lunes, 9 de diciembre de 2013

EL ÚLTIMO EMPERADOR

Cuando es poco más que un bebé, Pu Yi es separado de su madre y conducido a la Ciudad Prohibida, la emperatriz le reclama, puesto que él va a ser el próximo ocupante del trono de dragón.
Cuando tan sólo cuenta tres años, es entronizado y se convierte en emperador de China, vivirá en la Ciudad Prohibida, sin poder traspasar los límites que señalan sus muros, su vida estará completamente reglada y prácticamente no podrá tomar decisiones propias, contando con un verdadera ejército de sirvientes que atenderán a todas y cada una de sus necesidades.
Siendo todavía un niño se ve obligado a abdicar, China se ha convertido en una república y el ámbito de poder del emperador se limitará a la Ciudad Prohibida, de donde continúa sin poder salir, viéndose apartado de cualquier contacto con la realidad exterior.
Con el paso del tiempo, y tras sus esponsales, Pu Yi vive un periodo de cierta autonomía, siempre restringido a la corte y su entorno, hasta que es expulsado de palacio.
En 1932, los japoneses le promueven como emperador del Manchukuo, aunque todo es una añagaza nipona para distraer a la Sociedad de Naciones del conflicto de Manchuria, pues son ellos quienes toman las decisiones.

 
Una figura que tuvo cierta importancia en la educación del joven emperador, fue la del británico Reginald Johnston (Peter O'Toole), que dejó escritas algunas de sus impresiones sobre el muchacho, su educación, el entorno en el que le tocaba desenvolverse, los peligros que le rodeaban y el incierto futuro que le esperaba.

 
La película mezcla episodios relatados en presente, en los que el emperador está detenido por los comunistas de Mao acusado de traidor y de haber colaborado con los japoneses, con largos flashback en los que recuerda su vida anterior, desde su llegada a la Ciudad Prohibida hasta su detención por las nuevas autoridades chinas cuando pretendía huir en avión para entregarse a los norteamericanos.

 
Concebida como una superproducción, tras ser aprobado su proyecto por el gobierno chino, Bertolucci contó con toda la colaboración que solicitaba, grandes cantidades de extras fueron puestos a su disposición y pudo rodar, por primera vez, al menos para un occidental, en la Ciudad Prohibida. También hay escenas rodadas en la residencia que fue del emperador en su etapa al frente del gobierno títere de Manchukuo.

 
El film refleja todo el exotismo y el lujo de la corte imperial, con su rígido protocolo, sus excesos y su inquietante sensualidad. Con una maravillosa fotografía, cuyo director, el gran Vittorio Storaro, sabe componer cuadros de gran belleza, jugando con los cromatismos con los que compone un guión de colores que señalan las diversas etapas de la vida del último emperador (el verde del conocimiento, el amarillo del poder, el rojo de la sangre...).
La banda sonora, en la que intervinieron Ryuichi Sakamoto, David Byrne y Cong Su, muy bonita, incluye pasajes inspirados en música tradicional y ya desde los títulos de crédito logra concitar nuestra atención.

 
Con buenas actuaciones y una maravillosa ambientación, el conjunto, algo irregular, se convierte en un film más que digno, de una factura técnica impecable y con muchos momentos realmente brillantes, reuniendo escenas que debieron suponer un arduo trabajo para planificarlas y componerlas, pues algunas son verdaderos cuadros coreográficos.

 
Una manera de aproximarnos a una cultura bastante desconocida en occidente, en una etapa de convulsión social y política, con cambios que marcaron el devenir del inmenso país asiático a través de la historia de este personaje que a los tres años ocupó el trono del dragón y murió como un ciudadano cualquiera.
El film fue premiado con los 9 Oscar a que estaba nominado, incluyendo el de mejor película, mejor director, mejor fotografía o mejor banda sonora, entre otros.

 
 
 

8 comentarios:

  1. Pues fíjate que me pareció en su momento un auténtico aburrimiento, pero con el tiempo creo que se merece un revisionado... A ver cuando lo hago... pero el lastre de su recurdo es pesado.

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  2. Tiene momentos en los que se hace lenta.

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  3. Me parece entretenida, aunque Peter O'Toole nunca ha sido de mis actores favoritos. Siempre me ha dado la impresión de que este hombre está más ido que un sidral.

    Saludos Trecce.

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  4. Me sorprendió Bertolucci, conociendo su filmografía. Tiene momentos de gran altura y es una película aderezada con suculentas salsas; la música de Sakamoto, la fotografía del maestro Storaro y los escenarios auténticos de algunas de sus bellas secuencias.

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  5. Tal vez a veces se haga lenta, pero la escena cuando retozan debajo de las sábanas se me ha quedado grabada para siempre.

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    1. Y rodada espléndidamente, plena de sugerencia, pero con todo el buen gusto.

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