A la prosa de António Lobo Antunes, al menos a la de este libro, hay que darle un poco de tiempo, porque al principio, o así me ocurrió a mí, te entran tentaciones de dejar la novela por la sensación de confusión que provoca.
Hasta que le vas cogiendo el punto y quedas atrapado en su belleza, en la manera de mezclar los tiempos intercalando la historia de su país con la de sus personajes en un torbellino de recuerdos y fantasías que toman cuerpo en una narración minuciosa y lenta en ocasiones, vertiginosa y sarcástica en otras, cuidadosamente articulada hasta alcanzar el equilibrio entre la ruptura formal y la aparente confusión.
Un retrato de ese Portugal que sale de un imperio desmoronado, como se descompuso la propia dictadura, tratando de encontrar un hueco (su hueco) en Europa y en el mundo, pero también dentro de sí misma. Citas y recuerdos constantes de la geografía portuguesa (Coimbra, Oporto, Cascais, El Algarbe, Guarda...) con el constante trasfondo de las colonias africanas de donde proceden o en las que estuvieron en algún momento, los personajes y sus familias.
Pero sobre todo, nos hallamos ante un recorrido entre nostálgico y afligido de la Lisboa del siglo XX, una ciudad decadente en la que, como ha ocurrido en otros tantos lugares del viejo continente, nada es lo que fue y, en cierto modo, trata de sobrevivir y renacer sobre sus propias ruinas. Alfama, Benfica, El Chiado, Belém o Alcântara, los barrios lisboetas, desfilan por la novela, como lo hacen los recuerdos del propio autor sobre la historia reciente de Portugal, deconstruyendo historias sobre las revueltas monárquicas; los guerras mundiales y el hervidero de espías en que se convirtió Lisboa; la dictadura; las colonias que se fueron, pero cuyos recuerdos y heridas siguen presentes...
Cada personaje, con su propia voz, nos trae una pieza de esa especie de puzle que obliga al lector a componer el mosaico para dar sentido a una narración en la que alternan diferentes épocas y visiones y en el que las propias contradicciones de sus vidas parecen un reflejo de la memoria y el trauma colectivo de la propia nación.
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