martes, 26 de mayo de 2020

LA OTRA CARA DE LA LIBERACIÓN (NÁPOLES 1944)

En febrero de 1944, el ejército de Estados Unidos envió tres millones de toneladas de cargamento a ultramar, clasificados en seis millones de artículos diferentes que incluían desde alubias y balas, hasta cordones de zapatos resistentes al moho y limpiadores de pipa de color caqui. Estos gigantescos envíos fueron despachados a los ejércitos aliados a lo largo de todo el periodo de la guerra al amparo del programa Lend-Lease (préstamo y arriendo), en virtud del cual los Estados Unidos de América suministraron al Reino Unido, la Unión Soviética, China, la Francia libre y otras naciones aliadas, grandes cantidades de material de guerra entre 1941 y 1945. Esta generosidad despertó cierto resentimiento, sobre todo entre los británicos, a quienes irritaba tener que vivir en gran medida gracias a la munificencia de Estados Unidos. Pero el prodigio era también derrochador, y en el Mediterráneo más que en ningún otro lugar. La ratería y el despilfarro significaban que un barco de cada cinco se robaba o malgastaba. Desde el cuartel general de las fuerzas armadas, el general Everett S. Hughes informaba: "estamos perdiendo gasolina, aceite, ropa, alimentos y otros artículos que nadie puede entender por qué alguien querría robarlos". Un estudio del V Ejército estimaba que las dos terceras partes de la economía de Nápoles derivaba de la transacción en artículos robados a los Aliados. Además de los viejos sistemas, como abrir boquetes en los vagones y arrojar su contenido cuando estaban en marcha o desviar en secreto el combustible de los oleoductos que se dirigían a Foggia, Frank Gervais informaba que un tren entero cargado de azúcar, se había evaporado, pero no sólo el azúcar, el tren también, se supone que el azúcar se vendió en el mercado negro, mientras la locomotora y los vagones fueron descubiertos en una acería entre un montón de desechos. Se descubrieron coches fúnebres tirados por caballos, repletos de artículos robados de los muelles. En los callejones de Nápoles se podían oír ofertas susurradas a media voz ofreciendo carne de cerdo o de buey y un oficial de asuntos civiles informaría que "en el mercado negro se podía comprar incluso un avión de combate alemán recién salido de la fábrica".
En estas circunstancias, era Vito Genovese, el famoso gangster estadounidense nacido napolitano, quien sacaba mejor partido de la situación. Empleado por el ejército como traductor, Genovese tendió una red de asociados y hampones a fin de hacerse con el control político de la región, posicionándose como el verdadero señor de Nápoles, por encima incluso de la autoridad militar aliada.



2 comentarios:

  1. Que tal Trecce!
    Otra interesante entrada, tomo notas...
    Se agradecen!

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