martes, 2 de abril de 2024

LAS OCHO MONTAÑAS

 


Pietro es un chico de ciudad, Bruno es el último niño de una localidad de montaña olvidada. Con el paso de los años, Bruno (Alessandro Borghi) se mantiene fiel a su montaña, mientras que Pietro (Luca Marinelli) viene y va. Sus experiencias le harán enfrentarse al amor y a la pérdida, recordándoles sus orígenes y abriendo paso al destino.


El guion adapta la galardonada novela del mismo título, de Paolo Cognetti, publicada en 2016.
Aunque el film saca partido, con la excelente fotografía de Ruben Impens, de los impresionantes paisajes alpinos, parece como si los realizadores, los belgas Felix Van Groeningen y Charlotte Vandermeersch, tampoco es que deseen que esas preciosas estampas nos distraigan de lo que les importa de veras, que son los personajes que centran el relato, tal vez por ello optaron por un formato de pantalla cuadrada 4/3 que resta espectacularidad a las imágenes pero, como digo, ayuda a centrarnos más en la historia. 


Aparentemente el film es un viaje épico de amistad y autodescubrimiento ambientado en los sobrecogedores y bellos paisajes de los Alpes italianos. Ambos protagonistas se conocen por primera vez cuando tienen doce años y la familia de Pietro, que vive en Turín, alquila para sus vacaciones de verano, una casa en un pueblo aislado en las laderas alpinas. La muerte del padre de Pietro los reúne, tras años sin haber vuelto a verse, para hacer realidad su sueño de construir una cabaña en la montaña. Sin embargo, tras esta historia de amistad, hay una reflexión sobre otros aspectos de la vida como puede ser la idea bucólica que los urbanitas tienen de la naturaleza frente a la dura realidad de quienes viven en ella que, junto a esa belleza innegable, han de soportar la dureza, incluso en ocasiones la hostilidad de esa propia naturaleza y la incomodidad de vivir alejados del confort que ofrece la civilización. Bruno le dice a uno de los visitantes (amigos de Pietro) cuando esté alaba la belleza y la calma y tranquilidad del lugar: "Pásate por aquí en invierno". 
En conexión con ello y ligado a esa dura realidad, vemos cómo algunos de los anhelos de Bruno se van frustrando por culpa de que no puede aislarse del entrono social y económico en que vivimos, pues para adoptar el modo de vida a que aspira, necesita dinero para establecer su quesería, pagar el alquiler del establo o desplazarse a los mercados donde vende y no resulta sencillo que los bancos te lo presten y, cuando lo hacen, si no pagas a tiempo, ya sabes a qué te arriesgas.
Hay más cosas en el film: Las relaciones personales, las paternofiliales, los conflictos a la hora de sacar adelante una familia, la búsqueda de un lugar en la vida...
Es una película larga, pero no se hace pesada, aunque quizá la variedad de asuntos que aborda y la profundidad de los mismos, hace que no siempre logre desarrollarlos con eficacia, de cualquier modo, un film muy evocador y una hermosa historia de amistad, con altibajos, pero con una lealtad entre los dos amigos que se sobrepone a todas las dificultades que encuentran para cultivarla y mantenerla a lo largo del tiempo.




4 comentarios:

  1. Cuando las novelas las adaptan al cine, para mi, ya no me gustan tanto.

    Un abrazo.

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  2. Se habló mucho de ella (y en general bien) en el momento de su estreno, pero la dejé pasar. Así que la tengo pendiente.

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