Capturado por el gobierno de los Estados Unidos, el musulmán Mohamedou Ould Slahi (Tahar Rahim) sobrevive en la prisión de Guantánamo donde lleva más de una década sin cargos ni juicio, sospechoso de haber reclutado en Alemania a miembros de Al Qaeda que participaron en el 11S. Tras haber perdido toda esperanza, Slahi encuentra aliadas en la abogada defensora Nancy Hollander (Jodie Foster) y su asociada Teri Duncan (Shailene Woodley). Juntos se enfrentarán a innumerables obstáculos en una búsqueda desesperada de justicia.
Basada en una historia real, el guión se fundamenta en el libro "Diario de Guantánamo", escrito por Mohamedou Ould Slahi, en el que cuenta su experiencia en Guantánamo, que se convirtió en un éxito de ventas en varios idiomas en 2016 tras haber sido censurado por el ejército estadounidense, para luego ser publicado en su totalidad.
No es una película sobre juicios (apenas ocupan minutos las comparecencias ante la corte), ni siquiera sobre investigación para prepararlo (que sí ocupa algún minuto más), se trata principalmente de un film que denuncia una situación determinada que afectó a decenas de personas: La prisión de Guantánamo. Se sabe que había prisioneros llevados allí de cualquier manera, sin cargos concretos y bajo sospecha de vínculos con el terrorismo, muchos de los cuales no podían probarse y, algunas veces, consiguiendo confesiones bajo tortura, un método aprobado por el entonces Secretario de Defensa Donald Rumsfeld.
En España, por desgracia, sabemos mucho de estas cosas, primero con ETA, más tarde con el terrorismo islamista, hemos sufrido, algunos siguen sufriendo aún, las consecuencias de los actos de estos descerebrados y muchas veces se alzaron voces para pedir medidas drásticas, muerte al asesino, dureza contra el colaborador y mano dura sin concesiones. Pero el estado de derecho no puede caer en esa trampa. El terrorismo se aprovecha de las garantías que le ofrece el sistema, es cierto y muchas veces da rabia cuando les ves protestar por el alejamiento de presos, por supuestas torturas (alguna hubo en tiempos oscuros), por presuntas privaciones de derechos o cuando presentan actitudes chulescas en los juicio porque saben que nada les va a ocurrir y, sin embargo, cuando ellos actúan, ni juicio, ni nada, tiro en la nuca, explosivos en lugares concurridos, etc.: Muerte y dolor, cuanto más mejor, esa es su justicia. Pero, repito, el estado, la sociedad civilizada, no puede caer en provocaciones, hay que mantener el imperio de la ley, no por ellos (que también, aunque no lo merezcan), sino por todos nosotros, como garantía de que no nos veremos sometidos a abusos algún día.
La película plantea un caso concreto, el de Slahi, del que nunca queda claro si tuvo algo que ver con los atentados del 11-S o no, sí que colaboró en su día con Al-Qaeda o que recibió una llamada de un primo suyo desde el teléfono de Osama Bin Laden y dinero (5.000 $), según él para pagar los gastos de tratamiento de la madre del primo. Esos fueron los motivos que le llevaron a Guantánamo, pero nunca pudieron probar nada delictivo y la confesión que firmó le fue extraída bajo fuertes torturas que llegaron a simular su ejecución y a amenazarle con que detendrían a su madre, la llevarían a Guantánamo y la violarían.
Su abogada no defiende a Slahi (que también), defiende que se le aplique la ley, ni más, ni menos.
Magnífica la interpretación de Tahar Rahim y una Jodie Foster de la que lo único que se me ocurre decir es que resulta una pena que no se prodigue más, inmensa, como siempre.
Las autoridades norteamericanas crearon Guantánamo para tratar de apaciguar a los acojonados norteamericanos (razones tenían para estarlo) y poner cara a los culpables, sin importarles mucho si lo eran de verdad o solo sospechosos, había que llevar aquello adelante para que el votante viera que hacían algo y lo grave del asunto no es solo que durante la presidencia de George W. Bush, aquello se crease y estuviese funcionando, lo peor es que llegó un presidente al que se le concedió de buenas a primera el Nobel de la Paz y aquello siguió funcionando y si no que se lo digan a Slahi que permaneció cinco años más encarcelado tras ganar su juicio, por una apelación presentada contra la sentencia por la administración Obama.
Una película bastante bien hecha, que no se regodea en exprimir los sentimientos del espectador, aunque no oculta nada y que nunca se hace pesada a pesar de sus más de dos horas de duración. Un film de denuncia, como queda dicho, en el que también recibimos un mensaje de esperanza: En medio de todo, quedan personas con principios dispuestas a exponerse a la crítica del público o a poner en peligro su estabilidad y la de sus familias por defender esas convicciones pudiendo mirar para otro lado o dejándose llevar por la corriente.
La fuerza de la película está en su denuncia. Desde un punto de vista estrictamente cinematográfico, la encontré un poco insípida.
ResponderEliminarSaludos.
En efecto, el argumento y las actuaciones son sus principales valores.
EliminarNo la he visto, aunque imagino que la presencia en el reparto de una actriz como Jodie Foster debe de aportar bastantes dosis de credibilidad al asunto tratado.
ResponderEliminarEstá muy bien.
EliminarHola Trecce!
ResponderEliminarLa tengo pendiente, me interesa el asunto que trata. Jodie Foster siempre me ha parecido estupenda en sus trabajos, una pena que ya no se prodigue tanto.
Saludos!
Yo creo que merece la pena verla.
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