Philip Elliot (Robert Beatty), un sacerdote católico de nacionalidad belga con ascendencia canadiense, refugiado en Londres, asiste a una escuela secreta para espías y saboteadores integrada por individuos de varias nacionalidades. Para ello, acude a un museo en cuyas dependencias está camuflada la escuela. Allí le espera Ackerman (James Robertson Justice) el comandante en jefe del grupo de comandos que le propone participar en una misión que tendrá lugar en su país natal.
Después del entrenamiento, él y dos compañeros se lanzan en paracaídas sobre Bélgica, tras las líneas alemanas, con el objetivo de destruir una oficina de registros donde se guardan los informes sobre los obreros belgas que son obligados a trabajar para Alemania.
Además, un destacado miembro de la resistencia ha sido detenido por los nazis y un nuevo grupo de comandos es enviado para que entre todos, traten de rescatar al preso. Duncan (Gordon Jackson), el experto en explosivos, está entre ellos, pero se encuentra aquejado de un fuerte dolor de muelas y han de encontrar un médico que pueda atenderle, con el inconveniente de que el joven no habla el idioma local, por lo que depende de la radiooperadora Michèle (Simone Signoret), la más decidida del grupo, para ayudarlo. Su misión se va complicando aún más, primero cuando descubren que uno de los miembros del grupo es un traidor y, más adelante, cuando una serie de acontecimientos fortuitos van obstaculizando la consecución de los objetivos que les han sido encomendados.
El guión está basado en una historia del dramaturgo y guionista británico Michael Pertwee.
Aunque la historia es atractiva, la película tiene muchos altibajos en cuanto a mantener la tensión y la intriga con respecto a la consecución de los objetivos.
Hay una escena que es quizá la mejor de la película, cuando la radiooperadora, interpretada por una espléndida Simone Signoret, recibe por radio codificado el nombre del traidor, que en ese momento está afeitándose en la misma habitación y toma la determinación de eliminarlo.
Además de las escenas típicas de este tipo de films, la película tiene muchos momentos que dedica a cada uno de los personajes, sus historias y las relaciones entre ellos. Es posiblemente lo más atractivo de la cinta, con algunos momentos realmente interesantes, como cuando uno de ellos, sometido a cirugía estética para cambiar su apariencia, se cruza con su esposa a la que hace mucho que no ve, y esta no le reconoce, sin que él pueda, por motivos de seguridad, desvelarle su identidad; o el comando infiltrado en las SS, que se reencuentra con su antigua novia en Bélgica y niega a admitir que la conoce cuando ella le reconoce en la calle, aunque sigue llevando su retrato en la cartera y la ama profundamente.
Junto a algunos tramos un tanto simples, tiene otros realmente interesantes, bien trabajados y que nos traen un poco de tensión, adornada, en ocasiones, con unas gotas de humor.
Película sencilla y que resulta entretenida.
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