Albert (Michael Gambon) es el sádico dueño de un restaurante. Su fuerte carácter y las tiránicas formas que aplica en el trabajo hacen que todos los empleados estén sometidos a un continuo régimen de esclavitud, incluida su esposa, Georgina (Helen Mirren), a quien ridiculiza. Esta, por su parte, se involucra en un romance secreto con un amable librero.
Película excesiva por el barroquismo de su puesta en escena y por la manera de desarrollar la narración que parece más preocupada por la forma que por el fondo y por conseguir provocar, no solo por los desnudos o la escenas de sexo, sino porque vive al límite de lo incómodo para el espectador.
Complicado encasillar o calificar este film, con una estética y una fotografía realmente llamativas, con argumento algo desconcertante y plagada de simbolismo. Un cine diferente que busca la innovación en su discurso narrativo y visual. Su estructura algo teatral, con escenarios acotados y ciertos detalles de la atmósfera en que se desenvuelve, me recuerdan algunos de los trabajos de Lars von Trier.
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