Tras la guerra, Dave Hirsh (Frank Sinatra), un veterano militar y ex escritor, alcohólico y amargado, regresa de Chicago a su ciudad natal, Parkman, Indiana. Lo sigue Ginnie Moorehead (Shirley MacLaine), una mujer con la que pasó su última noche en Chicago y que se ha enamorado de él. Dave recibe la visita de su hermano mayor, Frank (Arthur Kennedy), dueño de una joyería y ciudadano prominente de Parkman, quien lo invita a cenar con su familia, reencontrándose con su cuñada Agnes (Leora Dana), quien lo odia porque un personaje de su novela se inspiró visiblemente en ella, y a su sobrina adolescente Dawn (Betty Lou Keim). Frank le presenta a la maestra de escuela Gwen French (Martha Hyer), por la que Dave se siente atraído, sin embargo, ella no le corresponde. En el bar de la localidad, Dave se hace amigo del jugador profesional Bama Dillert (Dean Martin), mientras Ginnie se reencuentra con el mafioso Raymond Lanchak (Steve Peck), quien fue su antiguo amante y la ha seguido desde Chicago. El amor incondicional de Ginnie por Dave conduce a una tragedia en el tranquilo Parkman.
El guion adapta la obra Some came running, publicada en 1957, del norteamericano James Jones, autor, entre otras, de la novela De aquí a la eternidad, convertida más adelante en la famosa película dirigida por Fred Zinnemann.
Magnífico retrato de una sociedad hipócrita que ha sustituído la moral por las apariencias, escondiendo sus vergüenzas en alcohol y visitando los clubs sociales donde reina el fingimiento. Los únicos personajes que no esconden lo que son resultan ser precisamente los tenidos por ovejas negras, entre ellas, la dulce Ginnie, algo corta de entendederas, pero llena de sinceridad y enamorada, sin saber explicar por qué, pero demostrando más sentimiento y transparencia que cualquiera de sus congéneres que la desprecian por lo que es, una chica alegre en la más amplia acepción del término.
Vicente Minnelli nos acerca en este film algunas escenas realmente brillantes que dibujan a la perfección esa sociedad que vive en el disimulo, tan ásperas como esclarecedoras del fariseísmo en que se desenvuelven, en medio del que la ingenua Ginnie es como un adorno fuera de sitio.
Frente a la parsimonia con que transcurre la historia, el final se acelera sin atropellarse, para ir reuniendo a todos los personajes que asisten a la tragedia a la que, visto lo visto, estaba abocado el relato.
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