miércoles, 22 de marzo de 2023

SONATA DE OTOÑO

 


Charlotte Andergast (Ingrid Bergman) es una famosa concertista de piano, egocéntrica y sofisticada, que ha estado tan volcada en su carrera que no ha visto a su hija Eva (Liv Ullmann) en siete años. Eva, que vive con su marido, un pastor protestante, mantiene con su madre una relación de amor-odio. Después de tantos años, Charlotte decide ir a visitarlos. Para su sorpresa, también encuentra allí a su otra hija, Helena (Lena Nyman), que padece una grave discapacidad provocada por una enfermedad degenerativa. Eva ha sacado a Helena de la institución donde la había internado su madre y ahora vive con ellos. La tensión entre Charlotte y Eva se acumula lentamente, hasta que una conversación nocturna libera todas las cosas que han querido decirse.


Basada libremente en las propias vivencias de juventud del realizador y guionista del film, Ingmar Bergman, forma parte de esa serie de películas que el realizador sueco hizo en los años 70, que se han denominado piezas de cámara, con un reducido grupo de actores y planteando situaciones y relaciones interpersonales de gran intensidad.


La música de Chopin, Händel y Bach acompaña la narración estructurada con cierta forma de obra teatral.
Muchas de las constantes del cine de Bergman están presentes en la película: La Fé, el más allá, la propia religión en sí y, desde luego, las relaciones entre personas, en este caso a través de la historia de una madre incapaz de sentir amor por sus hijas y de una hija que siempre anheló esa cercanía física y de sentimientos que nunca tuvo. A pesar del desapego de su madre, al final, la hija se siente culpable, como si ella hubiera echado a su madre de su lado, un reflejo de esa especie de respeto reverencial que a veces sentimos los hijos hacia los padres que nos lleva a pensar que somos responsables cuando la relación se vuelve difícil.


Escenario y ambientación sencillos y largos diálogos cargados de pesar y abatimiento que nos llevan más allá de lo que podemos percibir con los sentidos. Con la magistral fotografía de Sven Nykvist, para una historia amarga magníficamente interpretada. La historia de una mujer que siente el dolor de la falta de cariño de una madre que la lleva a pensar que si su madre no la hace, es imposible que nadie pueda llegar a quererla alguna vez.




8 comentarios:

  1. Hola, Trecce
    Creo haberla visto, el tema es duro porque no es fácil para una persona que desee salir adelante en su carrera profesional, cumplir con todos, pues para ello deja de prestar la debida atención a sus hijos. Es supremamente injusto que los ellos se sientan culpables por la falta de empatía que haya tenido su progenitora; como si nunca se hubiese roto el cordón umbilical, porque al chico o hija, siempre le hará falta algo, sentir realmente el amor y aceptación de su madre…
    El director Ingmar Bergman, cambia algo en la mente de los espectadores pues los lleva a escenarios muy humanos, pero que, quizás, la mayoría nunca analizamos.
    Cordiales saludos.

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    1. De cualquier forma, Bergman no plantea la situación desde los conceptos actuales que están preocupados por la liberación de la mujer y el problema que se le plantea a esta cuando ha de conciliar vida familiar y profesional, sino que nos presenta a una mujer que no tiene empatía con sus hijas, como si no supiera amar y busca refugio en su actividad profesional.

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  2. El propio Bergman padecía terribles conflictos internos, fruto de la compleja relación con su padre, y los proyectaba sobre sus personajes.

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  3. Menudo peliculón, un poco duro pero una joya.
    Feliz jueves.

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  4. Hola Trecce!
    Creo que en alguna ocasión llegue a verla, una de esas películas que merecen volver a ser revisadas. Cine para ver con los cinco sentidos.
    Saludos!

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    1. Muchas de las pelis de Bergman son para dejarse llevar, incluso por aquellos para los que resultan complicadas de entender.

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