En un descuido, Ali (Amir Farrokh Hashemian) pierde los zapatos de su hermana pequeña Zahra (Bahare Seddiqi), que había llevado al zapatero para que los reparara. Como sus padres no pueden permitirse comprar unos zapatos nuevos, deciden ocultarles lo ocurrido y compartir las zapatillas deportivas de Ali. Pero el plan tiene sus inconvenientes.
Con una gran economía de medios, el iraní Majid Majidi desarrolla este guion escrito por él mismo a partir de una situación prácticamente anecdótica y que refleja toda la dignidad que a veces esconde la pobreza.
A través del laberinto de callejuelas que conforman el humilde pueblo en que viven, que recorren de forma frenética los hermanos protagonistas, sentimos toda la angustia que les provoca la situación que atraviesan y las peripecias que ello les ocasiona. Niños obligados a madurar antes de tiempo, sumidos en la pobreza, pero aprendiendo también la hermandad y solidaridad de los que nada tienen que les enseñará a no ser injustos con nadie antes de valorar sus personales circunstancia.
Una hermosa película cargada de valores, con un no menos hermoso y evocador final que abre una ventana a la esperanza.
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