martes, 7 de octubre de 2025

UN DÍA EN LA VIDA DE IVÁN DENÍSOVICH

 

Alexandr Solzhenitsyn luchó como artillero en la II Guerra Mundial, alcanzando el grado de capitán con una brillante hoja de servicios. Un día, Solzhenitsyn escribió una carta a su esposa. Era el año 1945. La carta fue intervenida y el futuro Premio Nobel se convirtió en una víctima más de las purgas desencadenadas por Stalin. Fue sentenciado a ocho años de trabajos forzados. Por este tiempo enfermó de cáncer, enfermedad que logró superar. En 1953, cumplida su condena, aún estuvo desterrado cuatro años más en Siberia, hasta que en 1957 fue rehabilitado por Kruschev. Aprovechando esta circunstancia y la mínima apertura que se produjo en la URSS tras la celebración del XXII Congreso del PCUS, consiguió la autorización del Partido Comunista para la publicación en 1962 de la novela que comentamos, que llevaba un tiempo intentado publicar sin conseguirlo. Cuando vio la luz, en la revista literaria Novy Mir, gracias al empeño personal de su director Aleksandr Tvardovski, provocó muy pronto un espectacular impacto nacional e internacional. El éxito, sin embargo, aumentó los problemas de Solzhenitsyn con las autoridades y desde entonces no consiguió publicar nada en su país. En 1970 recibió el Premio Nobel de Literatura. Tras la publicación en 1974 de Archipiélago Gulag, en la que documentaba el universo carcelario creado en la URSS, fue expulsado del país. El libro que nos ocupa fue escrito durante su destierro en Siberia y en él, el autor ruso cuenta un solo día en la vida que soporta Iván Denísovich Shújov, en el campo de trabajos forzados en que cumple una condena de diez años, de los que lleva ocho. Shújov había sido llamado a filas durante la Segunda Guerra Mundial. Capturado por los nazis, consigue escaparse y regresar al ejército soviético donde no es recibido precisamente con los brazos abiertos. Acusado de traición, para que no le fusilen se ve obligado a confesar que es un espía alemán. Con todo detalle, el relato describe los acontecimientos de ese día, desde que Shújov se levanta hasta que se duerme. El frío intenso de la tundra siberiana, con temperaturas constantemente bajo cero, lo que provoca tremendas dificultades para unos hombres mal alimentados, peor vestidos y tratados como ganado de trabajo, continuamente despreciados por sus guardianes que los maltratan física y moralmente. Gracias a su experiencia e inteligencia natural, Shújov se maneja bastante bien en el campo dentro de lo que cabe. Conoce perfectamente lo que tiene que hacer en cada momento para no llamar la atención y para que no se fijen en él. 
Sin necesidad de grandes alardes, ni largas disquisiciones, Solzhenitsyn consigue imbuirnos de la dura vida de estos hombres cuya mayor preocupación es la comida, evitar como pueden la congelación y escapar a los castigos arbitrarios. 
Aunque la denuncia del régimen estalinista está presente en todo momento, el autor no incide precisamente en ella, prefiere, con habilidad y gran calidad literaria en su escritura, narrar las dramáticas consecuencias de la inhumana represión.



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