El investigador privado Bradford Galt (Mark Stevens) se mudó a Nueva York desde San Francisco después de cumplir una pena de cárcel por culpa de su socio, el abogado Tony Jardine (Kurt Kreuger). Cuando descubre que alguien lo está siguiendo y posiblemente tratando de matarlo, Galt cree que Jardine está detrás de esto. Poco después se verá envuelto en un elaborado plan de asesinato. Kathleen Stewart (Lucille Ball), su atractiva secretaria, se revela como su único apoyo en más de un sentido.
En determinados momentos, sin que el film lo pretenda, me ha resultado un tanto paródica de los estereotipos del género, ese constante encender cerillas en los muebles o en la suela del zapato, tirar la ceniza sobre la alfombra o repetir una y otra vez, cuando se dirige a la chica: "Mira nena". Por cierto, una chica que resulta ser bastante más despierta que el protagonista. Además, el guion escapa de los callejones sin salida recurriendo a ideas que se les ocurren de repente a los protagonistas sin que apenas exista un por qué para llegar a ellas. No obstante, tiene algunas escenas realmente logradas, no en vano, su realizador, Henry Hathaway, es uno de los grandes de todos los tiempos.
Bien interpretada, con una Lucille Ball, demostrando que era una buena actriz antes de su famoso show televisivo que la llevó a se conocida en todo el mundo y la prestancia de Clifton Webb, haciendo de malo retorcido e inteligente.
Seguramente los amantes del género disfrutarán de ella.
Leo en IMDb que Lucille Ball odiaba esta película debido al acoso del que fue objeto por parte del director durante el rodaje.
ResponderEliminarSí, eso dice.
EliminarHoy en día, cuando la inmensa mayoría de la población usa calzado deportivo para todo, lo de las cerillas sería imposible.
ResponderEliminarAl menos, más difícil.
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