Un grupo de arqueólogos coreanos encuentra un esqueleto y lo identifican como Lee Jin-seok (Won Bin). Pero Lee Jin-seok sigue vivo y ahora es un hombre mayor. Es su hermano Jin-tae (Jang Dong-gun) quien desapareció en la Guerra de Corea.
Viajamos a Seúl desde el presente hasta 1950, ciudad en la que Jin-tae Lee y su hermano estudiante de 18 años, Jin-seok Lee, forman una familia pobre pero feliz, con su madre, la prometida de Jin-tae, Young-shin Kim (Lee Eun-ju), y sus jóvenes hermanas. Jin-tae y su madre trabajan duramente y se sacrifican para enviar a Jin-seok a la universidad.
Cuando Corea del Norte invade el Sur, la familia escapa con idea de refugiarse en casa de un pariente, pero antes de emprender el largo viaje, Jin-seok se ve obligado a unirse al ejército para luchar en el frente, y Jin-tae, cuando trata de que dejen regresar a su hermano, también es reclutado forzosamente. El comandante le promete a Jin-tae que si puede ganar el premio más alto para un soldado surcoreano que es el cordón de Taeguk de la Orden del Mérito Militar, liberará a su hermano, y Jin-tae se convierte en el soldado más valiente de la compañía. Durante la batalla de Pyongyang, Jin-tae captura a un importante capitán norcoreano y finalmente recibe la medalla
Pero a medida que avanza la guerra, comienza a envenenar la mente de Jin-tae. Jin-seok ya no le reconoce y abomina de él, es entonces cuando regresa para ver a su madre enferma y se encuentra con el desorden y la venganza contra todo sospechoso de comunismo que reina en la retaguardia.
El conflicto entre las dos Coreas, que tuvo lugar en los años cincuenta y que, normalmente conocemos a través de la visión del cine de Hollywood, es retratado aquí por Kang Je-gyu de forma diferente a los estereotipos que la cinematografía estadounidense nos ha mostrado. De hecho, apenas se hace una breve mención a la llegada del ejército estadounidense a la península y prácticamente ninguna a las tropas de la ONU que tuvieron una intervención muy importante en esta guerra.
Aunque la relación, que se torna conflictiva, entre los dos hermanos es el eje de la película, todo transcurre de manera paralela a la acción bélica, con el trasfondo político que la originó y sus horribles consecuencias sobre la población civil.
Se retrata también el panorama de venganza y purgas que se vivió en la retaguardia, con fusilamientos masivos fundados en simples sospechas y queda patente el absurdo en que muchos hombres se vieron metidos sin tener demasiada idea de porqué estaban combatiendo en determinado bando. Hay una frase que resume este sinsentido, cuando un oficial superior le dice a Jin-seok que su hermano se ha pasado de bando y combate con los comunistas, y él responde: mi hermano no sabe lo que es comunismo, ni lo que es democracia.
Hacia el final de la película, cuando el ejército del norte parece derrotado, se nos habla también de la decisiva intervención china en el conflicto que sería lo que, a la postre, daría lugar a que Corea siga siendo un país dividido, al ayudar con su intervención a recuperar el terreno perdido por el régimen de Pyongyang, de manera que la frontera quedó prácticamente donde estaba antes del ataque del Corea del Norte, en el famoso Paralelo 38.
La historia, en algunos pasajes, resulta un tanto increíble, en parte porque en occidente no sabemos de la fuerza que tienen los lazos familiares en los países orientales y además hay que tener en cuenta que aquello sucedió hace setenta años, con las tradiciones mucho más presentes en la vida diaria.
Lo mejor del film son las secuencias de enfrentamiento armado, rodadas con gran realismo y que son reconocidas como de las mejores rodadas nunca en el cine bélico.
En la primera parte de la película se nos acerca a la situación de la familia Lee que, aunque no demasiado holgada económicamente, les permite vivir de su trabajo y pensar en enviar al hermano menor a la universidad. Su armoniosa vida, queda patente en la escena del arroyo, en la que toda la familia se baña y disfruta del frescor del agua en la cálida noche de Seúl, mientra se hacen bromas y ríen felices. A partir de ahí, el caos llega a la familia, como a tantas otras en sus circunstancias.
Una película que gracias a todas estas escenas, tanto las familiares como las bélicas y a un ritmo narrativo bastante bien llevado, aunque en algún momento se resienta un poco, se hace muy entretenida a pesar de sus dos horas y media de duración.
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