lunes, 23 de marzo de 2020

SAFE

Carol White (Julianne Moore) es un ama de casa californiana que parece tenerlo todo en la vida: un esposo rico, una casa hermosa, sirvientes, belleza y muchos amigos. Sin embargo Carol no tiene una personalidad fuerte, parece tímida y débil a la hora de relacionarse con el mundo que la rodea. Comienza a sufrir dolores de cabeza y tiene una fuerte convulsión que achaca a que se ha vuelto extremadamente sensible a las toxinas comunes en el mundo de hoy: gases de automóviles, humos, aerosoles, etc., lo que afecta a su vida cotidiana, perdiendo el apetito sexual, pasando las noches frente al televisor o deambulando por el exterior de su casa como un animal enjaulado.
Su médico la somete a un examen, pero no es capaz de encontrar nada llamativo, todo está bien, no fuma, no bebe, no se droga. Solo es adicta a la leche y eso es justamente lo que el médico le va a indicar que reduzca, ya que la leche no es buena para los intestinos. Carol consulta también con un psiquiatra, pero el especialista solo consigue ponerla más nerviosa.
Durante su estancia en el hospital, Carol ve un infocomercial sobre Wrenwood, un retiro de la nueva era para aquellos que están "ambientalmente enfermos", y deja a su esposo y a su hijastro para tratar de encontrar la salvación en este retiro dirigido por un tipo llamado Peter Dunning (Peter Friedman), un pseudofilósofo que sigue una especie de religión new age.


Película ambientada en 1980, un tiempo, que ahora revivimos con la pandemia del COVID-19, en que el miedo a terribles enfermedades y epidemias estaba muy presente entre la población por la expansión del SIDA.
El declive físico de la protagonista, nunca queda claro si es debido a factores físicos o psíquicos y se convierte, por extensión, en una reflexión sobre un sistema de vida, el que tenemos en occidente, con individuos que viven en el llamado estado del bienestar, con alto nivel de vida, en el que, paradójicamente, no consiguen encontrar un equilibrio emocional, que les llevan a vivir momentos de desazón existencial y a fabricar peligros imaginarios.


Así no es extraño que, como vemos en el film, ante la impotencia de los sistemas tradicionales de salud, caigan en manos de estos profetas de las nuevas medicinas, de las terapias new age, que tanto recuerdan a las sectas, en las que el individuo y, por extensión, la sociedad, es culpable por haberse alejado de las enseñanzas del dios de turno, sea Jesucristo o cualquier otro de las varias religiones. Otros consumen de forma compulsiva terapias expuestas en libros de autoayuda, como si fueran un nuevo catecismo.
Prácticamente todo el encanto y la atención que provoca en el espectador, se debe a la portentosa interpretación de Julianne Moore que nos obliga a acompañarla en su progresiva debacle física y moral y cuyo dolor y frustración casi llegamos a sentir.
Una película que trata de reflejar la presión que vive el individuo en ciertos entornos sociales, sobre todo en las grandes ciudades y en las organizaciones de todo tipo que, como nuevos profetas, tratan de regular la vida de estas personas sumidas en el desfallecimiento y la inadaptación física y moral.




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