Rusty James (Matt Dillon) es un joven que sueña con volver a los tiempos de las pandillas juveniles para emular a su hermano mayor que, en su día, fue líder de una de ellas y que arrastra una reputación de rebelde e intocable como "El chico de la moto". Pero ahora su hermano ya no está, pues hace dos meses que se marchó, y a Rusty le han citado para una pelea.
La película adapta una novela del mismo título (Rumble Fish en el original), de la estadounidense Susan E. Hinton. El guión lo firman la propia autora y el realizador del film, Francis Ford Coppola.
Es la segunda novela de Hinton que Coppola lleva a la pantalla, tras Rebeldes. Ambos films son del mismo año, 1983.
Rodada en blanco y negro, la adaptación consigue captar la esencia de la novela y el retrato de los dos personajes principales.
Un proyecto que tiene mucho de personal de su realizador, buscando el arte y la innovación y desembocando, como no podía ser de otra manera, en el fracaso en taquilla, algo con lo que supongo ya contaría, al menos la posibilidad de que así fuera, porque el film se aleja de los estándares puramente comerciales.
Su blanco y negro, sus sombras, que en ocasiones sustituyen a los propios personajes, me han parecido una especie de homenaje al expresionismo clásico del que toma alguna de sus constantes.
Junto a esta percepción de obra diferente y muy interesante, la expresión misma del arte que lleva dentro Coppola, no falta quienes la ven de otra manera, como una película aburrida, con un personaje, el de Rusty James, destructivo para su entorno, ignorante, caprichoso, vago y egoísta, un verdadero desecho social.
Ya saben que este tipo de películas dan para mucho, como ocurre en general con el cine de autor, que provoca controversias que, muchas veces son buscadas, porque suponen un desafío para el espectador que se encuentra con algo que se sale de los parámetros habituales.
La película nos habla, sobre todo, de una época que se muere (o que se ha muerto ya) para dar paso a otro momento no necesariamente mejor y de un personaje, El Chico de la Moto (maravillosa interpretación de Mickey Rourke), vencido por el tiempo, en cierto modo abstraído y aislado de lo que le rodea por su propio desencanto.
Una película abstracta y poética que no todos disfrutarán, con esas escenas que se han vuelto icónicas en las que el color aparece, a manera de pincelada perdida emergiendo del blanco y negro del film: Los peces rojos y azules en la tienda de mascotas y el reflejo de Rusty en el auto de policía al final.
A mí me gusta mucho esta película. Entre lo mejor de Coppola, que ya es decir.
ResponderEliminarSaludos.
Yo también le tengo especial precio a esta película.
EliminarAdoro a Coppola, también fui a un encuentro con Coppola. Vi Rebeldes mil veces, y La ley de la calle unas cunatas también.
ResponderEliminarMuy feliz finde.
Como con cualquier creador, gustará más o menos, pero no cabe duda de que estamos hablando de un grande del cine.
EliminarExcelente banda sonora a cargo de Stewart Copeland, batería del mítico grupo de rock The Police.
ResponderEliminarMuy buena, en efecto.
EliminarQue tal Trecce!
ResponderEliminarCreo que con el tiempo he aprendido a apreciarla, además es muy curioso ver a todo ese grupo de estrellas y lo jóvenes que estaban.
Saludos!
Estrellas que lo fueron después y a las que Coppola dio una oportunidad cuando eran actores muy poco conocidos.
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