sábado, 17 de julio de 2021

I CARE A LOT

 


Marla Grayson (Rosamund Pike) no tiene escrúpulos a la hora de beneficiarse de los demás. Después de haberse aprovechado de docenas de jubilados, mediante métodos dudosos y carentes de toda ética pero amparados por la ley, como tutora profesional designada por los tribunales, ella y su socia comercial y amante, Fran (Eiza González), ven a Jennifer Peterson (Dianne Wiest), una adinerada jubilada, sin familia ni herederos legales, como la nueva víctima: una gallina de los huevos de oro a la que pueden desplumar fácilmente. Pero mientras intentan llevar a cabo su plan, Marla y Fran descubren que la señora Peterson no es lo que creían y tiene tras si un oscuro pasado conectado con un peligroso ganster, Roman Lunyov (Peter Dinklage), cuyos negocios están entorpeciendo sin saberlo.


Mentiría si dijera que conozco cómo funciona el sistema de tutela legal en EE.UU., más allá de lo que sabemos por el caso de Britney Spears que últimamente ha saltado a los noticiarios. Una figura, la del tutor nombrado por un juez, que está concebida para velar por el bienestar de personas consideradas incapaces de gobernar su propia vida y evitar que los espabilados de turno o las circunstancias hagan daño a esas personas o se aprovechen de sus bienes. Pero sabemos de sobra que el ser humano es perverso y, en ocasiones, ese espabilado, es precisamente el tutor o la tutora de turno, amparado por la ley en sus acciones hasta que se pueda probar que está haciendo manejos turbios y prevaliéndose de su situación en propio beneficio y no en el de la persona tutelada. ¿Y quién va a denunciar eso? ¿La familia? ¿Un vecino? ¿Amigos o conocidos? Generalmente nadie porque en muchos casos se ha perdido el contacto con la persona afectada, internada en un asilo y de quien nadie sabe nada. Un sistema en el que una vez estás dentro, es difícil salir. 
De eso, más o menos, va la película, pero llevado al extremo, en el que una tutora profesional se dedica a la caza de "caramelitos en dulce", como ella dice, conchabada con una médico que exagera los informes y un juez que, aunque parece no estar en el ajo, tampoco parece muy despierto y confía en Marla y en los informes médicos sin poner en duda una coma.


Es un asunto muy interesante y turbio, equiparable a la pederastia u otros crímenes que son repulsivos para cualquier persona con unos mínimos principios morales, porque, en general, estamos hablando de personas indefensas, de viejos o de personas con deficiencias mentales, que se ven abandonados por la sociedad. 
La película empieza magnífícamente y así continúa durante un buen tramo, pero de repente, cuando entra en juego el hijo de la señora Peterson, un mafioso que ha logrado ocultar su identidad y su vínculo con su madre, el film entra en un círculo de despropósitos en que el guión se torna ventajista y cada giro que propone es a capricho para que la trama discurra por donde les interesa, perdiendo credibilidad hasta llegar a un final que pretende ser original, cuando lo que único que quieren es cumplir esa norma no escrita de los filmes anglosajones de que el delincuente no puede salirse con la suya. 
Buena interpretación de la protagonista principal que se nos muestra como un personaje absolutamente repulsivo al que estamos deseando que su oponente machaque a pesar de ser otro tipo que no tiene nada que envidiar a Marla. Es una lástima que el film entre en esa deriva en que parece que se les va totalmente de las manos, porque se queda uno con las ganas de que hubieran tenido más habilidad para desarrollar la historia. A pesar de todo, la película resulta entretenida.




2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. El caso es que la idea es muy buena, pero no la han sabido desarrollar, creo yo.

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