jueves, 23 de marzo de 2023

FANNY Y ALEXANDER

 


La historia está ambientada entre 1907 y 1909, en Uppsala, Suecia, o una ciudad similar a ella, y se centra en los Ekdahls, la familia del joven Alexander (Bertil Guve) y su hermana Fanny (Pernilla Allwin). Su vida se desarrolla en un entorno muy liberal, con sus padres actores que administran su propio teatro y son felices, hasta que el padre muere de forma repentina. Al poco tiempo, la madre decide casarse con el obispo Edvard Vergérus (Jan Malmsjö), un hombre severo y conservador, a quien conoció como oficiante del funeral de Oscar (Allan Edwall), una decisión que cambiará sus vidas. Mientras Alexander choca con su padrastro y trata de aprender cómo mantener sus propios principios en tanto obedece a Edvard, Emilie (Ewa Fröling) intenta encontrar una manera de recuperar su propio destino y el de sus hijos, ya que Edvard no consentirá en divorciarse y si se marcha, a los ojos de la ley será un abandono de hogar, lo que significa que Alexander y Fanny se convertirían en pupilos de Edvard. Emilie, Alexander y Fanny terminan siendo prisioneros en su propia casa.


Concebida como un producto televisivo de 5 horas que estaría dividido en cuatro capítulos, la película tiene una duración de más de tres horas, a pesar de lo cual, Bergman siempre dijo que el recorte de escenas había quitado algo de alma al proyecto original.


El bien y el mal o quizá la felicidad despreocupada y el miedo a la tiranía, se enfrentan en este maratoniano film que, a la postre, sería el último trabajo de Ingmar Bergman para la gran pantalla aunque siguiese dirigiendo otros para la televisión y el teatro. Con esa espléndida fotografía con que nos regala en cada una de sus película Sven Nykvist, por la que se llevó el Oscar en 1983 y una cautivadora puesta en escena en la que se contraponen, por un lado, la calidez de las viviendas de la familia Ekdahls o la magia de la casa del judio Isak Jacobi (Erland Josephson), con la frialdad y la desnudez amenazadora de la morada del obispo. 
Historia que tiene algo de perturbadora, se mueve entre lo real y lo onírico, con momentos dramáticos y otros de fiesta y alegría, para buscar, en el amor y la fantasía, una salida a la rigidez de la educación despótica y arbitraria que se quiere imponer a los niños, una desgracia que la madre y los propios niños vivirán con angustia y terror.




8 comentarios:

  1. Anda que no han dado de sí las relaciones padrastros con hijastros.

    ResponderEliminar
  2. Una película excelente, llena de matices.

    ResponderEliminar
  3. El cineasta sueco proyectaba de nuevo sus fantasmas familiares sobre unos personajes inspirados en la tortuosa relación de sus padres.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sin duda, sus propias experiencias influyeron mucho en los argumentos de sus films.

      Eliminar
  4. Hola Trecce!
    Creo que fue la primera película que vi de Bergman. A saber si algún día aparecen esas partes cortadas...
    Saludos!

    ResponderEliminar