jueves, 25 de octubre de 2018

YO, ÉL Y RAQUEL

Greg Gaines (Thomas Mann) es un estudiante algo torpe a la hora de relacionarse, que lo único que quiere es pasar desapercibido a toda costa en su último año de instituto. Evita las interacciones sociales como la peste y sólo pasa su tiempo rehaciendo versiones extravagantes de películas clásicas con su único amigo, Earl (RJ Cyler).
Lo que hace Greg es hablar con la gente de diferentes grupos pero el tiempo justo, ya que no puede permitirse que personas pertenecientes a otro grupo lo vean hablando con alguien de un grupo diferente. Por ello, Greg nunca va a comer al comedor, porque siempre tendría que comer solo.
Earl y Greg, gracias a las películas que veían de pequeños en casa de Greg y que les ponía el padre de éste, han desarrollado gran afición por algunos clásicos del cine europeo. Cuando las ven, terminan encantados y emocionados con películas que tienen millones de años, y se les ocurre la genial idea de comenzar a rodar sus propias películas.
Graban unas cuantas, pero siempre se les olvida el guion, o la cámara se queda sin batería, tienen falta de actores, falta de vestuario y un largo etcétera.La madre de Greg, con toda la buena intención del mundo, interviene y obliga a Greg a que se haga amigo de Rachel (Olivia Cooke), una compañera de clase a la que le han diagnosticado leucemia. Acaban por hacerse inseparables, pero cuando la enfermedad de Rachel se complica, el mundo que había construido Greg se tambalea y nada vuelve a ser como antes.


Basada en el libro de Jesse Andrews del mismo título que la versión original y que en España se publicó como "Un final para Rachel". Andrews es también autor del guión.
La película incluye algunos planos arriesgados (picados, contrapicados, travellings laterales, tomas oblicuas...), que aportan dinamismo al film.
La música lleva la firma de Brian Eno y no está nada mal.


Chica con cáncer, chico adolescente con baja autoestima y problemas de relación en el instituto... No me digan que no es un argumento como para salir corriendo bajo la sospecha de que nos van a colar un asunto de colegiales adolescentes con problemas en el típico instituto americano, con sus bandas y todo eso y una buena dosis de edulcorante y de moralina ante la enfermedad, algo que ya hemos visto mil veces desde Bajo la misma estrella, quizá el film con el que este tema o similares, alcanzó su zenit arrasando en las taquillas.
Sin embargo, en esta comedia con toque de melodrama, Alfonso Gomez-Rejon consigue traernos algo diferente y bastante original, lo suficiente como para que el film nos interese desde el comienzo, con el presentimiento de que vamos a presenciar una historia interesante.
Lo consigue en buena parte, porque los personajes nos resultan reales y cercanos, todos ellos, no solo los protagonistas que, por cierto, lo hacen bastante bien, sino un elenco de secundarios con muchas tablas que aportan una buena dosis de saber hacer.
Además sabe sacarla del encasillamiento en que caen este tipo de películas, porque la historia que nos cuenta no es la de la chica enferma, de hecho ella podría estar en cualquier otra situación, lo que nos relata es el proceso de maduración de Greg y lo que su amistad con Rachel le aporta en su camino hacia esa madurez. La enfermedad queda de lado en muchos tramos del film, en los que predominan diálogos de cierto ingenio y con alguna dosis de humor negro. Eso sí, al final parece que olvida el camino que se ha trazado y cede unas cuantas secuencias a utilizar esos recursos tan manidos de los que creíamos habernos librado.
No es una historia de amor, es una historia de amistad en la que también tiene mucho peso la presencia de Earl.


Un film entretenido, que sabe dar un giro diferente a una historia en la que sería fácil caer en la sensiblería y también, todo un homenaje al cine, con referencias a decenas de películas, un aspecto que hará las delicias de los cinéfilos. En definitiva, bajo mi punto de vista, una buena e interesante película que merece la pena ver.




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