El Sr. Badii (Homayoun Ershadi), un hombre de mediana edad, planea suicidarse y busca desesperadamente a alguien que lo ayude. Ya ha cavado una tumba en las montañas, pero quien decida prestarle ayuda tendrá que enterrarlo. Le pide ayuda a un soldado kurdo y a un seminarista afgano, pero todos se niegan por alguna razón. Finalmente, encuentra a un viejo taxidermista turco que intentó suicidarse, y este accede a ayudar a Badii.
Primera película iraní en ganar la Palma de Oro en Cannes, fue rodada de manera casi clandestina y su exhibición prohibida en Irán dado el asunto central del film. Los personajes que acompañan al protagonista, mantienen largas conversaciones con éste, que conducen a una reflexión sobre las diferentes visiones de la muerte y la libertad individual.
No se sabe muy bien si el realizador iraní hace sencillo lo difícil o complica lo fácil. La película resulta, como poco, sugerente, aunque, como suele suceder con la obra de Abbas Kiarostami, divide a los espectadores entre quienes ven en ella una película insulsa, incluso aburrida aunque tenga momentos simpáticos y otros para quienes estar viendo esta y algún otro de sus films supone presenciar una obra maestra.
Cine al desnudo, solamente imágenes y diálogos, con los personajes recorriendo esa especie de círculos concéntricos que Kiarostami va creando con su narración. Si te dejas llevar por la propuesta del iraní, cuando la película termina te encuentras reflexionando sobre lo que has presenciado, lo quieras o no.
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