Tahei (Minoru Chiaki) y Matashichi (Kamatari Fujiwara), dos campesinos que regresan a casa tras un intento fallido de sacar provecho de una guerra entre clanes vecinos, se encuentran en el camino con los restos de la tribu derrotada, compuesta principalmente por un famoso general y una princesa que se esconden en una fortaleza en las montañas. El general Rokurota Makabe (Toshirô Mifune) y la princesa Yuki (Misa Uehara) deben escapar a territorio aliado con su gran reserva de oro para reconstruir su clan destrozado. Los campesinos son engañados para que los ayuden, con la promesa de que recibirán parte del oro al llegar a su destino. En el camino, la destreza del general se pone a prueba al guiar a los cuatro, y posteriormente a los cinco, incluyendo a una esclava liberada, a través de escaramuzas con el enemigo que los persigue y de las situaciones difíciles en las que los torpes campesinos logran meterlos.
Mucha acción y grandes dosis de humor propiciadas principalmente por la pareja de campesinos, sabiamente mezcladas por Akira Kurosawa.
Estamos ante un film de aventuras que, como digo, combina acción e ironía, junto a una cierta visión humanista del maestro japonés que declaró que se había propuesto hacer un film sobre todo de entretenimiento lleno de emoción y diversión.
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