jueves, 13 de junio de 2019

PINK STRING AND SEALING WAX

Brighton, 1890. Un joven, hijo de un médico puritano, intenta escapar del represivo ambiente familiar y, sobre todo, de las restricciones que le impone su riguroso padre. Busca refugio en una taberna, donde se siente inmediatamente atraído por la sordidez de los bebedores y por los encantos de la tabernera.
La película tiene lugar en la Inglaterra victoriana y gira alrededor de los Sutton, una familia de clase media dominada por el patriarcal y pedante Edward Sutton (Mervyn Johns).
Somos testigos de la actitud áspera y conservadora de Edward hacia sus hijos, Peggy (Sally Ann Howes), Victoria (Jean Ireland) y David (Gordon Jackson). Edward acusa a David de escribir poemas y cartas románticas; obliga a Victoria a dar lecciones de canto a los hijos de sus clientes, en lugar de perseguir su sueño de convertirse en cantante profesional y priva a Peggy de dinero para alimentar a sus conejillos de indias que él emplea en sus experimentos científicos ante el horror de sus hijos.
Pearl Bond (Googie Withers), es la promiscua esposa del propietario de un pub de la que se enamora el único hijo de la familia Sutton, David  y Pearl decide aprovechar la información que sobre ciertos productos farmacéuticos y químicos le ha proporcionado el joven un día en que la lleva a la farmacia para curarle un corte en una mano. Aprovechando un descuido del muchacho roba unos polvos de uno de los frascos con los que pretende librarse de su marido envenenándole.


El guión se basa en una obra teatral en tres actos, escrita por Roland Pertwee.
Esta base teatral se nota en ciertas fases de la película, no solamente en las que transcurren en interiores, ya que algunas veces adopta algunas técnicas típicamente teatrales en la narración y en las transiciones.
Esto produce un efecto contradictorio en el espectador, por un lado, es probable que pudiera haber sido mejor adaptada al medio cinematográfico, pero, por otra parte, te hace sentir nostalgia por estas películas clásicas que empleaban este tipo de narración muy raramente utilizado en el cine moderno.
El título hace referencia a la forma de empaquetar algunos de los preparados y productos farmacéuticos en aquella época, envueltos en una especie de papel de estraza y atados con una cuerda similar a la que se utiliza actualmente en las pastelerías, cuyo nudo final se sellaba con lacre: Cuerda rosa y cera de sellar.


La película retrata las diferencias de clases, con los Sutton, una familia de clase media acomodada, por un lado y los Bond, un matrimonio de clase baja, por otro. Diferencia que se refleja no solo en el aspecto económico, sino, sobre todo, en su educación, los diferentes conceptos morales y, en general, sus respectivas actitudes ante la vida. También nos habla del conflicto entre generaciones, con los hijos de la familia Sutton que no entienden las actitudes de su padre con respecto a ellos que consideran anticuadas y restrictivas. Por último hay una cuestión de moralidad, alrededor de los manejos de Pearl y del intento de chantaje que hace con Edward Sutton, que invita a la reflexión. Lo mismo que el partido que toma hacia la conducta estricta de Edward para con sus hijos que, aunque no perfecta. considera más adecuada que la que tienen los Bond. El contraste entre las historias hace que la película no pierda el ritmo y mantenga el interés del espectador.
El film, más apoyado en los diálogos que en las imágenes y bastante bien interpretado, tiene algunos destellos de humor en sus diálogos.
La película, estrenada en 1945, supuso el debut como director de cine de Robert Hamer.




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