jueves, 5 de diciembre de 2013

EL HOMBRE DE 50 AÑOS. LA ELEGIA DE MARIENBAD

Un comandante cincuentón recibe la confidencia de su hermana de que su sobrina Hilari, una jovencita, está enamorada de él. Hilari está prometida a su primo desde pequeña y el comandante le hace notar a su hermana y madre de la joven que él no puede ser el rival de su propio hijo y que además considera que esa relación, debido a la diferencia de edad, está condenada al fracaso. Sin embargo, la presencia de la joven y sus insinuaciones de que es cierto que le admira y sueña con ser su esposa, le hacen cambiar de opinión.
Cuando habla con su hijo, éste le hace saber que está enamorado de una hermosa viuda y que no podrá cumplir el compromiso con su prima, pues sería un engaño para ella. El comandante ve las puertas abiertas para su relación, aún cuando tras conocer a la viuda a la que pretende el hijo, se da cuenta de que ella jamás se entregara al joven.
Cuando pasa el tiempo, durante una visita del hijo a su padre y a su tía, una vez que ha desistido de enamorar a la viuda, los dos primos se dan cuenta de que se sienten atraídos uno por el otro. El comandante renunciará a su amor otoñal en beneficio de la felicidad de los jóvenes.
Goethe inició la redacción de la obra en 1807, cuando tenía 58 años, en 1823 el relato aún no está terminado y su autor, ya septuagenario, se enamora de una adolescente, Ulrike von Levetzow a la que había conocido dos años antes, durante una temporada estival en el balneario de Marienbad. A pesar de la gran diferencia de edad, el celebre autor se decidió a pedir la mano de la muchacha, pero Ulrike, que entonces contaba 17 años, rechazó la oferta. La joven se sentía muy unida a su familia como para abandonarla tan temprano; además, consideraba al 'anciano Goethe' casi como un padre, harto benevolente y cordial, pero nada más.
El 5 de septiembre de 1823, Goethe abandonó el lugar de su derrota sumido en un considerable estado de postración; una vez acomodado en el coche que debía conducirlo a Weimar, comenzó a componer los versos de lo que habría de ser la Elegía de Marienbad. Aquel extenso poema, canto a la amada imposible que anima y desdeña, producto de un estado de pasión extrema y un tanto deudor de la admiración que el Goethe maduro sentía por el impulsivo Lord Byron, fue el mejor desahogo para la nostalgia que embargaba al rechazado poeta.
De la renuncia necesaria, de los deseos adaptados a las diversas edades de la vida, trata El hombre de cincuenta años, que Goethe concluyó precisamente durante una de sus estancias estivales en Bohemia, tras el desengaño con Ulrike.
Un breve escrito autobiográfico elaborado por la propia Ulrike, donde relata su relación con Goethe, sirve de colofón a la edición del libro que he tenido entre mis manos.



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