sábado, 31 de julio de 2021

EMBAJADORES EN EL INFIERNO

 


Cuando el día veintitrés de Junio de 1941, a propuesta del entonces ministro de exteriores Ramón Serrano Suñer, el Consejo de Ministros aprueba en El Pardo enviar una división a Rusia para combatir el bolchevismo, se acogió con entusiasmo por los partidarios del Bando Nacional y, muy en particular, por los miembros de Falange. La película narra la peripecia de una parte de aquellos  hombres (los que cayeron prisioneros de las tropas soviéticas), que lucharon en el frente ruso junto a los alemanes, durante la II Guerra Mundial y vivieron un auténtico infierno en diversos campos de concentración.


La película dirigida por José Mª Forqué e interpretada por el actor portugués Antonio Vilar, Rubén Rojo y Luis Peña, está basada en la novela histórica Embajador en el infierno. Memorias del capitán Palacios (once años de cautiverio en Rusia), de Torcuato Luca de Tena que relata, de forma novelada, pero casi como reportaje periodístico con entrevistas a algunos de quienes estuvieron prisioneros, el encarcelamiento de más de once años, desde su detención en el sitio de Leningrado el diez de Febrero de 1943 hasta Abril de 1954, en los campos de concentración de Cherepovéts, Moscú, Súzdal, Oranque, Potma, Jarcof, Borovichi, Reída, Cherbacof y Vorochilgrado, de Teodoro Palacios Cueto, que marchó como voluntario falangista a la División Azul, a combatir el comunismo en Rusia, como capitán de Infantería, quedando encuadrado en la 5ª Compañía del 2º Batallón del Regimiento número 262, y que fue hecho prisionero, junto con treinta y cinco hombres más, cerca de Krasny Bor, cuando se libraba la batalla que en adelante llevaría el nombre de esta localidad rusa.


Es cierto que el film tiene un marcado tono de exaltación patriótica conforme se entendía el patriotismo en aquellos años, pero no lo es menos que tiene algunas cosas llamativas, por ejemplo la ambientación que consigue transmitir al espectador la sensación de desprotección, miseria y dureza a que se vieron sometidos durante los largos años de cautiverio. También deja constancia, aunque sea para menospreciar su conducta, del hecho de que algunos de los cautivos se quedaron en tierras soviéticas tras renunciar a su nacionalidad española y acogerse al amparo de sus captores y es que, por más que se diga, hoy sabemos que además de falangistas o afines, alistados por ideales y, en cierto modo, engañados por las soflamas de Serrano Suñer, cuando dijo aquello de "Rusia es culpable" (pero él se quedó aquí tan a gusto), en la División Azul había muchos soldados que fueron en busca de lavar sus pecados o los de sus familias, además de aventureros como los hay en todas las guerras. Lo de los pecados es un decir, claro, había gente que, para poder vivir tranquila, necesitaba pasar por afecta al régimen, algo complicado con un pasado de rojos, ellos mismos o sus familiares y nada mejor para obtener el pasaporte de adictos a la nueva España que darse una vueltecita por tan lejanas tierras, de las que algunos jamás regresaron. 
Una página olvidada de nuestra historia reciente en la que un puñado de españoles (equivocados o no), fueron dejados a su suerte, sin que nadie hiciera o pudiera hacer nada hasta que la muerte de Iósif Stalin, propició un cambio de rumbo en el hermético régimen soviético y la Cruz Roja francesa pudo fletar el buque Semiramis en el que 229 veteranos de la División Azul, 19 desertores del Ejército Rojo, 4 niños, 19 marinos mercantes y 15 alumnos de la aviación republicana, embarcaron en el puerto ucraniano de Odessa rumbo a Barcelona, ciudad en la que fueron recibidos con gran aparato propagandístico de un régimen al que, quizá, aquella mercancia humana le resultaba algo molesta como representación de una situación que tal vez hubiera deseado borrar. Imágenes documentales de esta llegada, se mezclan con las propias del film en las últimas escenas de la película.




6 comentarios:

  1. Muy buena: la recuerdo por la dureza que transmiten las escenas rodadas en la nieve.

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  2. Desde lo de Caín y Abel no ha habido una reconciliación sincera.

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    1. La palabra perdón no está en el vocabulario de algunos.

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  3. Hola Trecce!
    No la conocía, me la apunto. Gracias por traerla.
    Saludos!

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