viernes, 5 de octubre de 2018

PASIÓN DE LOS FUERTES

Wyatt Earp (Henry Fonda), antiguo sheriff de Dodge City,  se dedica ahora al negocio del ganado. Está conduciendo un rebaño de reses hacia el oeste, junto a sus tres hemanos.
Al llegar a los alrededores de Tombstone, tienen un encuentro con Pa Clanton (Walter Brennan) y su hijo mayor, Ike (Grant Withers), que le ofrecen comprar el rebaño, pero Wyatt declina la propuesta.
Por la noche, Wyatt y sus hermanos Morgan (Ward Bond) y Virgil (Tim Holt), se acercan al pueblo para afeitarse y asearse, y acaban interviniendo en un altercado provocado por un indio borracho, al que Wyatt reduce. Le ofrecen el puesto de sheriff, pero él prefiere seguir con el ganado. Cuando regresan al campamento, bajo un intenso aguacero, descubren que las reses han sido robadas y el menor de los hermanos, James (Don Garner), que había quedado al cuidado de las mismas, yace sin vida en el barro.
Wyatt reconsidera la propuesta de convertirse en sheriff de Tomstone y acepta el puesto, nombrando ayudantes a sus dos hermanos, prometiendo que se quedará allí hasta que encuentre a los asesinos de James.
Wyatt deja pasar el tiempo sin ninguna prisa, esperando pacientemente a que los Clanton, sobre los que recaen todas las sospechas, comentan algún error que le permita actuar contra ellos.


Es cierto que para algunos, el Oeste de las películas de Ford es artificial, donde las cosas transcurren de una manera poco natural, como si pertenecieran a un mundo inventado que se adecua a la imaginación del realizador más que a la realidad.
Ya digo que es cierto, al menos yo lo creo así y entiendo a aquellos a quienes no les acaba de convencer, sobre todo a nivel narrativo el cine del maestro, pero es que yo creo que lo que menos le importaba era ajustarse a la realidad tal cual fue. En concreto en esta película, se dedica a ofrecernos retratos de personajes, cada uno con un pasado más o menos complicado tras de si y a ir uniendo esa especie de episodios en los que participan y que acabarán componiendo el total de la película, para llegar al resultado final, el que para muchos es el tratamiento más famoso y sublime del tiroteo en el O.K. Corral, aunque se tome un montón de libertades sobre los hechos reales, para conseguir uno de los western más clásicamente perfectos de cuantos hizo.


El verdadero Wyatt Hearp murió en 1929 y Ford le conoció cuando era un aprendiz en los estudios cinematográficos, pues acostumbraba a visitar a sus amigos en los estudios de la Universal. Ford decía que la recreación del duelo en OK Corral era lo que le había había escuchado a Earp. Sin embargo, las últimas corrientes históricas, consideran que la fuente en que se basa el film, el libro de Stuart N. Lake "Wyatt Earp, Frontier Marshall", no se ajusta a la realidad, siendo una historia inventada por la familia Earp para tejer una leyenda alrededor del personaje y que el episodio de OK Corral, acontecido el 26 de octubre de 1881, fue una matanza y no un verdadero duelo. Al parecer, Wyatt era en realidad un tahúr compulsivo y el sheriff de Tombstone era su hermana Virgil.


De cualquier manera, a Ford, como he dicho, supongo que ajustarse a los detalles reales le importaba bastante poco, él quería crear sus personajes, sus héroes y sus villanos, quería que Shakespeare fuera recitado en medio de aquel mundo de palurdos salvajes en una de las escenas más surrealistas que pueda uno ver en un western, pero que, al tiempo, nos permite ver la otra cara del alcohólico y tísico Doc Holliday (Victor Mature), la de un hombre culto que, perseguido por sus fantasmas, huye hacia el infierno; igual que traslada el entorno del auténtico OK Corral a Monument Valley, porque le gustaba más, aquel era el salvaje oeste que él imaginaba.
Y al que no esté de acuerdo con todo esto, se le podría responder lo mismo que a un historiador de cine que le preguntó a John Ford por qué había cambiado los detalles históricos del famoso tiroteo si, como afirmaba, el verdadero Wyatt Earp le había contado todo. "¿Te gustó la película?", le preguntó Ford, a lo que el erudito respondió que era una de sus favoritas. "¿Qué más quieres?" sentenció el maestro.
Uno diálogos del film, para poner colofón a esta entrada:

— Mac ¿alguna vez has estado enamorado?
— No, yo he sido camarero toda la vida.




6 comentarios:

  1. Que tal Trecce!
    Pues es muy posible que estas peliculas tengan poco que ver con lo que debio de ser aquella realidad, pero creo que asumimos y entendemos esa falta de rigor. En todo caso tampoco me uno al club de los que abominan sobre la falsedad de historias como estas. Hace tiempo que no la veo, no recordaba ese genial y simpatico dialogo...jeje
    Saludos y feliz finde!

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    1. Supongo que Ford tampoco pretendía hacer una película histórica.

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  2. Tombstone suele salir en muchas películas. El día en que a los de la memoria histórica useña les dé por sacar huesos, se van a hartar.

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  3. Lo del rigor histórico a Ford, como diría Gable, le importaba un bledo. Lo que hacía era construir historias partiendo de algunos hechos y moldearlas a su gusto -qué buen gusto tenía-. Pasión de los fuertes es un western moderno, oscuro, casi negro, una maravilla. Otra de sus obras maestras. Siempre la he tenido entre mis preferidas; no llega a la altura de Centauros (la cuesta es muy empinada), pero seguramente está en las inmediaciones de la cima.

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    1. Como he dicho, no creo que Ford pretendiera hacer una película histórica, como bien dices, eso le daba bastante igual.

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