jueves, 1 de julio de 2021

SHORTA. EL PESO DE LA LEY

 


Nadie sabe exactamente qué sucedió para que Talib Ben Hassi, un joven de 19 años, haya entrado en coma cuando estaba detenido en dependencias policiales. Los oficiales de policía Jens Høyer (Simon Sears) y Mike Andersen (Jacob Lohmann), están en patrulla de rutina en el gueto de Svalegården cuando la noticia de la muerte de Talib llega por la radio, lo que enciende una ira incontrolable y reprimida en la juventud del barrio, que ansía venganza. Se desata una ola de violentos disturbios en el vecindario, que se convierte en un infierno sin salida para los agentes.


Talib es un joven inmigrante de segunda generación en la Dinamarca actual, una sociedad multicultural, segregada y llena de tensiones raciales, una situación que podría valer para unos cuantos países occidentales que se hallan en circunstancias similares, enfretándose a los problemas que surgen con las comunidades árabes. Aunque no se dice muy explícitamente, la impresión que da es que hay una parte de este colectivo que aboga por la integración, mientras otro se resiste a ella, intentando reclutar jóvenes de su entorno cultural para promover esa conciencia árabe, cuando todos sabemos a qué se están refiriendo en realidad. 


Es una historia dura, llena de crudeza y violencia, con dos personajes antitéticos aparentemente, aunque a la hora de la verdad cada cual tiene sus cosillas, lo que ocurre es que uno es más transparente a la hora de mostrar su forma de ser y el otro, bajo una apariencia de tranquilidad y equilibrio, tiene también un lado oscuro, sobre todo cuando choca con la dura realidad. 
Un film en el que los policías están lejos de aquellos héroes del cine hollywoodense de hace años, para presentarnos a personas de carne y hueso, con sus contradicciones, sus defectos, sus miedos y unas cuantas carencias que humanizan al personaje, pero nos muestran también una realidad muy distante de lo que algunos pretenden hacernos ver. 
Película intensa, pero con un guión que me ha resultado ventajista, en el que los giros que propone están conseguidos de cualquier manera, sin un ápice de imaginación, como si las cosas sucedieran por puro azar, pero no una, ni dos veces, sino casi siempre, y eso acaba cansando un poco porque el espectador acaba sintiendo que le tratan de cualquier manera. 
Por lo demás, como film policiaco, no está nada mal y como película con trasfondo social, tiene mejores intenciones que resultados, pero resulta entretenida en general.




4 comentarios:

  1. El problema es que para un expectador crítico puede ser frustrante.

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  2. Por lo que cuentas me imagino que debe de tratarse de la típica cinta de denuncia social.

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    1. Exactamente típica, creo que no, tiene algún planteamiento que me ha resultado interesante y diferente.

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