Scott Henderson (Alan Curtis), un hombre infelizmente casado, regresa tarde a casa tras acudir a un espectáculo musical con una mujer a la conoció en un bar. En su domicilio encuentra a la policía y a su esposa estrangulada, convirtiéndose en el principal sospechoso al fracasar cualquier intento de establecer una coartada, pues nadie recuerda a la misteriosa dama, ni a su llamativo sombrero. En prisión, Scott pierde la esperanza, pero su fiel secretaria, Carol Richman "Kansas" (Ella Raines), secretamente enamorada de él, sigue de forma tenaz las tenues pistas en medio de la noche y sus calles sombrías.
El guion adapta la novela "Phantom Lady", del prolífico escritor estadounidense Cornell Woolrich, más conocido por sus seudónimos William Irish o George Hopley, algunas de cuyas obras han sido llevadas al cine por grandes directores (Alfred Hitchcock, Jacques Tourneur, François Truffaut o, como esta, por Robert Siodmak), quizá la adaptación más famosa es La ventana indiscreta.
Primer gran éxito de Robert Siodmak en el cine norteamericano, tras sus trabajos en Alemania y Francia y algunas películas de serie B realizadas en Hollywood, como no deja de serlo esta misma, realizada con un pobre presupuesto que se deja notar en algunas escenas como la del juicio, algo que suple con maestría el realizador. Resulta emocionante para el aficionada comprobar cómo estos genios se las apañaban para, con cuatro perras, hacernos sentir toda la intensidad que pretendían sin el derroche de medios que, por el ajustado presupuesto, les estaba vedado.
El relato da la vuelta al estereotipo y en esta ocasión, la heroína es una mujer, una persona fuerte y valiente al tiempo que dulce y hermosa, que no tiene reparos a la hora de deambular por garitos y calles sombrías y peligrosas en pos de las pruebas que libren de su trágico destino a su amado.
El film juega de forma artística con las luces y sombras de la iluminación y nos ofrece algunas secuencias realmente magistrales que nos hacen pasar por alto lo inverosímil de algunas situaciones, como si pretendiera darle más importancia a los personajes que a la propia historia. Unos personajes, por cierto, muy bien interpretados y magníficamente definidos en este relato al que no le resulta necesario acudir a las vueltas y revueltas a que son propensas en ocasiones este tipo de historias en la búsqueda de mantener la tensión y la intriga, aquí todo es sencillo y fácil de seguir.
Un buen ejercicio de cine negro. Mi relato preferido de Woolrich es "El ojo de cristal", que aquí en España fue llevada a la pantalla en el 56 por el productor Iquino.
ResponderEliminarEfectivamente.
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