El capitán Wade Hunnicutt (Robert Mitchum), el hombre más rico y poderoso de un pueblo de Texas, es un mujeriego empedernido, lo que ha provocado la ruina de su matrimonio. Su mujer, Hannah (Eleanor Parker) desde entonces, se dedica en cuerpo y alma a su hijo Theron (George Hamilton). Sin embargo, llega un momento en que Hunnicutt decide hacerse cargo de su educación llevándolo de caza e iniciándolo en otras actividades masculinas, bajo la atenta mirada de su fiel empleado Rafe Copley (George Peppard), en realidad hijo ilegítimo de Wade. Pero el nuevo estilo de vida de Theron lo lleva a una aventura amorosa con una chica local, y de ahí a descubrir cosas sobre sus padres que antes le ocultaban.
El guion adapta la novela Home from the Hill, del norteamericano William Humphrey, publicada en 1958, título que mantiene la película y que en España, por esos insondables que de vez en cuando atañen a los nombres de los films, pasó a llamarse "Con él llegó el escándalo" en lugar de "La casa de la montaña".
Con un guion en el que predomina la desmesura, para lo bueno y para lo malo y con más de un momento bastante inexplicable en el que se toman increíbles licencias para hacer avanzar la narración en plan "esto pasa porque yo lo digo y no tengo ganas de trabajarme un poquito más el libreto", Vicente Minnelli, con su acostumbrada elegancia, nos presenta esta especie de culebrón familiar, con unos personajes bastante inhábiles para comunicarse unos con otros, en el que la caza, tan presente a lo largo del film, se transforma en toda una metáfora de la vida misma en esta zona rural del Texas allá por los 50 del siglo pasado: Los hombres cazan animales, pero también van a la caza de las mujeres, mientras estas, por su lado, se dedican a cazar un buen partido que les solucione la vida. Sociedades machistas, en que campa la maledicencia y en las que las hembras o no salen del hogar o de los círculos sociales en que predomina la modosidad o, directamente, son unas frescas; mientras a los machotes, que se pasan el día bebiendo y conduciendo a todo trapo (y cazando, claro), se les perdona casi todo, porque sus deslices forman parte de su condición natural.
El retrato de una sociedad con unos valores morales, un tanto peculiares e injustos y bastante estrecha de miras. No crean que las cosas han cambiado tanto.
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