martes, 14 de octubre de 2025

LA PENÍNSULA DE LAS CASAS VACÍAS

 

Siguiendo a los diversos miembros de la familia Ardolento, David Uclés nos cuenta su particular visión de los tres años de Guerra Civil (1936-1939) y algunos de los momentos inmediatamente anteriores y posteriores a la misma.
Se ha dicho (él mismo lo dice en la novela) que está escrita en clave de realismo mágico. A mí no me parece tal, al menos lo que yo entiendo por realismo mágico, más bien un aire surrealista que me ha recordado más a la película Amanece que no es poco, sin que el argumento de una y otra obra tenga nada que ver y sin el tono de humor que le dio José Luis Cuerda a su relato.
Aunque el autor trata de ser ecuánime en la narración a la hora de repartir culpas (si es que se pueden llamar así) y atrocidades cometidas, queda claro que se posiciona del bando de los que perdieron la guerra, sin tratar de ocultarlo en ningún momento, bien es cierto que lo mismo habla de Badajoz que de Paracuellos; de abusos de poder por parte de anarquistas o comunistas que de falangistas o militares sublevados.
El autor rompe a menudo la cuarta pared (¿o en este caso habría que decir la segunda pared?) en un intento de hacer partícipe al lector de lo que está sucediendo y de buscar caminos originales en su prosa (por otra parte muy fluída), yendo más allá de los cánones de la novela al uso.
Al abrigo de los hechos históricos, hace un recorrido por gran parte de la geografía española, citando monumentos, usos, costumbres, fiestas, monumentos, paisajes naturales, ciudades y pueblos. A la fuerza, por tanto que abarca, ha de ser somero, pero la verdad es que tiene habilidad y certeza al resumir en pocas líneas situaciones y lugares. El libro abunda en recomendaciones musicales (además de escritor y dibujante, Uclés es músico), citas literarias y semblanzas breves de personajes (en ocasiones únicamente cita el nombre y poco más).
La novela es una ficción literaria con base histórica, es como si el autor hubiera estado escuchando las historias que le contaron sus mayores, no solo sobre el conflicto armado en sí, sino también sobre sus consecuencias en la vida diaria de los pueblos, los rencores y venganzas que se desataron, y les hubiera dado forma, despojándolos de ese aire de cuentos del Abuelo Cebolleta que a veces tienen y dotándoles de calidad literaria, valiéndose de recursos, alguno ya señalado y otros, como la intervención del autor en la historia o el cambio interesado de fechas, lugares, personas o acontecimientos (entiéndase "interesado" en el mejor de los sentidos), trueques de los que siempre advierte al lector.
Hay algunas cosas que, no es exactamente que no me hayan gustado, pero que me parece que abusa un poco de ellas, como el recurso reiterado a esa especie de realidad imaginada (lo que él llama realismo mágico), pero puede ser una apreciación tan particular por mi parte que tampoco voy a extenderme en ello.
Una novela interesante, algo diferente, bien documentada, aunque el uso de ese conocimiento pueda parecer algo atropellado por momentos, pero en general, bastante entretenida, de la que se agradece sobre todo el esfuerzo por buscar nuevas formas narrativas.




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