Queriéndose vengar de Lord Clancharlie, El Rey Jacobo II (Sam De Grasse) ordena su muerte y el secuestro de su hijo. El niño es vendido a un grupo conocido como "Los comprachicos" que deforman el rostro del muchacho, quedándole una sonrisa monstruosa, con el fin de exhibirlo. Desfigurado para siempre, Gwynplaine (Conrad Veidt) rescata a Dea (Mary Philbin), una niña ciega. Acogido por Ursus (Cesare Gravina), un feriante apodado "El filósofo", el niño se convierte en un hombre bondadoso y honesto que decide ocultar su grotesca deformidad tras un paño negro, convencido de que la bella Dea nunca lo amará de verdad debido a su horrible secreto. Sintiéndose indigno de los nobles sentimientos de Dea, Gwynplaine pronto se cruza con la aristocrática y tentadora duquesa Josiana (Olga Baclanova), mientras una cruel y prolongada conspiración en el palacio de la reina Ana (Josephine Crowell) le obliga a tomar una decisión que implicaría renunciar al amor.
La película fue uno de las últimas superproducciones del cine mudo. Las fotografías del personaje de Gwynplaine (entregadas por el guionista Bill Finger al equipo creativo de Batman en 1940) inspiraron a los dibujantes de cómics Jerry Robinson y Bob Kane para crear la apariencia física del Joker, el supervillano de Batman.
Considerada una de las mejores películas mudas estadounidenses que emulan el expresionismo alemán, fue dirigida por el germano Paul Leni que se muestra en todo su apogeo creativo.
Un film que supuso algunos avances en la cinematografía, con unos decorados muy cuidados, gran número de figurantes y unos secundarios que tienen papeles muy importantes en la historia y que arropan a la perfección el gran trabajo de su protagonista.
Leni consigue mantener la tensión del relato haciendo que el film resulte bastante entretenido de ver, además de su innegable calidad artística.
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