios refuerzos, para que las viejas bañeras no se sumaran a su escuadra... En medio de la fuga, inadvertidamente, cortaron el cable de comunicaciones telegráficas entre Tánger y Europa, incomunicando a ambas regiones por cuatro días, y creando de paso un nuevo incidente internacional.
Cuando llegaron al Mar del Japón, ya Rozhestvensky estaba completamente baldado, con ataques de neuralgia que le tenían inmovilizado en su camarote. Le llegó entonces la orden de vencer y enfilar luego a Vladivostok, que dicho así, parecía una broma pesada. Rodzhestvensky había eludido a los japoneses, pero a sus buques hospitales (que iban a la cola) no se les ocurrió apagar las luces, así que un crucero japonés los identificó y transmitió la alarma a Togo. Encontraron a la flota japonesa en el Estrecho de Tsushima, con la flota rusa ya al mando de un tal Biriloff, debido a la enfermedad de su comandante en jefe. Este Biriloff, nunca había entrado en acción y dio órdenes completamente descabelladas. Aquello fue un auténtico desastre que acabó con el hundimiento de casi todos sus barcos.
Rozhestvensky fue sometido a consejo de guerra y, aunque se probó que no había rendido la flota por hallarse inconsciente, en un último gesto de pundonor, se negó a excusarse de la responsabilidad que le cabía como superior al mando, pidiendo en vez de ello clemencia al Zar. Este se la concedió, y le conmutó la pena de muerte por un corto período de prisión.