viernes, 6 de marzo de 2020

MILAGRO EN MILÁN

Un buen día, la anciana y bondadosa Lolotta (Emma Gramatica), encuentra un bebé abandonado entre las coles de su huerto, al que pone por nombre Totò (Gianni Branduani de niño y Francesco Golisano de adulto). Sin dudarlo, lo acoge y le criará como si fuera su propio hijo, proporcionándole no solo un hogar, sino también su amor y su afecto.
Unos años más tarde, Lolotta muere y Totò, todavía un niño, es internado en un orfanato, del que saldrá siendo un joven optimista y alegre dispuesto a no dejarse desanimar por las dificultades de la vida.
Totò buscará trabajo, pero sin bienes y sin un lugar donde vivir, se encuentra rodeado de otras personas sin hogar que viven en destartaladas construcciones hechas con material de deshecho, en un amplio y árido descampado a las afueras de Milán.
Con su entusiasmo y energía vital, Totó se las arregla para involucrar a sus vecinos en la tarea de convertir aquel lugar inhóspito en un barrio, de chabolas, sí, pero en el que los marginados y excéntricos que lo habitan encuentren una comunidad de corazón cálido y palpitante.
Pero la tierra que pisan cada día esconde un secreto que, al quedar al descubierto, atraerá la codicia del rico Sr. Mobbi (Guglielmo Barnabò), que adquiere la propiedad del terreno y pretende expulsar a sus actuales inquilinos. Sólo un milagro podrá rescatarles de su triste e injusto destino.


El guión, de Cesare Zavattini, se basa en una novela de él mismo titulada "Totò il buono", que en 1940 había escrito en forma de guión y, más tarde se publico como libro.


Aunque la crítica en general la encuadra dentro del llamado Realismo Italiano, no es menos cierto que en realidad se trata de un cuento con mensaje moral, en el que, como ocurre en otras obras de Vittorio De Sica se nota la influencia de la doctrina cristiana.
Totò es una mezcla de ingenuo y optimista, un joven que mantiene el espíritu inmaculado de la infancia, un niño grande que no sabe pensar mal y para quien la vida es un regalo que hay que disfrutar y cada hombre, un semejante al que hay que tratar con cortesía, cariño y respeto.
Sabe sacar lo bueno de cada cosa, por nimia en insustancial que nos parezca y ese es el espíritu que contagia a quienes le rodean, que se sientan, como en una sesión de cine, a contemplar la mágica belleza de una puesta de sol.
Es una película entrañable, con muchos momentos de humor entre ingenuo y pedagógico que nos descubre un mundo en el que la pobreza no está reñida con la felicidad. Es cierto que para muchos este mensaje edulcorado es una clara muestra del mensaje cristiano o, por mejor decir, de la Iglesia, de acomodar nuestras vidas a lo que la providencia nos otorga, pero también es cierto que, desde la lucha incruenta, Totò y quienes le rodean, tratan de combatir la injusticia y redimirse de su pobreza.
Un film amable, pero con un fondo que denuncia las desigualdades sociales, el egoísmo de los ricos y que invita a aquellos a quienes la vida ha tratado con dureza, a buscar el lado optimista que les ayude a sobrellevar su desgracia disfrutando de las cosas que están a su alcance y de aquello que les ayude a superar su desdicha.




4 comentarios:

  1. Un filme neorrealista, nada neorrealista (creo que incumple casi todos los precepetos de Zavattini), más bien fantástico, muy agradable de ver, eso sí.

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    1. De esas películas que, a unos más que a otros, gustan a casi todos.

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  2. Hola Trecce!
    Interesante y diría que muy recomendable película. Curioso como décadas mas tarde esas desigualdades siguen campando a sus anchas.
    Saludos!

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