Albert (Michael Gambon) es el sádico dueño de un restaurante. Su fuerte carácter y las tiránicas formas que aplica en el trabajo hacen que todos los empleados estén sometidos a un continuo régimen de esclavitud, incluida su esposa, Georgina (Helen Mirren), a quien ridiculiza. Esta, por su parte, se involucra en un romance secreto con un amable librero.
Película excesiva por el barroquismo de su puesta en escena y por la manera de desarrollar la narración que parece más preocupada por la forma que por el fondo y por conseguir provocar, no solo por los desnudos o la escenas de sexo, sino porque vive al límite de lo incómodo para el espectador.
Complicado encasillar o calificar este film, con una estética y una fotografía realmente llamativas, con argumento algo desconcertante y plagada de simbolismo. Un cine diferente que busca la innovación en su discurso narrativo y visual. Su estructura algo teatral, con escenarios acotados y ciertos detalles de la atmósfera en que se desenvuelve, me recuerdan algunos de los trabajos de Lars von Trier.
No sé si me gustaría. Un beso
ResponderEliminarNunca se sabe, pero no es nada sencilla esta película.
EliminarEso de barroquismo no es algo que la ayude, pero, por lo visto es su característica. De todos modos, creo que has comentado otras películas que sí me llaman la atención.
ResponderEliminarGracias de todas formas
Ya sabes que eso va en gustos.
EliminarYa se sabe que el cine de Greenaway abunda en este tipo de artificios.
ResponderEliminarUna especie de sello de identidad.
EliminarPeter Greenaway era el autor de moda a finales del pasado siglo. Creo que su carrera ha languidecido en los últimos años.
ResponderEliminarHay autores que, a veces, dejan de sorprender y ya no llaman tanto la atención.
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