Aida Selmanagic (Jasna Djuricic), es una maestra de escuela que trabaja como traductora para la ONU en Srebrenica. Pero con el acercamiento del ejército serbio a la ciudad, su familia se ve obligada a huir, al igual que otras miles de personas que buscarán refugio en los campos de la ONU. Aida entonces deberá elegir entre ceñirse a su trabajo de las negociaciones con el ejército o ayudar a su familia a escapar y sobrevivir.
Ambientada en Bosnia en julio de 1995, en fechas que corresponden al sangriento y triste episodio de la Guerra de los Balcanes conocido como La Masacre de Srebrenica, se palpa toda la tensión que desembocaría en aquella tragedia, que consistió en el asesinato de más de 8000 personas, musulmanes bosnios a manos de unidades del VRS (Ejército de los Servios de Bosnia), bajo el mando del general Ratko Mladić (Boris Isakovic), así como por un grupo paramilitar serbio conocido como «Los Escorpiones». Se produjo en una zona previamente declarada como «segura» por las Naciones Unidas ya que en ese momento se encontraba bajo la supuesta protección de 400 cascos azules neerlandeses.
El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (ICTY), calificó los acontecimientos de Srebrenica como un acto de genocidio, ya que este hecho constituye el mayor asesinato masivo en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
La película se inspira en el libro de Hasan Nuhanovic "Bajo la bandera de la ONU: la comunidad internacional y el Genocidio de Srebrenica".
Película dura donde las haya, pero porque la realidad lo es a veces y, desde luego, la realidad de lo que fue la historia que nos traslada el film fue dura, sangrienta, cruel y vergonzosa.
Si episodios como este resultan aberrantes cuando leemos viejas páginas de guerras antiguas, lo son mucho más trasladados a conflictos ocurridos en el mundo moderno, pero que hayan sucedido anteayer, como quien dice y que continúen sucediendo en algunos paises en la actualidad, es, a más de una aberración, algo que nos debería avergonzar a la humanidad entera, a uno por uno de nosotros.
Entre la incompetencia de unos, la poca de vergüenza de otros y la cruel inmoralidad de los ejecutores, más de ocho mil personas fueron ejecutadas sin posibilidad alguna de defenderse solo por pertenecer a una etnia y profesar una religión, algunos, seguramente, ni siquiera por eso, simplemente porque sí, porque estaban allí en aquel momento, ese fue su crimen.
La película tiene un aire general como de cine amateur (la verdad es que no sé como explicarlo, porque tampoco es que sea esa la impresión exacta), no se si por falta de medios o que su realizadora filma así, pero curiosamente, esto juega a favor del film, porque le da un aire de naturalidad, de realidad más que de realismo, sin necesidad de recurrir a golpe de efecto alguno, que nos hace sumergirnos de lleno en una historia que sigue un paulatino crescendo hasta hacerse casi insoportable, no por la película en sí, de ninguna manera, sino porque realmente la historia resulta agobiante por lo cruel e injusta que fue y que el film nos logra transmitir. Miles de personas amontonadas (perdón por la expresión, pero es lo que parece) en el umbral de lo que consideran su último refugio, con las puertas cerradas en sus narices y con los soldados de la ONU incapaces de protegerles, sabiendo, unos y otros, lo que se les viene encima. Una especie de crónica de una muerte anunciada que, repito una vez más la palabra, resulta vergonzosa.
Hay quien piensa que si la película hubiera concluído en el momento en que alcanza su clímax, el film hubiera resultado más redondo, mejor acabado y más impactante, con unos acontecimientos que se producen fuera de campo, pero que estamos viendo en nuestro interior porque no hace falta que nos los muestren de manera explícita, el nudo en la garganta ya lo tenemos.
Sin embargo, Jasmila Zbanic, alarga el film quince minutos más que, para mí, no sobran, seguramente le sirvieron para tratar de cerrar su propio duelo, para acabar de rematar su propia historia y lo hace con un mensaje de esperanza que, después de todo lo que hemos visto hasta ese momento, no creo que estén fuera de lugar y más aún con la delicadeza con que están rodados, en pocas imágenes se nos muestra el dolor de después; la rabia por ver a los sanguinarios viviendo plácidamente rodeados de su familia (algo de lo que se ha privado a los supervivientes de la masacre) y la esperanza de los niños que, en su inocencia, nada saben de rencores y, por humillante que haya sido el pasado, solo saben mirar hacia delante y obligarnos a los demás a mantener la esperanza de un futuro mejor.
Uf, yo ahora mismo no podría ver algo tan duro, un poco por lo qu edices, ocurrió anteayer, pero lo peor es que sigue pasando.
ResponderEliminarTomo nota igualmente porque tiene tan buena pinta qu ela veré.
Feliz tarde.
La película es dura pero, como digo, es que la realidad lo fue.
EliminarTiene muy buena pinta. Habrá que verla.
ResponderEliminarCreo que merece la pena.
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