sábado, 5 de febrero de 2011

ANTONIO BARCELÓ Y PONT DE LA TERRA

Uno de esos españoles que no ha pasado a la Historia (la de las mayúsculas), pero que tuvo un destacado papel en su momento dentro de la Armada Española.
Este hombre, nacido en Palma de Mallorca en 1717, llegó desde humilde marinero a Teniente General de la Armada por méritos de guerra.
Su primera gran azaña, fue el combate mantenido con dos galeotas argelinas, por cuya acción S. M. se dignó nombrarle alférez de fragata cuando contaba tan sólo 21 años, pero el nombramiento tenía carácter de graduado, en román paladino quiere decir, sin sueldo, muy típico de este país nuestro.
La real cedula de concesión del nombramiento decía:

"Por cuanto en atención a los meritos y servicios de Antonio Barceló, patrón del jabeque que sirve de correo a la isla de Palma de Mallorca y señaladamente al valor y al acierto, con que defendió he hizo poner en fuga a dos galeotas argelinas que le atacaron en ocasión que llevaba de transporte un destacamento de dragones del regimiento de Orán y otro del de infantería de África...."

Pero la gran obra de D. Antonio, por la que ha pasado a los anales de las crónicas de la Armada, se produjo durante el sitio de Gibraltar. El 24 de agosto de 1779, fue nombrado comandante de las fuerzas navales destinadas al bloqueo. Por tierra debía efectuar el ataque el general Martín Álvarez de Sotomayor, pero desde el mar era muy difícil someter a castigo a la plaza, por la inferioridad de las naves de la época, aún de madera, que eran blanco fácil de las potentes baterías instaladas en la costa.
A nuestro hombre se le ocurrió la idea de construir, por primera vez en la historia lo que llamó lanchas cañoneras y bombarderas y que desde entonces, con las evoluciones lógicas de los tiempos, se conocen como lanchas cañoneras. Instaló cañones de a 24 (tengamos en cuenta que los mayores del momento eran de 32 y 36) o bien morteros, en grandes botes de remo, venciendo las dificultades para que pudieran soportar el retroceso de piezas tan grandes y dotándolas de un parapeto plegable forrado por dentro y fuera de una capa de corcho, para proteger a la dotación (formada por unos treinta hombres), además de una especie de blindaje de hierro para proteger los botes, incluso por debajo de la línea de flotación.
Pronto pudo observarse que no hacían falta tantas precauciones, pues debido a los limitados recursos de puntería de la época, era poco menos que imposible acertar a las pequeñas lanchas cuando atacaban de proa, mientras que éstas tenían muchos menos problemas para batir blancos mucho mayores.

El mejor juicio sobre su efectividad vino del enemigo, en palabras del capitán inglés Sayer:

"La primera vez que se vieron desde nuestros buques causaron risa; mas no transcurrió mucho tiempo sin que se reconociese que constituían el enemigo más temible que hasta entonces se había presentado, porque atacaban de noche y eligieron las más oscuras, era imposible apuntar a su pequeño bulto.
Noche tras noche enviaban sus proyectiles por todos lados de la plaza. Este bombardeo nocturno fatigaba mucho más que el servicio de día. Primeramente trataron las baterías de deshacerse de las cañoneras disparando al resplandor de su fuego; después se advirtió que se gastaba inútilmente las municiones".


Barceló era un hombre iletrado, había sido marinero desde niño y prácticamente sólo sabía escribir su nombre, quizá por este motivo no era muy apreciado entre la oficialidad. Por contra, los hombres a su mando le tenían en gran estima y le obedecían ciegamente, a pesar de su esctricta disciplina.
Por aquel tiempo del sitio de Gibraltar, corría una coplilla que decía así:

Si el rey de España tuviera
cuatro como Barceló,
Gibraltar fuera de España
que de los ingleses no.



6 comentarios:

  1. Uno de nuestros grandes marinos, que si en vez de ser español hubiese sido inglés, tendría su reconocimiento, se hubieran plasmado sus gestas en una película y tendría una bibliografía sobre su vida de consitencia contrastada.
    Pero es español.
    Y como dice Pérez Reverte a nuestros héroes, a nuestras gestas militares se les echa tierra encima por que enorgullecerse de ellas es cosa de "fachas", según el catecismo progre.
    Así nos va.

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  2. Tampoco nos vendrian mal ahora un par de Barcelós y le arrebatabamos Gibraltar a esos casacones...

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  3. A los casacones les dio la risa al ver aquellos engendros flotantes, pero se le quedó congelada.

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  4. No sé si habéis leído algún libro de la Saga Marinera Española, de Luis Delgado, pero narra muy bien todos esos hechos, la Jornada de Argel, los ataques con las cañoneras, con los jabeques,y a Barceló lo trata como un héroe nacional, incluso cita esa misma coplilla. Todo un hombre, vamos. Si hubiérams tenido más como él, y una Armada en condiciones, el Peñón tendría otra bandera ondeando.

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