viernes, 24 de marzo de 2023

COMO EN UN ESPEJO

 


Durante un hermoso verano, un escritor, siempre demasiado ocupado y de temperamento frío y distante, va a pasar unos días con sus hijos, un adolescente y una joven con problemas mentales, que está casada con un médico que la cuida con gran ternura. Su estancia en la isla donde viven sus hijos desencadena una crisis que los afecta a todos, pero especialmente a él, porque toma conciencia de su incapacidad para darle a su familia lo que espera de él.


Ganadora del Oscar a la Mejor película en lengua no inglesa, presenta una perturbadora visión de la desintegración de una familia y del desgarrador descenso a los abismos de la enfermedad mental de la protagonista, interpretada de manera asombrosa por Harriet Andersson.


Otra película de cámara, como las llamaba el propio Ingmar Bergman, con solo cuatro personajes en escena. Film de notable belleza, en buena parte gracias a la espléndida fotografía de Sven Nykvist, que nos regala algunos planos maravillosos y en la que los silencios se entrecruzan con diálogos profundos con un poso de amargura y un cierto aire poético en algunos de ellos. 
La mujer enferma es el centro de la trama, en la que los otros personajes también tienen lo suyo, parece como si la enfermedad fuera un reflejo de nuestras propias sociedades avanzadas, en las que bajo una apariencia de felicidad, de entornos apacibles, se esconden las dolencias del alma, esa insatisfacción que nos lleva a buscar explicaciones en otros ámbitos. Esa búsqueda de lo trascendente, el silencio de un Dios que parece no escuchar nuestra plegaria, el egoísmo de cada cual, la incapacidad de comunicarnos con el otro, en definitiva, la angustia de la propia vida, forman parte del argumentario de un film en el que, no obstante, se abre una ventana a la esperanza cuando, por fin, el padre habla con el hijo, algo que éste deseaba desesperadamente y en el que le aconseja que busque en el amor el asidero que de sentido a su vida.




2 comentarios:

  1. Pocos directores han logrado la profundidad de Bergman: como suele ser habitual en su filmografía, la dimensión metafísica de esta película sobrepasa de largo la anécdota del argumento.

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